Por Mikel Albizu (@MikelAlbizu)
La ciudad acepta casi cualquier adjetivo, todo queda bien
paseando de su mano, ciudad natural, ciudad musical, ciudad afrodisíaca, ciudad
incoherente… esto no es casualidad, tiene que ver con que la ciudad sigue
siendo el lugar donde suceden cosas, se producen encuentros, el lugar donde
acontece la historia y pasan las historias, tu vida puede cambiar al doblar una
esquina, puedes aparecer en Fannin Street en la ciudad de Houston, calle en la
que, según Tom Waits, te pierdes para nunca regresar. Es un espacio en el que
nos proyectamos, donde se pueden materializar los anhelos del sótano de nuestro
deseos. Esto dota a las ciudades de un cierto tipo de mística y crea un terreno
en el que se mezcla lo científico con lo lírico, esta es una de las razones por
las que nos gustan tanto, por las que recorrerlas y sentir su energía se vuelve
tan placentero.
En todo esto ya llevamos años dando vueltas a las smart cities, se supone que son el
presente y el futuro, no sabemos la forma en que cada ciudad, como organismo
vivo que es, se amoldará a ella, a todo lo que hay detrás de este concepto,
pero creo que es positivo, ante una especie de discurso preponderante, empezar
a plantear otros paradigmas con menos relumbrón que también pueden aportar
visiones alternativas para la construcción de ciudades futuras, aquí van dos.
Las playable cities y las ciudades
epicúreas.
Las playable cities,
según sus precursores, pretenden erigirse como el contrapunto a las smart cities, se trata de ciudades donde
las personas, la hospitalidad y la apertura son su elemento vertebrador. Frente
a la búsqueda de la eficacia y utilitarismo que se esconde detrás de muchas de
las intervenciones que son etiquetadas como smart
city, las playable cities buscan
crear espacios urbanos donde se pueda ofrecer visiones del mundo alejadas de lo
convencional a la par que estimulantes. Para alcanzar este propósito utilizan
el juego como el elemento generador de espacios de interacción y de distensión
de las personas. Las playable cities
ofrecen la revancha al anonimato y a la frialdad de muchas de las ciudades
modernas. El movimiento parte de tres premisas. La primera, las ciudades en la
actualidad generan problemas en la vida de las personas que sólo pueden ser
abordados desde la acción colectiva: soledad, incomprensión, inadaptación... En
segundo lugar, el bienestar de las comunidades no puede dejarse de forma
exclusiva en manos de las autoridades locales, los ciudadanos necesitan empezar
a tomar parte en el control de su propio entorno. La tercera premisa sería una
visión optimista de la existencia en la que se asume que existen formas de
mejores de afrontar los problemas que de uno en uno, esto se puede conseguir
realizando actividades colectivas estimulantes que traigan a las ciudades
alegría, vitalidad y cohesión.
Todo esto puede sonar a ingenuo, pero hay varios puntos que
no se pueden desdeñar. Detrás del juego existen una serie de elementos
fundamentales que nos convierten en seres humanos, por un lado pensemos en una
ciudad totalmente tecnologizada, en la que todo queda resuelto a través de un
teléfono móvil, en la que siempre sabemos cómo acceder de un punto a otro de la
manera más rápida, sin perder ni un minuto de nuestro preciado tiempo, sería
como vivir en una hora punta constante de una megaciudad en la que todas las
personas se dirigen a su destino de forma automática… ¿Es esta nuestra
aspiración como ciudad? Ante esta visión de ciudad el juego es entendido como
lo opuesto a esta permanente búsqueda del utilitarismo, la búsqueda de todo
aquello que no es funcional pero que nos hace humanos. Os invito a echar un ojo
a la foto del post, es la foto de unos niños jugando con una pelota en una
calle de Mogadiscio, en Somalia, uno de los agujeros más oscuros del mundo,
donde no hay ley, orden, ni esperanza… es el juego el elemento que permite
escapar, distraer, distender, disfrutar… después de ver esto cuesta tomarse el
juego como algo menor.
Muchas ciudades del mundo se han adherido al movimiento en
mayor o menor intensidad, una de las más activas ha sido Bristol que llegó a
montar un tobogán de agua de 95 metros de longitud en plena calle. Otras
ciudades han desarrollado otro tipo de juegos como ubicar luces que permiten
hacer sombras chinas en medio de la ciudad, farolas que hablan, pianos para ser
tocados libremente, estelas de colores de barcos que transportan a personas de
un punto a otro…
Acabo con un comentario del urbanista brasileño Claudio
Marinho en una conferencia sobre las playable
cities, «Son un intento de reapropiación de los lugares públicos como el
espacio de encuentro en donde se desarrolla la vida frente al aislamiento al
que empujan el diseños de muchas de las ciudades del mundo», pretenden devolver
a las ciudades ese carácter de que las cosas suceden.
La ciudad epicúrea es una idea de cosecha propia, inspirada
en un libro de Alain de Botton (el libro es Consolationsof Philosophy). Os la explico brevemente. Epicuro ha pasado a la historia
como uno de los filósofos del placer «el gozo es el principio y el fin de una
vida dichosa» afirmaba. Para alcanzar dicho gozo apostó por caminos bastante
propios, alejados de a lo que hoy se nos invita para ser dichosos. El primer
aspecto que Epicuro consideraba fundamental era la amistad, vivir rodeado de
amigos. Para resolver esto Epicuro compró una casa cerca de Atenas donde se instaló
con su grupo de amigos, en la casa de Epicuro no había lugar para el
aislamiento, la soledad ni la incomprensión. El segundo aspecto que Epicuro
consideraba necesario para alcanzar la alegría era la libertad, para conseguir
eso se apartaron de las ocupaciones del mundo de los negocios compraron un
jardín y se dedicaron a la agricultura instaurando una comuna, aceptaron un
estilo más simple de vida a cambio de independencia, como explica Alain de
Botton, tendrían menos dinero pero no se verían obligados a cumplir las órdenes
de superiores. El tercer y último elemento que para Epicuro granjeaba alegría
es la reflexión, en la comunidad que montó Epicuro se estimulaba la reflexión
tanto la propia como la compartida. No es que Epicuro fuera un iluso, no consideraba
que la riqueza convirtiera a los hombres en desdichados pero tenía claro que
sin amistad, sin libertad y sin reflexión el hombre está abocado a la
infelicidad.
Y ¿por qué no trasladamos estos elementos a la construcción
de los espacios urbanos? ¿Por qué no se diseña epicúreamente? Leyendo todo
esto, alguno pensará, a Mikel se le ha ido la mano con el vino antes de ponerse
a escribir, pero mirad como algo tan a priori remoto como la ciudad epicúrea se
puede materializar, cuenta la historia que en el año 120 DC, en el mercado
central de Oinoanda, una ciudad de Asia Menor (en la actual Turquía) Diógenes,
un discípulo de Epicuro, construyó un muro de 80 metros de largo por 4 de alto
en el que se podían leer eslóganes epicúreos, este muro se ubicaba en frente
del mercado y tenía como objetivo avisar a la ciudadanía de que no iban a
encontrar la felicidad comprando en las tiendas, de shopping. Imaginaros algo
parecido al lado de los centros comerciales que nos rodean: «Te compraste una
camisa igual hace mes y medio y apenas la has usado», «Ya tienes 4 pantalones
azules», «Tu nuevo móvil no te va a hacer más exitoso con las chicas», «Las
playeras nuevas no van a conseguir que empieces a ir al gimnasio»… Esta podría
ser una intervención urbanística epicúrea, barata, sencilla y bastante
divertida, a mí me encantaría ver algo así.
Por último, me gustaría rescatar un elemento común de las playable cities y de la ciudad epicúrea,
las dos son ciudades experienciales, como existe el turismo experiencial,
también se pueden generar ciudades experienciales, volcadas en que sus
habitantes se desarrollen a través de vivir experiencias. Como en la ciudad de
Austin, en Texas, cuyo lema es: «Keep Austin Weird», toda una declaración de
intenciones, ven a Austin con tus rarezas y poténcialas con nosotros, crea un
negocio con ellas, conoce a personajes raros como tú... como en aquel vídeo
musical de Blind Melon, el de la canción «No rain».
Mikel Albizu, sociólogo urbano especializado en estudios
territoriales, desarrollo local y empleo
Créditos de las imágenes
Imagen 1: Niños jugando en Mogadiscio (fuente:sociedad, El País)
Imagen 2: Tobogán en Bristol de 95 metros (fuente: Transportblog)
Imagen 3: Estela de recorridos acuáticos en Recife, Brasil (fuente: Domusweb)
Imagen 4: El muro de Diogénes (fuente: Europeinmotion)
Imagen 5: Carrera del festival Keep Austin Weird (fuente: do512family.com)
Revista Arquitectura
Sus últimos artículos
-
Activar y mejorar la red de espacios públicos para recuperar la vida urbana
-
Vídeo y presentación de la ponencia de Paisaje Transversal en COMUS 2020
-
La España vaciada se vuelca con Smart Rural 21 solicitando estrategias inteligentes
-
Escuchar y transformar, una metodología al servicio de la ciudad activa