La flor del almendro está vestida de blanco
con mantos tejidos por los dos meses fríos.
Es un explorador o un adelantado
escalando las elevaciones del terreno
o un capitán cuyas tropas son
las distintas clases de flores.
(Poema andalusí del siglo XI )
En mi opinión, la Foia de Castalla tiene un tesoro paisajístico de gran valor: la floración de los almendros. Durante el mes de febrero, nuestro paisaje sufre una transformación asombrosa gracias a esos brotes blancos y rosados que inundan los campos del entorno.
Reconozco que tengo debilidad por la flor del almendro (Prunus dulcis), por su belleza estética, por su aroma apenas perceptible, por la paz que reparte y, pese a tanta riqueza, por su sencillez. No me puedo resistir, año tras año, a salir al campo y fotografíar esos árboles una y otra vez. Además, mi hija mayor nació durante estos días y celebro su cumpleaños haciéndole fotografías junto a los almendros en flor.
Es el almendro el primer frutal en abrir sus flores, cuando todavía quedan días fríos por venir, lo que provoca a menudo que el fruto se eche a perder tras una helada. Más tarde, con temperaturas más altas, van llegando las flores de cerezos, manzanos, ciruelos, ... convirtiendo nuestros campos en magníficas postales.
Hay lugares de la península ibérica que han ganado fama gracias a este tipo de fenómenos naturales, como es el caso del Valle del Jerte, cuyos cerezos en flor aparecen cada año en los noticiarios de televisión. Quizás Ibi, Onil y Castalla, o Jijona, deberían hacer un esfuerzo por dar a conocer esta privilegiada estación. Bajar el puerto de la Carrasqueta durante estos días es un espectáculo grandioso y conozco gente que viene expresamente desde muy lejos para verlo.
Mi padre, agricultor durante gran parte de su vida, me explicó algunas cosas sobre los almendros. Por ejemplo, que la flor no se hiela (lo que se hiela es la almendra incipiente); que la variedad marcona, predominante en Ibi, es la más apreciada, sobre todo para hacer peladillas, ya que nunca habrá una amarga; que el árbol ofrece el fruto en las ramas del año anterior, que ya no vuelven a dar flor, motivo por el que hay que ir podando los ejemplares para renovar la madera.
Me viene a la cabeza un dicho popular de esta zona con el que solemos referirnos a que las cosas buenas no son fáciles de conseguir: "¿Amerles a la vora del camí? ... ¡Amargues!"
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