Una de las principales conclusiones que podemos extraer de la gestión de la crisis de la gripe A es la falta de transparencia con la que han actuado gobiernos e instituciones públicas de salud. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se niega a revelar los conflictos de interés de sus expertos (con las industrias) “para proteger su privacidad”.
Es sorprendente, cuando menos, que Julie Gerberding, la directora de 2002 a 2009 de los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) (agencia oficial de EE.UU. que determina el uso de vacunas y otros tratamientos en epidemias y demás) pase en enero de 2010 a ser presidente de la Sección de Vacunas de Merck, uno de los principales laboratorios farmacéuticos del mundo.
En España ese trasvase de lo público a privado que ha dado en denominarse fenómeno de las puertas giratorias es una verdadera “pandemia” en el sector sanitario. De oca a oca con influencias. Será legal pero es tan asombroso como el trasvase español constante de políticos sanitarios, consejeros y directores generales a la industria farmacéutica y a otras industrias (asesorías, industria de la contaminación electromagnética, energética, etc). ¿Las influencias iban y van? ¿o van y vienen? ¿abrirán puertas e influirán informes o ya lo han hecho?
Regina Revilla, que fue directora general de farmacia del Ministerio de Sanidad en España y ahora está en Merck como responsable de Relaciones Institucionales, es el caso paradigmático pero es que muchos de los directores generales de Farmacia del Ministerio y muchos políticos sanitarios autonómicos han pasado a la industria farmacética. Otro claro ejemplo es Fernando García Alonso, que fue director de la Agencia Española de Medicamentos y también director general de Farmacia y ahora está en el laboratorio Schering-Plough.
Luego hablan de independencia.