Las que no duermen NASH
La protagonista, Nash Elizondo, psicóloga forense de la universidad, descubre casualmente en una sima que está explorando, relacionada con antiguas leyendas sobre brujería, el cadáver de una chica desaparecida años atrás.
La nueva novela de Dolores Redondo, pero que podría ser cualquiera de las anteriores suyas, dadas las localizaciones y temáticas, nos narra de forma algo enrevesada la investigación sobre la muerte de una chica en los valles navarros, cuyo cuerpo ha sido hallado en circunstancias especiales.
Sinceramente creo que este género de novelas está escrito con plantilla, porque si no no se explica que pase siempre lo mismo y en el mismo orden. Alguien podría decir que se trata del orden lógico, pero...
Vamos a ver, la primera escena sobra totalmente, con la víctima siendo arrojada a la sima. ¿Esto qué nos aporta aparte de matar la intriga y la sorpresa cuando en la siguiente escena veamos a los investigadores explorando ese lugar? Pero como es lo canónico, poner una primera escena de la víctima siendo asesinada desde su punto de vista o bien el punto de vista del asesino haciendo lo suyo...
En la siguiente escena, ya vemos a la protagonista explorando la sima, donde sabemos que se encontrará el cuerpo anteriormente citado. Después, las consabidas escenas del o la forense de turno comentando asuntos del cuerpo, forma de la muerte, etc, etc, que yo suelo saltarme o leer por encima, ya que están ahí solo para que veamos que los autores se documentan y porque en todas las novelas aparece el protagonista hablando con el forense etc, etc, etc. Los datos que este facilita pueden mostrarse de otras mil maneras distintas, pero no, hay que sacar al forense hablando... y a ser posible que cite el mayor número posible de palabras técnicas y explicaciones que, a menudo, su interlocutor ya debería conocer por su trabajo o estudios...
La innovación respecto a otras novelas de la autora es que aquí la "investigadora" es una profesora de la universidad, una psicóloga forense se dice, que ha estudiado Medicina, y que se dedica a desmitificar leyendas de la zona. Se encuentra el cuerpo por casualidad, pero se ve involucrada en la investigación policial. Cosa para la que, por cierto, tiene un don. Va al pueblo, sale a la calle y de pronto aparece una persona que le cuenta su vida, con todo lujo de detalles, y todo lo que sabe del caso que justo le interesa; luego va a otro sitio y zas, aparece otra persona que también le cuenta todo, todo. Y así sucesivamente. Cada persona que se encuentra siente el deseo irrefrenable de contarle lo que necesita saber para finalmente atar cabos cuando la autora considere que ya debe atarlos. No es que ella pregunte, es que se lo dicen.
La autora también siente un irrefrenable deseo de recordarnos sus anteriores obras y de aparecer en sus propias novelas (bueno, eso no es tan raro, digamos que hace un ejercicio "metaliterario"), aquí con la intención de hacer parecer que las anteriores historias protagonizadas por Amaia Salazar (aquella inspectora que estudió con el FBI y descubrió una secta satánica operando en el valle...) son "reales". Normalmente este efecto se usa para lo contrario, para que tales historias parezcan ficción y así pueda pasarse por alto la inverosimilitud de ciertos hechos. Pero no, aquí todo es real y además la autora, Dolores R. citada por Amaia, fue muy veraz y lo contó todo, todito, igual que pasó, hasta lo de su relación con el marido. La autora me ha decepcionado muchísimo: pensé que al final Nash se encontraría con Dolores Redondo y esta le firmaría un libro, ¡qué menos! Amaia sí que sale en el crossover.
Por cierto, antes de que se me olvide. No me ha gustado nada que una buena parte de los detalles relacionados con el asesinato de la joven estén literalmente copiados del famoso caso Wanninkhoff (asesinato con gran repercusión mediática en España), solo cambiando los nombres. Me parece bien que uno se inspire, pero es que aquí parece un copia pega. A lo mejor hay que poner las cosas con un poco más de disimulo.
Aunque se nos describe a Nash como doctora, profesora, etc, es decir, como una persona con cierto nivel académico y cierta inteligencia, sus comportamientos y pensamientos no dan lugar a pensar lo mismo. A veces, en lugar de pensar lo obvio, lo que cualquier persona normal pensaría, elabora teorías rarunas, justo las que se alejan más del sentido común. Pero ojo, que pasadas unas páginas, cuando conviene a la trama, ata cabos, cae de la burra y se cae del guindo y voilá! También oculta información a sus propios compañeros.
La narración es extremadamente sosa y monótona. La prosa ha mejorado muchísimo desde el primer libro que leí de D.R. que era un auténtico desastre de redacción. O bien ha mejorado sus habilidades o bien se lo revisan mejor. Quiero pensar que se trata de lo primero. Lo que no ha mejorado es la edición. En este punto deberíamos olvidarnos de la figura romántica del editor pasando tijera por pasajes sobrantes o texto denso y plúmbeo.
Hay escenas que jurarías haber leído ya, una fuerte sensación de "dejà vu" te embarga cuando lees por enésima vez como Nash explica el origen de su nombre, o cuando ella le cuenta a otros personajes lo que le han contado. Existe una cosa que se llama "elipsis narrativa" que se puede aplicar en estos casos; ahí lo dejo... Hay también escenas muy similares de "chicas que la observaban", así como misteriosamente. Más las consabidas y ya casi canónicas en este género escenas de "gente preparando comidas o comiendo", o peor aún, explicando la receta y los ingredientes.
Está claro que los editores conocen a su público. Saben que la mayor parte de lectoras son mujeres, así que meten todo lo que creen puede interesar a "la mujer" prototipo. Por descontado, casi todas las mujeres de la trama son "buenas", mientras que una buena parte de los hombres son "malos". Ellas, víctimas, ellos maltratadores y cosas peores. Entre las mujeres hay una fuerte "sororidad", por descontado, y una reivindicación de las brujas y las creencias tradicionales cuasi mágicas.
En cuanto a la trama, hay varias subtramas involucradas, muchas de las cuales quedan inconclusas, se entiende que para próximo desarrollo en el resto de tomos de la trilogía. Cómo no, estas tienen que ver con algo personal de la protagonista. ¿Se han fijado que al final en estas novelas siempre siempre se termina por vincular al prota con el caso de fondo?
Las susodichas subtramas, en especial el tema de la momia que encuentran en el lugar donde está el cadáver moderno, aumentan el número de páginas y hacen la lectura bastante densa. Las apariciones de la momia, además, no las he entendido muy bien en relación con la otra trama, sobre todo en algunas cosas que pasan al final, aunque supongo que se da una explicación "racional"...
El covid, que aparece de fondo, es un perfecto deus ex machina, por cierto... Nos elimina personajes problemáticos y además permite aislamiento y dificultad de movimientos (casi mejor que las tormentas apocalípticas y los lugares sin cobertura, je).
El final es algo previsible, pero eso no es malo de por sí cuando se han sembrado pistas. Y aquí sí se ha hecho, con lo cual un lector avezado podrá adivinar o sospechar lo que ocurre. El caso en sí no me parece mal, pero claro, está envuelto en miles de subtramas y de palabras y queda como ahí medio diluido.
En resumen, una novela de intriga y thriller, yo diría que menos inverosímil que las de la anterior trilogía del Baztán de la autora, un poco sosa en la narración, con escasos recursos narrativos, pero yendo a lo eficaz y muy prototípica del género, que puede entretener a los fans del mismo y de la autora. A mí se me ha hecho algo larga, pero si le quitan cien o doscientas páginas yo creo que quedaría bastante bien.