Revista Empresa
Interesante artículo de opinión, por Juan Pedro Rivero.
Un hogar sostenible, una ciudad sostenible, una isla sostenible… ¿Qué se quiere decir con ello? Que nuestro consumo sea responsable y no agotemos los recursos limitados con un afán consumista insostenible que, por insolidario, deja desabastecidos a quienes menos pueden usar en las periferias el bien común. No hace tanto tiempo que, de manera sencilla, se apelaba a generar en nuestro uso y consumo los bienes materiales, la conjugación de las tres R de la sostenibilidad: reducir, reutilizar, reciclar… Reducir el uso al límite de lo necesario. No acaparar por acaparar. Tener, sí; pero para qué tener lo que no se necesita esclavizados de una despensa por encima de nuestra necesidad. ¿Para qué dos o tres vehículos de motor, o sartenes de propaganda, o televisores en el hogar, si solo podemos conducir uno, freír en uno o ver solo uno? No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. Consumir es necesario; pero consumir responsablemente es imprescindible. Reutilizar las cosas, sacándole todo el partido que encierran y las posibilidades que entrañan. ¡Cómo recuerda uno la bondad del tumbo del día siguiente, después de haber saboreado el puchero! ¡Cómo nos gustaban aquellos matahambres de la dulcería que contenían la suma de los recortes de tantos otros dulces ricos! Qué pena que los programas de reutilización de lo que creemos que nos sobra y botamos a la basura se emitan en cadenas marginales y a horas insufribles… Reciclar lo que ya no sirve, distinguiendo los vidrios de la basura orgánica, de los plásticos y cartones, para que podamos devolverle vida a esos materiales que nos han prestado un servicio tan sencillo como fundamental. Porque la altura de una sociedad civilizada está al nivel de la reutilización y reciclaje de las materias primas. Que, aunque no queramos pensar en ello, la madera de la selva amazónica tiene límites y serias consecuencias. ¿Cómo pronunciará François Hollande las tres R de la sostenibilidad…?
Fuente: diariodeavisos.com
Un hogar sostenible, una ciudad sostenible, una isla sostenible… ¿Qué se quiere decir con ello? Que nuestro consumo sea responsable y no agotemos los recursos limitados con un afán consumista insostenible que, por insolidario, deja desabastecidos a quienes menos pueden usar en las periferias el bien común. No hace tanto tiempo que, de manera sencilla, se apelaba a generar en nuestro uso y consumo los bienes materiales, la conjugación de las tres R de la sostenibilidad: reducir, reutilizar, reciclar… Reducir el uso al límite de lo necesario. No acaparar por acaparar. Tener, sí; pero para qué tener lo que no se necesita esclavizados de una despensa por encima de nuestra necesidad. ¿Para qué dos o tres vehículos de motor, o sartenes de propaganda, o televisores en el hogar, si solo podemos conducir uno, freír en uno o ver solo uno? No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. Consumir es necesario; pero consumir responsablemente es imprescindible. Reutilizar las cosas, sacándole todo el partido que encierran y las posibilidades que entrañan. ¡Cómo recuerda uno la bondad del tumbo del día siguiente, después de haber saboreado el puchero! ¡Cómo nos gustaban aquellos matahambres de la dulcería que contenían la suma de los recortes de tantos otros dulces ricos! Qué pena que los programas de reutilización de lo que creemos que nos sobra y botamos a la basura se emitan en cadenas marginales y a horas insufribles… Reciclar lo que ya no sirve, distinguiendo los vidrios de la basura orgánica, de los plásticos y cartones, para que podamos devolverle vida a esos materiales que nos han prestado un servicio tan sencillo como fundamental. Porque la altura de una sociedad civilizada está al nivel de la reutilización y reciclaje de las materias primas. Que, aunque no queramos pensar en ello, la madera de la selva amazónica tiene límites y serias consecuencias. ¿Cómo pronunciará François Hollande las tres R de la sostenibilidad…?
Fuente: diariodeavisos.com
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