Un título categórico (Las redes sociales ejercen la dictadura del buen rollo) para una aseveración que comparto con Alberto González Vázquez, aunque a veces haya quien se empeñe en llevarme la contraria. Me explico.
Acabo de publicar una entrevista al autor de Mi Querido Antonio, al responsable del corto Un día con Amenábar o el último vídeo de Los Punsetes, en el blog del Club de Creativos de España. En ella le pregunto por las redes sociales y su respuesta me deja clavada a la silla. ¡Qué razón tienes Mi Querido Antonio!
Me parecen un cauce de expresión estupendo, porque proporcionan recompensas inmediatas. Haces una monería y te dan una galletita. Y esto es así casi por imperativo. Cada vez resulta más difícil llevarse una hostia, porque en la evolución de las redes sociales hay una tendencia evidente a anular la discrepancia. Se han desarrollado herramientas de bloqueo para que cada uno pueda construir su propia burbuja. Una burbuja en la que todos son tus amigos, en la que tus comentarios sólo pueden ser aplaudidos y en la que todos los días se celebra un cumpleaños pero nunca un entierro. Es una especie de dictadura del buen rollo.
Pero como les anticipaba al principio del post, siempre hay gente dispuesta a contrariarme. El ejemplo me lo proporciona David García en su post Curso práctico de Community Management: no orinar en los maceteros.
Su gran ejemplo:
Imagen superior: Epitafio_Mi Querido Antonio
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