Revista Cultura y Ocio
Un sicario recibe la orden de acabar con la vida de la heredera de un reino a los pocos meses de nacer. Se hace con el bebe, pero no reúne el valor suficiente para acabar con su vida. Este hecho será el impulso para acabar su antiguo estilo de vida, decidirá hacerse su tutor y criarla con una educación propia del rango que le pertenece.
En cuanto cumple la mayoría de edad, y dado que en su país natal las revueltas son cada vez mayores y ante la inexistencia de un heredero, el tutor le confiesa su verdadera identidad y se encaminan a una audiencia con el rey para que ocupe su verdadero lugar en la corte.
Cuando llega nadie le cree. Tiene que pasar el inestimable filtro del encargado de la seguridad personal del rey, quien decide encarcelarla. Este cautiverio se convierte en un inevitable juego de seducción entre ambos.
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Estimada y tantas veces leída Johanna,
Cuantas veces me habrás hecho viajar en la adolescencia de reino en reino, de saga en saga, presentándome personajes de cuentos con cuerpos hechos solo para el amor, con cabelleras de las protagonistas que llegan a los tobillos y pechos de los protagonistas que explotan en los uniformes…
Cuantas veces nos has presentado raptos sin pena de cárcel, tan sutiles como las fantasías femeninas, cuantos barbaros hemos reinsertado juntas convirtiéndoles en padres de familia, cuantas rendiciones de orgullo femenino a cambia de pasiones repentinas…
Qué pena que el tiempo nos coloque a cada uno en su sitio, que pena que se deshaga la magia y tengamos que admitir realidades… Me da rabia que la perspectiva de la edad o de los acontecimientos, o de la vida… coloque aquello que tu editor encuadraba como “amor y aventura”, ahora, en ciencia ficción.
Me he divertido de nuevo, viendo caballos, y guardas reales, y besos almibarados y revolcones reales. El reencuentro ha sido entretenido. Como antigua lectora del genero admitiré “que los has escritos mejores… mucho mejores”, pero que nada te pare Johanna, que nada te pare....