Márquez abraza el trofeo en Catar - AFP.
Opta casi siempre por el camino más difícil para no torturarse por dejarse ir por el sencillo y nunca se olvida de que estuvo a punto de tener que bajarse de la moto definitivamente con solo 18 años. En sus primeros meses de mayoría de edad, Marc Márquez (Cervera, Lleida, 1993) era tan fuerte y altruista que trataba de sacar una sonrisa, sobre todo a sus más allegados, mientras se carcomía por dentro por ver doble y estar cinco meses sin poder disfrutar de su gran pasión, pilotar. La excusa para desafiar a los mejores, entre
ellos su ídolo, Valentino Rossi, al que en Catar hizo maldecir y disfrutar y que le acabó elogiando como casi siempre: "Me he divertido mucho. Ha sido una muy bonita carrera. Ir con Marc era complicado porque él es muy fuerte, pero lo he intentado y al final ha habido una bonita lucha".
Una batalla que ganó Márquez para empezar el curso en el que defiende su título de MotoGP con victoria pese a no haber podido hacer la pretemporada por haberse fracturado el peroné derecho practicando dirt track. Pese a tener que llevar muletas, les ha insistido a sus padres que no le lleven al gimnasio en coche, pues yendo a su ritmo le sirve para hacer algo de ejercicio cardiovascular. Marc escribe sus propias reglas. Bien lo saben Dani Pedrosa, tercero, y Jorge Lorenzo, que en menos de una vuelta, la primera, pasó de adelantar cuatro posiciones y ponerse primero a descabalgarse en la penúltima curva. Un error "de júnior"Muy enfadado por el error "de júnior", Lorenzo ni siquiera miró hacia su moto, totalmente destrozada. En su box siguió abatido cómo se batían en un duelo espléndido su compañero Rossi, capaz de remontar desde la décima plaza. En la sexta, para ponerse tercero, Il Dottore engulló a un Bautista que opositó hasta el último suspiro con Pedrosa por el tercer puesto y que se cayó a última hora para alivio del piloto de Honda. Poco a poco, Rossi se acercaba a Márquez, al que pasó durante unos metros cuando el líder puntual, Bradl, se cayó, como haría después Smith. A partir de entonces empezó un recital de adelantamientos entre dos pilotos que se respetan y admiran, y a los que les une el descaro, la irreverencia y el carisma. Les separaban apenas unos centímetros y todo se decidió en el penúltimo giro, cuando Rossi superó a su pupilo y éste apenas tardó un pestañeo en replicarle. Márquez cerró la carrera con la mejor vuelta de la noche, satisfecho del resultado y de la estrategia, pues, a diferencia de sus rivales, optó por la goma dura trasera: "Después de la lesión conseguir los 25 puntos es algo muy importante, pero también porque me he divertido con Rossi, el año pasado me ganó en las últimas vueltas. Esta vez he arriesgado, no he pensado para nada en el campeonato, para variar, y he dado el cien por cien". Ambos desearon en voz alta algo que firmaría cualquier aficionado al motociclismo: que el duelo se repita. Seguro que también lo piensa Aleix Espargaró, cuarto con la Forward-Yamaha, una lustrosa open.