"Nunca olvides el camino de vuelta a casa. [...]
Nunca olvides la contraseña."
Parece que siempre hago grandes descubrimientos, pero es así para mí, sobre todo, en lo que concierne a los libros. El año pasado quedé completamente encandilada por la obra del artista Shaun Tan, cuya maravillosa obra conocí a través de su título Emigrantes ( reseña) publicado, al igual que muchos otros de sus títulos, por la extraordinaria editorial Bárbara Fiore Editora.
Entusiasmada como estaba por sumergirme en más obras de este genial autor, me topé con el título Las reglas de verano, una elección ideal para las vacaciones estivales con las que rememorar la magia que, cuando uno es niño o adolescente, ha vivido en esta estación. Tan nos presenta a dos hermanos que están completamente solos en verano. Su mundo, aquel en el que viven o el que ellos mismos han creado, es del todo surrealista, llena de peligrosa belleza y diversión.
El texto es muy escueto y nunca supera la extensión de una frase. El hermano menor nos cuenta todas las reglas que hay que cumplir y que aprendió el último verano, reglas absurdas a la par que con sentido, normas de conducta que les permiten poder desenvolverse en el mundo de verano mágico en el que viven. También nos mostrará las consecuencias que saltarse dichas normas pueden acarrearles; lo emocionante de su verano es saber disfrutar dentro de ese surrealista equilibrio que mantiene viva la magia que les rodea en un verano que será inolvidable. Toda clase de criaturas coexisten en su mismo entorno como: los conejos carmesíes que se sienten atraídos por calcetines rojos, pájaros vengativos, hombres-pájaros... y un sinfín más de criaturas y lugares imposibles a la vez que hermosos.
Se trata de un libro de gran formato, en tapa dura, donde las ilustraciones a todo color, impregnadas por la magia entrañable con que Tan siempre dota sus obras, son las verdaderas protagonistas de este libro.
Las reglas de verano de Shaun Tan no es un libro infantil, es una pequeña obra de arte que pueden disfrutar lectores de todas las edades. Sus imágenes evocan tanta positividad que te atrapan, y nos dan la sensación, como lectores, de haber vivido también nosotros esos veranos, veranos donde la imaginación era nuestra mayor arma contra el aburrimiento y los más especiales por con quienes estábamos más que por lo que hacíamos. ¡Mil gracias a la editorial Barbara Fiore Editora!
Sus libros son atesorados por miles de lectores en todo el mundo, así que los amantes de su obra y aquellos que lo acaben de descubrir, están de enhorabuena, ya que este septiembre se publicará un nuevo título suyo: Cigarra.
Argumento: La ciudad en verano es el campo de juego perfecto para dos niños pequeños con todo el tiempo del mundo en sus manos.
El lector está invitado a formar parte de un mundo que no le pertenece, que es del todo de los niños, un mundo donde las reglas están creadas por y para ellos, reglas que a ojos de un adulto podrían parecer absurdas o ridículas, pero cuyo incumplimiento podría abrir las puertas a los más oscuros seres misteriosos y a los mayores terrores imaginables.
A lo largo de las páginas, se va presentando cuál es el resultado de no cumplir reglas tan sencillas como no dejar un calcetín rojo en el tendedero o no pisar caracoles. La magia de las ilustraciones de Shaun Tan provoca una mezcla de desconcierto e identificación por parte del lector, quien, poco a poco, va dejando a un lado su forma de construir el mundo para pasar a verlo como estos dos niños solitarios que juegan en un escenario surrealista sin mayor preocupación que la de cumplir sus propias normas. Juego y vida se van tejiendo de tal forma que configuran un todo desconcertante, humorístico, descorazonador, tierno, esperanzador a partes iguales.
Aunque un primer momento este puede parecer un libro para niños, me interesan mucho los temas universales que rigen cualquier relación personal sin importar edad, género u origen, de los hermanos a los mejores amigos, compañeros de trabajo o socios. El universo privado de la imaginación y el conflicto que puede existir aquí, a menudo desafía cualquier explicación y es, creo, representado mejor como una especie de sueño compartido.