¡Las reinas del Escape Room!

Desde que descubrimos las salas de escape, hace al menos cinco años, no hemos dejado de practicar y ¿sabéis que? Ostento el título de haber salido a tiempo de todas y cada una en las que he participado. De todas. Soy una máquina (y mi hermana también, pero una vez hizo una sin mi y no salió).

Desde el año 2016 en aquella primera sala del Trilobite Divergente hemos salvado el mundo dos o tres veces, hemos encontrado los diamantes perdidos, ayudado a investigadores privados, salvado al Titanic del hundimiento, incluso durante la pandemia y solo a través de la pantalla conseguimos resolver el misterio del papel higiénico y además descubrir el secreto para acabar con el coronavirus. Impresionante.

De todos estos momentos impagables (a los que hay que seguir sumando más), me quedo con Lolo diciendo sin parar “no vamos a salir de aquí, no vamos a salir de aquí” en modo bucle durante casi los 60 minutos; con mi afición a cogerme todos los artículos de atrezzo y ponérmelos por encima aunque alguno sirviera para el juego; con aquellas primeras veces en ñas que se oía por el walkie “la mesa no la mováis”, “el cuadro no se quita por favor” “no toquéis eeeeeso”; y especialmente con María y Mari intentando entrar por el armario a la sala de Cádiz, totalmente mimetizadas con la idea de que en una sala de escape, todo cuenta.

La foto es de la última aventura de hace unos días en la que las primas grandes y las primas pequeñas salvamos al Titanic del hundimiento después de conseguir enviar un mensaje de socorro en Morse que más bien parecía un pasadoble de Farina. Pero lo conseguimos.

Y para terminar, pues no lo dudéis: si queréis salir a tiempo en vuestra próxima aventura de escape ¡tenéis que llamarme!! (Yo sola soy terrible pero en equipo soy la mejor)