Las respuestas que Rajoy no dará

Mariano Rajoy comparecerá mañana en el Congreso de los Diputados para hablar de la crisis económica, primero; de los escándalos de corrupción en su partido, después. Así lo afirma Esteban González Pons, ese individuo capaz de nombrar a los muertos para tapar las porquerías de los vivos con los que se relaciona.
Personalmente la comparecencia de Rajoy, tal y como está planteada, no me interesa lo más mínimo. Sé que, cuando nos hable de economía, no será para contarnos quiénes son los mayores defraudadores de España, que el Estado da por perdidas la gran mayoría de las ayudas a la banca, que la deuda pública ha alcanzado el 117,8 % del PIB (200.000 millones, lo que equivale a unos 20 puntos del PIB, tanto como creció en las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero), ni que habrá más paro, más deuda y más recesión. Mezclar los churros de Bárcenas con las merinas de la crisis económica para salir, una vez más, por la puerta de atrás, no es lo que yo entiendo por dar explicaciones sobre las acusaciones vertidas contra él, y otros miembros de su partido, por el ex tesorero de la formación política que preside, al que él mismo nombró y por el que, incluso, dio la cara. Soy de los que piensa que si don Mariano, como afirman algunos, no sabía lo que se cocía en Génova 13, difícilmente podrá saber lo que se cuece en una olla mucho más grande como es nuestro país, esa gran nación con la que, siempre con sus papeles en mano, tanto se llena la boca.
Mañana Rajoy debería hacer lo que no hizo en campaña electoral: decir la verdad, aclarar todo lo que se ha dicho relacionado con la corrupción en su partido y que se remonta a los años en los que José María Aznar decía aquello de "váyase, señor González", frase que el susodicho bien podría espetarle, con la que está cayendo, al actual Presidente del Gobierno. Pero seamos realistas: no caerá esa breva. Como tampoco caerán las respuestas a tantas preguntas que ni los periodistas pueden hacer si no hay un plasma por medio o no las han pactado previamente con señor de los hilillos de plastilina.
Que un individuo haya ganados las elecciones engañando a todo su electorado, con un programa que ha incumplido desde el primer día de su mandato, debería ser motivo más que suficiente para presentar su dimisión e irse a fumar puros a otra parte. Que, una vez sentado el trasero en la poltrona presidencial, descubramos que dicho individuo se subió el sueldo un 27% en plena crisis, mientras al resto de los españoles se nos pedían "sacrificios", es motivo más que suficiente para dejar el puesto y no cobrar ni un euro más del erario público. Que, a lo largo de los últimos meses, hayamos conocido el pago de sobresueldos, pagos que eran conocidos por todos (y no lo digo yo, ni siquiera el "delincuente" Bárcenas, sino Manuel Millán Mestre, ex diputado del PP), mientras el Presidente del gobierno no soltaba, sin el más mínimo pudor y en plan moralizante, que los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, es de tomadura de pelo, aquí y en las Repúblicas bananeras con las que tanto nos compararon estos señores cuando estaban en la oposición, tan patriotas ellos, y en cuya lista entraremos en breve al paso que vamos. Si alguien ha vivido por encima de nuestras posibilidades han sido ellos, los que se lo han llevado todo, en A y en B.