La perversión de la democracia es caer en la demagogia, inclinarse hacia los discursos populistas, los razonamientos fáciles y ramplones que enardecen a la masa pero que apenas si aguantan un análisis racional. Seguramente el concepto democrático que más se suele denigrar es el de la “libertad de expresión”, cuyo nombre, tergiversado a interés de cada cual, se utiliza como coartada para las mayores insensateces, injusticias o simplemente caprichos. El ejemplo más reciente de perversión de ese principio lo tenemos en el caso de las radios deportivas, de los famosos “carruseles” a los que se ha prohibido, si no es pagando, el acceso a los estadios de fútbol para retransmitir los partidos. Como era de suponer, las radios afectadas han montado en cólera y, como también era de prever, han invocado a la sacrosanta “libertad de expresión”, y al no menos idealizado “derecho a la información” para exigir furibundamente que se les deje pasar gratis a retransmitir, llamando a las mesas a la rebelión, al motín y a la asonada ante esta “clara vulneración” de sus derechos.Cuando alguien se comporta con esta vehemencia es quizás el momento más apropiado para mantener la cabeza fría. Razonar libres de prejuicios; en mi caso, libre del prejuicio de que, por una parte, me gustan mucho los carruseles deportivos y, por otra parte, me cae muy mal el tal Roures, el empresario televisivo que al parecer ha abierto toda esta polémica. Ante esto, sin duda, confiándome a mi gusto, lo más fácil sería darle la razón a las radios. Pero sospecho que no la tienen.
La tendrían si en sus programas se limitaran a dar el minuto, el resultado, las alineaciones, o a narrar las incidencias del juego. Pero sus programas no son eso. No son informativos, o mejor, desde la base de lo informativo se han convertido en todo un show. En cualquier momento se interrumpe la retransmisión para gritar que “las pipas Facundo son las mejores del mundo”, que “qué rica la cerveza Coronita”, o cantar la de “el talonario, el talonario, el talonario Bancotel”. Cada vez que se oye algo de esto suena al fondo la caja. Clinc. Pasta para la emisora. Clin, clinc, clinc… más pasta la emisora. Íntegramente para la emisora, además, porque encima los clubes de fútbol se ven obligados a habilitarles cabinas, a dejarles pasar a pie de campo a entrevistar a los jugadores, a acondicionarles salas de prensa… y que no se les ocurra no hacerlo, que ya les lloverán las críticas a través de la emisora. Es más, les lloverán las críticas por sistema y sólo si los clubs agasajan como es debido a las emisoras, sólo en ese caso, podrán tener un poco de condescendencia.
“Neumáticos Pirelli patrocina el mejor gol de la jornada”. Y clinc clinc, suena la caja registradora. ¡Qué gran cosa es la libertad de expresión!
Y mira que me cae a mí mal Roures y que me gustan los carruseles deportivos, pero aquí se han columpiado estos y ha estado en su sitio aquél. Los estadios de fútbol son, a fin de cuentas, recintos privados, regidos por entidades asociativas o sociedades anónimas, donde se dan espectáculos públicos. Ni más ni menos que un cine o una sala de conciertos. Y seguro que a ninguna emisora se le pasaría por la cabeza exigir que le dejen pasar a retransmitir un concierto, pongamos, de U2 jodiendo el directo que a lo mejor se está grabando en ese momento. O entrar en un club de jazz y exigir que, cuando acabe el pianista, tenga para ellos unas palabras. Ahí en ninguna cabeza cabe invocar a la libertad de expresión o sentir vulnerado el derecho a la información.
Otra cosa, y así venía siendo, es que los clubs les pidan que informen, que los dueños del club de jazz les pidan, como favor, que entrevisten a su pianista. Otra cosa es que se entendieran todos, como venía siendo. Vale, tú haces caja con las retransmisiones de los partidos de mi equipo; a cambio, tú publicitas mi club, creas expectación, generas polémica y me llenas el estadio. Así, ya digo, venía siendo, y todos se entendían a las maravillas. Pero el caso es que ahora Roures ha cambiado (yo prefiero decir “ha jodido”, este equilibrio). Y tiene toda la razón, ya digo que hay que dársela. Como habrá que dársela a las radios si dejan de dar carruseles (o descubren que, teniendo que durar tantas horas, no les resultan rentables), y a causa de ello la afición baja, los estadios se dejan de llenar, la publicidad no entra, no hay dinero para pagar a las estrellas, muchos clubs quiebran…
A mí me gusta que me cuenten las cosas así, como son, pero no que me vengan con la mandanga de la libertad de expresión y los valores democráticos mancillados.
"Remate en plancha" es una sección de Miguel Baquero para Abracadabra