Si nos detenemos a analizar algunos mitos podemos encontrar en ellos, según algunos autores, ciertos comportamientos propios de una sociedad. En muchos casos estos demostrarían de forma ilustrativa aquellos usos sociales correctos o no. En la mitología romana, existen algunas historias que explicarían características de las mujeres de la época. Una de ellas es el mito de Tácita muda
Nos ha llegado que una ninfa llamada Lara, caracterizada por su verborrea y su especialidad en hablar a destiempo, era objeto de la pasión de Júpiter. Un día, la ninfa se lo confesó a su hermana y el dios, enfadado porque Lara no había guardado el secreto, le arrancó su lengua para que nunca más volviese a hablar. Desde ese momento pasó a llamarse Tácita muda.
Así, para los romanos esto no sería más que una demostración de que las mujeres no podían hablar. El don de la palabra era muy importante para ellos (no hay que olvidar su magnífica capacidad oratoria) y creían que las mujeres, por su propia naturaleza, no sabían utilizarla con un fin positivo. Por consiguiente, la mujer poco habladora era considerada una virtuosa. Curiosamente, había un mito que describía el buen uso de la palabra por parte de los hombres, ejemplificado con un dios masculino. El hecho de no hablar no solo se refería a no participar en la vida pública sino que también comprendía obedecer sin cuestionar en absoluto la autoridad del hombre.
Sin embargo, con el paso del tiempo, a finales de la república, con la expansión de la educación de la mujer, fueron surgiendo unas cuantas mujeres que iban en contra del principio del silencio. Algunas féminas no tuvieron reparos en participar en la vida pública y ejercer la abogacía, en algunos casos defendiéndose (algo prohibido) y en otros ejerciendo la defensa de terceros.
Afrania, fue una de esas mujeres que no dudaba en participar en los pleitos. Al parecer, al igual que la ninfa Lara, era incapaz de quedarse callada, y siempre buscaba una ocasión en la que intervenir. Valerio estaba absolutamente horrorizado con su comportamiento y menciona que a las mujeres de este tipo se las denominaban como 'Caya Afrania' en honor a esta romana. Además al hablar sobre su nacimiento menciona: 'de un monstruo semejante, es más necesario dar a conocer a la posteridad el tiempo de su muerte que el de su nacimiento'. Verdaderamente, las mujeres que no se conformaban con los deberes asociados a su rol eran vistas como un peligro por los hombres.
Los romanos encontraron esta nueva costumbre aborrecible y tenemos más ejemplos de fuentes que recriminan a estas mujeres. Tanto es así, que finalmente hubo que prohibir que las mujeres ejercieran esta profesión y, con el tiempo, todas aquellas consideradas masculinas. La libertad de las romanas, por lo tanto, quedaba sustancialmente mermada.
Fuente:
-CANTARELLA, E, Pasado próximo: Mujeres romanas de Tácita a Sulpicia, Cátedra, Madrid, 1996.
Imagen:
www.wikipedia.org