Revista Cultura y Ocio

Las ruinas de La Real

Publicado el 04 diciembre 2016 por Mda
 Las ruinas de La Real

Vinilo Azul. -

Las ruinas de La Real”


Contaba el músico de rock australiano Kim Salmon cómo, a instancias de un programa televisivo, comenzaron a recorrer por su ciudad -Perth- los locales que le habían marcado en los inicios de su carrera, cuando señaló su primera gran página en la historia del rock con los ineludibles Scientists. Cuál sería su sorpresa cuando fue comprobando, local a local, calle a calle, cómo todos los locales habían cerrado o se habían derruido. De su pasado en sus inicios no quedaba ni una pequeña huella, no había posibilidad de que el recuerdo perdurase más que en la memoria de los testigos o en la propia música.
Al contemplar cómo se ha derruido el edificio de la calle Cervantes, 19, que albergó durante dos décadas la sala La Real, pienso en el excomponente de los magníficos Beasts of Bourbon y de los inquietantes Surrealists, en cómo se ha borrado una huella importante de la historia, de esa historia que no se escribe con letras de oro en los anales, pero que ha significado mucho para las vidas de muchos ovetenses y asturianos.
La Real tuvo dos etapas bien diferentes, tal y como se fue desarrollando, en paralelo, la historia de la nocturnidad en España. De la década rockera a la era de la electrónica y el dance, donde esta discoteca marcó época logrando ser uno de los puntos de referencia en el panorama europeo.Aunque, claro, uno recuerda los gloriosos años de finales de los 80 y principios de los 90, donde La Real consiguió equipararse a algunas de las grandes salas del norte de España gracias a conciertos estatales e internacionales de gran nivel. Algo que denominaban con cierta ampulosa vacuidad algunos periodistas trendies en la época, entrar en el “circuito internacional de conciertos”, ese tipo de estupideces que se leían en aquella época donde en Asturias se carecía de mánagers capaces de negociar y traer giras de nivel. A pesar de todo, y con eso, gracias a La Real disfrutamos de Iggy Pop, 091, Paul Collins Beat, The Nomads, The Meteors, The Lyres, The Barracudas, Wilko Johnson Los Enemigos, Dr. Feelgood, The Inmates, The Godfathers, Los Flechazos, Lagartija Nick, Jeff Dahl, Los Deltonos, Los Planetas, El Inquilino Comunista, Los Hermanos Dalton, Elliott Murphy o los Ramones. Vista ahora, la lista impresiona y no cabe la menor duda de que fue una época dorada para la música rock en vivo en Oviedo. Con la transformación a la música electrónica, la lista de nombres se situó en idéntico pedestal: Carl Cox, Laurent Garnier, John Aquaviva, Óscar Mulero o Ángel Molina, correspondiéndole el honor de la última sesión, la de despedida, el 1 de enero de 2006, a Ben Simms. 
La Real trató de reinventarse en Oviedo y aunar tanto su trayectoria de conciertos de rock, como la de epicentro de la escena electrónica. Planificaron unos terrenos en la zona de Almacenes Industriales, un magnífico espacio para reactivar la noche en la ciudad sin causar molestias a los vecinos. Pero... se toparon con una burocracia que exigía unas condiciones, vamos a denominarlas “especiales”, ya saben, de esas que ahora les causan quebraderos de cabeza a algunos políticos. El mundo de los sobres, de los favores concedidos, del parasitarismo a los afines que se fue tejiendo en los veinticuatro años de rodillo gabinista. La Real no quiso pasar por ese aro -no tenían por qué- y un proyecto serio y solvente se archivó para siempre jamás.
Con la construcción de las viviendas en Cervantes, 19, de la que sólo se conserva la fachada, se termina una época. Al pasar -trabajo en la misma calle- por sus ruinas, afloran mil y un momentos: Ella y su abrigo verde en la noche de Iggy Pop, Antonio Arias al frente de sus Lagartija Nick dedicándome una de sus canciones, Jeremy Gluck trepando por una de las barras en su bis con los Barracudas, camerinear con mi querida amiga Ana Espina y poder charlar (y tomar una cerveza a la que nos invitó) con el legendario Lee Brilleaux -cantante de Dr. Feelgood-, entrevistar a Los Planetas en el garaje del local, sentados en un sofá aparecido en medio de la nada como por arte de magia. Recuerdos que permanecerán en la pequeña historia de ese otro Oviedo que nos negamos a perder y que sea absorbido por la espuma de los días.MANOLO D. ABADPublicado en el suplemento "D-Oviedo" del diario "El Comercio" el domingo 4 de diciembre de 2016 

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