Vetusta Blues. –“Las ruinas del spa”
Leía, hace unas semanas, en EL COMERCIO uno de esos estupendos reportajes en profundidad que nos brinda la redacción de Oviedo todos los domingos sobre el fallido spa de Ciudad Naranco, los dimes y diretes de uno de esos asuntos que avergüenzan a cualquier ciudadano y que deberían sonrojar a los dirigentes políticos. Ejemplo de pésima gestión, ese spa representa –al igual que otras ruindades de cemento y especulación- cómo se ha tirado por la borda la oportunidad de progreso en nuestro país, en nuestra ciudad.Pasearse por la zona y contemplar el desolador paraje de un proyecto a medio hacer me traslada a todo lo que se ha echado a perder, millones de euros y toneladas de ilusiones en este camino de piedras que hoy toca transitar. Uno se hubiera conformado con una piscina en la zona, que funcionase con regularidad y a un precio asequible, para calmar una espalda que se empeña en protestar muchas mañanas. Pero no, aquella palabra mágica, “spa”, parecía evocar sensaciones de lujo y distinción, como casi todas las promesas con las que nos han embaucado la mayoría de los políticos en todos estos nefastos últimos años. Un mundo de ilusión y fantasía, de bienestar, que sólo vive una minoría cada vez más alejada del ruido de la calle, donde toca apretarse el cinturón y evitar el abismo con dignidad. Quienes se embarcaron en aquel viaje pagan hoy sus consecuencias. Los que se creyeron ese mundo irreal donde todo estaría al alcance de la mano con un chasquido de los dedos, descubren tarde, demasiado tarde y con alto coste para sus vidas, que ni existen los duros a cuatro pesetas ni se alcanzan muchas cosas en poco tiempo. Que nuestros padres sufrieron para conseguir lo que disfrutábamos a base de un gran sacrificio y que lo que prometían bancos y políticos se lo han embolsado ellos a costa de perder nosotros lo poco que se había logrado. Un spa en ruinas es lo que nos han dejado, mientras nos abrazamos a una cultura abandonada y casi prohibida con un indigesto IVA tratando de olvidar tanto abuso y mala gestión. Que la música, el cine y la literatura nos consuelen de tanto dinero dilapidado.
No debería perdonarse el que se juegue con las ilusiones y esperanzas de la gente de esa manera, pero así ha ocurrido y, esperemos, que la lección valga para que esto no se repita. Para que las ruinas de proyectos millonarios que, supuestamente, venían a traer trabajo y bienestar a todos sean el testimonio de gestiones nefastas que todos los ciudadanos hemos debido pagar. Y en ese paradigmático Oviedo de los palacios mal trazados, caros e inútiles, hay la oportunidad de conquistar espacios que no queremos que sean ruina, cemento baldío como monumento a las malas artes, al dispendio y a la irresponsabilidad de sus dirigentes.
MANOLO D. ABADPublicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 22 de noviembre de 2014