En época de Augusto, surge el culto imperial dedicado al emperador y a su familia, donde se permite a las mujeres ejercer de sacerdotisas, las denominadas flaminicae.
La figura del flamen era un vínculo entre las provincias y el Emperador.
Hay que diferenciar a los flamines provinciales de los municipales.
El provincial era elegido anualmente por el concilium prouinciae, reunido en la capital de la provincia, donde, entre otras cosas, también se celebraban las fiestas del culto imperial.Los municipales, por su parte, eran elegidos por el ordo decurionum. Cada uno desarrollaba su función en la comunidad donde era escogido. Por otro lado, aparte de losflamines anuales había una categoría de flamines perpetuos. El flaminadoanual era la culminación de la carrera municipal, mientras que el perpetuo sería un honor particular conferido cada año a ciertos flamines que salían del cargo.
Se elegían entre los personajes más ricos y prestigiosos de la aristocracia local, individuos pertenecientes frecuentemente al rango ecuestre o veteranos del ejército que habían detentado importantes puestos militares.
Desde aquí, el flamen podía ascender a la categoría de curator o patrón de la ciudad, participar en embajadas e incluso llegar a alcanzar importantes puestos dentro de la cancillería imperial de Roma.
Este culto adquirió gran desarrollo no sólo en Roma sino en todo el Imperio las flamínicas podían disfrutar de su cargo a varios niveles administrativos:
La ciudad, el conventus y la provincia, siendo el flaminado un cargo reservado a las grandes familias con vastos recursos económicos.
El culto imperial, en honor del emperador y de su familia es, por tanto, un culto vinculado directamente al poder, y su devoción no es una muestra sólo de piedad o religiosidad, sino la sumisión a la cabeza del Imperio y la aceptación del poder dinástico.
El culto imperial actuó como unificador en beneficio del emperador, pues afectaba de modo igual a todos los territorios y a todos los habitantes y clases sociales del Imperio, en la búsqueda de una unidad que, otros cultos no conseguían.
El flaminado femenino permitía a las mujeres obtener honores y prestigio social.
Ser sacerdotisas del culto imperial, es decir, llegar a ser flaminicae,suponía el grado más alto al que podían aspirar las mujeres de las elites municipales y provinciales.
Este sacerdocio permitía a las mujeres ascender en la escala social y compartir junto al flamen, generalmente su marido, este cargo religioso el único puesto de carácter político que les era permitido ejercer.
No todas las mujeres podían acceder a él; sólo las aristócratas, las mujeres de la elite social podían aspirar al flaminado, puesto que, además del hecho de que una sociedad jerarquizada como la romana sólo permitiría tan alto honor a los miembros egregios de la misma este cargo exigía ciertos dispendios que no estaban al alcance de todas las capas sociales.
Para las mujeres de las oligarquías locales, el ejercicio del sacerdocio significó una posibilidad de participar en la vida política de sus ciudades, ya que, al estar habitualmente ligadas a la esfera doméstica fue gracias a este cargo como pudieron ser reconocidas por las instituciones cívicas.El sacerdocio se convirtió en la única participación pública de las mujeres permitida en la Roma antigua.
Existen numerosos ejemplos de flaminicae, y conviene destacar aquellas mujeres que alcanzaron el sacerdocio perpetuo de sus ciudades, o incluso de su provincia, como reconocimiento a sus méritos y en agradecimiento de la comunidad.
Algunas de estas mujeres proceden de la Bética, como Pomponia Rosciana, Licinia Rufina y Vibia Turrina.
Algunas flaminicae, como Vibia Modesta, de Aelia Italica, y Fabia Fabiana,de Barbesula, ambas del siglo II d. C., mandan erigir estatuas de diosas con gran suntuosidad, engalanando las figuras con piedras preciosas, perlas y adornos de plata y oro.Vibia Modesta dedica el monumento a la Victoria Augusta, mientras que Fabia Fabiana erige la estatua conmemorativa a Diana Augusta.
La práctica de vestir estatuas y ornamentarlas con joyas, practicada por estas mujeres de la elite que quieren destacar y mostrar su riqueza, es una tradición habitual en la Bética y otras zonas del Imperio, especialmente en Oriente.
Esta mujer hacía gala de posición económica ya que disponía de libertos.Son precisamente dos libertos, Fulvio Museo y Fulvio Mosco, quienes le erigen un homenaje a Fulvia Celera, tal como ella había dispuesto en su testamento.
Flaminica Cn (aei) et ( mulieris) i (liberta ) urbana
Gregorio Navarro, MªCarmen Delia El sacerdocio femenino en la Antigüedad : las flaminice de Tarraco