Revista Medio Ambiente
Las salamandras y el fuego: mitos, leyendas y supersticiones sobre un animal inofensivo
Por DavidalvarezUno de los mitos más extendidos desde la antigüedad es el de la relación entre la salamandra y el fuego, y que incluso le da el nombre en inglés a la salamandra común (Fire salamander). Las primeras referencias a esta relación aparecen en al mitología griega. Prometeo, el Titán amigo de los mortales, subió al monte Olimpo para robar el fuego a los dioses y entregárselo a los humanos, ya que Zéus se lo había quitado como castigo a un un engaño que Prometeo le había hecho con el reparto de un buey. Pero el fuego estaba en las profundidades, y fueron las salamandras, las hadas más antiguas, anteriores incluso a los propios dioses, las que lo rescataron de allí y lo trasportaron a la superficie, al mundo conocido.
Según Aristóteles, la salamandra estaba asociada al fuego y era capaz de sofocarlo cuando caminaba sobre él, creencia que fue posteriormente recogida por Plinio el Viejo (23-79 d.C.), que aparte de las cualidades apaga fuegos de las salamandras, fue el primero que comentó sus propiedades venenosas, ya que según él, sólo con que una salamandra diera una vuelta a un árbol era capaz de envenenar su fruto y al que lo consumía.
Leonardo da Vinci (1452-1519) afirmaba que la salamandra no poseía órganos digestivos, y solamente adquiría alimento del fuego, el cual renovaba constantemente su piel escamosa. Por su parte, Paracelso (1493-1541), en su "Tratado de los ninfos, silfos, pigmeos, salamandras y otros seres" sugirió que de los cuatro reinos o elementos (tierra, aire, fuego y agua) la salamandra era el elemento del fuego.
Representación de una salamandra en el fuego (Historia de la alquimia y de los principios de la Química, 1902)
Curiosamente, la buena imagen de la salamandra, a la que siglos atrás se la había considerado nuestra aliada, al rescatar el fuego para que pudiera ser usado por nosotros, cambió radicalmente y la idea de que se trataba de un animal venenoso y perjudicial aún llega hasta nuestros días, una vez que estas creencias paganas fueran adoptadas por la Iglesia católica. Isidoro de Sevilla, que fue arzobispo de esta ciudad entre 599 y 636, influenciado por los textos de Plinio, escribió que las salamandras eran capaces "de emponzoñar y secar un árbol frutal, y envenenar los pozos de agua potable", mientras que San Agustín decía de ellas que eran el símbolo de los condenados, ya que eran capaces de sufrir las llamas del infierno sin consumirse.
La creencia de la resistencia al fuego de las salamandras aún llega a nuestros días, e incluso son frecuentes los símbolos que hacen referencia a ello en la literatura y el cine. En Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury llevada al cine por François Truffaut, los bomberos se dedicaban a quemar libros, ya que el gobierno afirmaba que leer llenaba de angustia e impedía la felicidad. Pues en el escudo de este singular cuerpo de bomberos, junto a unos libros ardiendo, aparecía la figura de una salamandra.
Pero incluso en nuestra vida cotidiana utilizamos su nombre para relacionarla con el fuego, por ejemplo, las estufas de hierro inventadas por Benjamin Franklin en 1742, y que fueron el primer sistema de calefacción que no estaba integrado en la construcción, reciben el nombre genérico de salamandras, quizás porque se puede ver el fuego arder en su interior y al señor Franklin se le ocurrió que alguno de estos pobres anfibios debía arder allí dentro.
En cuanto a la mala fama de las salamandras, en Asturies y el norte de la Península ibérica no faltan los dichos populares que hacen referencia a las sacaveras, a las que se les atribuye la capacidad de matar de un sólo mordisco o de un picotazo, lo que no deja ser sorprendente para un animal que no tiene ni dientes ni pico, ni aguijón:
- "Mordedura de sacavera nun espera misa entera"- "Si te muerde una sacavera, nun y-da tiimpu al cura a encender una vela" (concejo de Aller)
- "Esquirpión y sacavera ni la confesión esperan; sacavera y esquirpión no esperan confesión"- "Si te pica la sacavera, prepara la pala y la batedera” (Laciana, León)- "Si te pica la sacavera reza y compra cera". (Omaña, León)
También en Asturies, son curiosas las frases que se refieren a las sacaveras, ya que cuando se compara a una persona con una sacavera nunca es para piropearla, por ejemplo decir que una persona es como una sacavera, es lo mismo que decir que es una persona malvada y más aún si se la compara como una "sacavera rucia". También se dice que la mujer que "tien la llingua como una sacavera", es una deslenguada.
De todas formas, la imagen de la salamandra no siempre se asoció al mal. Curiosamente, en heráldica la salamandra representa al valor y al amor y también se la considera como la personificación de la constancia y el coraje en la adversidad.
Blasón medieval de la villa de Gennes, en el valle del Loira (Francia) en el que se representa una salamandra en el fuego.
Las representaciones de salamandras en escudos y blasones, siempre rodeadas de fuego, son muy frecuentes en Francia y España.
Lo que no está muy claro es de donde parte esa idea de la inmunidad de las salamandras al fuego, que evidentemente no es real, ya que una salamandra moriría en poco tiempo si se viera rodeada de llamas. Una de las posibles explicaciones era que las salamandras durante el día se escondían entre la leña y que al llegar la noche y coger esa leña para echarla al fuego, las salamandras salían entre las ramas secas ante el asombro de los que observaban la escena.
En cuanto al terrible veneno con el que las salamandras son capaces de "emponzoñar ríos y manantiales", "secar árboles" y "morder o picar" a un ser humano y matarlo en segundos, nada de esto es cierto. Las salamandras son capaces de secretar una sustancia blanquecina (la salamandrina) si se sienten amenazadas. Esa sustancia, ligeramente tóxica e inocua para el ser humano, tiene un sabor desagradable que disuade a muchos depredadores de que se la coman. Aún así, tampoco es demasiado eficaz, ya que muchos de ellos como erizos, tejones, víboras, o aves como cárabos o ratoneros, las capturan y se alimentan de ellas.
Salamandra común en una noche lluviosa entre las piedras del Monasterio de las Pelayas
Afortunadamente, muchas de esas falsas creencias ya se están perdiendo y gracias a la difusión de artículos, trabajos, o simplemente gracias al boca a boca, mucha gente está empezando a ver a las salamandras como lo que son, unos animales inofensivos, beneficiosos y además muy bonitos.