Si las paredes hablaran, nos enteraríamos de millones de secretos inimaginables. Pero si las paredes de las salas de conciertos hablaran, podríamos revivir una y otra vez la historia de la música que en su interior se ha ido escribiendo nota a nota, concierto a concierto.
Esa es precisamente la magia de las salas de conciertos: que de alguna manera sí que nos hablan, sí que nos cuentan cosas. Porque en sus paredes han quedado impregnados los sonidos de incontables noches de música en directo. Y muchas anécdotas que son ya leyenda.
Repasamos a continuación una decena de esos locales que hicieron que todo fuera como fue. Acogiendo a grupos pequeños que luego serían grandes, apostando por escenas locales que terminaron creando tendencias globales. Funcionando cada noche para poner banda sonora a nuestras vidas.
CBGB. NUEVA YORK
Aunque sus siglas significan Country Blue Grass Blues, este pequeño local abierto en 1973 en el East Side del Lower Manhattan terminó convirtiéndose en cuna de todo el movimiento punk, acogiendo actuaciones permanentes y cada vez más repletas de Ramones, Blondie o Television.
A pesar de ser historia viva de la música, con su igualmente legendario olor a pis, cerró en 2006 por una brutal subida de alquiler. La despedida corrió a cargo de Patti Smith. Actualmente es una boutique de John Varvatos que más o menos conserva el espíritu del lugar. En 2013 se estreno CBGB, película en la que Taylor Hawkins, batería de Foo Fighters, hacía de Iggy Pop.
HAMMERSMITH APOLLO. LONDRES
Inaugurado en 1932 como cine estilo art decó para nada menos que 3.500 personas, fue reconvertido a principios de los sesenta como Odeon y ya no paró de progamar conciertos con artistas que han quedado en letras de oro para la posteridad: The Beatles, Black Sabbath, Bruce Springsteen, Queen, Motörhead, Dire Straits o David Bowie (quien finiquitó sobre su escenario a su alter ego Ziggy Stardust). Actualmente se llama Eventim Apollo.
APOLLO THEATER. NUEVA YORK
El el corazón de Harlem desde 1934, es toda una institución cultural para los afroamericanos. Sobre sus tablas arrasaron Ella Fitzgerald, James Brown, Marvin Gaye, Aretha Franklink, The Supremes, Billie Holiday, Michael Jackson... Cerró en 1978 pero reabrió en 1985 y actualmente sigue funcionando. De hecho, hace un par de meses por allí pasaron Guns n' Roses, signo inequívoco de que su labor de integración está más que conseguida.
100 CLUB. LONDRES
Algo más de 75 años lleva abierto este club con capacidad para 350 personas en el número 100 de Oxford Street. Y que sigue funcionando a pleno rendimiento en el núcleo de Londres, en el epicentro del Imperio Británico. Empezó su andadura el 24 de octubre de 1942 como The Feldman Swing Club, mutando a The 100 Club tras un cambio de propietarios en 1964.
Un local de jazz en sus inicios, que terminó convirtiéndose en legendario y por cuyo escenario han pasado miles de artistas. Entre ellos, BB King, Muddy Waters, The Clash, Sex Pistols, The Jam (y Paul Weller después), Siouxsie & The Banshees, The Rolling Stones, Paul McCartney y muchísimos más.
WHISKY A GO GO. LOS ÁNGELES
Local legendario inaugurado el 16 de enero de 1964 que da para toda una enciclopedia de historia del rock y del famoseo. Ubicado en el Sunset Strip de West Hollywood, es por ejemplo parte esencial de la leyenda de The Doors, que fueron su banda residente durante una temporada (hasta que fueron expulsados por las letras provocativas de Jim Morrison).
Teniendo en cuenta su privilegiada ubicación, no es de extrañar que en su escenario hayan tocado Buffalo Springfield, The Byrds, Love... cobrando nueva e intensa vida con la eclosión del hair rock angelino de los ochenta de la mano de Guns n' Roses, Mötley Crüe, Poison y tantísimos otros.
THE CAVERN. LIVERPOOL
Uno de los puntos turísticos más visitados de Liverpool por obra y gracia de los Beatles, que se foguearon allí de lo lindo antes de conseguir su éxito universal. Abrió sus puertas en 1957, como tantos otros de la época también como club de jazz, en un sótano que antes fue refugio antiaéreo en la Segunda Guerra Mundial.
Los Beatles dieron 292 conciertos desde su debut allí, que tuvo lugar el 9 de febrero de 1961. La última de estas actuaciones tuvo lugar el 3 de agosto en 1963, un mes después de publicar She loves you. Apenas seis meses después ponían rumbo a Estados Unidos por primera vez, algo que fue determinante en su carrera y en el estallido de toda la locura que les acompañó hasta su separación en 1970.
The Cavern cerró en 1973 por obras del metro de Liverpool y reabrió en 1984 en la misma Mathew Street, incluso aún con algunos de los ladrillos del local original. ¿Quién podría resistirse a pegar la oreja en alguno de ellos para escuchar sus viejos secretos? Para acrecentar el misticismo, Paul McCartney actuó allí el 14 de diciembre de 1999.
HACIENDA. MANCHESTER
La música británica y, por extensión, la del resto del mundo, no sería igual sin todo lo acontecido en Hacienda desde su apertura en 1982. Fundamental para la consolidación del sonido Manchester, fue fundamental para The Stone Roses, New Order, Happy Mondays. Allí también tocaron otros muchos como The Smiths... e incluso Madonna. Como testimonio de todo aquello está la película '24 Hour Party People'. Cerró en 1997.
OLYMPIA. PARÍS
Abierto como music-hall nada menos que en 1893 en el Boulevard des Capucines, el Olympia sigue abierto y con tan buena salud que recientemente acogió a Joaquín Sabina. Mucho antes que él, todas las estrellas de la canción francesa a las que tanto admira el jienense, con Jacques Brel y Edith Piaf a la cabeza. Otro español, Paco Ibánez, grabó un mítico directo allí en 1969.
MARQUEE. LONDRES
Otro local de jazz abierto en 1958 que terminó evolucionando hasta lo que ahora conocemos como sala de conciertos. En los sesenta, más centrado en el blues y el R&B, fue el corazón del 'swinging London' con The Who, Rolling Stones (que debutaron allí en 1962), Animals, Smalls Faces, Yardbirds, Rod Stewart, David Bowie... Después tiró más hacia el punk y en los ochenta inevitablemente hacia el heavy con Iron Maiden, Motörhead, Def Leppard y tantos otros. Y hasta hoy.
FILLMORE. SAN FRANCISCO
Toda la movida de San Francisco en la segunda mitad de los sesenta pasaba necesariamente por el Fillmore, primero ubicado en el barrio negro y en 1968 trasladado y reabierto como Fillmore West. Refugio necesario de Grateful Dead y Jefferson Airplane, también sus tablas vibraron con Led Zeppelin y The Who. Tras diversas vicisitudes y cambios, tras la muerte de su dueño Bill Graham, sus familiares decidieron reabrir el club en su ubicación original con un concierto de The Smashing Pumpkins.
GRUTA 77. MADRID
El 'grutita', como lo llamamos nosotros, resume todo lo que debe ser una sala de conciertos. Durante una época de nuestras vidas, aquí en Carabanchel, adquirimos la buena costumbre de acercarnos al Gruta 77 por las noches para ver qué pasaba por allí. Llegábamos a la puerta, preguntábamos quien tocaba y por cuanto. Precios populares así que, por lo general, entrábamos. Así vimos a un porrón de gente a quince minutos andando de casa. Tirando de memoria: Marky Ramone, , Super Skunk, Lendakaris Muertos... Es un lugar emblemático, definitivamente.
EL SOL. MADRID
Claro que sí. Para alguien que, como yo, habita en Madrid, es muy importante. Más de cuarenta años programando música en directo en el mismísimo centro de la ciudad. Una sala vertebradora no solo de la cultura, sino de la misma evolución social de la ciudad. Ha tocado allí todo dios en madrugadas legendarias. Ya solo bajar sus escaleras redondeadas tiene un algo de underground que te aleja de la vida real. Durante ese rato, solo importa la música y el jolgorio. Hasta que se ponga el sol.
ROYAL ALBERT HALL. LONDRES
Estuve la otra noche viendo el documental de Fito en el Royal Albert Hall. La verdad es que es un flipe. Tanto lo que ha conseguido él como el lugar. Es prácticamente el salón de la casa de Eric Clapton. Inaugurado el 29 de marzo de 1871, es uno de los teatros más emblemáticos del mundo y una de las construcciones más distintivas del Reino Unido. Las pasó putas en 2020 con el confinamiento, como todas estas salas de las que hablamos, hasta el punto de avisar de su posible cierre. No nos podemos permitir eso pues, además, es bien bonito ya desde fuera.