Las semillas de padre

En la casa donde crecí, casa de jornaleros allá abajo en el sur; las semillas y las pipas que venían en la matriz de la fruta o la verdura no se tiraban. En la despensa de aquella cocina de tosca amarilla, en botes y pedazos de papel se iban guardando para cuando se ofrecieran. Madre dejaba las pipas de calabacera secando al peso del día.

Padre arrendaba el trozo de tierra y allí organizaba los canteros y las madres de papas, cebollas, coles y zanahorias. En aquel cuerno de la fortuna, con trabajo y sudor, se sembraba las semillas que a veces conseguía de intercambiar con otras manos solidarias. Lo que más recuerdo era el sabor inconfundible de los tomates, sabor intenso y que muchas veces, fue la merienda que mi madre nos ponía sobre la mesa, junto a un plato de gofio y azúcar.

Les comparto este recuerdo familiar, porque he sido invitado a participar en la VIII FERIA DE LA BIODIVERSIDAD AGRÍCOLA DE TENERIFE Y VII DE CANRIAS. Tendrán lugar el día 14 de Octubre, a las 20.30 horas en el exconvento, junto a la iglesia, en la plaza de España en el municipio de Adeje..

Llevaré "Un mundo raro, un cuento chiquito", cuentos llenos de memoria, de lugares y "paisanje". Los recuerdos son semillas, pipas, que guardamos para saber de qué lugar venimos. En un mundo donde vivimos arrasados por la actualidad y la prontitud, la memoria no se tiene en cuenta, así como luchamos por preservar el legado de las semillas limpias que alimentaron a nuestros mayores, el origen se convierte, en un lugar al que hay que volver, para reponernos de un mundo" pantallizado" donde todo se diluye y se disgrega. En ese lugar, lo cotidiano es un tesoro invisible al alcance de la mayoría; un fuego encendido que debemos mantener entre toda la comunidad como metáfora del bien común.