Quizás no estemos muy a la moda en este sentido... Quizás nuestros gustos sean "políticamente" incorrectos.... Quizás... Pero somos de las que nos agrada un piropo bien dicho. Es lo que tiene esto del paso de los años, que no llevamos bien lo de llegar a ser "invisibles". Y no es que seamos machistas, no, pero tampoco feministas, que en la diferencia de sexos está la belleza y nosotras de hombres tenemos poco... Por eso, cuando nos tratan con esmero, no nos sentimos inferiores, ¡qué va! Mas bien todo lo contrario; la autoestima se eleva y lucimos esplendorosas. Porque, si bien hacemos (bastante bien) cosas que tradicionalmente se asignaban a los hombres (conducir, cargar, usar el trompo....), también tenemos nuestra independencia económica, y además llevamos a gala nuestra feminidad. Y cuando nos damos la vuelta y pedimos disculpas por desatender a la persona que teníamos detrás, no nos molesta para nada que nos digan con galantería..."las señoras no tienen espalda", porque la espalda también es bella, ¿a que sí?
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Decir que nuestra foto corresponde a un trabajo realizado (no por nosotras, que conste) en el taller Restaurus, donde nuestra "profe" de restauración y redecoración, Lucía, imparte sus clases con mucho amor y simpatía, y con conocimiento, que es lo más importante. Con ese precioso respaldo hemos iniciado este post dedicado a las traseras, que también lo merecen, ¿o no?.