Esta construcción de la comunidad alrededor de una investigación policial recuerda a otras producciones de calidad, y de hecho el creador Brad Ingelsby alude a influencias como Broadchurch (ITV, 2013-2017). La historia se compone a través de numerosos frentes abiertos, de relaciones entre personajes que, en un entorno comunitario pequeño, se conocen mutuamente, de subtramas que establecen el carácter de sus protagonistas, y que van construyendo una estructura narrativa sólida. Hay, por supuesto, pistas falsas, sospechosos que surgen para ir enturbiando cada vez más la trama principal, e incluso la elección de algunos actores parece querer crear cierta confusión en el espectador, como el personaje de Richard Ryan (Guy Pearce) que entra en la vida de Mare. Pero estos elementos, que son propios del género, están utilizados de forma inteligente. Es realmente admirable cómo Brad Ingeslby consigue rodear a Mare de una serie de personajes que nutren su personalidad, y de hecho su propio carácter se sostiene en ese duelo inacabado por la muerte de su hijo, pero también en la relación de amistad que mantiene con Lori (Julianne Nicholson) que es con la que comienza la serie y también prácticamente con la que concluye. El director Craig Zobel, que el año pasado estrenó esa curiosa película de terror irónico que fue La caza (Craig Zobel, 2020) consigue mezclar tensión y drama en uno de los trabajos de dirección más solventes que se han visto este año. Y, frente a otros thrillers insatisfactorios que hemos visto recientemente como The undoing (HBO, 2020) y Your honor (Showtime, 2020), que contaban también con elementos de composición de personajes interpretados por grandes actores, Mare of Easttown (HBO, 2021) tiene un final perfecto, cierra las diferentes tramas con precisión, responde a todas las preguntas y, además, consigue una conclusión inesperada. La conclusión del thriller, como decíamos, alimenta el drama porque concluye necesariamente esta historia sobre la maternidad (es una serie que solo se entiende a través de las relaciones entre las madres con sus hijos), sobre los sacrificios y las decisiones difíciles. No se le puede pedir más a la que es una de las series más sólidas de este año, que contiene el plano final más poético y conmovedor que hemos visto en mucho tiempo.
Sombra y hueso ***Netflix, 23 de abrilCreada por Eric HeissererDirigida por Lee Toland Krieger, Dan Liu, Mairzee Almas, Jeremy WebbPosiblemente una de las series más interesantes en torno a la creación de mundos fantásticos que se han estrenado en los últimos meses, Sombra y hueso (Netflix, 2021) adapta el "Grishaverse" creado por la autora israelí Leigh Bardugo, pero no se ciñe exclusivamente al primer libro de la Trilogía Grisha (2012-2014), sino que extrae algunos elementos de la Bilogía Seis de Cuervos (2015-2016), lo cual aporta una mayor profundidad a las historias. De hecho, resulta más interesante toda la trama que se desarrolla con el grupo de los Seis de Cuervos que la que acompaña a Alina, que se supone es el personaje principal de esta parte de la historia. A la autora de las novelas se la ha acusado de una especie de apropiación cultural irrespetuosa porque, inspirándose en la cultura rusa para la creación de su grishaverse, hace un uso equivocado e inadecuado de muchas acepciones de origen ruso. El creador de la serie, Eric Heisserer, guionista de películas como La llegada (Denis Villeneuve, 2016) o A ciegas (Susanne Bier, 2018), realiza un trabajo de adaptación notable que consigue sustraerse de algunas de las problemáticas que surgen de este tipo de multiversos, en cuanto a la confusión de tramas o el esquematismo de los personajes, aunque no evita la introducción de elementos impuestos por la corrección política, como convertir a Alina en descendiente del país Shu Han, que está basado en Mongolia y China, siguiendo la dinámica de esta simpatía oriental que caracteriza a las últimas producciones audiovisuales norteamericanas. Para evitar confusiones, Netflix ha realizado unmapa virtualdeSombra y huesoque muestra información sobre los diferentes mundos.Pero hay otras decisiones muy acertadas como la introducción que hemos comentado de los Seis de Cuervos en esta primera entrega, lo que aporta interés y dinamismo a la historia, o una actitud menos pasiva del personaje de Mal, que en el primer libro juega un papel muy secundario. La serie también se beneficia de un excelente trabajo musical de Joseph Trapanese, que ha creado una banda sonora espectacular interpretada por la Budapest Art Orchestra. Hay algunos elementos discutibles, como el hecho de que la construcción del entorno, de esta diversidad de espacios y razas, de alguna forma empantana el desarrollo de los personajes. Pero eso también ocurría en la primera temporada de His dark materials (BBC/HBO, 2019-) que, una vez establecidos los mundos en los que se movían los personajes, pudo centrarse más en ellos en las dos siguientes temporadas. Tampoco parece demasiado acertado que el clímax de la primera temporada tenga lugar dentro de Shadow Fold, porque establece un entorno de oscuridad que impide seguir con atención el desarrollo de la acción. Pero Sombra y hueso se ha convertido en una de las fantasías producidas por Netflix que mejor ha sabido aprovechar las posibilidades que ofrecía el material original. Planteada en principio para tres temporadas, la renovación aún no ha sido anunciada por Netflix, que recordemos ha dejado en una sola a otros estrenos recientes como Los irregulares (Netflix, 2021), pero la recepción y las críticas positivas parecen asegurar su continuación.Palomares. Días de playa y plutonio ****Movistar+, 22 de abril-13 de mayoEscrita por Daniel Boluda, Maria Cabo, Álvaro RonDirigida por Álvaro RonEl pasado año Movistar+ estrenó una de las mejores series documentales recientes, El Palmar de Troya (Movistar+, 2020), que conseguía estructurar con una excelente agilidad narrativa la absurda historia del papado troyano. En esta nueva serie vuelve a participar el guionista Daniel Boluda, que logra de nuevo un trabajo documental de altos vuelos (nunca mejor dicho) en torno al accidente aéreo que provocó la caída y pérdida de algunas bombas nucleares en la localidad almeriense de Palomares en enero de 1966. El director construye una docuserie que se aleja de El Palmar de Troya y tiende hacia el enfoque más periodístico y de investigación, aprovechando la desclasificación de numerosa documentación, pero apoyándose en los resortes del género thriller. Este enfoque mezcla los relatos de los protagonistas del incidente, especialmente los habitantes del pueblo almeriense, pero también algunos militares norteamericanos que participaron en la búsqueda de la bomba y periodistas que cubrieron la noticia. En este caso se utilizan recreaciones con actores, rodadas con una técnica cinematográfica que las hacen especialmente atractivas, para mostrar algunos de los hechos más relevantes y sus principales protagonistas. Y persiste en el director esa atención especial a los detalles absurdos que aportan cierto sentido del humor, también de cierta incredulidad que ya caracterizaba a su anterior serie.
Pero cuando mejor funciona Palomares. Días de playa y plutonio es en la mezcla de humor y ritmo de thriller, que se representa de forma espléndida en el mejor episodio de la serie, "Bienvenido, Mr. Fraga" (S1E3), que muestra con ironía la famosa visita del Ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga y del Embajador de Estados Unidos, Angier Biddle Duke. Es un episodio que tiene un ritmo perfecto, que de alguna manera solventa algunos desequilibrios del resto de episodios, y que sabe crear una expectación teñida de ironía en el momento del intento de rescate de la bomba. La serie es una producción de 93 metros, la productora fundada por David Beriain y en la que trabajaba el cámara David Fraile, los dos periodistas españoles asesinados junto al conservacionista irlandés Rory Young en Burkina Faso el pasado 27 de abril.
Napoléon. La destinée et la mort ****ARTE, 1 de mayoEscrita y dirigida por Mathieu SchwartzDentro de la serie L'aventure humaine (ARTE, 1997), dedicada a largometrajes documentales, se estrenaba esta nueva inmersión en la vida de Napoleón, con motivo del Bicentenario de su muerte, que falleció el 5 de mayo de 1821. La película toma como base siete momentos destacados de la vida del Emperador para retratar su relación con la muerte, desde su intento de suicidio hasta la derrota en la Batalla del Berezina, a manos del ejército cosaco. El documental utiliza entrevistas con expertos historiadores que analizan esta relación constante de Napoleón con la muerte, pero también introduce recreaciones animadas que están realizadas con técnicas de rotoscopia. La animación encaja bien con fondos reales en algunos momentos destacados, lo que aporta dinamismo a la narración, que se aleja del habitual ritmo más monótono de este tipo de producciones.Algunos de los momentos más interesantes se producen cuando se analiza la figura de Napoleón de una forma que no elude la crítica o la visión distanciada que huye de los lugares comunes. Por ejemplo, tras su incursión contra la ciudad de Viena, en la que consigue eludir la muerte, comienza a estar rodeado de cierta fama de tener algún tipo de protección más allá de lo natural y él mismo se convierte en un talismán para sus soldados. Esta imagen legendaria es alimentada por él mismo en algunos de sus escritos de forma que, como comenta el historiador Patrice Gueniffey, "pasa de ser un general genial a ser un propagandista genial". Destaca especialmente la banda sonora compuesta por Baptiste Thiry que quizás no brilla tanto en su incorporación al documental, en el que permanece en plano muy secundario, pero aporta, especialmente en las animaciones, una textura cinematográfica, de relato de ficción, que consigue una envoltura sonora espectacular. El actor Denis Podalydès, al que hemos visto en películas como Jeanne y el chico formidable (Olivier Ducastel, Jacques Martineau, 1998) o Caché (Michael Haneke, 2005), es el narrador de la historia, mientras que Tristan Delus sirve como voz de Napoleón en algunas escenas, mostrando un perfil más psicológico del personaje. Se trata en definitiva de una incursión en la vida de Napoleón que está realizada con acierto en su intento de ser al mismo tiempo intimista y épica. The crime of the Century ****HBO, 11 de mayoEscrita y dirigida por Alex GibneyLa vacunación masiva para contrarrestar la Covid-19 ha impulsado las acciones en Bolsa de las mayores farmacéuticas, las mismas que son acusadas de conspiración por el último documental del director Alex Gibney, ganador del Oscar por Taxi to the dark side (Alex Gibney, 2007) y nominado por Enron. The smartest guys in the room (Alex Gibney, 2005), pero también director del reciente Totally under control (Alex Gibney, 2020), en torno a la forma en la que el gobierno de Donald Trump manejó los primeros meses de la pandemia. En The crime of the Century (HBO, 2021) el director construye una crónica bien documentada que señala a las farmacéuticas como responsables de la adicción a los opioides que atenaza a los Estados Unidos desde la década de los ochenta, provocando la muerte por sobredosis de más de 500.000 norteamericanos desde el año 2000. El documental está basado en el trabajo de investigación que publicó The Washington Post en torno a la forma en que Purdue Pharma instauró un sistema de prescripción de opioides, especialmente el uso de la oxicodona, un analgésico tres veces más potente que la morfina, y que provoca una fuerte adicción. Este sistema, sostenido a través de los años, incluye sobornos a médicos, manipulación de expedientes, fraude de los datos y lobby en el Congreso para conseguir que se aprueben leyes favorables. Alex Gibney establece un paralelismo directo entre la forma de actuar de las farmacéuticas y las mafias del narcotráfico. Y aunque su enfoque se centra principalmente en Purdue Pharma e Insys Therapeutics, que tras algunos escándalos se declaró en bancarrota en 2019, también señala a otras farmacéuticas que han seguido el mismo sistema, como Johnson & Johnson o Pfizer. El trabajo de Alex Gibney, cuyas conclusiones tampoco aportan información adicional a los conocimientos que ya se tenían de estas prácticas, está documentado con muchos datos, pero el director tiene la capacidad de mostrarlos con una narración ágil que permite un seguimiento claro, a pesar de que algunos de estos datos tienen un carácter más local. El documental está estructurado en dos partes de casi dos horas de duración, y por tanto se puede considerar más como un largometraje que como una serie. La segunda parte se centra en las prácticas de la farmacéutica Insys Therapeutics, y especialmente en las tácticas de ventas llevadas a cabo por el empresario multimillonario John Kapoor, que fue condenado en 2019 por crimen organizado para aumentar las ventas de su opioide Subsys. Pero el documental también pone en entredicho las medidas de control de la FDA, la Administración de Drogas y Alimentos (la que ha dado luz verde a las vacunas del coronavirus), a la que parece demasiado fácil engañar. The crime of the century es un documental contundente, que brinda luz a la crisis de los opioides, sobre la que Alex Gibney también prepara la docuserie Painkiller (Netflix, 2021-).
The underground railroad *****Amazon, 14 de mayoEscrita por Barry Jenkins, Nathan Parker, Jacqueline Hoyt, Allison Davis, Adrienne RushDirigida por Barry JenkinsEl primer trabajo de Barry Jenkins en formato de serie es una de las mejores propuestas que hemos visto este año. El director de Moonlight (2016) y El blues de Beale Street (2018) es ya una de las firmas más personales del panorama cinematográfico, y convierte a El ferrocarril subterráneo (Amazon, 2021) en el mejor ejemplo de la inexistencia de límites entre lo que se considera cine y lo que antes se llamaba televisión y ahora no se sabe cómo se llama. Porque los diez episodios de esta producción son auténtico cine. Al comienzo de la historia, el personaje protagonista, Cora (Thuso Mbedu) cae por un pozo, casi a la manera como Alicia caía en la madriguera hacia el país de las maravillas, donde descubre que la belleza del entorno esconde también personajes oscuros. Barry Jenkins refleja el calor y la luz de los paisajes sureños, pero teñidos por la opresión y el maltrato. Este viaje a través del ferrocarril subterráneo, que Colson Whitehead también hace físico en su novela, es un viaje de descubrimiento de muchas formas de esclavitud, y de muchas formas de liberación. La cámara de Barry Jenkins establece el ritmo desde el principio, se mueve lentamente, construye en trazos precisos las imágenes para ir conformando una representación apasionante de una historia que se siente más que se contempla. El viaje es físico, pero también psicológico, es una especie de realidad alternativa que proviene de la mente de la protagonista. Cuando el cuerpo es restringido, cuando la libertad de movimientos está prohibida, la única forma de escapar es a través de la imaginación. De forma que El ferrocarril subterráneo construye una especie de realismo mágico que se desplaza a través de los diferentes estados del Sur de los Estados Unidos, con el profundo sentimiento de racismo latente en el perseguidor, Arnold Ridgeway (Joel Edgerton), al que Jenkins también da la oportunidad de mostrar sus motivaciones en Chapter 4: The Great Spirit, uno de los mejores episodios de la serie. Pero cada incursión de Barry Jenkins en las historias que cuenta (prácticamente los capítulos son independientes entre sí) está narrada con una magia cinematográfica que pocos directores pueden conseguir en la actualidad. Incluso esa especie de respiro que supone Chapter 7: Fanny Briggs, que dura tan solo 20 minutos entre episodios de más de una hora, sirve como alivio antes de encarar la recta final, los últimos episodios que muestran más claramente el carácter psicológico de este viaje que también es físico. Chapter 10: Mabel es una obra maestra, la representación más brutal pero al mismo tiempo más hermosa de la vida de los esclavos que hemos visto en mucho tiempo. Le acompaña en este proceso la mejor partitura hasta la fecha de Nicholas Britell, habitual colaborador de Barry Jenkins, llena de experimentaciones sonoras, mezcladas con ese sonido contundente y tenso de la orquesta, que aporta una sensación de realismo mágico también en la música, y que se fusiona con un excelente tratamiento sonoro, en especial ese constante eco de las cigarras en los campos de algodón. The underground railroad reinterpreta ese concepto de cine que refleja el trauma de la esclavitud, y ya convertido en una especie de subgénero a través de series y películas, pero adquiriendo aquí una dimensión completamente diferente. Reyes de la noche **Movistar+, 14 de mayoEscrita por Cristóbal Garrido, Adolfo ValorDirigida por Carlos Therón, Adolfo ValorAl comienzo del primer episodio de esta serie se advierte que está inspirada en hechos ocurridos realmente pero que los personajes y las situaciones son ficticios. A continuación, vemos a Javier Gutiérrez imitando a José María García. Esta ambivalencia es una constante en el concepto de la propia historia. Se basa en la guerra de la radio deportiva que se produjo en España en los años ochenta, pero quiere dejar claro que todo es inventado. Tiene como protagonistas a José María García (Javier Gutiérrez) y José Ramón de la Morena (Miki Esparbé), pero advierte que en realidad no se trata de ellos dos. Utiliza cuando le interesa a personajes reales como Jesús Gil (Manuel Gancedo), pero otras veces los maquilla como Luis Aragonés (Carlos Blanco) o Gemma Nierga (Itsaso Arana), pero haciéndolos perfectamente reconocibles. Y esta ambivalencia es lo que más perjudica a la serie. Quiere jugar en un terreno neutral en el que poder tener la libertad para construir personajes a los que llevar hasta el límite (especialmente en el caso de los dos protagonistas) pero no consigue mantener el equilibrio con las constantes referencias a la realidad. El tono de comedia poco sutil dibuja unos personajes que a veces parecen caricaturas de los protagonistas reales, llevados tan al extremo que acaban construyendo una narración histriónica en algunas ocasiones, como en los últimos minutos de La gran final, un episodio que resume la frustración que provoca toda la serie, con un desarrollo interesante, un momento crucial en la evolución de ambos personajes, pero que se resuelve en plan Mortadelo y Filemón. La historia enmarca este enfrentamiento en las vidas personales de los protagonistas, pero con cierto desequilibrio, porque se detiene más en el trasfondo familiar de José María García que en el de José Ramón de la Morena, pero le falta un contexto político e histórico que hubiera sido interesante ver. La rivalidad entre estos dos conceptos tan diferentes de hacer radio deportiva representaba también el enfrentamiento en una parte del país heredera de la dictadura y la llegada al poder de la izquierda, una mirada hacia un futuro de democracia y modernidad. La competencia de José María García contra José Ramón de la Morena era el de Pedro J. Ramírez contra Jesús de Polanco, el de José María Aznar contra Felipe González, no exactamente porque los dos periodistas se identificaran exactamente con la política de derechas o de izquierdas, sino porque su rivalidad servía para que el Grupo PRISA, ayudado por el gobierno socialista, fuera construyendo un imperio del monopolio destruyendo otro imperio del monopolio. Por eso resulta frustrante que esta parte de la historia de la comunicación y la política en España, absolutamente fascinante para ser llevada a la pantalla, se haya quedado en un sainete que tiene buenos algunos buenos momentos de humor pero que se queda sobrevolando la auténtica esencia de la historia sin aterrizar nunca en ella.
Master of none - Moments in love **Netflix, 23 de mayoEscrita por Aziz Ansari, Alan Yang, Lena WaitheDirigida por Aziz AnsariUno de los estrenos más esperados de estos meses era el regreso de la serie Master of none (Netflix, 2015-), especialmente tras los cuatro años que han pasado desde la espléndida segunda temporada, que homenajeaba al neorrealismo italiano con muy buena fortuna. El retorno ha llegado en un formato que se diferencia notablemente de lo que habíamos visto anteriormente, justificado por Aziz Ansari y Alan Young, los creadores, como una forma de evolucionar hacia otras historias porque la de Dev (Aziz Ansari) ya estaba agotada, pero en realidad claramente motivada por un cierto escándalo sexual protagonizado por el humorista, que ahora prefiere quedarse detrás de la cámara y hacer alguna esporádica aparición. Porque Moments in love es más un spin-off protagonizado por Denise (Lena Waithe) y un nuevo personaje, Alicia (Naimi Ackle), que funciona como miniserie independiente que transforma la serie en estilo, tono y duración, con cinco episodios que oscilan entre los treinta y los cincuenta minutos. Y que está más que inspirada, aunque sin mencionarlo, en Secretos de un matrimonio (Ingmar Bergman, 1973-1975), porque no solo la historia de una pareja aparentemente perfecta cuya relación se va desmoronando y, en cierto modo, evolucionando, es parecida, sino porque el Chapter 1 de Moments in love tiene la misma estructura que el episodio Inocencia y pánico (E1) de Secretos de un matrimonio (pareja perfecta, visita de una pareja de amigos cuyo matrimonio está en crisis, anuncio del embarazo, desenlace del embarazo...). Curiosamente, este año se estrenará una adaptación reconocida de la serie de Bergman, Scenes from a marriage (HBO, 2021) adaptada por Hagai Levi, creador de The affair (Showtime, 2014-2019) y protagonizada por Oscar Isaac y Jessica Chastain. La relación entre Denise y Alicia se resquebraja motivada por las dudas, la posibilidad de una maternidad que cada una desea en un momento diferente y la infidelidad, pero sobre todo porque la felicidad como pareja es más ficticia que real, más aparente que profunda. Igual que ocurre con Johan (Erland Josephson) y Marlene (Liv Ullman), el matrimonio ha desembocado en un equilibrio emocional que esconde una falta de empatía, y solo un elemento (o elementos) externo acaba provocando el quiebro de este equilibrio. La separación en el caso de Secretos de un matrimonio provoca el deseo que estaba escondido, pero en el de Moments in love una cierta madurez que, quizás, también es aparente. Como director, Aziz Ansari consiguió en Master of none un estilo que extraía la comicidad de su personaje con una sorprendente escasez de elementos, pero en Moments in love parece intentar también una especie de evolución que le acerca a una cierta pretenciosidad. El formato 4:3 también remite al formato televisivo de la serie de Ingmar Bergman, pero sobre todo la utilización de planos fijos, que estimula el ritmo interno de las escenas, y la pretendida lentitud de las secuencias hacen de éste un trabajo pedante, que intenta lograr una cierta naturalidad a través de conversaciones banales, pero que consigue todo lo contrario. Los dos episodios más largos, Chapter 1 y Chapter 4, lo son adecuadamente en el caso del primero e innecesariamente en el caso del segundo. Al final, los personajes regresan a su relación de una forma particular, y en el caso de Moments in love, hay una interesante ambigüedad (no sabemos si pretendida) sobre si esta relación ha sufrido una evolución o, por el contrario, una involución. O lo que es lo mismo, si Denise y Alicia están ahora más o menos aburguesadas que al principio. Mientras que en Secretos de un matrimonio el personaje de Marianne sufre una liberación, en Moments of love da la impresión de que Denise y Alicia se adocenan. Exit se estrena el 8 de junio en Filmin.