Las aguas continúan revueltas en el mundo del streaming. La noticia más significativa fue el regreso por sorpresa de Bob Iger a la dirección de The Walt Disney Company para sustituir precisamente al sucesor que él mismo había elegido, Bob Chapek, cuyas formas no contentaron a la parte creativa de la compañía, con enfrentamientos públicos con actrices como Scarlett Johansson cuando denunció que no estaba de acuerdo con el estreno simultáneo en cines y en la plataforma Disney+ de la película Viuda negra (Cate Shortland, 2021), lo que se resolvió con un cheque encima de la mesa. Pero sobre todo tras los malos resultados económicos del tercer trimestre de 2022, a pesar de que Disney ha seguido superando a Netflix en el número total de suscriptores sumando las plataformas Disney+, Hulu y ESPN+, con un total de 235,7 millones, por encima de los 223,1 del gigante rojo. Recordemos que Bob Iger fue el responsable del crecimiento de la productora después de una época de crisis profunda, con adquisiciones importantes como la de 20th Century Fox y la puesta en marcha de la plataforma Disney+, pero también es el responsable de las pésimas adaptaciones en imagen real de las más emblemáticas películas de animación de Walt Disney. En realidad, Bob Iger, que tiene ahora 71 años, nunca llegó a irse del todo, amagó con la jubilación en varias ocasiones, cambiando de opinión después, y no parecía demasiado satisfecho con el trabajo de su sucesor, aunque parte de las decisiones tomadas por Bob Chapek han sido continuistas respecto al camino marcado por aquel. Es más, lo que ha anunciado Bob Iger como su principal eje de dirección para los próximos meses es, a su vez, continuista respecto al de Bob Chapek, como la congelación de contrataciones. Lo que más ha sorprendido es la forma en que éste ha sido destituido a través de un mensaje de texto a los accionistas la misma noche en la que Disney+ transmitía su primer concierto en vivo, Farewell from Dodger Stadium, el último concierto de Elton John en Estados Unidos. Cuando el cantante británico se encamina hacia el camino de baldosas amarillas como despedida, los ejecutivos parecían ver recortarse la figura de Bob Chapek en el multiverso de Walt Disney.
Algunas compañías continúan haciendo ajustes presupuestarios, entre las que se encuentra AMC Networks, que en los últimos días ha despedido a la directora ejecutiva Christina Spade, que solo ha disfrutado del cargo desde el mes de septiembre, mientras ha programado recortes de entre 300 y 400 millones de dólares, lo que ha llevado a cancelar series como Moonhaven (AMC+, 2022), a pesar de que hace cuatro meses fue renovada para una segunda temporada.
Otro de los retos a los que se enfrentan las compañías audiovisuales es la forma en que compaginan los estrenos en salas de cine con sus plataformas de streaming. Los exhibidores ya han conseguido volver a una normalidad previa a la pandemia, pero el gran problema que abordan en la actualidad es la falta de películas de alto perfil que atraiga al público. Mientras en las plataformas se estrenan decenas de producciones cada semana, las salas no encuentran títulos que ofrecer a los espectadores, con algunas excepciones como los éxitos de Top Gun: Maverick (Joseph Kosinski, 2022) o Black Panther: Wakanda Forever (Ryan Coogler, 2022). Resulta especialmente significativo el puente de Acción de Gracias en Estados Unidos, una de las fechas más importantes para la oferta cinematográfica familiar, pero que este año se ha desplomado no tanto por la falta de espectadores sino por la falta de películas. Mientras Netflix estrenaba a regañadientes Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion (Rian Johnson, 2022) a petición de su director, pero en pocos cines y sin dar información sobre la taquilla, Walt Disney apostaba por Mundo extraño (Don Hall, Qui Nguyen, 2022), una película de animación de target difícil de definir, que no obtuvo buenas recaudaciones. La estrategia de Disney está siendo algo caótica en los últimos meses, estrenando títulos familiares como La maldición de las brujas 2 (Anne Fletcher, 2022) o Desencantada: Vuelve Giselle (Adam Shankman, 2022) directamente en streaming y dejando películas más inclasificables como Mundo extraño para los cines. De esta forma, la vencedora en la taquilla durante Acción de Gracias volvió a ser Wakanda Forever, que se llevó la mitad de la recaudación total, mientras que Top Gun: Maverick regresa a las salas antes de que se estrene en las plataformas Paramount+ y SkyShowtime este mes de diciembre. La única esperanza de los exhibidores para estas Navidades es Avatar: El sentido del agua (James Cameron, 2022).
A continuación repasamos las series más destacadas de las que se han estrenado entre octubre y noviembre, y para nuestra próxima crónica mensual hablaremos de algunas de las series que llegarán a España en los próximos meses.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series mencionadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.Andor *****Disney+, 21 de septiembre-23 de noviembreCreada por Tony GilroyDirigida por Toby Haynes, Susanna White, Benjamin Caron
Aunque pueda parecer extraño, lo que ha conseguido una serie como ésta a lo largo de sus doce episodios ha sido colocarse a un nivel superior frente al resto de precuelas y secuelas que se han venido estrenando en los últimos años para acercarse como ninguna otra al espíritu de Star Wars (George Lucas, 1977) sin necesidad de utilizar algunos de los elementos más característicos de la saga galáctica. El trabajo de Tony Gilroy y de sus guionistas consigue crear en Andor (Disney+, 2022-) lo que ni El libro de Boba Fett (2021-) ni Obi-Wan Kenobi (Disney+, 2022) han logrado. Pero también es cierto que, a pesar de que se ha convertido en la que mejor recibimiento ha tenido por parte de la crítica entre las series derivadas de Star Wars, no ha despertado un especial interés en los espectadores, que en general parecen haberse mostrado algo distantes. El hecho de que Disney decidiera transmitir los dos primeros episodios en sus canales abiertos y de cable como FX, Hulu, ABC y Freeform durante los festivos de Acción de Gracias, coincidiendo con la transmisión del último episodio en Disney+, es bastante sintomático respecto al rendimiento de una serie a la que desde la compañía parecen querer dar un impulso. Pero, a pesar de las excelentes críticas, Andor no es The Mandalorian (Disney+, 2019-), lo que supone un reto importante para la compañía sobre los sacrificios que está dispuesta a hacer respecto a la audiencia para conseguir el reconocimiento crítico.Andor es la precuela de la pelicula Rogue One. Una historia de Star Wars (Gareth Edwards, 2016) y desarrolla el proceso de transformación del protagonista, Cassian (Diego Luna) dentro del crecimiento de los grupos rebeldes que actúan en contra de un Imperio acomodado que parece sentir que el control que ejerce es irrebatible. Que uno de los principales guionistas de la serie sea Beau Willimon, que proviene de series y películas de marcado carácter político como House of cards (Netflix, 2013-2018), Los Idus de marzo (George Clooney, 2011) y María, reina de Escocia (Josie Rourke, 2018) indica bastante bien cuál era el camino que el creador Tony Gilroy quería seguir. Y este aspecto más "adulto" que consiste en la construcción de un trasfondo de entresijos y maquinaciones dentro del poder establecido es lo que marca la diferencia frente a otras propuestas que solo rascan la superficie de una saga que precisamente se sostenía en la fantasía enmarcada en una representación del poder. Posiblemente el caso más significativo es el arco del personaje del inspector Syril Karn (Kyle Soller) a través de la relación con su madre Eedy Karn (Kathryn Hunter) a partir del episodio The axe forgets (T1E5), que establece también un cierto paralelismo con Cassian y su madre Maarva (Fiona Shaw). La aportación de Dan Gilroy, hermano de Tony y director de la interesante película Nightcrawler (2014), contribuye a reforzar una historia que se sostiene principalmente en el desarrollo de los personajes. Los diferentes arcos narrativos en los que se estructura la serie sirven para construir caracteres como Dedra Meero (Denise Gough), en su profunda fidelidad a un Imperio que parece despreocupado; Luthen Rael (Stella Skarsgård), un personaje que se desdobla en dos personalidades y al que se le brinda un excelente monólogo sobre los sacrificios de la rebelión en No way out (T1E10), posiblemente uno de los mejores episodios que se han estrenado este año; o el interesante desarrollo del personaje de la política Mon Mothma (Genevieve O'Reilly) que aparecía en la serie de animación Star Wars Rebels (Disney+, 2014-2018), quien apoya a la Alianza Rebelde. Es notable también el uso de la música compuesta por Nicholas Britell que se desmarca de los sonidos habituales de la saga galáctica, con la introducción de sintetizadores que tienen un sonoridad a veces de banda sonora de película de los años ochenta, pero al mismo tiempo consigue aportar una épica a las estrategias de los rebeldes. Los directores Toby Haynes, Susanna White y Benjamin Caron coinciden con los arcos narrativos en los que se divide la temporada, pero es el primero, que ha dirigido episodios de series como Doctor Who (BBC, 2005-), Sherlock (BBC, 2010-2017) y Black mirror (Netflix, 2011-) el que consigue resultados especialmente brillantes en el arco que se desarrolla en la prisión imperial Narkina 5. Pero Tony Gilroy renuncia en cierta manera a las escenas de acción espectaculares, aunque él es uno de los responsables de la saga Bourne por ejemplo, para construir una narración más lenta, más centrada en los detalles y menos deudora de los elementos tradicionales de la saga galáctica. Lo que otorga a la serie una personalidad propia, que es precisamente lo que la hace mucho más efectiva como ejercicio independiente, pero al mismo tiempo más cercano al universo de Star Wars. Cuando ya se está produciendo la segunda temporada, Andor se ha convertido en una inesperada propuesta de calidad que nos reconcilia con el entramado de secuelas y precuelas ideado en torno a la saga galáctica, aunque no haya conseguido un respaldo notable por parte del público. The walking dead - Temp. 11 (Final) ***Fox, 3 de octubre-21 de noviembre / Disney+, 21 de diciembreCreada por Frank DarabontDirigida por Greg Nicotero, Jeffrey F. January, Karen Gaviola, Aisha Tyler, Tawnia McKiernan, Rose Troche, Sharat RajuEn el año 2009, el comienzo de la denominada "televisión de prestigio" parecía reservado a los canales por cable, antes de la irrupción del streaming que lo cambió todo. La original HBO había estrenado series que pusieron los cimientos de una nueva forma de hacer televisión, como Los Soprano (HBO, 1999-2007) y The wire (HBO, 2002-2008), mientras FX conseguía competir con producciones destacadas como The shield (FX, 2002-2008) y estrenaba Hijos de la anarquía (FX, 2008-2014). Por su parte, AMC había comenzado un proceso de transformación desde 2002 que cambiaba su formato de canal dedicado a emitir películas clásicas a un enfoque más general en su programación y el comienzo de la producción propia, con el estreno de dos de sus primeras y más relevantes series: Mad men (AMC, 2007-2015) y Breaking bad (AMC, 2008-2013), convirtiéndose en una competencia clara para HBO. El conocido slogan que lanzó la compañía en 2009 tras el final de la segunda temporada de esta última dejaba clara su vocación de convertirse en un referente en el mundo de la televisión: "Story matters here" (Aquí la historia importa). Y en 2010 encargó el episodio piloto a Frank Darabont, que había conseguido un notable éxito con el estreno de La niebla (2007) y era considerado uno de los mejores guionistas de Hollywood, de una adaptación de las novelas gráficas de Robert Kirkman y Tony Moore, que se convertiría en la primera serie de terror con muertos vivientes que se estrenaba en la televisión. Frank Darabont había presentado el guión de The walking dead (AMC, 2010-2022) a cadenas como NBC, pero ésta se asustó ante el nivel de violencia y gore de los guiones, hasta que en AMC se convirtió en el mayor éxito de una serie de ficción en los canales por cable. A pesar de las sorprendentes audiencias, la segunda temporada supuso la ruptura entre Frank Darabont y AMC principalmente porque los responsables del canal consideraban que era demasiado costosa. De los 3,4 millones de dólares por episodio, AMC recortó hasta 2,75 millones y Frank Darabont recibió continuos ataques de la cadena que le consideraban tóxico e incapaz de adaptarse al ritmo de producción de la televisión. Las demandas a lo largo de estos años han sido continuas, desde la que Frank Darabont inició que en principio perdió pero que acabó con un acuerdo en 2021 para seguir cobrando regalías por la expansión del universo "walking dead", hasta la más reciente de hace solo unas semanas por parte de Robert Kirkman y otros demandantes que exigen un acuerdo parecido al que se firmó con Frank Darabont. The walking dead ha sido durante doce años una producción compleja que ha vivido varias etapas diferentes y coincidentes con sus distintos showrunners. Frank Darabont, que nunca más ha conseguido levantar ningún proyecto destacado, excepto la serie Mob City (TNT, 2013), que fue cancelada tras la primera temporada, fue sustituido por el nuevo showrunner Glen Mazzara, que se ocupó de la segunda y tercera temporadas; después por Scott M. Gimple, entre la cuarta y la octava temporadas; y Angela Kang desde la novena hasta la onceava. The walking dead reescribió parte de la dinámica habitual de las series de televisión hasta el momento en que se estrenó. Era capaz de convertir a personajes principales en referentes para los espectadores, pero finalmente conducirlos a la muerte, con algunos momentos épicos como cuando Rick Grimes (Andrew Lincoln) apuñala a su mejor amigo Shane (Jon Bernthal) en Better angels (T2E12) o los asesinatos de Abraham Ford (Michael Cudlitz) y Glenn Rhee (Steven Yeun) a manos de Negan Smith (Jeffrey Dean Morgan) y su bate de béisbol Lucille en el episodio The day will come when you won't be (T7E1), que tuvo una audiencia inconcebible para un canal de cable de 17 millones de espectadores y fue uno de los más controvertidos de la serie por el nivel de violencia explícita. Su director, Greg Nicotero, que comenzó como colaborador de Frank Darabont en los efectos visuales, es uno de los pocos que ha permanecido desde el comienzo, y el encargado de dirigir el desenlace final de la serie. La comparación con los 2 o 3 millones de espectadores que han visto la temporada 11 indica el nivel de desinterés que ha ido provocando. Se podría decir que el showrunner Scott M. Gimple acabó matando a The walking dead en las temporadas 7 y 8, demasiado centradas en el enfrentamiento entre Rick y Negan, que acabó con la desaparición del primero en el episodio What comes after (T9E5). Esa temporada supuso la incorporación de Angela Kang como showrunner, que en cierto modo aportó un aire fresco a la serie pero también se puede decir que la manejó durante su etapa de zombificación. Desde esa temporada, The walking dead ha sido una serie muerta en vida, víctima de su propio éxito y rodeada de spin-offs que no ofrecían nada nuevo. La aportación de la nueva showrunner fue ir construyendo un relato en el que se enfocaba más hacia el enfrentamiento entre comunidades de supervivientes, sometidas a estados de poder controladores. Incluso el episodio final, dirigido por Greg Nicotero, resulta decepcionante porque no cierra realmente la serie, sino que se deriva hacia el establecimiento de lazos entre personajes que serán protagonistas de los nuevos spin-offs que están en preparación: Daryl y Carol, Maggie y Negan, y Rick y Michonne. Esta incapacidad para despedirse de una franquicia tan exitosa como desaprovechada, renuncia al final épico que se merecía para acabar en un lánguido semi-desenlace en el que ya no queda casi nada de lo que la convirtió en uno de los referentes de la televisión moderna. El cuento de la criada - Temp. 5 ****HBO Max, 14 de septiembre-9 de noviembreCreada por Bruce MillerDirigida por Elisabeth Moss, Dana Gonzales, Eva Vives, Natalia Leite, Bradley Whitford
En el primer episodio de la serie Reboot (Disney+, 2022-), cuando un grupo de directivos de Hulu están reunidos para decidir si dan el visto bueno al regreso de la tradicional sitcom El lío padre pero con un tono más oscuro, el principal responsable de Hulu quiere demostrar que él también está abierto a proyectos insólitos, diciendo: "No olvides que yo fui quien dio el visto bueno a la quinta temporada de El cuento de la criada". Y aunque Reboot cae en muchos lugares comunes y chistes fáciles, a veces atina en su mirada irónica al actual panorama audiovisual. Efectivamente, pocos podían pensar que una serie como El cuento de la criada (Hulu, 2017-) pudiera llegar a cinco temporadas, con la sexta ya confirmada, sobre todo porque la historia se desvió de la novela de Margaret Atwood El cuento de la criada (1985, Ed. Salamandra) a partir de la segunda, tomando su propio camino. La autora publicó una continuación recientemente, Los testamentos (2019, Ed. Salamandra), que se desarrolla quince años después y por tanto volverá a conectar con la serie en próximas temporadas, según el creador Bruce Miller. Esta independencia, no obstante, ha permitido a la serie abordar aspectos más políticos, una vez que Gilead comparte protagonismo con el estado libre de Canadá, y tras una cuarta temporada que consiguió retomar la vitalidad perdida en la tercera, especialmente en la segunda mitad, en la que se exploran conceptos como el trauma, la pérdida y la venganza De nuevo se estabiliza para centrarse más en la confrontación entre June (Elisabeth Moss) y Serena (Yvonne Strahovski), especialmente tras el final de la anterior temporada. En este tratamiento de los personajes, es interesante el desarrollo de ambas, cómo la maternidad de alguna manera las une a pesar del enfrentamiento y de qué forma comienzan a compartir también el sentimiento de opresión.Pero quizás una de las lecturas más destacadas de la temporada, es la posibilidad que ofrece este camino en torno a las relaciones entre Gilead y Canadá de analizar la llamada realpolitik que de alguna manera conecta con el panorama geopolítico actual, en el que las antiguas tensiones se han visto disminuidas por la necesidad de mantener buenas relaciones ante la crisis energética. Y así países condenados por la comunidad internacional como Venezuela, Arabia Saudí o Irán se convierten en aliados improbables hace unos años. De la misma manera, el entramado político que está representado en la figura más destacada de Joseph Lawrence (Bradley Whitford), que trata de mostrar un aperturismo que en realidad conduce al mismo sitio, va desentrañando una progresiva justificación de la opresión, una postura diplomática en la que el país libre se va pareciendo cada vez más al país opresor, en vez de ocurrir lo contrario. Y los refugiados que habían sido recibidos con los brazos abiertos se acaban convirtiendo en apestados a los que nadie quiere. De todas formas, hay una sensación de temporada bisagra en la que no hay grandes avances en la narrativa o la evolución de los personajes, incluso con algunos de ellos como Tía Lydia (Ann Dowd) que pierden protagonismo, aunque si la serie se conecta con la novela Los testamentos, ella es una de las principales narradoras. Y también hay que reconocer que la serie ha perdido algo de esa elegancia visual que encontrábamos en las primeras temporadas, posiblemente por la ausencia en esta ocasión de algunos de los directores más emblemáticos de la serie, como los veteranos pero siempre efectivos Jeremy Podeswa o Mike Barker. Por el contrario, la propia Elisabeth Moss, que debutaba como directora en la temporada anterior, vuelve a dirigir tres episodios, reservándose los más destacados, como son el primero y el último, y otro de los actores principales, Bradley Whitford, se pone detrás de las cámaras en el penúltimo capítulo, Allegiance (T5E9). Entre el resto de directoras encontramos a la española Eva Vives, que debutó en el largometraje con Nina al desnudo (Eva Vives, 2018) y ha dirigido episodios de The affair (Showtime, 2014-2019) y Chicas buenas (Netflix, 2018-2021). Pero en general falta buena parte de esa composición visual impactante en la que el contraste de colores se utiliza de una forma metafórica, que hacía de El cuento de la criada una de las series más elaboradas de la televisión. Es interesante sin embargo la visualización de la libertad que ofrece Canadá como un espacio grisáceo frente al colorido entorno de Gilead, que contrasta con la opresión. Hay una cierta falta de impulso a pesar del tratamiento interesante de algunos aspectos de la trama, pero especialmente en los arcos de June/Serena se transmite una sensación de acomodo que al menos en el episodio final puede llevar hacia terrenos más jugosos en la próxima temporada. A pesar de ello, la serie mantiene todavía una personalidad definida que la sigue convirtiendo en una de las distopías más inquietantes del momento, especialmente cuando refleja aspectos de nuestra propia realidad.
Las hermanas ****Netflix, 8 de octubre-12 de noviembreCreada por Jung Seo KyungDirigida por Kim Hee WonYa hemos comentado algunos k-dramas que han tenido un notable éxito en Corea del Sur y a nivel internacional, como Woo, una abogada extraordinaria (Netflix, 2022), y en esta ocasión regresamos a las producciones coreanas para acercarnos a uno de los títulos más destacados estrenados en los últimos meses. Las hermanas (Netflix, 2022) consiguió a lo largo de sus emisiones semanales durante el mes de octubre en el canal tvN los índices de audiencia más altos de su franja horaria, mientras que a nivel internacional en Netflix también se ha estrenado con dos episodios cada semana pero sin alcanzar el éxito de series como la anteriormente mencionada. Sin embargo, este proyecto tiene algunas características destacables, como el hecho de ser la primera serie creada por
Jung Seo Kyung (1975, Corea del Sur), habitual colaboradora del director Park Chan-woo en los guiones de películas como Soy un cyborg (2006), Thirst (2009), La doncella (2016) o la espléndida película de próximo estreno Decision to leave (2022). La capacidad de la guionista para construir personajes y tramas complejas se pone de manifiesto en esta serie de doce episodios que, a pesar de su título original, Little women, y de que se anunció como una versión moderna de la novela de Mary Louise Alcott Mujercitas (1869, Ed. Planeta), quizás ha estado inspirada en ella, pero en realidad solo coincide en el hecho de que está protagonizada por tres hermanas, que en la novela son cuatro. Pero no se trata en este caso de un relato sobre adolescentes que afrontan la madurez para convertirse en mujeres. Por el contrario, dos de ellas tienen ya trabajos más o menos estables, aunque sí coincide en la forma en que toma como elemento de confrontación la pobreza frente a la ambición por la riqueza. Cuando a Oh In-joo (Kim Go-eun) se le presenta la oportunidad de disponer de 2 millones de wones (unos 70 millones de dólares) surge el planteamiento principal de la serie, en torno a cómo los personajes reaccionan frente a la posibilidad de cambiar radicalmente de estrato social.En esta trama se involucran las otras dos hermanas, la joven artista Oh In-hye (Park Ji-hu) que está a punto de conseguir una beca a través de la familia del político Park Jae-sang (Uhm Ki-joon), y la periodista Oh In-kyung (Nam Ji-hyun), que está investigando precisamente las actividades poco claras de éste. A lo largo de la temporada se construye un thriller intenso y repleto de giros de guión a veces sorprendentes y otras veces algo más aleatorios dentro de una historia que trata sobre corrupción política, traiciones, asesinatos y estafas internacionales. Y que tiene como eje principal el descubrimiento de una extraña orquídea azul en las escenas del crimen, que la guionista Jung Seo Kyung tomó como inspiración del relato Las cinco semillas de naranja del libro Las aventuras de Sherlock Holmes (1891, Ed. Penguin Clásicos), el único caso en el que no se resuelve del todo el misterio. La capacidad que ha demostrado para entretejer una historia con numerosas ramificaciones sin perder el eje principal es uno de los elementos más destacables de unos episodios que, aunque a veces puedan parecer algo complejos, nunca son aburridos y siempre introducen elementos de sorpresa jugando con habilidad con los cliffhangers y creando un entramado que en cierta manera coloca al final a las hermanas en una situación parecida a la del principio, pero con una consciencia mucho más madurada. Y está especialmente logrado el retrato de tres hermanas que en cierta forma pueden ser vistas como diferentes personalidades de una misma persona, a través de sus dudas, sus malas decisiones o sus propias aciertos. Las hermanas es un thriller contundente que también reflexiona, como algunas de las más populares series y películas provenientes de Corea del Sur, sobre el capitalismo y la obsesión por el dinero, lanzando una mirada hacia los grupos más desfavorecidos de la sociedad coreana.
Babylon Berlin - Temp. 4 ****Movistar+, 19 de octubre-4 de eneroCreada por Henk Handloegten, Tom Tykwer, Achim von BorriesDirigida por Henk Handloegten, Tom Tykwer, Achim von BorriesComo la serie europea más cara de la historia, Babylon Berlin (Movistar+, 2017-) ha conseguido convertirse en uno de las producciones más suntuosas de la actualidad, a través de su retrato de la República de Weimar en Alemania, la etapa democrática previa al auge del nazismo. La serie adapta en sus dos primeras temporadas la novela Sombras sobre Berlín (2008, Ed. B de Bolsillo), primera de las que el escritor Volker Kutscher ha dedicado a retratar el final de la etapa Weimar y el comienzo del nacionalsocialismo, a través de la figura del comisario Gereon Rath, cuya novena entrega, Transatlantik (2022) se ha publicado este mismo año. La tercera temporada adapta la segunda novela, Muerte en Berlín (2009, Ed. Ediciones B) y esta cuarta temporada se basa en el tercer caso del comisario, Un gángster en Berlín (2010, Ed. Ediciones B), desarrollándose un año después del final de la anterior, en la víspera del Año Nuevo 1930/1931, abordando la crisis económica que provocó el descontento de los alemanes y con ello el aumento de los conflictos sociales y el auge del nacionalsocialismo. Mientras que las primeras temporadas la serie mostraba un Berlín fastuoso, alegre y centrado en la música, que la hacían parecerse a una especie de Cotton Club (Francis Ford Coppola, 1984), las dos siguientes adquieren una tonalidad más oscura y seria, aunque esta cuarta temporada recupera parte del espíritu musical de las primeras, a través de uno de los famosos maratones de baile que se celebraban en los clubes de Berlín. Los temas de swing están interpretados por Moka Efti Orchestra, una big band creada para la serie cuyo nombre proviene de dos clubes que funcionaron en Berlín en los años 20 y 30, y que se ha independizado como una formación musical autónoma que actualmente se encuentra en una gira de conciertos por Europa. Hay una interesante evolución en una serie que ha ido desarrollándose a través de un retrato de la época en el que se mezclan los hechos históricos con la ficción, y que adquiere un tono diferente en una excelente cuarta temporada en la que algunas tramas quedan algo aisladas, pero que en conjunto sigue siendo una magnífica muestra de género noir perfectamente elaborada por sus guionistas y directores, Henk Handloegten, Tom Tykwer y Achim von Borries. Pero también se aparta de la novela original en el desarrollo de algunos personajes como Elizabeth Behnke (Fritzi Haberlandt), aunque quizás es esta una de las subtramas que no encajan del todo con el resto de la historia. Al comienzo de la temporada tiene especial protagonismo Toni (Irene Böhm), la hermana de Charlotte Ritter (Liv Lisa Fries), mientras esta última mantiene una cierta distancia con el comisario Gereon Rath (Volker Bruch) porque ha comenzado a involucrarse en las SA, una organización paramilitar desvinculada del Partido Nazi, a la que se la conocía como los "camisas pardas" porque llevaban uniformes marrones para diferenciarse de los uniformes negros de las SS, e incluso en muchas ocasiones se enfrentaron entre sí, como se muestra en la serie. Esta organización nacionalsocialista llevó a cabo actos de violencia callejera bajo el lema "Solo se puede acabar con el terror mediante el terror", y aunque jugó un papel fundamental para el ascenso de Adolf Hitler al poder, fue desarticulada en 1934. Babylon Berlin continúa su propuesta de género negro a través de los personajes protagonistas, pero con un trasfondo más político. Y mantiene una mirada muy cinematográfica que en la tercera temporada se centraba en el desarrollo del cine expresionista, y que en esta ocasión conecta más con el cine negro norteamericano a través de la figura de un gángster judío norteamericano, Abraham "Abe" Goldstein (Mark Ivanir), que llega a Berlín en busca de una conocida joya, y que sirve a los cineastas para introducir referencias al cine clásico, pero también para enfocar parte de la historia en el entorno de la vida judía en la ciudad. Es cierto que esta cuarta temporada puede resultar algo confusa en su parte central, y el hecho de que, como ocurriera en la anterior, esté compuesta por doce episodios frente a los ocho de las dos primeras temporadas en ocasiones no juega a su favor. Pero le permite enfocarse más en los personajes y desarrollar algunas tramas interesantes, como la que protagonizan el aristócrata Alfred Nyssen (Lars Eidinger) y su esposa Helga (Hannah Herzsprung), que explora las relaciones de la clase alta berlinesa con la militarización de la sociedad alemana a través de la venta de armas. Babylon Berlin se revela así como una serie que consigue mezclar con eficacia una envoltura de cine negro con una lectura que es ahora más política. Y aborda sin prejuicios la representación del progresivo crecimiento de un nacionalsocialismo que se apoyaba en el descontento de la sociedad alemana, lo que la conecta con el auge de los populismos de extrema derecha que se viene produciendo en Europa en los últimos años. Con un final algo desconcertante, y ciertamente llamativo de cara a una muy posible quinta temporada, sigue siendo una de las series europeas más espectaculares, cuya filosofía no obstante se asienta en la vitalidad de sus números musicales.Los hombres del SAS ****HBO Max, 30 de octubreCreada por Steven KnightDirigida por Tom ShanklandLa melancolía que acompaña a algunos de los guiones más relevantes de la carrera de Steven Knight (1959, Gran Bretaña) como Taboo (HBO, 2017-), Peaky blinders (Netflix, 2013-2022) o incluso See (Apple tv+, 2019-2022) es sustituida por una escritura dinámica y una especie de vitalidad épica en la comedia ambientada en la II Guerra Mundial Los hombres del SAS (HBO Max, 2022-), una producción de BBC One que ha estrenado HBO Max a nivel internacional sin demasiada promoción, pero que los espectadores han ido convirtiendo en una de las series más destacadas de la plataforma durante este mes. Al comienzo de cada uno de los seis episodios se indica que está basada en hechos reales pero que "los acontecimientos que parecen más increíbles son los más verídicos". Porque efectivamente se trata de un relato sobre la formación de un cuerpo especial del ejército británico por parte de un oficial enviado a la guerra de Egipto, David Stirling (Connor Swindles) que, aburrido de la inacción en El Cairo, decidió reunir a un grupo de soldados inadaptados y rebeldes como él para planear una serie de sabotajes en las pistas de aterrizaje de las tropas alemanas e italianas. El historiador Ben Macintyre contó en su libro Los hombres del SAS: Héroes y canallas en el cuerpo de operaciones especiales británico (2016, Ed. Crítica) la historia de esta formación militar que no contribuyó a cambiar el rumbo de la guerra pero tuvo tantos éxitos notables como fracasos increíbles. Su primera misión, llamada "Squatter", descrita en el Episodio 2, fue un desastre absoluto porque David Stirling ordenó lanzarse en paracaídas en medio de una gran tormenta. Dirigida por Tom Shankland, responsable de series como Les misérables (BBC, 2019) y La serpiente (Netflix, 2021), consigue trasladar ese grado de locura y cierto romanticismo bélico del grupo de soldados, comandados por el oficial rebelde junto a Paddy Mayne (Jack O'Connell) y Jock Lewes (Alfie Allen) y en cada episodio el tono se equilibra más acertadamente, estableciendo el carácter de inadaptados y rebeldes a través de la utilización de música anacrónica que introduce temas de rock de los setenta en una historia que se desarrolla en los años cuarenta, como la conocida canción que daba título al album de AC/DC Highway to hell (1979) que suena cuando el cuerpo de soldados se dirige a su primera misión en medio del desierto, un recurso que ya utilizaba la serie Peaky blinders en determinados momentos El SAS desarrolló una guerra sucia contra un enemigo al que consideraban sucio, con el objetivo de ganar terreno en el Norte de África donde se libraba parte de la estrategia militar para acabar con el ejército de Hitler. El trabajo de los actores contribuye en buena parte al éxito de la propuesta, con un Connor Swindles cómodo en un papel completamente diferente al que interpreta en la popular serie Sex education (Netflix, 2019-) y un Jack O'Connor que está especialmente brillante en su encarnación del inconformista dentro de la propia rebeldía, sobre todo cuando tiene que encargarse de entrenar a un grupo de paracaidistas del ejército francés impuesto por los compromisos diplomáticos de Winston Churchill (Jason Watkins). Incluso parece divertirse más Dominic West interpretando al Coronel Dudley Wrangel Clarke, jefe de la Inteligencia Británica en Oriente Medio, que en su papel como el príncipe Charles en la última temporada de The Crown (Netflix, 2016-). Su curiosa aparición al comienzo del Episodio 2 aporta también una línea narrativa más intrigante a la serie. Los hombres del SAS utiliza muy bien su carácter desbocado en consonancia con el cuerpo militar que describe y funciona perfectamente en las escenas de suspense, especialmente durante el desenlace del Episodio 6, que deja abiertas varias tramas narrativas para una posible segunda temporada. Hay aspectos que definen a los personajes de forma paralela a la serie más popular de Steven Knight, casi se podría decir que David Stirling es una especie de Thomas Shelby menos traumatizado y más encantador, y Paddy Mayne tiene la locura y el alcoholismo de Jack Shelby. Pero, a pesar de que en Peaky blinders consiguió introducir personajes femeninos de gran fortaleza, la parte menos lograda de esta serie es la forma en que encaja Eve Mansour (Sofia Boutella) en esta historia, desaprovechada en esa ambigüedad que pretende tener su personaje. Los hombres del SAS es una propuesta disfrutable, que recupera el espíritu de las películas bélicas clásicas, y que consigue mantener el ritmo y el equilibrio entre lo increible y lo realista en seis episodios adictivos que no evitan los aspectos más oscuros de la guerra, pero sobre todo visibilizan una celebración del espíritu subversivo de sus protagonistas.
Las últimas estrellas de Hollywood *****HBO Max, 3 de noviembreCreada por Ethan HawkeDirigida por Ethan HawkeA finales de la década de los 80, Paul Newman y el guionista Stewart Stern grabaron diversas entrevistas a amigos, su primera esposa, algunos compañeros de trabajo, su psiquiatra y Joanne Woodward para crear una especie de memoria oral de su vida. Por alguna razón, el actor decidió destruir todas las cintas, pero después de su muerte en 2008 se encontraron en un sótano de Connecticut 14.000 transcripciones de esas grabaciones que Stewart Stern había decidido escribir para conservarlas. Este es el punto de partida de dos estrenos recientes: la miniserie de no ficción Las últimas estrellas de Hollywood (HBO Max, 2022) y el libro Paul Newman: La extraordinaria vida de un hombre corriente. Una biografía (2022, Ed. Libros Cúpula), que se ha publicado en España el pasado 23 de noviembre. "Estoy en mi casa de Connecticut, en la biblioteca, sentado en un elegante sillón junto a la chimenea. Acabo de fumarme un porro mientras recordaba con absoluta claridad el trazado completo del mapa del pueblo en el que pasé la infancia, Shaker Heights, Ohio." Así comienza el libro contado en primera persona que recoge una edición de estas transcripciones originales, y que el actor Ethan Hawke también ha utilizado como base para una extraordinaria mirada a cincuenta años de relación entre Paul Newman y Joanne Woodward, una historia de amor personal que también es una historia de amor por el cine. Producida por CNN Films y HBO Max, la serie tiene la textura visual de las conversaciones a través de videoconferencias durante la pandemia, y Ethan Hawke sirve como guía de este recorrido para el que ha contado con la participación de algunos amigos que han puesto voz a las entrevistas transcritas en esos documentos. George Clooney es Paul Newman, Laura Linney es Joanne Woodward, Josh Hamilton es George Roy Hill, Bobby Canavale es Elia Kazan y Brook Ashmanskas hace una espléndida recreación de la voz de Gore Vidal, entre otros participantes que expresan su admiración o cuentan algunas anécdotas personales como Sally Field, Ewan McGregor o Martin Scorsese, también productor de la serie. Al principio, las intervenciones por webcams de Ethan Hawke y sus interlocutores, entre la admiración y la reflexión crítica, puede parecer algo desordenada, pero poco a poco descubrimos que hay una estructura perfectamente ensamblada, en la que sin embargo hay apuntes que parecen esbozos pero que en realidad componen el verdadero sentido de un documental poliédrico que no se limita a trazar una biografía de los protagonistas, como por ejemplo el muy decepcionante Sidney (Reginald Hudlin, 2022), que pierde la oportunidad de analizar más profundamente una figura tan relevante como Sidney Poitier, evitando aspectos más controvertidos de su personalidad. Casi se podría decir que se profundiza más en los momentos en los que se aborda la relación de amistad entre Paul Newman y Sidney Poitier, que surgió en la película Un día volveré (Martin Ritt, 1961), que en todo el documental producido por Oprah Winfrey. Por el contrario, Ethan Hawke no pretende ofrecer una cronología de las vidas de Paul Newman y Joanne Woodward, sino que se cuestiona a veces algunos aspectos de estas trayectorias, hace preguntas para las que él no tiene respuesta o escudriña en su propia relación con su hija Maya Hawke, que también participa en la serie, las conexiones con la relación de Paul Newman y sus hijos. Las últimas estrellas de Hollywood es más un ensayo documental que se adentra en los aspectos más oscuros de sus protagonistas, pero como una forma de celebrarlos como seres humanos con imperfecciones, aunque desde la fachada de la mitología cinematográfica y la representación de ese rostro perfecto de ojos profundamente azules y mirada daltónica, que acababan escondiendo las heridas psicológicas y la tendencia al alcoholismo. Lo que consigue Ethan Hawke con absoluta facilidad es acercarnos a las estrellas con una lupa que nos deja ver algunas de sus grietas para desarrollar una mejor comprensión de sus personalidades. Y en este retrato doble brilla especialmente Joanne Woodward, cuya trayectoria profesional ella misma sacrificó por su papel como madre, y a la que el mismo Paul Newman consideraba que era mejor intérprete que él. Una de las mayores sorpresas es la sinceridad con la que las hijas de Paul Newman hablan sobre la relación con su padre, especialmente en el episodio Pagando el precio (T1E4), que comienza con escenas de la película 500 millas (James Goldstone, 1969), que Ethan Hawke define como "no solo una película sobre carreras. Paul Newman quería trasladar su vida a la pantalla. Cambió el guión para hacer una película sobre las relaciones personales". Precisamente los conflictos del protagonista con su hijo reflejan los que él tenía en su vida privada con su hijo Scott, cuya carrera como actor se vio truncada en 1978 por una sobredosis. Otra de sus hijas, Clea Newman, afirma: "Creo que la mayoría de las hijas quieren ser el centro de atención de sus padres. Y papá tenía mucho que hacer. Tenía muchos hijos y una exesposa. Y era complicado. Pero cuando eres niña no entiendes nada de eso. Solo sientes que no eres importante para él". Paul Newman tuvo tres hijos con Joanne Woodward, y otros tres con su primera esposa, Jackie Witte. Stephanie Newman, hija de su primer matrimonio, recuerda cómo les afectó el divorcio: "Joanne Woodward recibió el Oscar por Las tres caras de Eva (Nunnally Johnson, 1957) mientras mi madre se acababa de divorciar. Fue una situación horrible". A lo largo de los seis episodios, la serie se toma su tiempo en explorar los aspectos personales, pero también dedica largos espacios a las escenas más representativas de las trayectorias de Joanne Woodward y Paul Newman, haciendo comentarios junto a algunos de los actores invitados sobre esos momentos clásicos del cine. Stewart Stern, que fue guionista de Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955) o Traidor a su patria (Arnold Laven, 1956), con la que se inició una amistad duradera, escribió también los guiones de algunos de los proyectos más personales de Paul Newman y Joanne Woodward como Raquel, Raquel (Paul Newman, 1968) y Deseos de verano, sueños de invierno (Gilbert Cates, 1973). Se siente extraña, sin embargo, la ausencia de Robert Redford, que protagonizó películas populares junto a Paul Newman como Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969) o El golpe (George Roy Hill, 1973) pero que aparece solo a través de la voz de Alessandro Nivola leyendo las transcripciones originales. Lo que consigue Las últimas estrellas de Hollywood es difícil de encontrar en las biografías documentales, ese equilibrio entre la exploración de las vidas personales sin evitar los aspectos más controvertidos y las trayectorias profesionales de sus protagonistas. Y para personalidades tan fulgurantes como las de Paul Newman y Joanne Woodward, Ethan Hawke ha conseguido el mejor retrato que podía hacerse.El presidente. El juego de la corrupción (Temp. 2) ****Prime Video, 4 de noviembreCreada por Armando BóDirigida por Armando Bó, Daniel Rezende, Álvaro Brechner, Daniela ThomasEstos meses la temática deportiva en torno al Mundial de Fútbol propicia que se estrenen series sobre la historia de la FIFA, algunas de ellas en formato documental, como la que nos ocupará a continuación, y otras en forma de ficción. El presidente. El juego de la corrupción (Prime Video, 2020-), adelantaba la atención que la federación de fútbol iba a despertar durante este año, narrando el ascenso de Sergio Jadue (Andrés Parra), presidente de un pequeño club de fútbol chileno hasta convertirse en pieza clave en el escándalo de corrupción protagonizado por la FIFA en 2015. Se trataba de un personaje ficticio que servía al creador de la serie, Armando Bó (1978, Argentina), ganador del Oscar por el guión de Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) (Alejandro G. Iñárritu, 2014) para analizar de forma satírica la corrupción institucionalizada que se mantuvo durante años en el mundo del fútbol. En la segunda temporada, la historia retrocede hasta los comienzos de la FIFA y el origen de ese estado de malversación y sobornos que se convirtió en habitual, a través de la figura de João Havelange (Albano Jerónimo), un hombre de negocios brasileño que tenía contactos con los militares y que se convirtió en el presidente que transformó la FIFA desde un club para caballeros europeos privilegiados con sede en Suiza hasta una organización con grandes beneficios económicos que se apoyaba en los países latinoamericanos y africanos para construir un imperio futbolístico en el que los derechos de televisión fueron su principal fuente de ingresos. Con el recurso metanarrativo de utilizar al personaje de Sergio Jadue como un narrador al que Amazon Studios propone participar en una supuesta serie que está produciendo sobre la FIFA.
El presidente. El juego de la corrupción es una producción de la empresa francesa Gaumont y Amazon Studios, y está producida por el conocido director Pablo Larraín y su hermano Juan de Dios Larraín, que administra una de las productoras más importantes de Chile. Esta segunda temporada utiliza al protagonista para describir la evolución del fútbol brasileño en el panorama internacional, con la figura de Pelé (Demetrio Nascimento Alves) como uno de los instrumentos que utilizó João Havelange para ganarse la confianza de los países africanos, con cuyos votos logró llegar a la presidencia. Y se centra especialmente en el polémico Mundial de 1978 en Argentina, que el brasileño quería celebrar a toda costa, a pesar de la dictadura militar hasta llegar al desenlace en el Mundial de 1982 en España, donde según la serie comenzó el modelo de corrupción que se mantendría bajo su mandato y el de Joseph Blatter (Manuel Ossenkopf). La segunda temporada refuerza el tono satírico utilizando el humor cínico como principal herramienta para ser incisivo en la crítica a la gestión de la FIFA, no solo la de Havelange, sino que prácticamente retrata a los europeos como burgueses acomodados. Pero esta exageración en el tono satírico juega en contra de la credibilidad de la historia que cuenta, que se convierte en una especie de fantasía surrealista menos verosímil que la primera temporada, en la que también había un humor incisivo pero en situaciones mucho más realistas. En este sentido, el personaje de João Havelange, al que interpreta en una sorprendente transformación física el actor portugués Albano Jerónimo, acaba siendo una caricatura que, no obstante, ha provocado las críticas de sus descendendientes reales por el retrato que se hace de él, especialmente su buena sintonía con las juntas militares de Brasil y Argentina.
La segunda temporada también juega con la metanarrativa a través del narrador Sergio Jadue, que no solo se limita a aclarar algunas de las tramas, sino que se incorpora como un personaje más a la historia, incluso interviniendo en ella, especialmente con el personaje de Vitoria Havelange (Polliana Alexio) con el que se implica emocionalmente. Las apariciones de Sergio Jadue, enriquecidas por la excelente vis cómica del actor chileno Andrés Parra, al que hemos visto en películas como La odisea de Giles (Sebastián Borensztein, 2019), son divertidas a través de sus vicisitudes que le llevan incluso a ponerse en huelga en uno de los episodios para presionar a la productora de la serie, pero a veces pueden llegar a estorbar en el desarrollo de la historia, sobre todo en los episodios finales. El presidente. El juego de la corrupción funciona como una sátira equilibrada que cuenta en tono de comedia lo mismo que podemos ver en otras series documentales como la que comentamos a continuación.
Los entresijos de la FIFA ****Netflix, 9 de noviembreEscrita por Miles ColemanDirigida por Daniel GordonEl Mundial de Fútbol está permitiendo a TVE un respiro en las audiencias, que alcanza cifras que no había visto desde hace años. Pero también es el que más controversia ha suscitado desde el mismo momento en que Catar se convirtió en el país elegido para acoger esta popular competición. Al margen de los éxitos o fracasos deportivos, de las hipocresías políticas y de las ruedas de prensa sonrojantes del actual presidente de la FIFA, Gianni Infantino, algunas series documentales ponen el foco en esta organización como la principal responsable de una trayectoria que en la elección de Catar ha reflejado la impunidad y la corrupción con la que ha venido desarrollándose a lo largo de su historia. En la miniserie Los hombres que vendieron la Copa del Mundo (HBO Max, 2021) se analiza a lo largo de sus dos episodios las acusaciones contra los organizadores de la candidatura de Catar de haber realizado sobornos a los miembros del Comité ejecutivo de la FIFA que debía elegir la sede del Mundial 2022. Pero en Los entresijos de la FIFA (Netflix, 2022) encontramos una mirada mucho más amplia que ofrece un recorrido por una organización "sin ánimo de lucro" en la que todo el mundo se ha lucrado a lo largo de los años. Esta panorámica explica mejor que la polémica sobre la elección de Catar no es aislada, sino que la corrupción ha sido institucionalizada desde casi el principio y que el problema no es que Catar sea un estado opresor, sino que una institución tan poderosa como la FIFA sea tibia con los derechos humanos cuando puede sacar beneficio económico. El director Daniel Gordon, especialista en documentales deportivos para el programa 30 for 30 (ESPN, 2009-), aglutina a los principales críticos con la FIFA, algunos de ellos ex-asesores y ex-miembros importantes de la organización, para realizar un repaso a la historia de una asociación amateur de entidades de fútbol que nació en 1904 con el objetivo de promover el deporte, pero que especialmente a partir de la presidencia de João Havelange desde 1974 hasta 1998, estableció un sistema de corrupción sistemática que, entre otras cosas, daba a la presidencia un poder ilimitado, asegurándose la permanencia sin limitaciones. João Havelange ya mantuvo una cercanía al régimen del apartheid en Sudáfrica, aunque años más tarde se haría fotos con Nelson Mandela, y permitió la celebración del Mundial 1978 en Argentina dos años después del golpe de Estado de Rafael Videla y la Junta Militar. El periodista de The Guardian, David Conn, compara ese mundial con los Juegos Olímpicos que celebró Adolf Hitler en Alemania en 1936, como una operación de lo que se denomina "sportswashing", la utilización de la popularidad del deporte para transmitir una imagen positiva de las dictaduras y los regímenes opresores.
Pero el principal protagonista de la serie es Joseph Blatter, el sucesor de Havelange que se mantuvo en la presidencia de la FIFA desde 1998 hasta 2015, año en el que, a pesar de las investigaciones y las detenciones del FBI a buena parte de los miembros de su Comité ejecutivo, fue reelegido como presidente, aunque dimitió pocos días después y posteriormente fue inhabilitado por 8 años. Durante su mandato se produjeron los mayores casos de corrupción que se destaparon en 2015, no está claro si como venganza del gobierno norteamericano por haber perdido en 2011 la elección del Mundial de 2022 a favor de Catar. Pero si Estados Unidos hubiera conseguido ser sede del Mundial, cabe la duda de si se hubieran puesto en marcha las investigaciones en torno a la corrupción en la FIFA. A lo largo de la serie queda claro que ésta ha sido (y posiblemente siga siendo) una organización que se sostiene en la corrupción, comparada con la mafia por parte de algunos agentes del FBI que participaron en las investigaciones. Nombres como Horst Dassler, el dueño de Adidas, implicado en sobornos en el Mundial de España 1982, Chuck Blazer, que se convirtió en soplón del FBI para no ir a la cárcel o Jack Warner, presidente de la Concacaf, que aún está en busca y captura, forman parte de un conglomerado de favores que promovieron la corrupción. Cuando en un Congreso los miembros del Comité Ejecutivo recibieron pagos del catarí Mohammed bin Hamman, que disputó la presidencia a Sepp Blatter, en una grabación se afirma que no pasa nada por aceptarlos, pero que si alguien quiere devolver el dinero puede hacerlo, asumiendo el soborno como una estrategia habitual para conseguir votos. La serie sin embargo pierde la oportunidad de profundizar en algunos momentos, como en una entrevista a Sepp Blatter demasiado indulgente que no hace preguntas incómodas, o dejando fuera del relato nombres destacados en el entramado de corrupción como el chileno Julio Grondona, mano derecha de Blatter, sobre el que Pablo Larraín y Armando Bó realizaron la primera temporada de la serie El presidente (Prime Video, 2020). La conclusión es pesimista, como afirma Guido Tognoni, ex-director de medios: "Si la pregunta es si la FIFA puede librarse de la corrupción, debería preguntarse si el mundo se puede librar de la corrupción. Tal y como está estructurado ahora, es imposible".
The Crown (Temp. 5) ****Netflix, 9 de noviembreCreada por Peter MorganDirigida por Jessica Hobbs, Alex Gabassi, May El-Toukhy, Christian Schwochow, Erik Richter StrandPosiblemente se trata de una de las series más esperadas de este año tras los retrasos por la pandemia del coronavirus que afectaron a la producción de la quinta temporada de The Crown (Netflix, 2016-), especialmente cuando en el mes de diciembre de 2021 tuvo que adelantarse la pausa navideña en el rodaje debido a varias infecciones de coronavirus entre los miembros del equipo. La repercusión mediática global por el fallecimiento de la reina Isabel II el pasado mes de septiembre volvió a despertar el interés por la serie, cuyas temporadas anteriores se situaron de nuevo entre las más vistas de la plataforma. En cierta manera, la realidad con la coronación del príncipe Carlos acabó siendo una especie de conclusión al arco del personaje al que la temporada 5 dedica un protagonismo principal (y para algunos un cierto blanqueamiento de su trayectoria personal). Pero Carlos de Inglaterra (Dominic West) le sirve al creador y guionista Peter Morgan para establecer uno de los principales temas de esta temporada: la decadencia de las tradiciones frente al empuje de las reformas. Pero ese es también uno de los principales defectos de una serie que, conforme se acerca a la actualidad, o al menos a los años en los que concluirá la próxima temporada que será la última, se va haciendo más obvia en su representación de la simbología en torno a la familia real. De hecho, la propia Isabel II (Imelda Staunton) parece perder protagonismo en esta ocasión, aunque se desarrolla en algunos episodios su relación con el primer ministro John Major (Jonny Lee Miller), representado con bastante generosidad frente a su habitual imagen de político intrascendente. Esta decadencia está metafóricamente mostrada a través del incendio en el Castillo de Windsor en el episodio Annus horribilis (T5E4) y en las referencias al mantenimiento del yate real que finalmente acabaría siendo desmantelado en 1997. Como es habitual en este acercamiento de Peter Morgan, hay una búsqueda de los aspectos más personales de figuras que parecen inescrutables desde un punto de vista íntimo, a pesar de que su intimidad ha sido precisamente mostrada en público. Y sorprende que todavía se la siga acusando de maltratar a la corona británica cuando es incluso excesivamente generosa con el retrato de la reina y del príncipe, no digamos ya de Diana de Gales (Elizabeth Debicki), que prácticamente es retratada como una víctima de bullying. Ella es también la que representa la principal "amenaza" contra la imagen tradicional de la corona, pero cede parte de su protagonismo a un príncipe Carlos en el que Dominic West no termina de encontrar acomodo, provocando comparaciones negativas con el exquisito trabajo que hizo anteriormente Josh O'Connor. Para la serie, Charles representa asimismo una ambiciosa evolución para la imagen de la realeza, una modernidad a través de algunas ideas innovadoras que no puede llevar a cabo porque tropieza constantemente con los escándalos amorosos, bien a través de la famosa conversación telefónica de alto contenido erótico con Camilla Parker Bowles (Oliva Williams) interceptada y publicada por los medios en Un paso adelante (T5E5), bien debido a las tensiones del divorcio con Diana. Pero The Crown sigue manteniendo destellos brillantes, como esa mundanidad que se muestra en Pareja 31 (T5E9), en la que vemos nuevamente el contraste entre la fastuosidad de la boda de Carlos y Diana y la cotidianidad de un divorcio que acaba sepultado entre los expedientes de cientos de divorcios de cientos de parejas. La reina Isabel II funciona en la serie por oposición, y por eso su retrato resultaba mucho más rico en temporadas como la primera, en la que era pupila y contrincante de Winston Churchill, o en la cuarta, en sus desacuerdos con Margaret Thatcher. En esta ocasión hay menos oposición, y por eso quizás Imelda Staunton, a pesar de un logrado parecido físico con la imagen que más cerca tenemos del personaje, no consigue brillar tanto como sus antecesoras Claire Foy y Olivia Colman, que disponían de personajes mucho más suculentos. A pesar de ello, hay algunos momentos especialmente destacables como el episodio Annus Horribilis (T5E4) en el que la princesa Margarita, interpretada por una estupenda Lesley Manville a la que se desaprovecha lamentablemente, recupera el contacto con su antiguo amor Peter Townsend (Timothy Dalton), con el que su hermana le había negado casarse, o el muy interesante La casa Ipátiev (T5E6), en el que la reina y especialmente el Duque de Edimburgo (Jonathan Pryce) se interesan por los restos de sus antepasados rusos, la familia Romanov que fue masacrada, lo que sirve como recurso para las negociaciones en torno a una visita largamente esperada por Boris Yeltsin (Anatoly Kotenev). Es precisamente esta mirada desde el exterior hacia la realeza británica la que está espléndidamente retratada, a través de este episodio, y sobre todo de Mou Mou (T5E3), el controvertido relato sobre la trayectoria de Mohamed Al Fayed (Salim Daw) que ha tenido un recibimiento dividido entre la audiencia pero que nos parece una representación muy acertada de cómo la sombra de la familia real es más alargada que el escándalo de sus intimidades. Al Fayed es mostrado como un hombre que ambiciona ser aceptado por la aristocracia británica a pesar de que tiene mayor poder económico, y la última secuencia en el hipódromo Royal Ascot en el que se muestra cierto desprecio por parte de la reina y el acercamiento de la familia Al Fayed a Diana es especialmente acertado. Aunque la quinta temporada puede considerarse como una de las más irregulares de la serie, The Crown sigue siendo un espléndido entretenimiento que al mismo tiempo utiliza con inteligencia los recursos de producción para mostrarnos las flaquezas de la familia real. Una especie de telenovela lujosa que sin embargo consigue tener mucho más trasfondo, y que está exquisitamente dirigida por un plantel de realizadores internacionales como la neozelandesa Jessica Hobbs, que ganó un Emmy en 2021 por el episodio Guerra (T4E10); la danesa May El-Toukhy, directora de la espléndida película Reina de corazones (2019); o el noruego Erik Richter Strand, que dirigió series como Valkyrien (Filmin, 2017). The English ****HBO Max, 11 de noviembreCreada por Hugo BlickDirigida por Hugo BlickEntre los estrenos de HBO Max este mes han sido curiosamente dos producciones no originales las que han tenido mayor repercusión de crítica y espectadores, ambas producidas por BBC. Por un lado, Los hombres del SAS (HBO Max, 2022-), que también comentamos en esta crónica, y por otro The English (HBO Max, 2022), una coproducción entre BBC y Amazon Studios cuyo estreno internacional se ha reservado para Prime Video en algunos países, mientras que en otros como España ha llegado a través de HBO Max, fruto del acuerdo que firmaron en octubre de 2021 WarnerMedia y BBC Studios por el que más de 100 horas de contenido de la televisión británica formarían parte del catálogo de HBO Max. La plataforma de Warner Discovery necesita contenido europeo después de haber decidido dejar de producir en Europa, para poder cumplir así las exigencias del 30% que impone la Unión Europea. Si en nuestra crónica del mes pasado destacábamos That dirty black bag (AMC+, 2022) como un logrado homenaje al spaguetti western, en el caso de esta serie las referencias son más cercanas al western clásico norteamericano como Centauros del desierto (John Ford, 1956), pero también al tono crepuscular de Sin perdón (Clint Eastwood, 1992). La historia tiene como protagonista a Cornelia Locke (Emily Blunt), una heredera inglesa que viaja a los Estados Unidos para vengar la muerte de su hijo, y en el excelente primer episodio se cruza con Chaske Spencer (Eli Whipp), un indio pawnee que ha sido despedido de su función como explorador para la caballería y que es capturado por el hombre de negocios racista y misógino Richard M. Watts (Ciarán Hinds). En Lo que quieres y lo que necesitas (T1E1), la serie muestra sus principales virtudes, que no solo están en la construcción de un western violento y oscuro, sino sobre todo en las conversaciones, en los diálogos certeros que definen a los personajes. En una inquietante escena entre Emily Blunt y Ciarán Hinds, ella pregunta: "¿Me va a violar?", a lo que él responde: "Soy realista cuando se trata de cuestiones de consentimiento". Ella encarna a una vengadora que ya no es la habitual figura masculina que exuda testosterona, sino una mujer tan dispuesta a coger un rifle como a enamorarse de su compañero de viaje, pero en un romance que parece improbable desde el principio. Hugo Blick (1964, Gran Bretaña) ha desarrollado una interesante carrera como guionista, aunque empezó en el cine como actor. Fue nominado a tres premios Emmy por la miniserie The honourable woman (HBO Max, 2017) y también escribió y dirigió el drama Black Earth rising (Netflix, 2018), pero posiblemente con The English ha alcanzado el mayor nivel de su carrera. Al igual que That dirty black bag regresaba a los paisajes de Almería para recrear el estilo visual del spaghetti western, esta serie también se ha rodado en España, pero utilizando un escenario tan poco habitual como las llanuras de Castilla y una granja en Ávila, que han servido para reproducir con acierto los paisajes del Oeste norteamericano. Y en este sentido hay que destacar especialmente la aportación española a la producción: por un lado, la espléndida y hermosa fotografía del barcelonés Arnau Valls Colomer, que captura igualmente la singularidad de los espacios abiertos y la intimidad de los interiores, y por otro lado la extraordinaria banda sonora del hispano-argentino Federico Jusid, que recoge el testigo de las grandes partituras del género western clásico pero acercándose más al estilo rompedor que aportó Jerry Goldsmith para películas como Río Conchos (Gordon Douglas, 1964) y al romanticismo y el uso que hizo John Barry de los instrumentos de viento en Bailando con lobos (Kevin Costner, 1990). En contraposición, funciona con menos acierto la ya habitual utilización de canciones anacrónicas que a veces colapsan la vitalidad de la música original. Aunque a veces la forma de contar la historia puede parecer algo confusa, sobre todo cuando mezcla hechos pasados con los presentes, el arco narrativo de los personajes es uno de los grandes aciertos de la serie, especialmente en el caso de Cornelia, que no solo atesora sentimientos de venganza sino también una profunda tragedia personal. El creador de la serie Hugo Blick utiliza los resortes del western como tropos de temas que preocupan a nuestra sociedad como la permanente misoginia, el racismo y el sentido del mestizaje, pero especialmente se refiere a la depredadora invasión de un territorio para la construcción de una sociedad enferma. El pueblo en el que se desarrolla parte de la historia está a medio construir, con edificaciones que se encuentran todavía incompletas, pero se asienta sobre un cementerio indio, sobre la sangre derramada de aquellos a los que ese territorio ha sido arrebatado, y que está liderado por el sheriff Robert Marshall, encarnado magníficamente por Stephen Rea. Esta referencia a la sangre como un elemento condenatorio también conecta directamente con un hecho dramático que se revela en el episodio Cherished (T1E6), y que le da a la serie un cierto trasfondo psicoanalítico. Hay en The English una riqueza temática que la diferencia de otros acercamientos al western, y que la consolidan como una de las grandes aportaciones al género de los últimos años.
1899 ****Netflix, 17 de noviembreCreada por Baran do Obar, Jantje FrieseDirigida por Baran do ObarLos títulos iniciales de la última serie de los creadores de Dark (Netflix, 2017-2020) utilizan una versión oscura de Eliot Sumner y Ben Frost de la canción "White rabbit" que Jefferson Airplane incluyó en su álbum Surrealistic Pillow (1967, RCA). La letra hace referencia al conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas (1865, Ed. Luis Vives), mientras que la música está inspirada por el "Bolero" de Maurice Ravel. La elección de este tema inicial se entiende durante el desarrollo de la historia, pero también nos recuerda al uso que se hizo en la película The Matrix Resurrections (Lana Wachowski, 2021). Hay otras referencias más evidentes confesadas por los creadores, como Alien. El octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) o El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) lo que, para una serie que se desarrolla a finales del siglo XIX, puede parecer más sorprendente de lo que finalmente acaba siendo. Con la presión de contar una historia que tuviera los elementos de misterio y complejidad que consiguieron con la serie que les presentó como unos guionistas singulares, Jantje Friese (Alemania, 1977) y Baran do Obar (1978, Suiza), han tratado de evitar parecidos evidentes, aunque 1899 se ha creado como una serie de tres temporadas en la que la primera funciona como una especie de prólogo que presenta los cimientos de una historia que, anuncian sus creadores, se hará cada vez más complicada. En este sentido, la estructura sí se puede comparar con Dark, cuya primera temporada era más sencilla que las otras dos, pero la virtud, aunque para muchos también puede ser un defecto, es que el misterio está planteado desde el comienzo, en un gran barco de vapor que traslada a emigrantes de diferentes países desde Europa hasta Nueva York, y en el que cada uno de los pasajeros habla en sus respectivos idiomas aunque parecen entenderse, lo que está adecuadamente justificado. Entre ellos se encuentra el actor español Miguel Bernardeau, uno de los protagonistas de Élite (Netflix, 2018-).
La aparición de un extraño barco dado por desaparecido que no por casualidad lleva el nombre de Prometheus provoca una serie de acontecimientos extraños y, sobre todo, una confrontación entre las diferentes clases sociales que viajan en el Kerberos. Como en otras creaciones de sus autores, 1899 es una combinación perfecta de ciencia-ficción y terror que proporciona también un profundo contenido filosófico en el que la percepción del tiempo y la realidad cobran una especial relevancia. En este caso, la idea principal tiene relación con la forma en que lo real es interpretado, de forma que a lo largo de la primera parte de la serie lo que vemos está siempre en función de la perspectiva de cada uno de los personajes, pero sobre todo de Maura Franklin (Emily Beecham). Y para cuando se revela parte del significado de la historia, ya ha habido algunas claras referencias al Mito de la caverna de Platón, una alegoría que muestra cómo unos individuos encadenados en el interior de una cueva solo perciben la realidad a través de las sombras que se reflejan en las paredes. Y de qué forma el filósofo guía a los prisioneros hacia el conocimiento liberándoles de sus cadenas y llevándoles hasta la verdad, aunque éstos se sintieran cómodos en su ignorancia.
La utilización de un año significativo como 1899 que marcaba la llegada de un nuevo siglo, la industrialización y las migraciones masivas conecta con realidades actuales como la crisis de los refugiados en los años 2015 y 2016, en los que Jantje Friese y Baran do Obar escribieron el primer borrador de la historia. pero también tiene un significado misterioso, como explicaban en una entrevista reciente: "Hemos escuchado a personas decir que es el momento perfecto porque los problemas de 1899 están muy presentes hoy. Pero claro, el número también es muy mágico. Puedes hacer muchas cosas con él. Uno más ocho es nueve. Así que tienes 999. Si le das la vuelta, es 666, el número de la bestia." (Hollywood Reporter, 16/11/2022). Pero precisamente el hecho de que la idea principal se iniciara en 2016 también levanta sospechas sobre una acusación de plagio que se ha hecho pública por parte de la autora Mary Cagnin (1990, Brasil) en torno a las similitudes con su cómic Black silence (2016): "Todo está ahí: la pirámide negra, las muertes dentro de la nave, la tripulación multinacional, las cosas aparentemente extrañas e inexplicables, los símbolos en los ojos, códigos, las voces que los llaman. Detalles sutiles de la trama, como los dramas personales de los personajes, incluidas sus misteriosas muertes", escribió en su perfil de twitter que actualmente ya no está disponible. Los creadores de 1899 han negado tajantemente el plagio, aunque la controversia podría acabar en los tribunales. Cara a cara - Temp. 2 ****Filmin, 22 de noviembreCreada por Christoffer BoeDirigida por Christoffer BoeLa primera temporada del thriller danés Forhøret (Viaplay, 2019-), que podría traducirse como "El interrogatorio", se estrenó en España con el título de Cara a Cara (Filmin, 2020), que refleja la estructura principal de cada uno de los ocho episodios escritos por Christoffer Boe (1974, Dinamarca), cuya particularidad es que sus treinta minutos de duración establecen un diálogo entre dos únicos personajes que se desarrolla en tiempo real. La historia está protagonizada por el agente de policía Bjørn Rasmussen (Ulrich Thomsen), quien investiga el aparente suicidio de su hija y encuentra indicios de que puede haber implicaciones de algunas personas cercanas. Este formato permite la participación de algunos de los actores y actrices más reconocidos de Dinamarca, como Trine Dyrholm, Søren Malling, Nikolaj Lie Kaas, Lars Mikkelsen o David Dencik, y consigue ir creando una trama en la que están implicados los bajos fondos y la corrupción policial. Estrenada en agosto del año pasado en Dinamarca, la segunda temporada de la serie mantiene el mismo formato pero esta vez la protagonista es Susanne Egholm (Trine Dyrholm), ex-esposa de Bjørn Rasmussen que aparecía en el episodio Barhuset (T1E7), y que se ve involucrada en una intrincada madeja de mentiras cuando un misterioso hombre llamado John (Olaf Johannessen) acude a una de sus sesiones de hipnosis y confiesa que es un asesino en serie que está preparando un nuevo crimen, estableciendo un cierto paralelismo con la miniserie recién estrenada El paciente (Disney+, 2022).Esta segunda temporada utiliza el formato de interrogatorio e incluye también la aparición del protagonista de la primera en el episodio La prisión (T2E4). Asimismo repiten algunos de los actores de la anterior temporada, pero se incorporan otros nombres conocidos del cine nórdico, como el danés de origen iraquí Dar Salim, o la actriz sueca Pernilla August. Hay una cierta apertura en la puesta en escena, que esta vez sale al exterior o tiene lugar en espacios que están en movimiento, como el episodio El tren (T2E7), protagonizado Pernilla August junto a Trine Dyrholm, que nos permite disfrutar de dos grandes actrices, enfrentándose con un diálogo que establece la tensión principal a través de las palabras. Una de las virtudes de la serie es la de poder centrarse en las interpretaciones y en la puesta en escena utilizando escenarios únicos que sirven como reflejo del descubrimiento progresivo de los entresijos de la trama principal. Renovada por la productora Viaplay para una tercera y última temporada, ésta tendrá como protagonista al personaje del magnate Holger Lang (Lars Mikkelsen) que aparecía en el episodio El hipódromo (T1E6) de la primera temporada, y que había financiado el proyecto blacknet en el que trabajaba Christina Rsamunssen, aunque no sabemos si la historia tiene conexión con esta trama. La serie ha tenido también un remake inglés estrenado recientemente en España como Caza al culpable (Movistar+, 2022-), que está protagonizado por Joe Nesbitt y un plantel de actores ingleses reconocidos como Richard E. Grant y Joely Richardson, para la que se ya se ha anunciado una segunda temporada, pero que no consigue alcanzar el grado de tensión y habilidad narrativa de la original danesa.
Bienvenidos al Wrexham Football Club ****Disney+, 30 de noviembreCreada por Rob McElhenney, Ryan ReynoldsDirigida por Bryan RowlandEsta serie documental se desarrolla a lo largo de 18 episodios de unos 25 minutos de duración presentando una historia que bien podría ser la versión en la vida real de Ted Lasso (Apple tv+, 2020-). Aunque en este caso no se trata de un entrenador norteamericano tratando de mejorar la clasificación de un equipo de fútbol inglés de las divisiones más bajas, sino de dos populares actores de Hollywood convirtiéndose en dueños de un equipo de Gales que no consigue traspasar la barrera de las ligas menores. En 2020, los nuevos dueños del Wrexham Football Club fueron Rob McElhenney, conocido por ser el creador y protagonista de series como Colgados en Filadelfia (Disney+, 2005-) que este año ha estrenado su temporada 15, y Mythic Quest (Apple tv+, 2020-), que acaba de estrenar su tercera temporada, y Ryan Reynolds, que ha estrenado la película El espíritu de la Navidad (Sean Anders, 2022). La razón por la que un actor norteamericano y otro canadiense que en principio no eran ni siquiera aficionados al fútbol europeo deciden invertir en un equipo pequeño que tiene problemas para subsistir, a pesar de ser uno de los clubes más antiguos de Gran Bretaña, fundado en 1864, no se explica del todo. En los primeros episodios, Rob McElhenney, que es el principal impulsor de la inversión, habla sobre su relación con el mundo del deporte y el sentido de comunidad que encuentra en un equipo que forma parte intrínseca de la ciudad, mientras que Ryan Reynolds alterna su faceta como actor con la de exitoso empresario, que vendió una marca de ginebra por 600 millones de dólares en 2018, ha invertido en telecomunicaciones y fundó Maximum Effort, una agencia de marketing y productora que es precisamente la responsable de El espíritu de la Navidad y Welcome to Wrexham.De hecho, la propia serie funciona como un producto de marketing de los inversores, cuya popularidad y capacidad para promocionar al equipo permitió conseguir patrocinadores de ámbito global como Tik Tok y Expedia. Hay suficiente espacio en la serie para dar visibilidad a estos patrocinadores, incluso mezclando la ironía con el product placement en el episodio A Hollywood distraction (T1E14) que es una especie de broma consciente sobre las posibles críticas al emplazamiento publicitario, incluyendo directamente spots de empresas como 1Password o Mint Mobile, de la que es inversor Ryan Reynolds. Así que esta serie documental funciona como proyecto audiovisual pero sobre todo como gran estrategia publicitaria. Sin embargo, desde el punto de vista narrativo es una interesante crónica, no sabemos hasta qué punto honesta, de las vicisitudes que los nuevos dueños de un club deben afrontar para tratar de conseguir que un equipo que está por debajo de la Liga Nacional, algo así como la 3ª División en Gran Bretaña, al menos tenga la posibilidad de ascender. Y también funciona en dos vertientes distintas: por un lado la propia presencia de los dos actores, siempre salpicada por el sentido del humor, y por otro lado el reflejo del sentido de comunidad que se construye a partir de la afición a un deporte como el fútbol en pequeñas poblaciones. La primera es la parte más entretenida, mientras que la segunda es la más interesante. Porque Welcome to Wrexham resulta especialmente atractiva cuando el equipo de filmación se centra en los habitantes del pueblo, tanto los aficionados como los jugadores, que no son grandes estrellas con millonarios contratos, sino amantes del deporte que tienen que alternar los entrenamientos con un trabajo alternativo.
"En alguna parte de la historia nosotros somos los villanos", reflexiona Rob McElhenney como principal motor de esta apuesta inversora (Ryan Reynolds parece muchas veces una estrella invitada). Esta aceptación de que los aficionados a un club de fútbol pequeño pueden percibirles como tiburones financieros que solo buscan sacar el máximo rendimiento a su inversión, ofrece una mirada más o menos cercana a la honestidad que decíamos antes. Está claro que ninguno de los dos parecen depredadores como Alex Hamilton, un antiguo dueño del club que, como se describe en el episodio Hamilton! (T1E6) compró el equipo en 2002 con la intención de desvalorizarlo tanto que tuviera que clausurarse, y así poder utilizar los terrenos del estadio de fútbol para desarrollo inmobiliario. Quizás este es uno de los episodios más claros en la ambigüedad moral de la propuesta, porque al mismo tiempo que retrata las dificultades por las que ha pasado Wrexham a lo largo de su historia, también aprovecha esta especie de villano para contraponerlo a los nuevos inversores, más interesados en formar parte de la comunidad. También hay episodios innecesarios como Wide World of Wales (T1E7), un divertimento de Rob McElhenney y Ryan Reynolds en el que parodian algunos programas de televisión para mostrar algunos aspectos característicos de Gales, o Wromance (T1E17), una inconsistente reflexión sobre la amistad masculina a través de las teorías de una podcaster. Ciertamente, 18 episodios son muchos episodios, aunque duren poco más de 20 minutos, y la estrategia de Disney+ de estrenarlos semanalmente no juega a favor de mantener el interés en la serie.
Más destacados son los aspectos relacionados con la comunidad, incluso aquellos más negativos. En Hooligans (T1E10) se aborda el complejo tema de los aficionados violentos en los clubes de fútbol, haciendo una retrospectiva sobre cómo la violencia surgida de los hooligans se desarrolló en los años 70 y 80 impulsada por la depresión económica que provocó la reestructuración económica del gobierno de Margaret Thatcher. Y adopta una perspectiva interesante a través de Jonny Taylor, un seguidor del Wrexham que, tras unos altercados violentos, tiene prohibida la entrada al estadio y ni siquiera puede acceder a The Turf Pub los días en los que el equipo juega, ya que es donde se reúnen los aficionados para ver los partidos. Es uno de los mejores episodios, aunque no tiene tiempo para profundizar demasiado. Un poco a la manera de Ted Lasso, el arco principal acompaña al equipo durante la temporada 2021/2022 para comprobar si es capaz de romper la mala suerte y ascender de categoría, con las decisiones difíciles que conlleva, especialmente cuando durante el mercado de fichajes de mitad de temporada Rob McElhenney y Ryan Reynolds deben aprobar la compra y venta de jugadores, como se refleja en Sack the gaffer (T1E11), pero sobre todo la serie brilla cuando ellos mismos se introducen dentro de la comunidad del Wrexham en una visita que realizan a la ciudad en Welcome home (T1E9). Welcome to Wrexham es una serie interesante que a veces provoca algunas reticencias sobre hasta qué punto se trata de una campaña de márketing, pero su visión del fútbol desde el punto de vista de los aficionados, la forma en que éste se convierte en algo más que un deporte para servir como conexión entre las relaciones humanas, es lo que la hace especialmente notable.
El paciente ****Disney+, 30 de noviembreCreada por Joel Fields, Joseph WeisbergDirigida por Chris Long, Kevin Bray, Gwyneth Horder-Payton
Algo parecido le ocurre a esta serie cuya emisión semanal no es la mejor forma de disfrutarla, teniendo en cuenta que cada uno de sus diez episodios dura poco más de veinte minutos, aunque Disney+ España la emite casi completa (esta semana se estrenan los episodios 5, 6 y 7). Producida por FX para Hulu, este nuevo proyecto de Joseph Weisberg, creador de la estupenda The Americans (Disney+, 2013-2018) y Joel Fields, que también escribió guiones para esa serie y para Fosse/Verdon (Disney+, 2019), se estructura a partir de dos personajes principales que en la mayor parte de las ocasiones dialogan en un único espacio. Cuando el joven Sam Fortner (Domhnall Gleeson, hijo del actor Brendan Gleeson) acude a la consulta del psicoterapeuta Alan Strauss (Steve Carell), éste último no puede imaginarse que se encuentra ante una sesión de terapia muy diferente. La serie pone las cartas sobre la mesa desde el principio, mostrando a Strauss en una habitación encadenado, hasta que un flashback que ocupa buena parte del episodio La llegada (T1E1) descubre que ha sido secuestrado por Sam y que éste es un asesino en serie que de alguna forma trata de encontrar ayuda frente a sus deseos irrefrenables de matar. Desde ese momento, El paciente se ha revelado como una de las series más impredecibles de los últimos meses, pero también en algunos aspectos en una de las más insatisfactorias, lo que la convierte en una propuesta arriesgada que no siempre consigue su propósito pero que introduce elementos de reflexión interesantes sin necesidad de hacer demasiadas concesiones.
Porque el ejercicio de tensión que se va construyendo en este encuentro entre los dos personajes, con la aparición esporádica de la madre del asesino, Candace Fortner (Linda Emond), que adopta una posición de pasividad frente a los problemas psicológicos de su hijo, en realidad es un instrumento para adentrarse en las problemáticas de los traumas y las insatisfacciones. La relación de Sam con su padre está marcada por el abuso, pero la serie también analiza la problemática relación de Alan Strauss con su hijo Ezra (Andrew Leeds), e introduce la dependencia de la religión en la vida familiar. Los Strauss son una familia judía no practicante, y la salida que encuentra el hijo a los continuos enfrentamientos con su padre es precisamente la de adoptar una práctica ortodoxa del judaísmo. De alguna manera, las sesiones obligadas de terapia hacia Sam se convierten en un vehículo también terapéutico para el médico, una especie de asunción de sus errores como padre, especialmente presente en la última parte de la temporada. La curación parece menos efectiva en el caso de Sam que en el del propio Alan, quien asume poco a poco sus errores como padre, que se expresan sobre todo en el episodio Ezra (T1E8), dedicado a su hijo. De manera significativa, es el segundo episodio más largo de la temporada, con 39 minutos de duración (el episodio final dura 47 minutos). De forma que el paralelismo que se establece entre Sam con su padre y Alan con su hijo marca uno de los elementos más interesantes de la serie. En este sentido, la virtud principal de El paciente consiste en establecer un punto de partida que tiene un tono de thriller de suspense para ir desarrollándose en diferentes variaciones, adoptando la envoltura de un drama psicológico sobre la familia y la tolerancia, pero también de una exploración de la religión como una barrera que separa. El origen judío de los dos creadores, que afrontaron el guión sin más colaboradores, aporta asimismo algunas reflexiones sobre la condición el judaísmo y la herencia de la persecución, especialmente en el episodio Auschwitz (T1E9), en el que la imagen del judío encerrado y obligado a cavar su propia tumba inmediatamente encuentra una referencia psicológica en el drama del Holocausto.
El desarrollo de la serie no es siempre satisfactorio, y a veces da la sensación de que la historia se pierde momentáneamente para encontrar de nuevo su camino, quizás como una deuda del planteamiento inicial que era el de seis episodios de una hora de duración, en los que el punto de vista se abría a otros personajes y subtramas paralelas. No es una mala decisión limitarse principalmente a los dos protagonistas, lo que ayuda a establecer una tensión y una sensación claustrofóbica, pero precisamente algunos personajes como Candace, la madre de Sam, parecen desaprovechados y poco desarrollados. Sin embargo, hay que agradecer que los creadores no hagan demasiadas concesiones en el desenlace tratando de buscar una especie de redención fácil, y que su propuesta asuma el riesgo desde el principio para no soltarlo en toda la temporada.
______________________________________Películas mencionadas:
Decision to leave se estrena en cines el 20 de enero de 2023.
La Guerra de las galaxias, Rogue One: Una historia de Star Wars, Dos hombres y un destino y Alien. El octavo pasajero se pueden ver en Disney+. María, reina de Escocia se puede ver en Netflix. Nightcrawler se puede ver en Filmin y Prime Video. La niebla y El resplandor se pueden ver en HBO Max y Movistar+. La doncella y Bailando con lobos se pueden ver en Movistar+. Sidney y El espíritu de la Navidad se pueden ver en Apple tv+. Un día volveré (Paris blues) se puede ver en Filmin. Rebelde sin causa, Sin perdón y Matrix Resurrections se pueden ver en HBO Max. El golpe se puede ver en Filmin y Movistar+. Reina de corazones se puede ver en RTVE Play. La odisea de Giles se puede ver en Netflix y RTVE Play.