Los resultados del tercer trimestre de 2022 han sido tan desastrosos para los servicios de streaming que han terminado de confirmar lo que ya se intuía: el grado de improvisación que los gestores están ejecutando en un mercado que evidentemente resulta muy desconocido como para hacer planes a largo plazo. Pero de alguna forma estas pérdidas se asumen como un peaje necesario en un medio audiovisual que se está transformando radicalmente, lo cual no significa que no tenga consecuencias. El caso más significativo es el de Lionsgate+ que a mediados de octubre mostraba su intención de expandirse de forma directa, con una inversión importante en un cambio de imagen y de nombre, pero cuyas pérdidas de 1.750 millones de dólares en el tercer trimestre han provocado un cambio radical de estrategia, reduciendo los mercados en los que opera directamente, lo que afecta a siete zonas principales, entre ellas España, e incluso barajando la posibilidad de vender Starz, que Lionsgate compró hace unos años. El resumen podría ser que Lionsgate sigue reportando beneficios como productora, pero que su aventura de streaming, con 37,8 millones de usuarios directos entre Lionsgate+, Starz y Starzplay Arabia, ha sido poco rentable. La solución es limitarse a tres mercados internacionales como Gran Bretaña, Canadá y América Latina, que son los que les están reportando beneficios. No hay noticias confirmadas de fecha, pero se rumorea que esta salida podría producirse antes de final de año, mientras acaba de estrenar su nueva serie histórica, Las amistades peligrosas (Lionsgate+, 2022-), y que en cuanto a inversiones en España tiene pendiente el estreno de la segunda temporada de Express (Starzplay, 2022-) y de la nueva serie Nacho (Lionsgate+, 2022) que llegará el 11 de diciembre, aunque no sabemos si para entonces ya dentro del catálogo de algún partner en el mercado español.
Los resultados de Warner Bros. Discovery en el tercer trimestre han sido peores, con una pérdida neta de 2.300 millones, pero se trata de una compañía más robusta en pleno período de reajuste hacia la nueva plataforma HBO Discovery, aunque quizás una de sus primeras consecuencias haya sido la cancelación de la serie Westworld (HBO, 2016-2022), que estaba planeada para seis temporadas y se ha quedado en cuatro, pero cuyo coste de producción frente a su rendimiento no parece encajar con el momento actual. El hecho de que sus creadores, el matrimonio formado por Lisa Joy y Jonathan Nolan, hubieran firmado un acuerdo de exclusividad con Prime Video cuyos primeros resultados es su trabajo como productores de la serie Peripheral (Prime Video, 2022-), tampoco debe haber ayudado demasiado. Paramount+ también registró pérdidas en el tercer trimestre que provocaron una caída del 10% en Bolsa, pero ha aumentado en 4.6 millones su número de suscriptores, alcanzando los 46 millones. Hay que tener en cuenta que ya perdió 1.9 millones de usuarios que se cuentan ahora como suscriptores de SkyShowtime, ya que ésta sustituyó a Paramount+ en algunos mercados como los países escandinavos. La plataforma que se está lanzando en 22 mercados europeos, ya tiene asegurados los permisos para casi todos los países, aunque a España no llegará finalmente hasta marzo de 2023. En la parte aparentemente positiva, Netflix aumentó sus suscriptores por primera vez este año durante el tercer trimestre, pero conseguir 200.000 nuevos usuarios después de haber perdido casi un millón en el segundo trimestre no es precisamente una buena noticia. Todo ello a las puertas de la introducción del llamado "Basic Plan with ads", el plan que incluye anuncios, aquello que la plataforma de Ted Sarandos dijo que nunca haría, porque ellos ofrecían un espacio "para relajarse sin ser explotado". Bueno, pues ahora los usuarios de Netflix también pueden ser explotados. Estos últimos días ha sido inteligente la reciente campaña de Atresmedia en la que de forma irónica se refiere a las plataformas Netflix, Prime Video, HBO Max y Disney+ dándoles la bienvenida a las emisiones con publicidad con el lema "a todos los que aseguraban que no emitirían nunca publicidad", y tiene su punto de mala idea saludable, mientras Jaume Ripoll, responsable de los contenidos de Filmin, se alegraba en las redes sociales de que su plataforma no estuviera en esa lista de streaming con anuncios. Aunque nunca se puede decir "de este agua no beberé".
A continuación repasamos algunas de las series más destacadas de las que hemos podido ver entre los meses de septiembre y octubre, algunas de ellas todavía inéditas en España. También incluimos dos series de reciente estreno esta misma semana de noviembre que nos parecen especialmente relevantes como para hacer referencia a ellas en esta crónica.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series mencionadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Hay algunos apuntes en el final de su segunda temporada que indican de qué manera una serie como Reservation dogs (Disney+, 2021-) puede encontrar el camino adecuado para seguir retando al espectador con ideas creativas.
El Mapa Indígena de América con el que se cierra el último episodio representa los lugares a los que han sido relegadas las poblaciones indias, y es al mismo tiempo un reflejo del orgullo de un pueblo diverso pero también la constatación de una comunidad desplazada a espacios cerrados donde pueden convivir entre ellos, pero sin formar una parte activa de la sociedad que les rodea. De alguna forma, la serie que crearon Sterlin Harjo, que había dirigido anteriormente algunas películas con mejores intenciones que resultados como Barking water (2009) y Taika Waititi, aunque su participación es más como mentor que de implicación en el proyecto, se ha convertido en la representante de un resurgir de la relevancia de la comunidad nativa americana que han tenido que protagonizar ellos mismos porque, al contrario que con las comunidades negras o asiáticas, nadie se ha preocupado en saber por qué los nativos no estaban adecuadamente representados en la cultura audiovisual norteamericana, cuando son realmente los habitantes autóctonos del país. Series como Rutherford Halls (Peacock, 2021-2022), que ha sido cancelada tras dos temporadas, o Dark winds (AMC+ 2022-) han seguido un camino que es importante, no solo porque se enfocan en las problemáticas de la comunidad indígena sino porque están escritas, dirigidas y protagonizadas por representantes de esa comunidad.Otra de las señales que indican que Reservation dogs está construida con inteligencia es que se permite el lujo de dar una conclusión más o menos cerrada a la trama horizontal que ha acompañado a la serie durante las dos temporadas. De forma que el episodio I still believe (T1E10) escrito por Tommy Pico y dirigido por Sterlin Harjo, se siente como un perfecto desenlace de la serie que sin embargo se coloca en el final de esta temporada, aunque antes de su conclusión se anunció que FX había encargado una tercera que se estrenará el próximo año. Pero cuando un programa se siente lo suficientemente confiado en que tiene material para seguir construyendo a sus personajes, se puede permitir el lujo de ir cerrando arcos narrativos que en otros casos se podrían estirar varias temporadas. La habilidad de la sala de guionistas de Reservation dogs es la de encontrar el equilibrio adecuado entre una comedia con algunos tintes de realismo mágico que de alguna forma representan a un pueblo que se sostiene en la presencia de los ausentes, y una cierta mirada desoladora hacia una generación de jóvenes que cada vez se sienten más desarraigados de su propia comunidad. Pero también es una serie sobre la pérdida, que se materializa a través de episodios muy emocionantes como Mabel (T2E4), escrito por Sterlin Harjo y Devery Jacobs, la actriz que interpreta al personaje de Elora, que esta temporada se ha incorporado como guionista. El episodio se adentra en la ceremonia de la muerte para la comunidad indígena, pero no como un final, sino como el traspaso de la sabiduría de los mayores a las generaciones jóvenes.
Cuando comienza esta nueva aventura, el grupo de amigos que forman los protagonistas de alguna manera se encuentran cada vez más alejados, pero aunque se pierde el sentido de camaradería esta situación permite a los creadores desarrollar varios episodios centrados en cada uno de los personajes, y se convierten en grandes propuestas narrativas que funcionan por sí mismas pero al mismo tiempo alimentan su propio desarrollo. Uno de los más brillantes es Roofing (T2E3), escrito por Sterlin Harjo y Chad Charlie, que se centra en el primer día de trabajo de Bear (D'Pharaoh Woon-A-Tai) reparando tejados. Siendo una divertida representación de la masculinidad, resulta significativo que esté dirigido por una mujer, Erica Trembley, quien también ha participado como guionista en Dark winds, pero sobre todo aborda un proceso de autodescubrimiento a través del duelo compartido entre el joven Bear y Danny (Michael Spears), el padre de su amigo Daniel (Dalton Cramer), cuyo suicidio es el arco horizontal de la serie. Otro momento de brillantez es Say gold cheesey boy (T2E7), escrito por Bobby Wilson y dirigido por Blackhorse Lowe, que tiene a Cheese (Lane Factor) como protagonista cuando es recluido en un centro de menores, con la participación del excelente Marc Maron como actor invitado.
También es cierto que hay algunos lugares comunes en esta temporada, como This is where the plot thickens (T2E8), que es el típico episodio alucinatorio que hemos visto en otras series como Atlanta (Disney+, 2016-2022), protagonizado por el policía indígena Big (Zahn McClarnon), a quien esta temporada se le ha visto poco; o Wide net (T2E5), escrito y dirigido por Tazbah Chavez, que es algo así como el Resacón en Las Vegas (Todd Phillips, 2009) de las matriarcas de la comunidad. Pero quizás la mejor representación de cómo Reservation dogs consigue celebrar las tradiciones indias tomándolas con humor es el divertido Decolonativization (T2E6), escrito por Erica Trembley y dirigido por Tazbah Chavez, sobre una sesión de educación tribal que tiene momentos espléndidos pero que sirve sobre todo para reconectar a los protagonistas y lanzarlos hacia los dos espléndidos episodios finales. Porque Offerings (T2E9), escrito por Migizi Pensoneau, y I still believe (T2E10), ambos dirigidos por Sterlin Harjo, contienen los momentos más surrealistas, divertidos y emocionantes que hemos visto este año, y confirman sin ninguna duda a Reservation dogs como una de las grandes series del momento.

La casa del dragón a veces se ha visto perjudicada por sus propias ambiciones, pero luce absolutamente fastuosa en sus rodajes en espacios naturales, entre ellos España, y en el espectacular diseño de vestuario de Jany Temime y la dirección artística de Philip Elton, responsable también de Juego de tronos. Mientras que los efectos CGI de los dragones, especialmente en los dos últimos episodios, han resultado decepcionantes, el resto de los aspectos de producción y diseños visuales han sido sobresalientes. Y la historia se ha ido consolidando gracias especialmente a algunos de los episodios dirigidos por Greg Yaitanes, que consigue escenas de tensión notables en la parte que mejor funciona, la de las intrigas palaciegas. La primera temporada establece los cimientos para una historia que aborda el comienzo de la llamada Danza de los dragones, la guerra de sucesión por el trono, con especial énfasis en la sed de venganza del príncipe Aemond Targaryen (Ewan Mitchell). Y establece, a pesar de su narrativa irregular, un punto de partida cuyo desarrollo apunta a la consolidación de una serie con prometedoras temporadas.





Sepultada entre los numerosos estrenos semanales, hay que destacar esta serie inspirada en la estética de los spaghetti westerns que recupera el género para el formato serial con indudables aciertos, y que supone una representación actual con una mirada referencial que tiene muy presente a algunos de los maestros del western italiano como Sergio Leone o Sergio Corbucci. That dirty black bag (AMC+, 2022-) nace de una idea del joven director Mauro Aragoni (1988, Italia), quien ya había homenajeado al género en su película Quella porca sacca nera (2015), que ha desarrollado alternando la dirección con el irlandés Brian O'Malley, conocido por sus irregulares incursiones en el terror con películas como Let us prey (2014) y Los inquilinos (2017). De hecho, esta impronta terrorífica, conectada con el ocultismo, es una de las características que diferencia a la serie de las películas a las que homenajea, especialmente en episodios como Prisoner (T1E2), en el que tiene una breve aparición el actor Aidan Gillen, al que recordamos de series como Juego de tronos (HBO, 2011-2017). Otra de las conexiones con el drama de HBO es el director de fotografía P.J. Dillon, que ha trabajado en varias de sus temporadas, y que realiza un trabajo especialmente notable en la presentación visual de los paisajes de los desiertos de Almería y Marruecos. El título That dirty black bag hace referencia a una bolsa negra en la que el cazarrecompensas Red Bill (Douglas Booth), cuyo personaje se presenta en una referencia directa con el de Clint Eastwood en los westerns de Sergio Leone, guarda las cabezas de los delincuentes muertos porque, según dice, "una cabeza pesa menos que un cuerpo". Pero también porque Red Bill es más certero con el tomahawk, un hacha de origen indio, que con las pistolas, lo cual aporta a la serie una especial truculencia en la representación de la violencia.
Su principal antagonista es McCoy (Dominic Cooper), el sheriff del pueblo de Greenvale donde se desarrolla parte de la trama, que acabará convirtiéndose en su perseguidor. También hay una subtrama que está relacionada con la dueña del saloon y madame de un grupo de prostitutas, Eve (Niv Sultan, que ha protagonizado la serie Teherán (Apple tv+, 2020-)), y la llegada de la joven Symone, a la que interpreta Rose Williams, en un papel muy diferente de la inocente protagonista de Sanditon (Filmin, 2019-2023), pero que tiene un arco muy interesante. El trabajo de dirección es notable y visualmente potente, sabe compensar bien el tributo a los spaghetti western con una mirada más actualizada, pero el principal problema de la serie, sin embargo, es que no consigue establecer una conexión real entre las diferentes tramas, y algunas de ellas parecen algo desconectadas. Se logra que los personajes estén relacionados, pero no que haya un engranaje sólido entre las historias. Cuando That dirty black bag se enfoca en la trama principal, la que tiene que ver con los personajes protagonistas que se desarrolla en el desierto y que conecta con la búsqueda de Red Bill del hombre que mató a su madre, es cuando la serie logra sus mejores momentos. Y en este sentido hay algunos homenajes muy logrados como la referencia en el episodio The great duel (T1E8) a la escena final de La muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965). También funcionan bien los flashbacks en los que aparece un misterioso personaje protector, Anderson, al que interpreta Travis Fimmel, al que recordamos de Vikingos (History Channel, 2013-2020) y Raised by wolves (HBO Max, 2020-2022), que también ejerce como productor. La serie se rodó en parte en España, aunque debido al confinamiento, tuvo que trasladar su rodaje a Marruecos. El pueblo de Greenvale es el conocido decorado Fort Bravo, en Tabernas (Almería), construido en 1966 para la película El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966), y que desde entonces ha servido como decorado para muchas películas y series, y también se ha rodado en localidades como Mazarrón, en Murcia. Como curiosidad, la interesante partitura de la serie está compuesta por Mick Giacchino, hijo del compositor Michael Giacchino.

Spotify nació como una idea del joven sueco Daniel Ek (Edvin Endre) con el apoyo financiero del empresario Martin Lorentzon (Christian Hillborg), quien acabaría siendo una de las primeras víctimas del éxito. La idea se inspiraba, por no decir que copiaba, el planteamiento de The Pirate Bay, una herramienta P2P de descarga ilegal de música contra la que las grandes compañías discográficas descargaron su indignación, convirtiéndolo en el enemigo perfecto para justificar la pérdida gradual de su modelo de negocio basado en la venta de soportes físicos como los CD y DVD. The Pirate Bay se constituyó como un Think Tank que cuestionaba el predominante modelo de gestión de derechos de autor (que posteriormente se ha demostrado que escondía una profunda filosofía de corrupción, como en el caso de la SGAE española), y Daniel Ek convirtió esta herramienta de intercambio de archivos en un modelo de negocio con el que ganar dinero. Si Spotify nació, según la versión de su creador en el episodio La visión (T1E1), como una opción pensada para que los usuarios pudieran escuchar música de forma gratuita, para conseguir incorporar a la industria musical acabó formando parte del modelo de explotación contra el que aparentemente había nacido. Las controversias sobre las regalías a los artistas o la mayor competencia de otras plataformas no ha afectado al liderazgo de Spotify, y las protestas de algunos artistas como Taylor Swift, que retiró toda su música en 2014, o Kanye West, que ha decidido publicar su último album Donda 2 (2022, Ye) a través de su propio reproductor de música parecen rabietas de marketing más que protestas serias. Taylor Swift volvió a Spotify después de un acuerdo millonario y de hecho el lanzamiento de su último album Midnight (2022, Taylor Swift) llegó a colapsar Spotify hace unos días, y Kanye West sigue manteniendo en las plataformas sus anteriores álbumes como Donda (2021, Def Jam Recordings). Pero el artista acaba siendo el eslabón más débil de esta historia.
La serie aporta el punto de vista de La industria (T1E2), un episodio del que es protagonista el directivo Per Sundin (Ulf Stenberg) que fue quien desde Sony Music apoyó más directamente a Daniel Ek. La idea utópica del principio está representada sobre todo en el episodio El programador (T1E4), centrado en Andreas Ehn (Joel Lützow), el encargado de conseguir que la música se reproduzca en el momento, pero que se enfrenta a las estrategias de negocio que acabarán por traicionar el modelo original. En general hay un buen trabajo en la representación de la sociedad de principios de 2000, especialmente en el episodio dedicado a El socio (T1E5), que protagoniza el inversor Martin Lorentzon, cofundador de la compañía, con sus referencias al establishment financiero tomadas de El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013). Aunque está basada en el libro Spotify (2021, Ed. Penguin), escrito por Jonas Leijonhufvud y Sven Carlsson, la serie se desvía del tema central del libro, que es la batalla por la introducción de la plataforma en el mercado norteamericano. Aunque es en Estados Unidos donde se desarrolla el episodio más controvertido, El artista (T1E6), que se centra en la visión de los músicos. Aunque imagina un futuro próximo situándose en unas hipotéticas protestas de artistas contra Spotify en 2025, se basa en una de las más polémicas herramientas desarrolladas por la plataforma. La opción Discovery, que sugiere canciones a los usuarios según sus gustos personales mediante algoritmos, es en realidad una herramienta de marketing de la que solo se benefician los artistas que aceptan renunciar a una parte de las regalías que distribuye Spotify, por lo que ha sido considerado como una especie de soborno basado en dar visibilidad a cambio de menor rentabilidad. Este episodio se siente algo aislado del resto de la serie, como si los creadores no tuvieran claro la perspectiva ofrecida anteriormente y decidieran dar espacio al sector más crítico con el modelo impulsado por Spotify. Pero el último plano, en el que se descubre el artificio de la propia serie, sin embargo es una buena representación de lo artificioso que ha sido el desarrollo del streaming, una pantalla elegante que sin embargo esconde un paisaje embarrado.

Coproducida por el Canal Arte, este thriller inquietante y complejo es una de las propuestas más estimulantes de los últimos meses, creada por el cineasta Olivier Abbou, que escribió para el mismo canal la serie Maroni (Arte, 2016), inédita en España, y ha dirigido algunas películas de serie B como Territories (2010) y Furia (2019), y por Bruno Merle, director de la muy interesante película Felicidad (2020). La historia bucea en ideas como los recuerdos y la memoria a través de un extraño personaje llamado Albert (Niels Arestrup) que encarga a Adrien (Nicolas Duvauchelle), un escritor en plena crisis creativa, la publicación de sus memorias como si se tratara de una historia de ficción. Para ello, ambos se reúnen a lo largo de varias semanas en las que Albert cuenta los recuerdos de su juventud y especialmente de su relación con Solange (Alyzée Costes), que tiene implicaciones de romanticismo sangriento. Porque su historia, contada a través de flashbacks como si se tratara de un rompecabezas en una estructura narrativa que recuerda a la serie La serpiente (Netflix, 2021), es básicamente la crónica de un paseo salvaje por una Francia de postal en los años setenta y ochenta. Albert joven está interpretado por el actor Alex Granberger, quien recibió el premio de interpretación en la competición francesa de SeriesMania 2022. La fotografía colorista de Antoine Sanier para el pasado contrasta con los tonos oscuros del presente, pero también está impregnada de la viscosidad de la sangre, mientras que la extraordinaria banda sonora de Clément Tery juega con las referencias a la música de Ennio Morricone.
El relato de Albert también se convierte en una exploración psicológica sobre la condición de criminal, y asimismo influye en el comportamiento de Adrien, que sufrirá las consecuencias de estos recuerdos como una parte intrínseca de su experiencia vital. A lo largo de sus seis episodios, Las mariposas negras construye una retorcida historia que sorprende en cada nuevo giro, que resulta tan impredecible como compleja sin llegar a ser confusa, y que se apoya en un excelente trabajo de dirección de Olivier Abbou que utiliza recursos técnicos como un elaborado plano secuencia en el Episodio 4 que sirve también para definir a los personajes. Pero este relato caleidoscópico también plantea reflexiones sobre los puntos de vista, y en ocasiones le gusta jugar con la ambigüedad entre la verdad y la mentira, de los recuerdos impregnados por la personalidad de quien los rememora. Y de alguna forma Adrien se convierte en un personaje manipulado por Albert pero que también es manipulador a su manera. Las mariposas negras se puede definir como una historia de amor, pero con elementos de psychokiller, influida por películas como Los asesinos de la luna de miel (Leonard Kastle, 1970) y Hounds of love (Ben Young, 2016). En Francia, el estreno en Canal Arte coincidió con la publicación del libro Les papillons noirs (2022, Éditions du Masque) firmado por Mody, que es el seudónimo que utiliza el personaje de Adrien Winckler. La novela no es una adaptación de la serie, sino que es la historia de Albert y Solange escrita por Adrien, y de hecho en algunas escenas él mismo está leyendo el libro con la misma cubierta con la que se publicó.
Otro de los aspectos interesantes de la serie es la forma en que explora algunos aspectos relacionados con lo que se traspasa entre generaciones, incluso haciendo referencia a citas bíblicas que sin embargo pueden ser interpretadas de diferente forma. En el Episodio 6 un periodista pregunta a Adrien sobre una frase que aparece en uno de sus libros: "Los padres comen las uvas agrias, y los hijos tienen dentera", un proverbio al que se hace referencia en Ezequiel 18.2, para expresarle que la ha entendido mal: "En el sentido bíblico, esa frase significa lo contrario a como tú la usas. Respondemos únicamente de nuestros actos. Nuestros hijos no deben cargar con nuestros errores". Esta diferencia de perspectiva, que provoca una distinta interpretación de la realidad, es uno de los elementos fundamentales de la historia. A lo largo de la serie, no está claro si las representaciones en flashback son una puesta en escena de lo que Albert está contando o una versión ya transformada de lo que Adrien ha convertido en novela. Y esta constante ambigüedad confiere a la historia un carácter complejo que nos hace reflexionar sobre si nuestro punto de vista está también manipulado. El propio concepto de "mariposa negra" se refiere a una especie que, según las creencias populares, si se encontraba en el portal de una casa era un augurio de que allí se iba a producir un fallecimiento.

La historia comienza en el episodio Hello you (T1E1) con el fallecimiento del padre del protagonista, que coincide con el momento en que Jack debe ir a la Universidad en Brent, muy cerca de su ciudad de origen, Watford, donde nació Jack Rooke. Pero decide tomarse un año sabático hasta que finalmente inicia su carrera universitaria y conoce a su compañero de cuarto, Danny (Jon Pointing).
Hay un tono general de buen rollo que beneficia a la serie, especialmente cuando aborda la amistad entre Jack y Danny, dos jóvenes completamente diferentes que sin embargo establecen una conexión casi de hermanos que recuerda a la de Otis y Eric en Sex education (Netflix, 2019-). De hecho, Big boys tiene la frescura en la construcción de personajes y las situaciones absurdas de las primeras temporadas de aquella serie que ya ha perdido. Hay en cada episodio algunos momentos brillantes de humor que dan oportunidad a los personajes secundarios para tener su momento destacado, como la madre del protagonista Peggy (Camille Coduri), su prima Shannon (Harriet Webb), la esforzada directora de la Unión de Estudiantes Jules (Katy Wix) o Yemi (Olisa Odele), el chico más gay de toda la universidad. Jack explora por primera vez su orientación sexual en divertidos episodios como I wanna take you to a gay bar! (T1E2), que ya plantea uno de los arcos principales del personaje, y que se desarrolla con el descubrimiento de apps como Grindr o su exploración del rol sexual en What a bummer (T1E5). Pero Big boys también tiene un trasfondo dramático que describe la medicación antidepresiva que debe tomar Danny con algunos momentos de humor, ya que las pastillas comienzan a tener efecto en su actividad sexual, pero al mismo tiempo con una sensibilidad emocionante en la relación de Danny con su abuela Iris (Sheila Reid) y en la preocupación de Jack por su amigo. De hecho, Jack Rooke establece una narración que alterna la primera persona con la segunda persona, como si tuviera como interlocutor a Danny, lo que propone un estilo narrativo peculiar y al mismo tiempo refleja la naturaleza poderosa de la amistad. El final de episodio Merry sexmas (T1E3), co-escrito junto a Paul Doolan, consigue establecer el carácter protector de esa relación, pero en el emotivo episodio final The letter (T1E6) se mantiene la ambigüedad sobre si Jack necesita más a Danny o es Danny el que más necesita a Jack. Cada episodio comienza con un momento familiar que el protagonista recuerda, y que aporta una mirada externa al ambiente universitario, lo cual es una idea inteligente para ampliar la perspectiva. Otra de las virtudes de la serie es contar con la dirección de Jim Archer, responsable del espléndido cortometraje Brian & Charles (2017) que este año estrenó una versión en formato largometraje, Brian and Charles (2022), presentada en el pasado Festival de Sundance. Es también una historia de amistad profunda, esta vez entre un inventor aficionado y un robot, por lo que hay coincidencia en el tratamiento de la amistad como elemento principal. Tras el éxito de Big boys, Channel 4 confirmó que se producirá una segunda temporada.

Lo que se pone de manifiesto de forma notable es la falta de preparación de los responsables políticos a la hora de gestionar una crisis sanitaria de alcance mundial que ya venía precedida de alarmas constantes desde China, en primer lugar, y posteriormente desde Italia. No es nada que no sepamos desde la experiencia propia en países como España, y se repite la secuencia de los hechos: la incredulidad inicial, la sensación de que la pandemia no nos tocaría, la falta de previsión, la desorganización, la ausencia de protocolos y de medios, las decisiones precipitadas, el caos... y, como consecuencia, las muertes. Al final del último de los seis episodios se indica que en 2023 se pondrá en marcha una comisión para analizar la gestión de la pandemia por parte del gobierno británico. El guión escrito por Michael Winterbottom, director de películas como Wonderland (1999), 24 hour party people (2002), coloca constantemente en contraste la experiencia de los ciudadanos enfrentados a una enfermedad desconocida y la implicación del gobierno en la gestión de la pandemia. Hay una mirada casi documental, sobre todo en el uso de la banda sonora compuesta por David Holmes, y en algunos momentos puede resultar dolorosa, especialmente en el Episodio 4, que se centra en las residencias de ancianos (el gobierno británico dejó morir a miles de personas mayores para no colapsar los hospitales), y en el Episodio 5, que compara la experiencia de Boris Johnson cuando tuvo una recaída severa debido al coronavirus, y la de los hospitales públicos. Aunque a veces corre el riesgo de parecer una simple recapitulación de los acontecimientos, This England comienza con tibieza hasta que va desvelando sus intenciones. Y en ese acercamiento entre las estrategias políticas y sus consecuencias, es donde se establece el distanciamiento entre quienes deciden y quienes sufren sus decisiones.
La estructura de la serie, en algunos momentos repetitiva, busca encontrar el punto adecuado de contraste y verosimilitud para destacar la absoluta desafección de los políticos. De forma que resultan más impactantes las revelaciones que, no por conocidas, provocan menor sorpresa. Como el caso del Hospital Nightingale, levantado en nueve días al Este de Londres, con capacidad para 4.000 camas y que, hasta su cierre, solo había acogido a 54 pacientes, mientras el resto de los hospitales de Londres estaban colapsados. El protocolo de admisión era tan rígido que la mayor parte de los traslados sugeridos por otros hospitales fueron rechazados. Hay un enfoque especial en la irresponsabilidad de quienes establecían normas de conducta que ellos mismos incumplían, lo que acabó costando el puesto a Dominic Cummings (Simon Paisley Day), el asesor de Boris Johnson quien, mientras el gobierno pedía a los ciudadanos permanecer en sus casas, decidió trasladarse varias veces a una casa de campo fuera de Londres para pasar el confinamiento. Por su parte, el Ministro de Sanidad Mat Hancock (Andrew Buchan) estaba más obsesionado en alcanzar el objetivo de los 100.000 tests diarios, aunque para ello tuviera que manipular las cifras. Hay también una presencia secundaria del por entonces Ministro de Hacienda Rishi Sunak (Shri Patel), que se ha convertido hace unas semanas en el nuevo Primer Ministro de Gran Bretaña. This England puede resultar desfasada en su descripción de una pandemia que todos hemos experimentado, le falta cierta perspectiva al desarrollarse solo durante 2020 y decepciona en su nivel crítico, sobre todo viniendo del director de un documental tan incisivo como La doctrina del shock (2009). Pero ofrece una reflexión interesante sobre la responsabilidad de quienes nos gobiernan. El trabajo de Kenneth Branagh es, en este sentido, insuperable y para quienes han visto a Boris Johnson todos los días, parece que consigue imitar el tono de voz con precisión, aunque el tipo de maquillaje que soporta suele tener un efecto extraño, como de caricatura, que provoca distanciamiento hasta que el espectador se acostumbra a esa imagen. Michael Winterbottom se reserva la dirección del primero y el último episodio, que funciona como conclusión enfocada más en los aspectos políticos que revelan los contrastes mencionados, pero también destaca la aportación de Julian Jarrold, director de la película La joven Jane Austen (2007) y de varios episodios de The Crown (Netflix, 2016-).
The Kingdom Exodus, comienza cuando en el episodio Haimar (T3E1) Karen (Bodil Jorgenson), que sustituye a Sigrid Drusse con un personaje muy parecido, está viendo en la televisión los minutos finales de la segunda temporada de El reino, con la habitual despedida de Lars von Trier. El visionado de la serie provoca que Karen, que padece sonambulismo, se sienta atraída por el Rigshospitalet para investigar los fenómenos paranormales que han ocurrido allí. La serie original, que se estrenó después de que Lars von Trier consiguiera resonancia internacional con sus dos primeras películas, El elemento del crimen (1984) y Europa (1991), nació como una parodia de las telenovelas de hospitales, mezclándola con una historia de terror sobrenatural, pero en realidad contenía ya algunas de las constantes del director: la convivencia entre ciencia y espiritualidad, la mirada irónica a las normas sociales, el humor sarcástico... Y ahora también desarrolla un punto de vista que se burla de los convencionalismos, cuando utiliza el formato estándar de todas las series que se producen en la actualidad, el denominado "formato Netflix", para terminar lanzando un guiño al espectador y retomando el tono ocre y la pantalla cuadrada que la conecta con la versión original, un trabajo notable del director de fotografía chileno afincado en Dinamarca Manuel Alberto Claro, que colabora con Lars von Trier desde la película Melancolía (2011), y que imita perfectamente la textura que aportó Eric Kress a las dos primeras temporadas.
Escrita de nuevo junto a Niels Vørsel, entre los nuevos personajes hace su aparición Helmer Jr. (Mikael Persbrandt), el hijo también médico de Stig Helmer, que comienza a trabajar en el hospital con el objetivo de encontrar la tumba de su padre, y que mantiene algunas de las costumbres de su antecesor, como la de llevar a cuestas los embellecedores de las llantas de su coche para evitar que se los roben, o el grito final de desprecio a los "malditos daneses" en cada episodio. Y se suceden los guiños a la serie original, como la presencia de Alexander Skarsgård interpretando a un abogado sueco, en referencia al abogado que interpretó su padre Stellan Skarsgård en la segunda temporada, o los comentarios que hacen los médicos del hospital a "ese torpe von Trier", molestos por las consecuencias que en el hospital ha tenido el estreno de su serie. De hecho, en el episodio 4 tienen especial protagonismo un grupo de turistas japoneses que están visitando el hospital por haber sido el escenario de la serie. The Kingdom Exodus es una digna sucesora de Riget, pero funciona sobre todo como una especie de homenaje referencial, una broma hecha sobre una broma, una autoparodia que extrae destellos brillantes y en la que los actores, algunos de los más conocidos de Suecia y Dinamarca como Lars Mikkelsen, Nikolaj Lie Kaas o Ida Engvoll, disfrutan sometiéndose a las travesuras que les plantea Lars von Trier, al igual que Willem Dafoe, que interpreta a una figura demoníaca, o el regreso de Udo Kier esta vez como el Big Brother. Falta sin embargo la presencia del propio director al final de cada episodio (está presente, pero no físicamente), lo que él mismo justifica como un "ataque de vanidad", ya que han pasado 25 años desde que apareció la última vez. Pero se entiende mejor después de que Lars von Trier confesara en la presentación de la serie en la Mostra de Venecia que padece la enfermedad de Parkinson. Lo que no le impide ofrecer una mirada sarcástica, que en The Kingdom Exodus tiende más hacia el humor inmediato, pero que en su metalenguaje supone un regreso bienvenido a una propuesta que marcó la evolución de una forma diferente de hacer televisión, y que entre la estandarización actual de las producciones seriales resulta incluso más irreverente.
______________________________________Películas mencionadas: Brian and Charles se estrena en cines el 4 de enero de 2023.Wonka se estrenará en cines el 15 de diciembre de 2023.
Resacón en Las Vegas, Entrevista con el vampiro y La reina de los condenados se pueden ver en HBO Max. Revolutionary Road se puede ver en Filmin y Prime Video.La cura del bienestar y La joven Jane Austen se pueden ver en Prime Video. Solo nos queda bailar se puede ver en Filmin y HBO Max.El resplandor se puede ver en HBO Max y Movistar+.Adam, Hounds of love, El elemento del crimen, Europa y Melancolía se pueden ver en Filmin. Anatomía de un asesinato y Paddington 2 se pueden ver en Movistar+.La muerte tenía un precio se puede ver en Movistar+ y RTVE Play.El bueno, el feo y el malo se puede ver en FlixOlé, Movistar+ y Prime Video.El lobo de Wall Street se puede ver en Netflix.Into the woods y Rogue One: Una historia de Star Wars se pueden ver en Disney+.