Greg Berlanti hacía referencia a la estadística que dio a conocer la WGA hace unas semanas según la cual el 50% de sus asociados reciben pagos "at scale", es decir, solo ganan el salario mínimo negociado por el sindicato. "No es un modelo saludable. Hemos tenido un gran período de ruptura, y yo creo que la pandemia lo aceleró, en el que quienes están del lado de las empresas buscan la eficiencia, como la llaman ellos, y tratan de evitar gastos adicionales.
Para mí lo importante es cómo podemos encontrar una fórmula que sea rentable pero que al mismo tiempo sea justa para todos", comentaba el showrunner. Según la WGA, el porcentaje de asociados que únicamente cobraban el salario mínimo era solo del 33% hace una década. Pero para entender la dificultad de la negociación, quizás el principal problema es la propia estructura de la AMPTP que, como excepción a la Ley antimonopolio norteamericana, tiene permitido negociar los convenios laborales como una asociación de empresas, algo que en Estados Unidos y cualquier país occidental no es legal para poder permitir la libre competencia. Pero esta excepción también es el principal problema de la AMPTP, cuya junta directiva está ocupada por los grandes estudios y streamers que, en realidad, no comparten intereses comunes. Los estudios tradicionales como Paramount, Universal o Warner Bros. mantienen un enfoque muy diferente al de los streamers como Netflix, Prime Video o Apple tv+, empezando por su modelo de negocio, que en el caso de Netflix por ejemplo no tiene en cuenta las salas de cine. Lo que acaba siendo una especie de mezcla imposible que cuando se trata de negociar aspectos como el uso de la Inteligencia Artificial también tiene enfoques distintos. Este es uno de los principales escollos, que la AMPTP quiere dejar en una simple definición como la que negoció con la DGA en la que se afirmaba que la IA no era humana, pero sin entrar en detalles, algo que se pueden permitir los directores pero que los guionistas, que ya están viendo cómo se utiliza Inteligencia Artificial para elaborar borradores de guiones, parecen particularmente reacios a aceptar en términos tan vagos. Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
Tres cuerpos ****Rakuten VikiCreada por Liangliang TianDirigida por Lei YiangAunque estrenada hace unos meses, recuperamos esta serie a raíz de la difusión del primer trailer de uno de los proyectos más ambiciosos de Netflix, la adaptación de la popular trilogía del autor Cixin Liu El problema de los tres cuerpos (2006, Ed. Ediciones B). Cuando todavía la plataforma no había iniciado los recortes que se han desarrollado tras la pandemia del coronavirus, en 2020 anunció un contrato con David Benioff y D.B. Weiss, los creadores de Juego de tronos (HBO Max, 2011-2019), por 200 millones de dólares. Por el momento, esta colaboración ha dado como fruto dos proyectos con resultados decepcionantes: la serie La directora (Netflix, 2021), cancelada tras su primera temporada, y la película juvenil Metal Lords (Peter Sollett, 2022), pero los esfuerzos de los showrunners parece que están especialmente dedicados a la compleja producción de la serie El problema de los tres cuerpos (2024-), cuyo estreno está previsto para enero del próximo año. Lo cierto es que a la plataforma norteamericana se le ha adelantado la productora china Tecent Video que a principios de este año estrenaba su propia adaptación, Tres cuerpos (Rakuten Viki, 2023), una serie de 30 episodios que a nivel internacional se puede ver de forma gratuita a través del interesante canal FAST especializado en producciones asiáticas Rakuten Viki, incluyendo subtítulos en español, aunque el uso de la Inteligencia Artificial para obtener estos subtítulos provoca algunas deficiencias como un pésimo ajuste. Y el visionado de series de 45 minutos también refleja la carencia de campañas publicitarias de peso, lo que pone en duda por el momento la auténtica rentabilidad de estos canales FAST, con repetición constante de los mismos anuncios que muestran una escasa rotación de empresas. Durante nuestro visionado, solo había de hecho dos campañas internacionales, Red Bull y Givenchy, mientras que el resto eran anuncios locales mucho menos rentables. En todo caso, esta adaptación creada por Lianliang Tian es una propuesta ambiciosa que tiene un presupuesto algo ajustado, lo que se nota especialmente en la representación del videojuego Three-body, uno de los mundos en los que se desarrolla la historia, que tiene una animación 3D algo básica, aunque en realidad funciona adecuadamente dentro del contexto de un juego complejo en su concepto pero sencillo en su visualización. Es interesante adentrarse en esta serie antes del estreno del proyecto de Netflix, que sin duda será mucho más impactante desde el punto de vista visual, porque Tres cuerpos es una adaptación generalmente fiel a la novela original, y sobre todo porque resulta sorprendentemente clara en sus planteamientos, teniendo en cuenta que es una historia en la que se mezclan conceptos de física cuántica y de nanotecnología. En 2007, un científico experto en esta última, Wang Miao (Luyi Zhang) se ve involucrado en una sucesión de suicidios de científicos en todo el mundo, algunos de los cuales afirman que "la física no existe", tras una supuesta revelación que parece tener relación con una misteriosa organización. En su investigación le acompaña el detective Shi Qiang (Hewei Yu), cuya mirada incrédula hacia la verdadera naturaleza de la física establece un interesante y divertido contraste con las fórmulas científicas de Wang. La serie realiza un planteamiento sencillo que establece los principios básicos de la historia a través de dos relatos que muestran dos hipótesis que se repiten a lo largo de la trama para que el espectador acceda con facilidad al trasfondo científico, lo que se convierte en uno de los principales aciertos de la serie. Dirigida por Lei Yiang, Tres cuerpos consigue centrarse en los aspectos importantes de la historia, dedicando los primeros episodios a la investigación, para introducir desde el Episodio 10 una trama a través de la profesora Ye Wen Jie (Jin Chen (2007), Ziweng wang (1967)), que también será relevante, y que se desarrolla durante la Revolución Cultural de Mao Zedong en los años sesenta. Otro de los mundos en los que se introducen los personajes principales es el juego de realidad virtual Three-body, una construcción de varias civilizaciones que se desarrolla en un universo en el que el objetivo principal es averiguar cuál es la secuencia que sigue el sol para provocar días de calor mortal y noches de frío glacial. Ciertamente, la calidad de la animación en la representación del juego es sorprendentemente básica, lo que refleja el presupuesto medio de esta producción. Pero la principal virtud de esta adaptación es la forma en que consigue contar una historia compleja de una manera sencilla y narrativamente bien estructurada, con aciertos visuales para reflejar las visiones del protagonista Wang Miao. Tres cuerpos es una serie que nos introduce en las novelas de Cixin Liu incluso para quienes no se han acercado a ellas, pero sobre todo tiene una singular capacidad para mantener la atención.
A town called Malice ****SkyShowtime, 12 de mayo-16 de junioCreada por Nick LoveDirigida por Jamie Donoughue, Joasia Goldyn, Sean SpencerNick Love (1969, Reino Unido) es un guionista conocido por películas como Football Factory (Diario de un hooligan) (2002) y The sweeney (2018), pero sobre todo por la serie Bulletproof (Movistar+, 2018-2021), que utilizaba el concepto de buddy-movie para construir un policíaco con elementos clásicos. Es indudable que a Nick Love le atraen los ambientes retros, y en su última serie, también producida para Sky, desarrolla esta especial debilidad por los años ochenta con una capacidad infinita de referencias narrativas pero sobre todo musicales. Porque A town called Malice (SkyShowtime, 2023) posiblemente tenga la más amplia lista de canciones populares de la década de los ochenta, que Sky Max ha recopilado en una Playlist por eso de evitarse pagar los derechos de una edición discográfica tradicional. En cierta manera, la serie podría considerarse una revisión de su película The business (2005), en la que un joven era enviado a la Costa del Sol a realizar una entrega de droga y se quedaba tan fascinado por el sol y las playas que decidía iniciar su propio negocio de tráfico en Málaga. Pero lo cierto es que el sur de España se acabó convirtiendo en un refugio para los mafiosos y traficantes británicos en las décadas de los 80 y 90 debido a las leyes de extradición que no contemplaban a Gran Bretaña, hasta el punto que la provincia de Málaga acabó llamándose "la Costa del crimen". El tema comienza a ser recurrente, ya que en los próximos meses veremos Los Farad (Prime Video, 2023), una serie dirigida por Mariano Barroso que se desarrolla en la Marbella de los años ochenta, y Marbella (Movistar+, 2024), la última propuesta de Dani de la Torre y Alberto Marini, responsables de La Unidad (Movistar+, 2020-2023), que se desarrolla en el ambiente de las bandas criminales internacionales en Málaga, pero durante la actualidad. A town called Malice tiene como protagonista a Gene Lord (Jack Rowan), uno de los hijos de una familia mafiosa que huye de Londres debido a la muerte de un policía, y se establece con su reciente novia Candy (Tahirah Sharif) en la Costa del Sol. Pero pronto le acabará acompañando toda la familia Lord, ante las expectativas de negocio que tiene el sur de España como una conexión directa con Marruecos y el tráfico de drogas. La familia está encabezada por Albert (Jason Flemyng) y Mint (Martha Plimpton), quienes pretenden utilizar el desarrollo urbanístico de la costa malagueña como un negocio para blanquear dinero, con la construcción de un hotel en un terreno que sin embargo está ocupado por una familia gitana a la que no será fácil convencer de abandonar el lugar donde han vivido los últimos años. Sin participación de Nick Love en la dirección en esta ocasión, la serie tiene como principal director a Jamie Donoughue, nominado al Oscar® por el cortometraje Shok (2015), sobre la amistad de dos niños durante la guerra en Kosovo, y que ha dirigido episodios de series como The last Kingdom (Netflix, 2015-2022) y El descubrimiento de las brujas (Movistar+, 2018-2022). Donoughue le imprime a esta tradicional historia de criminales británicos un tono cercano a las películas de Guy Ritchie, acercándose también a las referencias al spaghetti western, especialmente en la subtrama protagonizada por Uncle Tony (Dougray Scott) y el mafioso Ernesto (Ramiro Blas) en el episodio Daddy Cool (T1E2), que por supuesto incluye la famosa canción de Boney M. Con algunos guiones firmados por Matt Evans, responsable del excelente drama juvenil Phoenix rise (BBC, 2023-), inédita aún en España, también incorpora elementos de humor negro y una utilización de la música sobresaliente, no solo por la efectiva banda sonora de Alfie Godfrey, sino sobre todo por la utilización de temas de gran popularidad que a veces tararean los propios protagonistas. Y son introducidas con un sentido narrativo, como el recurrente "Everybody wants to rule the world" (1985) de Tears for Fears, o cuando suena "I want to know what love is" (1984) de Foreigner cuando Leonard (Lex Shrapnel) desata su pasión homosexual, que mantiene oculta en un matrimonio de conveniencia, y también irónico, como en la escena en la que Gene parece a punto de ser torturado y suena la música de Giorgio Moroder para El expreso de medianoche (Alan Parker, 1978). El propio título de la serie se refiere a la canción "Town called Malice" (1982), de la banda de punk/rock The Jam, en la que Paul Weller describe su adolescencia en la ciudad de Woking.
De forma que la serie, que fue cancelada por Sky el pasado mes de abril, se podría definir como un "musical criminal" que se sostiene en una historia sencilla, incorporando una trama horizontal de venganza, en la que todos los miembros de la familia esconden secretos, mientras la matriarca, espléndidamente interpretada por Martha Plimpton, trata de mantener el equilibrio familiar y apagar los incendios que provoca el temperamental líder Albert. A town called Malice es una serie entretenida que se siente cómoda en la recreación de unos años ochenta algo desquiciados, e incluso cuenta con actores españoles que tienen un excelente dominio del inglés, como Melina Matthews (1986, Barcelona) y Bruno Sevilla (1985, Almería), que interpretan con soltura a una de las hijas de la familia gitana que se ve amenazada por el desalojo y a un agente de policía, respectivamente. Es cierto que la serie tiene personajes esquemáticos como la investigadora inglesa Lindsay (Leanne Best) que termina viajando a España para tomarse la justicia por su mano, pero A town called Malice es una serie que, afortunadamente, nunca llega a tomarse demasiado en serio. Eso sí, aunque la historia se desarrolla en la Costa del Sol y la propia empresa de servicios en España, Fresco Films, tiene su sede en Málaga, la serie se rodó exclusivamente en las Islas Canarias, por eso de aprovechar los mayores incentivos fiscales que ofrece esta Comunidad Autónoma por su régimen especial. A veces las apariencias engañan.
Spy/Master ****HBO Max, 19 de mayo-16 de junioEscrita por Kirsten Peters, Adina SǎdeanuDirigida por Christopher SmithBerlinale Series '23: Inauguración
Inaugurando el nuevo formato competitivo de Berlinale Series, una de las pocas producciones de HBO Max en Europa tras el desmantelamiento de su anterior estrategia de producción europea es una historia de espías que tiene el tono de las películas clásicas a través de un conglomerado de agencias de inteligencia que colaboran y se enfrentan al mismo tiempo. Spy/Master (HBO Max, 2023) se centra principalmente en Victor Godeanu (Alec Secǎreanu), consultor de seguridad de Nicolae Ceausescu (Claudiu Bleont), cuando toma la decisión de esconderse en la Embajada de los Estados Unidos en Alemania. El personaje principal está basado en Ion Mihai Pacepa, uno de los principales oficiales de inteligencia de Rumania que desertó en 1978. El ex-agente se hizo conocido sobre todo después de que se publicara en Estados Unidos su libro Programmed to Kill: Lee Harvey Oswald, the Soviet KGB, and the Kennedy Assassination (2007), en el que defendía la teoría de que John F. Kennedy fue asesinado por orden de la KGB. Pero las creadoras cuentan una historia de ficción que sin embargo tiene paralelismos con la propia experiencia del agente rumano, quien también permaneció varios días en la Embajada norteamericana de Bonn en Alemania Occidental. Esta decisión de ficcionar la realidad puede ser controvertida, porque posiblemente hubiera sido más interesante contar la historia real. A partir de este planteamiento, Kirsten Peters y Adina Sǎdeanu elaboran una atractiva trama de espías durante la Guerra Fría que tiene todos los elementos del género adecuadamente ensamblados, pero que se sitúa mucho más cerca del tipo de personajes creados por John Le Carré que de los héroes de acción imaginados por Ian Fleming. En realidad, Victor Godenau es un protagonista ambivalente, que mantiene una relación estrecha con la KGB mientras realizar su labor de asesoramiento en cuestiones de Inteligencia al presidente de Rumanía, pero la trama personal encuentra también su lado más íntimo a partir de la relación con su familia y especialmente con su hija Ileana (Alexandra Bob). Spy/Master tiene un ritmo consistente sobre todo en la primera parte de la historia, cuando Victor Godenau se mueve entre fidelidades y traiciones a través de diferentes servicios de inteligencia, pero a veces se estanca en la segunda parte, a partir del momento en que pide asilo en la embajada norteamericana bajo la supervisión del agente Frank Jackson (Parker Sawyers). Sin embargo, se acaba construyendo una historia de espías que está influida por una perspectiva clásica y por series como A perfect spy (BBC, 1987), basada en la novela de John Le Carré Un espía perfecto (1986, Ed. Planeta), aunque las creadoras también citan a The Americans (Disney+, 2013-2018) como uno de sus principales referentes en cuanto a la descripción de una doble vida que necesariamente tienen que afrontar los espías que mantienen un entorno familiar. En este sentido destaca el trabajo del actor rumano Alec Secǎreanu, que alterna una carrera internacional en películas como Tierra de Dios (Francis Lee, 2017) y trabajos en su país como la serie RUXX (SkyShowtime, 2022), dando vida a un protagonista que tiene intereses personales más allá de sus compromisos con el entorno político, aunque finalmente siente la obligación de impedir un ataque terrorista contra las negociaciones de paz sobre Oriente Medio celebradas en Budapest. Producida por HBO Rumania y Warner Bros. Television, que ha emitido la serie en su plataforma en países como Alemania, la serie ha contado con los servicios de producción de Mobra Films, la productora del reconocido director Cristian Mungiu, ganador de la Palma de Oro en Cannes por 4 meses, 3 semanas, 2 días (2007), cuya última película R.M.N. (2022) también participó en la sección oficial del festival francés. Pero, al igual que en la serie RUXX, también producida por Mobra Films, él no ha tenido una participación directa en la historia. Aunque se trata de una producción rumana, Spy/Master está dirigida por el realizador británico Christopher Smith, responsable de la miniserie Temple (Sky, 2019), lo cual en cierta manera demuestra el tipo de producciones estandarizadas que HBO Max suele realizar en Europa, frente a otras plataformas que confían mayormente en la producción local como Netflix. Pero en todo caso el realizador le imprime un tono adecuado de thriller de espías clásico que se sostiene sobre un guión bien elaborado y un plantel de actores sólidos. Mucho más consistente que otras series que han abordado el género en los últimos meses, en este caso hay una cierta aceleración en los dos últimos episodios, como si la conclusión no acabara de encajar del todo con el resto de la trama. Pero Spy/Master es una muestra muy sólida de un tipo de historias que, aun utilizando elementos tradicionales, puede conseguir resultados muy satisfactorios, manteniendo el suspense durante toda la temporada. Aunque está planteada como una miniserie, las guionistas no se cierran ante la posibilidad de continuar una historia que tiene todavía cosas que contar.

Estrenada en la edición de 2022 de Canneseries, esta producción belga escrita por Willem Wallyn (1960, Bélgica) hace un recorrido por los acontecimientos que se desarrollaron entre 1982 y 1985 cuando una banda que posteriormente se conocería como "los asesinos de Brabante" o La banda de Nivelles, provocó el caos en la provincia de Brabante con diversos ataques a supermercados en los que no parecía haber un interés especial en robar dinero sino una intención clara de sembrar el pánico. Aunque el caso quedó si resolver después de que la banda dejara de actuar, se inició una comisión de investigación en cuyos resultados se ha basado el guión, que se decanta por una teoría nunca demostrada pero que han adoptado determinadas investigaciones en torno a los ataques. Se ha hablado de una serie de actuaciones del crimen organizado para ocultar asesinatos selectivos, pero también de una conspiración protagonizada por la propia policía. Willem Wellyn, director y guionista de la película All of us (2019), utiliza recuerdos de su juventud en los años ochenta para elaborar un retrato muy certero de una época y de un ambiente violento y abusivo dentro de las fuerzas policiales. Aunque la serie iba a constar de diez episodios y estaba protagonizada por cuatro personajes principales, finalmente uno de ellos se eliminó para focalizar más el punto de vista y la serie se quedó en solo ocho episodios. De hecho, el tercer vértice, Vicky Verhellen (Mona Mina Leon) también es el que está menos desarrollado, habitualmente vinculada a Marc De Vuyst (Tijmen Govaerts) quien, junto a su amigo Franky (Aimé Clayes), hermano de Vicky, se alista en la policía para descubrir que sus ideales de justicia y defensa de los ciudadanos están alejados de la realidad.
Quizás no hubiera hecho falta que 1985 (Filmin, 2022) siguiera exactamente los acontecimientos que ocurrieron en la realidad, a los que se hace continuas referencias comparándolos con imágenes de archivo al final de cada episodio. Porque en este caso funcionan mejor los elementos de ficción que tienen que ver con la interrelación de Marc y Franky dentro de unos cuerpos de policía corruptos y abusivos, que el propio vínculo con unos hechos reales de los que finalmente no se conocen los detalles exactos. Porque ante todo se trata de un excelente thriller que ejecuta con especial eficacia el progresivo distanciamiento de dos amigos que se ven contagiados por la corrupción y las intrigas entre diferentes sectores del cuerpo policial. En cierta medida, se podría haber contado la historia sin referencias directas a los hechos reales, porque como se apuntaba en algunos medios belgas, se han eliminado algunos detalles importantes, como el hecho de que la banda dejó de actuar cuando uno de sus componentes fue herido en un enfrentamiento con la policía. En la serie sin embargo se deduce que la banda de Nivelles detuvo sus ataques de una forma espontánea, una vez que consiguieron el objetivo cuya hipótesis defiende la serie.En todo caso, 1985 está dirigida con pulso firme por Wouter Bouvijn (1987, Bélgica), un joven realizador que fue alumno de cine del guionista Willem Wallyn, y que anteriormente había dirigido la miniserie El jurado (Sundance TV, 2019-2020). Con una estética muy claramente influida por Zodiac (David Fincher, 2007), a través de su estructura arriesgada que mezcla una historia de ficción con los hechos reales en episodios casi conclusivos, la propuesta se aleja de los true crime para componer una serie de personajes complejos, entre los que destaca especialmente el oficial Herman Vernaille (Peter Van den Begin), cuya rectitud no encaja del todo con las intrigas dentro de la comisaría. Se apoya en algunos aspectos técnicos sobresalientes como la fotografía opresiva de Wim Vanswijgenhoven y la espléndida banda sonora firmada por los compositores Jeroen Swinnen y David Martijn, la serie ofrece una reflexión sobre el poder y la falta de control que se traslada a una sociedad polarizada como la actual, donde los límites entre el bien y el mal parecen cada vez más difusos. Cuando la falta de seguridad proviene precisamente de quienes están encargados de ella, o cuando la violencia proviene de la propia sociedad, entonces es cuando se produce una fractura que no permite discernir la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto. Willem Wellyn hablaba en una entrevista sobre cómo le había impactado el asalto al Capitolo, y en cierta manera 1985 también plantea el peligro de que la violencia encuentre cobijo en el silencio y la complicidad de quienes teóricamente deberían condenar determinadas acciones. Lo que parece cierto es que en el caso de los asesinos de Brabante la actuación policial no fue especialmente esmerada.

La serie utiliza con habilidad la narración para introducir lentamente a personajes que comienzan a explicar partes fundamentales de la trama, y esta modificación a mitad de temporada le beneficia porque pasa de ser una historia truculenta que tiene como protagonista a una familia, a convertirse en una propuesta con ramificaciones más profundas sobre las diferencias sociales y la violencia sistemática con los campesinos. A veces intenta mantener el equilibrio con una perspectiva más centrada en el drama familiar, y la forma en que los hijos comienzan a descubrir secretos sobre sus padres, pero que acaba resultando algo sosa. Y también hay que reconocer que el nivel interpretativo no es especialmente sobresaliente, sobre todo entre los protagonistas más jóvenes. Pero el buen trabajo de dirección de Kimo Stamboel, que consigue mantener el suspense de forma constante, y un guión que esconde algunas revelaciones sorprendentes y consigue enlazar bien los giros narrativos en torno al misterio sobre quién está detrás de la maldición, logran que Sangre maldita sea una de las propuestas más interesantes dentro de un género de terror sangriento que desgraciadamente ha ido haciéndose cada vez más mojigato en las salas de cine.



Con una excelente ambientación en el Nueva York de 1979, la serie también se beneficia de un trabajo interpretativo adecuadamente ambiguo de Tom Holland, que consigue progresivamente desembarazarse de la sombra de sus papeles en películas como El diablo a todas horas (Antonio Campos, 2020) y Cherry (Anthony Russo, Jerry Russo, 2021), para componer un personaje difícil, sobre todo porque requiere de una interpretación más psicológica e interna y menos física y externa que la que hizo James McAvoy en Múltiple (M. Night Shyamalan, 2016). Es precisamente en estos episodios finales cuando la serie, desprovista ya del peso del enigma que ha venido arrastrando anteriormente, puede proponer algunas ideas interesantes sobre una sociedad poco preparada para determinados trastornos mentales, e incluso cuando también desarrolla cierto suspense en la revelación de detalles de la infancia de Danny, resultan mucho más efectivos porque ya no es el único camino que sigue la historia, sino una parte más de un planteamiento mucho más complejo. Lo que al final acaba revelando a The crowded room como una inmersión psicológica mucho más interesante de lo que prometía al principio.


Pero la historia comienza con Cootie (Jharrel Jerome), un joven gigante que está oculto por sus tíos Martisse (Mike Epps) y Lafrancine (Carmen Ejogo) para evitar que sea visto como un monstruo por la sociedad. Pero eso también provoca que el único conocimiento del mundo que tiene Cootie sea a través de la televisión, lo que ya incorpora una reflexión sobre de qué forma los medios de comunicación, y especialmente el cine y los programas han sido utilizados habitualmente como propaganda para crear narrativas interesadas. Pero cuando conoce a los jóvenes Felix (Brett Gray) y Scat (Allius Barnes), quienes le sacan de su propio mundo, comienza a enfrentarse a una realidad en la que todo es más complejo de lo que parecía a través de la pantalla. Cootie es un personaje entrañable y muy inocente que está magníficamente interpretado por Jharrel Jerome, quien debutó en el cine en Moonlight (Barry Jenkins, 2016) y se consolidó como actor en la serie Así nos ven (Netflix, 2019). Pero su incorporación a la sociedad también está salpicada de referencias a las injusticias, como el problema de la vivienda en ciudades como Oakland, donde hay más de 5.000 personas sin hogar y más de 10.000 viviendas vacantes, o en San Francisco, cuyo aumento de precios ha provocado que más de 60.000 viviendas estén vacías. Pero también el acceso a los servicios médicos para los sectores de la población más desfavorecidos acaba siendo un catalizador para una historia que, aunque se desarrolla en Oakland, se rodó en Nueva Orleans, una situación de la que no está satisfecho el director, como comentaba en el podcast Film Comment: "El problema es que Nueva Orleans ofrece más incentivos fiscales, pero cuando llegas allí hay muchos rodajes y al final todo sale más caro".
De forma que por un lado asistimos al coming-of-age de Cootie y sus encuentros románticos con la joven dependienta de una hamburguesería, Flora (Olivia Washington), cuya capacidad para moverse mucho más rápidamente que el resto de las personas se revela a través de un flashback en el episodio Paco Rabanne (T1E3) como una representación muy ingeniosa del espectro autista. Pero por otro lado, Soy Virgo contiene tantas capas narrativas que cada episodio es un descubrimiento: el personaje de Jones parece una representación del propio camino hacia el activismo que ha vivido Boots Riley, quien desde los catorce años ha participado en organizaciones comunitarias. También tiene una estética especial, que le permite el hecho de no haber utilizado efectos digitales para la representación del tamaño gigante de Cootie, haciendo uso de escenarios, miniaturas, marionetas y otros elementos, lo que le da a la serie una textura mucho más artesanal. Convertir al Héroe en un dibujante de cómics que se ha creado a sí mismo también es una forma muy sarcástica de ironizar sobre los multiversos y sus responsables. En definitiva, Soy Virgo es una serie rica en detalles, extravagante a veces pero absolutamente política que tiene el aspecto de una historia juvenil inofensiva para adentrarse en los terrenos más oscuros de nuestra sociedad.

El enfoque hacia la producción local de las plataformas de streaming para una audiencia global permite asistir al desarrollo de determinadas cinematografías como la argentina, aunque sus producciones acaben teniendo nula promoción fuera de Latinoamérica. Pero hay un empuje especial en la producción de series en formato de thriller social que se ha convertido en una seña de identidad para Argentina, representada sobre todo por historias como El marginal (Netflix, 2016-2022). En este contexto se sitúa esta serie creada por Jesús Braceras (1979, Argentina), responsable de Monzón (Netflix, 2019), biografía
del boxeador Carlos Monzón, que igualmente exploraba la violencia en el mundo del deporte, ahora centrada en la descripción de una barra brava, un grupo de seguidores fanáticos que en Argentina van más allá de los habituales hooligans violentos, porque componen una especie de mafia que controla no solo diversos aspectos en el entorno del estadio durante los partidos, sino que también ejercen una influencia amenazadora en las decisiones más importantes de la administración de clubes relativamente pequeños, especialmente en los años noventa. Esta incursión en el lado más oscuro del fútbol le permite construir prácticamente una historia de mafias, a través del enfrentamiento entre dos sectores de la barra brava del ficticio Club Atlético Libertad. El poder lo ejerce el Tío (Gustavo Garzón), secundado por sus sobrinos César (Gastón Pauls) y Polaco (Matías Mayer), hasta que otra facción consigue hacerse con el control de los negocios ilegales y la venta de drogas alrededor del equipo.El entorno del fútbol le da un carácter especial a esta historia de mafias entre los sectores más desfavorecidos, e incluso consigue reflejar con acierto las tribunas de hooligans durante los partidos locales, para construir dentro de esta historia de enfrentamiento unos personajes creíbles y complejos, especialmente en el caso de Polaco, alrededor del cual hay una subtrama relacionada con su hija Ximi (Violeta Narvay) y la madre a la que abandonó, Luciana (Candelaria Molfese), que a veces ralentiza la trama principal en episodios como Eterno amor (T1E7), pero que también sirve para describir la posición de las mujeres dentro de estos grupos marcados por la testosterona masculina, e introducir breves apuntes sobre la dificultad del desarrollo del fútbol femenino en estos ambientes principalmente patriarcales. La serie, que dirige en cinco episodios el propio Jesús Braceras y tuvo que rodarse en Uruguay por las condiciones más duras del confinamiento en Argentina durante la pandemia del coronavirus, funciona mejor en su vertiente de thriller político con apuntes sociales, y tiene algunos episodios muy contundentes como La banda del Tío (T1E1) y otros como Gato encerrado (T1E5) cuyo desarrollo humorístico es cortado de forma particularmente brutal.
Barrabrava (Prime Video, 2023) tiene la capacidad para presentarse con un ritmo lo suficientemente constante como para disfrutarse sin esfuerzo, creando personajes interesantes a los que interpretan algunos de los mejores actores del panorama argentino, como Matías Mayer, al que podemos ver en la película Un crimen argentino (Lucas Combina, 2022) o la serie Iosi, el espía arrepentido (Prime Video, 2022), y Gastón Pauls, coprotagonista de la clásica Nueve reinas (Fabián Bielinsky, 2000) y de la producción chilena El príncipe (Sebastián Muñoz, 2019). La serie funciona como un drama contundente que incorpora momentos de humor sobresalientes, incluso utilizando referencias a la película Braveheart (Mel Gibson, 1995), como una representación irónica de esa masculinidad violenta que caracteriza a este entorno de seguidores de un equipo que ha convertido los negocios ilegales en una forma de supervivencia: "Somos como un perro callejero cagado de hambre que de pronto encuentra un hueso", dice el narrador Oveja (Miguel Ángel Rodríguez). Como en Monzón, la serie refleja bien estos barrios marginales y en cierta medida transcurre en un entorno que resulta asfixiante, con espacios interiores y fotografia nocturna. Aunque algunas subtramas desequilibran el ritmo, encuentra siempre la mejor fórmula para elaborar un thriller particularmente efectivo.

La serie se adentra en las consecuencias que para una familia tuvo una noche dramática y la forma en que desmanteló la aparente estabilidad en la que vivían, explorando la psicología de los hermanos, especialmente la relación entre Julien (Patrick Hivon) y Mireille (Julie LeBreton), quien se distanció de la familia durante años. Pero también del hermano menor Elliot (Xavier Dolan), entregado a un círculo vicioso de adicciones y en menor medida de Denis (Éric Bruneau), el único que parece haber conseguido una mayor estabilidad. Todos se enfrentan a sus propios recuerdos tras la muerte de su madre Madeleine (Anne Dorval), quien poco antes de morir recibió una llamada misteriosa. Manejando con precisión una estructura que mantiene el misterio proporcionando breves apuntes de la verdad de forma progresiva, Xavier Dolan se apoya en los primeros planos, en una espléndida fotografía granulada de André Turpin, colaborador habitual suyo y de Denis Villeneuve, y en una entrega absoluta al drama de profundidad psicológica para construir una excelente narrativa que nunca abandona un estilo muy cinematográfico, como en la primera aparición de Mireille, apoyada por unas cuerdas rotundas. Fue precisamente Villeneuve quien le presentó a Hans Zimmer cuando estaba buscando un músico tras el abandono del compositor que había sido contratado, y junto a David Fleming ha creado otro de los elementos esenciales de la serie, una banda sonora poderosamente dramática que recuerda a sus primeros trabajos. La noche que Logan despertó se convierte así en una de las mejores propuestas del director, y además consolida una trayectoria muy notable de Filmin en un año en el que viene ofreciendo algunas de las mejores series producidas en los últimos meses.

Generalmente, las series creadas por George Kay necesitan un cierto grado de entrega por parte del espectador a historias que utilizan resortes que por momentos cruzan la línea de la verosimilitud, pero una vez se apuesta por ellas acaban siendo satisfactorias en la mayor parte de los casos. Junto a Jim Field Smith, George Kay creó la serie centrada en interrogatorios Criminal (Netflix, 2019-2021), que después se convirtió en una franquicia producida en diferentes países, y fue el responsable de la idea original de Lupin (Netflix, 2021-), un encargo de Gaumont pensado para ofrecer un personaje a la medida de la estrella francesa Omar Sy. También fue guionista de la miniserie Litvinenko (Movistar+, 2022), que convirtió la historia real del asesinato de Alexander Litvinenko en una especie de trama de detectives aburrida, dirigida también por Jim Field Smith. En el caso de Secuestro en al aire (Apple tv+, 2023), hay muchas trampas (empezando por calificarla como una serie "rodada en tiempo real") y desequilibrios, especialmente en las secuencias que se desarrollan en tierra, pero su construcción como una especie de bomba de relojería en la que la tensión aumenta gradualmente, siguiendo la estela de la clásica 24 (Disney+, 2001-2010), es lo suficientemente convincente como para lograr mantener el suspense durante las aproximadamente seis horas que dura en su totalidad. Lo cual es un logro importante, porque de hecho Kiefer Sutherland ha intentado reproducir el éxito de su serie más conocida con Rabbit hole (SkyShowtime, 2023-) y no salió bien, porque la inverosimilitud de la historia y sus giros era incluso demasiado exagerada dentro de la propia inverosimilitud de su planteamiento. Pero en este caso se utilizan los elementos más clásicos del subgénero de secuestros en aviones para elaborar una trama que está decidida a crear tensión aunque sea sin profundizar demasiado en los personajes ni en las situaciones.
Tan es así, que la serie no pasa demasiado tiempo presentando a los personajes, dando solo algunos apuntes familiares del protagonista Sam Nelson (Idris Elba), para entrar directamente en la captura del avión que cubre el trayecto Dubai-Londres por parte de un grupo de secuestradores encabezados por Stuart Atterton (Neil Maskell), quienes afortunadamente en este caso no introducen el recurrente elemento islámico en sus motivaciones. La propuesta tiene claro lo que pretende y lo hace de una forma lo suficientemente consistente, aunque a veces resulte algo frustrante que su condición de tensión cronometrada se deje por el camino algunos apuntes que no están suficientemente desarrollados, como el conflicto internacional que se produce cuando el avión cruza el espacio aéreo de Rumanía en Not responding (T1E4). Es una idea interesante sobre dónde está la responsabilidad de resolver un secuestro, si en el país al que pertenece el avión secuestrado y la mayor parte de sus pasajeros o en aquel que está siendo atravesado por el avión y por tanto posiblemente amenazado. Pero en realidad el planteamiento se usa solo para crear un episodio de tensión sin demasiadas profundidades. En términos generales, Secuestro en el aire es más convincente precisamente en el aire, incluso con los continuos intentos de boicotear los objetivos de unos secuestradores bastante blandos, por otro lado, que en la sección diplomática que se reproduce en tierra y la subtrama de suspense que también se desarrolla alrededor de algunos personajes. Pero el guión sabe aprovechar el tiempo, con episodios que van desde los 46 minutos hasta los 50 minutos que dura la mitad de ellos, los más elaborados como el tenso Draw a blank (T1E3) o el penúltimo Comply slowly (T1E6), que introduce el giro de guión más sorprendente de la historia. De hecho, son junto al episodio final los que están dirigidos por el co-creador Jim Field Smith, lo que muestra claramente dónde se encuentran los puntos fuertes del guión. Estrenada hábilmente en verano como un entretenimiento sin complicaciones, Secuestro en el aire acierta en su concepto y generalmente en su desarrollo, construyendo otro de esos personajes que Idris Elba sabe elaborar con la presencia adecuada.
Quizás por eso resultan más interesantes los dos episodios finales, que se desarrollan en 2007 y se centran en la persecución de Imad Mughniyeh, y en los que especialmente en The finding (T1E4) prácticamente no hay entrevistas, entre otras cosas porque casi ningún ex-agente de los servicios secretos puede hablar sobre un asesinato del que oficialmente ni Estados Unidos ni Israel han reconocido su autoría. En 2015, sin embargo, un reportaje de The Washington Post señalaba directamente a la CIA y el Mossad como responsables de la muerte de Imad Mughniyeh (The Washington Post, 30/1/2015), que es la tesis que sostiene esta producción de Showtime, aunque apoyándose en personajes ficticios. Pero la ausencia de los entrevistados permite enfocarse mejor en la trama y elaborar un ejercicio de tensión y suspense muy interesante, aunque quizás la actriz de origen saudí Dina Shihabi no sea la más adecuada para este tipo de personajes. Ghosts in Beirut es una muestra muy sólida de cómo elaborar un docudrama de corte político que se apoya además en una excelente banda sonora del español Fernando Velázquez (1976, Getxo), en la que es, al margen de sus colaboraciones con J.A. Bayona, su primera incursión en una producción norteamericana. Las entrevistas a veces estorban en su desarrollo y toma algunas decisiones poco acertadas, como la tópica humanización del terrorista elaborando una historia de amor que protagoniza la siempre acertada Zineb Triki, espléndida en su participación en Oficina de infiltrados (Canal+, 2015-), pero que es un recurso algo superficial. Sin embargo, como thriller político que apunta directamente a las agencias secretas de Estados Unidos e Israel como organizaciones que funcionan como auténticos grupos terroristas cuando pretenden alcanzar sus objetivos al margen de los circuitos oficiales, es ciertamente solvente.

En este sentido, Blackport es para Islandia algo así como El tiempo de la felicidad (Filmin, 2020-) para Noruega, una serie que construye una ficción a partir de acontecimientos históricos relevantes para el país. La serie está creada por los tres protagonistas, actriz y actores reconocidos en su país, y fundadores de la compañía de teatro independiente Vesturport que se ha ido consolidando como una de las más relevantes de la escena islandesa. El más conocido internacionalmente es Björn Hlynur Haraldsson, al que hemos visto en series como Fortitude (Sky, 2015-2018) y Atrapados (RÚV, 2015-), y películas como Lamb (Valdimar Jóhannsson, 2021). Blackport es una serie que construye acertadamente unos personajes retorcidos que utilizan todo tipo de estrategias para conseguir sus objetivos, pero al mismo tiempo resultan atractivos para el espectador, envueltos en una cierta melancolía existencial, en un entorno que resulta depresivo. Y sin embargo se trata de una comedia, con un tono de humor muy escandinavo, cortante y a veces absurdo, que podemos reconocer en directores como el finlandés Aki Kaurismäki. Cuentan los creadores y directores de la serie, que después de ganar el Gran premio en la Competición Internacional en Series Mania, donde se presentaron solo los dos primeros episodios, decidieron reescribir parte del guión y volver a rodarlos: "Nos miramos entre nosotros y pensamos: Hmmm, esto no está bien. Así que decidimos rodar un comienzo completamente diferente". Es el privilegio de ser tres de las personalidades más reconocidas en el audiovisual islandés. Aunque está confirmado que RÚV tiene la intención de producir una segunda temporada, por el momento los tres creadores de la serie han ocupado este año en la producción de la miniserie de cuatro episodios Vigdís (RÚV, 2023), basada en la vida real de Vigdís Finnbogadóttir, ex-presidenta de Islandia y la primera mujer del mundo elegida democráticamente como jefa de gobierno. La miniserie, cuyo rodaje comenzará en otoño, está protagonizada por Nína Dögg Filippusdóttir y co-dirigida por Björn Hlynur Haraldsson.

El resort tiene algunas flaquezas, pero es una historia impredecible y entretenida, que en esta aventura protagonizada por la pareja de turistas recuerda a veces a algunas películas de los años ochenta como Tras el corazón verde (Robert Zemeckis, 1984), en la que la comedia y la química entre los protagonistas funciona perfectamente, e incluso incorpora alguna referencia a Indiana Jones en el aspecto físico de Murray en la trama actual. Cuenta Andy Siara que la idea se fue desarrollando cuando encontró un antiguo móvil suyo en el garaje de su casa y comenzó a mirar fotos aún guardadas de su juventud que ni siquiera recordaba que había tomado, lo que le llevó a explorar qué tipo de información podían desvelar esas imágenes sobre su pasado. Esta reflexión sobre el paso del tiempo, y en cierta manera sobre la manera en que se puede trascender, es uno de los temas de una serie que fue pensada primero como un largometraje. Pero no se siente alargada en sus ocho episodios de 30 minutos, centrándose en dos relaciones de pareja en diferentes épocas que coinciden en su momento de crisis, marcado en el caso de Emma y Noah por un hecho trágico que supuso la brecha definitiva para su progresivo distanciamiento. La serie funciona bien en su creación del misterio, pero también en su recorrido por un sentido del humor absurdo que, para los que hayan visto Palm Springs, resultará reconocible. Y aunque la química entre Cristin Milioti y William Jackson Harper funciona singularmente bien, la actuación de Luis Gerardo Méndez, actor mexicano al que hemos visto recientemente junto a Miguel Ángel Silvestre en Los enviados (SkyShowtime, 2021-), les eclipsa en muchas ocasiones. Pero hay otros momentos destacados como una hilarante intervención del actor portorriqueño Luis Guzmán en el episodio de impronunciable título Hünch Fò Llub Seeth (T1E6), dirigido por Rania Attieh y Daniel García, directores de los largometrajes Recommended by Enrique (2014), H. (2014), que participó en el Festival de Sundance, e Iniciales S.G. (2019). El resort es una propuesta entretenida que a veces puede ser irregular pero que generalmente consigue el equilibrio adecuado entre la aventura, el humor absurdo y la ciencia-ficción. ______________________________________
Películas mencionadas:
Tierra de Dios se puede ver en Filmin, Movistar+ y Prime Video.R.M.N. se puede ver en Movistar+. Zodiac se puede ver en HBO Max y Movistar+. Headhunters se puede ver en Prime Video. Monstruos internos: Las 24 caras de Billy Milligan y Fragmentos de mujer se pueden ver en Netflix. Johanna se puede ver en dafilms.com y Filmin. Múltiple se puede ver en Movistar+, Netflix, Prime Video y SkyShowtime.A la caza de Bin Laden se puede ver en HBO Max.Un crimen argentino, Iniciales S.G., Nueve reinas y El príncipe se pueden ver en Filmin. Palm Springs se puede ver en Filmin, Movistar+ y Prime Video.
