
MEJOR SERIE CON GUIÓNBronca (Netflix, 2023)Dreaming whilst black (Paramount +, 2023)Soy virgo (Prime Video, 2023)Jury duty (Prime Video, 2023)Slip (Roku, 2023)
MEJOR SERIE DOCUMENTALDeadlocked; How America shaped the Supreme Court (Paramount+, 2023)Dear mama (Disney+, 2023)Murder in big horn (Showtime, 2023)Juventud robada: Secta en el campus (Disney+., 2023);Wrestlers: Lucha libre, pasión y sacrificio (Netflix, 2023)MEJOR INTERPRETACIÓN PRINCIPALEmma Corrin - Asesinato en el fin del mundo (Disney+, 2023)Dominique Fishback - Enjambre (Prime Video, 2023)Betty Gilpin - Mrs. Davis (HBO Max, 2023)Jharrel Jerome - Soy virgo (Prime Video, 2023)Zoe Lister Jones - Slip (Roku, 2023)Bel Powley - Una pequeña luz: protegiendo a Ana Frank (Disney+, 2023)Bella Ramsey - The last of us (HBO Max, 2023-)Ramón Rodríguez - Will Trent: Agente especial (Disney+, 2023)Ali Wong - Bronca (Netflix, 2023)Steven Yeun - Bronca (Netflix, 2023)MEJOR INTERPRETACIÓN DE REPARTOMurray Bartlett - The last of us (HBO Max, 2023-)Billie Eilish - Enjambre (Prime Video, 2023)Jack Farthing - Rain dogs (HBO Max, 2023)Nick Offerman - The last of us (HBO Max, 2023-)Adina Porter - The changeling (Apple tv+, 2023-)Lewis Pullman - Cocina con química (Apple tv+, 2023)Benny Safdie - The curse (SkyShowtime, 2023)Luke Tennie - Terapia sin filtro (Apple tv+, 2023)Olivia Washington - Soy virgo (Prime Video, 2023)Jessica Williams - Terapia sin filtro (Apple tv+, 2023)MEJOR INTERPRETACIÓN NUEVAClark Backo - The changeling (Apple tv+, 2023-)Aria Mia Loberti - La luz que no puedes ver (Netflix, 2023)Adjani Salmon - Dreaming whilst black (Paramount+, 2023)Keivonn Montreal Woodard - The last of us (HBO Max, 2023-)Kara Young - Soy virgo (Prime Video, 2023)Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Posiblemente esta es una de las comedias más sólidas y bien engrasadas de la BBC, ese espacio de relajación para el espectador que parte de una idea excelente que se desarrolla con absoluta consistencia a través de un grupo de fantasmas de personas que han ido muriendo en diferentes épocas en Button House, una casa señorial heredada por Alison Cooper (Charlotte Ritchie) y Mike Cooper (Kiell Smyth-Bynoe), una pareja a la que nunca te imaginarías que podrías encontrar en un sitio como ese. Manteniendo una solidez sorprendente, que la acercan a grandes clásicos que apetece revisitar de vez en cuando, como La víbora negra (Filmin, 1982-1983), esta serie ha llegado al final sin elementos especiales, con el episodio El último recurso (T5E6) que parece un episodio más, aunque se revela un secreto que conecta con el comienzo de la serie en ¿Quiénes creéis que somos? (T1E1), mientras una amenaza se cierne sobre Button House (en realidad, falta el especial de Navidad que concluirá definitivamente la historia). El divertido podcast Inside Ghosts (BBC Sounds, 2023) repasa cada uno de los capítulos de esta última temporada con la presentación de Nathan Bryon, que interpreta a Obi, el primo de Mike, que ha ido apareciendo desde la segunda temporada. Es un podcast (solo en inglés) muy divertido y recomendable de escuchar conforme se va viendo la temporada, en el que se comenta la razón de concluir la serie: "Podríamos haber seguido durante siete, ocho o nueve temporadas. Pero cuando decides parar, la gente ni siquiera se da cuenta de que lo haces porque en ese momento te sientes como parte del mobiliario", comenta Mathew Baynton, guionista e intérprete del personaje de Thomas. Ben Willbond, guionista e intérprete del Capitán, revelaba que dejar la historia de la muerte de su personaje para el episodio Carpe Diem (T5E5) fue una decisión prevista desde el principio porque era el que necesitaba más tiempo para contarla a sus compañeros fantasmas. Cada temporada hemos visto cómo han muerto cada uno de ellos, y en esta última se revelan las muertes de Kitty (Lolly Adefope) y el Capitán (Ben Willbond). También contaba que ha habido siempre ideas sobre introducir un nuevo fantasma, y el que más cerca estuvo fue el de un monje borracho, pero finalmente decidieron mantener el grupo.
En realidad, el final de Fantasmas (Movistar+, 2019-2023) es una puerta abierta a poder retomar la historia en cualquier momento, y quizás podamos encontrar a estos personajes cada año por Navidad, porque sus episodios especiales son uno de los grandes éxitos de la programación navideña de la BBC (el de 2022 fue visto por seis millones de espectadores en Gran Bretaña). El de este año, titulado Un regalo de Navidad (T5E7) está planteado, según Martha Howe-Douglas, guionista e intérprete de Lady Fanny Button, como un homenaje a una serie que ha conseguido mantener siempre un equilibrio entre ciertos momentos de humor absurdos y una calidez que convierte a cada personaje en un elemento esencial. La historia al fin y al cabo habla del concepto de familia, la que no hemos elegido, como Alison no eligió tener la capacidad de ver a estos habitantes sobrenaturales de la casa. Incluso el comienzo de la temporada, Inocentes (T5E1) juega con la posibilidad de que la protagonista no posea esta percepción, lo que hace que la mansión parezca solitaria y desolada. En general, la serie ha mantenido un buen equilibrio entre los personajes espectrales (a los que se les puede sacar más humor) y los vivos, sobre todo la pareja formada por Mike y Alison, que esta temporada tienen algunos momentos sobresalientes, como cuando ella trata de gastar una broma a los fantasmas mientras él recibe la visita de una compañía de seguros en Inocentes (T5E1) o cuando ambos se preparan para una noche de fiesta que no se desarrolla como pensaban en Carpe Diem (T5E5). Puede ser un humor algo tonto, pero se reafirma en el mérito de mantenerse estable, sobre todo si se la compara con el remake norteamericano Fantasmas (Movistar+, 2021-), que traslada la historia con más altibajos. También es cierto que, mientras la versión británica se beneficia de temporadas cortas de seis episodios, la estadounidense debe asumir la dinámica de las sitcom en los canales lineales con dieciocho episodios. El estreno de la tercera temporada está previsto para febrero de 2024, mientras CBS acaba de estrenar en Estados Unidos la serie original. La temporada final incluye algunos momentos importantes para el conjunto de la serie, como el flashback de la muerte del Capitán, a un nivel conmovedor que está a la altura de la partida del personaje de Mary (Katy Wix) en el episodio Gone gone (T4E4), o la forma de descubrir lo que hay debajo del intrincado peinado de Lady Fanny. Fantasmas (Movistar+, 2019-2023) termina aclarando algunos aspectos de las relaciones entre los personajes, aunque se mantiene casi como una temporada tradicional, que podría continuar en cualquier momento. Dejar que la serie concluya sin que se sienta demasiado prolongada y agotada es una decisión inteligente, aunque deja a los espectadores con ganas de más.
De forma que la historia se centra por fortuna en los protagonistas conocidos, y la más interesante es la de Margo Madison (Wrenn Schmidt), que lleva una vida clandestina y monótona en Moscú, hasta que diversas circunstancias le hacen adquirir una mayor relevancia. Por mucho que la Unión Soviética ganara la carrera espacial, la representación de Rusia sigue siendo tan gris y oscura como es habitual, en las escenas que fueron rodadas por primera vez fuera de Los Angeles, concretamente en Bulgaria. Para toda la humanidad (Apple tv+, 2019-) siempre ha sido más interesante en su planteamiento como ciencia-ficción que en los dramas personales que plantea, por lo que la incorporación del nuevo personaje Miles Dale, interpretado por el protagonista de Servant (Apple tv+, 2019-2023) Toby Kebbell, como un trabajador que aspira a mantener a su familia aceptando trasladarse al asentamiento de Marte para encontrarse con una realidad decepcionante, es un elemento interesante porque tiene menos relación con los dramas familiares que con la propia esencia de una ciencia-ficción ligada a problemáticas sociales. Se trata de un personaje que aspira a permanecer varias temporadas más, según indicaban los creadores en una amplia entrevista reciente (Collider, 27/10/2023). Y plantea la posibilidad de que los viajeros espaciales sean cada vez menos ingenieros y científicos, sobre todo cuando se consigue reducir drásticamente la duración de los viajes: un día hasta la luna y un mes hasta Marte.
Manteniendo la estructura de un comienzo potente con especial énfasis en la acción, la serie propone planteamientos interesantes sobre el desarrollo de una minería en asteroides, con una misión central que abarca parte de la temporada en torno al asteroide Kronos, rico en minerales. Y es en este terreno en el que se mueve con especial solidez, por ejemplo cuando propone un progresivo descontento de los trabajadores en el momento en que cambian las condiciones de sus contratos en Leningrado (T4E6), o cuando se acerca a las negociaciones entre NASA, Rocosmos, Helios con Corea del Norte, Japón, Francia, Italia y Reino Unido uniéndose a la Alianza M-7. El nuevo director de vuelo de la NASA, Eli Hobson (Daniel Stern) y la responsable de Star City en Rusia Irina Morozova (Svetlana Efremova), dos personajes que pueden ser algo instrumentales y poco elaborados dentro del habitual contexto de la serie, tendrán que hacer frente a una posible huelga en el ya no tan "happy valley". Más allá de la representación de héroes o villanos, Para toda la humanidad hace un buen trabajo en la transmisión del sentido de comunidad y colaboración planetaria, aunque para que esto sea creíble haya tenido que inventar una realidad paralela. Planteada con un arco narrativo de siete temporadas, en el que alcanzarían una actualidad alternativa, todavía no está confirmada oficialmente la quinta, debido a los retrasos por las huelgas de escritores y actores, pero la serie mantiene un nivel elevado en una cuarta temporada en la que comienza a tener problemas para justificar la presencia de los personajes principales.
Los tres primeros episodios están dirigidos por Jennie Darnell, que ha trabajado con Jed Mercurio en Line of duty y en la adrenalínica Trigger Point: Fuera de control (Movistar+, 2022), lo que aporta un ritmo creciente en un primer episodio en el que se plantean todas las presiones que recibe Lexie Noble, a quien la policía financiera también quiere utilizar como infiltrada en los negocios sucios de Carl Morris. Pero la serie tiene un tono mucho más tranquilo, aunque intenta colocar en cada episodio a Lexie en medio de alguna situación tensa, bien sea a través de las amenazas del mafioso, bien a partir de los contactos que establecen los investigadores. Hay constantes giros de guión, no todos verosímiles, como para que los seis episodios de Payback (BritBox, 2023) se desarrollen sin prisas, pero sin grandes pausas. Morven Christie, habitual de los policíacos británicos como The bay (ITV, 2019-) o Grantchester (Filmin, 2014-2023) y protagonista del drama de Peter Cattaneo The A word (BBC, 2016-), consigue mantener al personaje principal en un estado de confusión por los descubrimientos que hace sobre su marido, pero con un arco que la irá transformando en una madre que necesita mantener a sus hijos fuera del alcance de las amenazas que la rodean. Esta transformación mantiene el interés de la historia, apoyada también en un amenazante Peter Mullan, habituado a personajes antagónicos, y un reparto de secundarios solventes que incluye a Steven MacKintosh, quien interpreta a la mano derecha de mafioso, o Derek Riddell, al que hemos visto recientemente en Cadáveres (Netflix, 2023).
Payback es, como decíamos, otro de los dramas policiales escoceses que se han producido recientemente, junto a Shetland (BBC, 2013-), Irvin Welsh's Crime (BritBox, 2021-) o Karen Pirie (BritBox, 2022). Pero su interés principal está en que se centra en actividades financieras que podrían ser más complejas a la hora de trasladarlas a la pantalla. La historia tiene su origen como idea en un caso ocurrido hace 18 años que nunca ha llegado a resolverse, el asesinato de un banquero escocés en la puerta de su domicilio. La guionista Debbie O'Malley ha afirmado en varias entrevistas que "lo que se quedó en mi pensamiento fue la imagen de la esposa que estaba en la casa, bañando a sus hijos, y cómo de pronto encuentra a su marido muerto en la puerta, haciendo que su vida cambie de manera radical". La idea de enfrentar a una mujer normal con una organización criminal se convierte en el elemento esencial de una serie que tiene como principales referentes los thrillers de los años setenta y en especial la forma de abordar temas relacionados con la vigilancia, de ser observados y al mismo tiempo ser observadores, y que reconoce la influencia de películas como La conversación (Francis Ford Coppola, 1974).
Alrededor del juicio, la serie ofrece una detallada representación de un país que se recupera de forma sorprendente, abierto a los nuevos avances tecnológicos que a veces pueden llegar a ser abrumadores. Cuando la madre de Eva recibe una lavadora que le permitirá tener más tiempo libre, ella solo consigue decir: "Todo está cambiando. No puedo seguir el ritmo". Pero los cambios vienen acompañados de los recuerdos y de un pasado que pesa tanto como el futuro que parece avanzar demasiado rápido. A pesar de sus cinco episodios de casi una hora de duración, La casa alemana mantiene una tensión constante, apoyándose en personajes secundarios que tienen subtramas robustas, como el fiscal David Miller (Aaron Altaras), que se aferra al comienzo de una relación con una prostituta como forma de evadirse del juicio (hasta que descubre que algunos de sus clientes son ex-oficiales de las SS), y que se derrumba psicológicamente en El lugar (T1E4) cuando acude junto a los miembros del tribunal a una visita al campo de exterminio de Auschwitz. Cuando en El veredicto (T1E5) el abogado defensor trata de llevar su estrategia hacia la falta de testigos que puedan dar testimonios directos, pregunta: "¿Dónde están los testigos que estuvieron frente a frente con el acusado?", recibiendo una respuesta improvisada entre el público: "¡Están todos muertos!". Perjudicada por una intención de ser excesivamente rigurosa, aunque Eva Bruhns es un personaje de ficción, lo que a veces difumina los elementos emocionales, La casa alemana ofrece una perspectiva diferente sobre la posguerra y el olvido intencionado.

Esta propuesta que nos llega nuevamente se encuentra entre las series policiales más interesantes de los últimos años, pero a pesar de estar producida por dos nombres tan reconocidos como Robert Redford y George R.R. Martin, Dark winds (AMC+, 2022-) no ha tenido la resonancia que se podría esperar. Pero consigue en su segunda temporada dirigirse hacia un estilo más sólido como historia de género negro sin depender tanto, aunque sigue siendo un factor importante, de los elementos indígenas, para acercarse más a una especie de True detective (HBO Max, 2014-) en sus mejores momentos. El escritor Tony Hillerman (1925, Oklahoma-2008, Alburquerque) desarrolló entre 1970 y 2006 dieciocho novelas en las que estaban presentes sus personajes principales, los policías navajos Joe Leaphorn y Jim Chee, primero como secundarios, después como protagonistas en solitario y posteriormente como compañeros de investigación a partir del libro Skinwalkers (1986). Robert Redford compró los derechos de las novelas y durante algunos años ambos personajes fueron interpretados por diferentes actores como Fred Ward y Lou Diamond Phillips en Tempestad en la llanura (Errol Morris, 1991), y Wes Studi y Adam Beach en la miniserie Skinwalkers: The Navajo mysteries (PBS, 2022) y las tv movies A thief of time (Chris Eyre, 2003) y Coyote waits (Jan Egleson, 2003). Pero la mejor adaptación de ambos la hizo Graham Roland para esta serie, basándose en la novela Listening woman (1978), que curiosamente todavía no había incorporado al personaje de Jim Chee. La propuesta por tanto es una inspiración que toma elementos de las diferentes historias escritas por Tony Hillerman para reinterpretar las narrativas originales. De hecho, esta segunda temporada amplía el desarrollo de El pueblo de las sombras (1980, Ed. Grijalbo), que fue la que protagonizaron por primera vez los dos policías navajos, y donde los elementos místicos se hacen más evidentes. La historia comienza con ambos personajes separados: Joe Leaphorn (Zahn McClarnon) continúa ejerciendo como sheriff en la reserva india de Kayenta, Arizona, mientras que Jim Chee (Kiowa Gordon) ejerce ahora como investigador privado, lo que permite a la historia dividirse en dos tramas que llevan a ambos a diferentes caminos, pero que lógicamente acabarán uniéndose. Mientras que el segundo se adentra en un caso de corrupción, el primero se enfrenta a uno de sus mayores traumas cuando tiene que perseguir al sociópata Colton Wolf (Nicholas Gordon), un asesino tan implacable e inquietante como Anton Chigurh (Javier Bardem) en No es país para viejos (Ethan Coen, Joel, 2007). Su caza se convertirá en un asunto personal para Leaphorn, relacionado con un evento del pasado, especialmente en el sangriento episodio The march (T2E4), dirigido por Michael Nankin, que adopta un tono de western similar al de otras series en las que ha trabajado el director, como El pájaro carpintero (Showtime, 2020) y Billy el niño (Movistar+, 2022). Uno de los aspectos más interesantes de la serie es el protagonismo de la agente Bernadette Manuelito (Jessica Matten), y quizás por eso resulta algo decepcionante que en esta segunda temporada se reduzca su presencia. Manuelito fue un personaje secundario en las novelas de Tony Hillerman que cobró mayor presencia cuando su hija Anne Hillerman (1949, Oklahoma) continuó las historias escritas por su padre. Y desde la primera de sus novelas, Spider woman's daughter (2013), dejó en un segundo plano a Leaphorn y se centró en Chee y Manuelito. Al final de esta segunda temporada se intuye que en la tercera, que ya ha sido confirmada, el personaje femenino volverá a tener mayor protagonismo. En contraposición, adquiere más relevancia una subtrama sobre Emma Leaphorn (Deanna Wilson), la esposa del jefe de policía, que tiene una conexión más clara con las tradiciones de las tribus navajas, cuando ayuda a Sally Growing Thunder (Elva Guerra) en su maternidad, lo que permite que la serie desarrolle una variedad de comentarios sociales sobre la esterilización forzada de las mujeres en las comunidades indias y sobre los traumas persistentes de la colonización. Como cuando Joe Leaphorn recuerda que su tatarabuelo participó en la marcha hacia Fort Sumner, una reserva donde el ejército norteamericano reubicó a 9.000 indios, pero sin las condiciones necesarias de salubridad: "Después de haber sobrevivido al hambre y el frío, mi tatarabuelo murió después de comer las raciones podridas que les dieron los soldados. Los monstruos no son nuevos". Es en estos aspectos en los que Dark winds aporta una mayor profundidad, en línea con la otra gran serie sobre indígenas, Reservation dogs (Disney+, 2021-2023), cuya última temporada también se estrena este mes, y con la que comparte el excelente talento interpretativo de Zahn McClarnon. Pero, en su perfil de género policíaco con elementos místicos, la serie consigue momentos muy logrados a la hora de crear una atmósfera de suspense, como en la amenaza de Colton Wolf en un hospital durante el episodio Antigonish (T2E3), dirigido también por Michael Nankin, que casi adquiere un tono de película de terror. El título proviene del poema "Antigonish" (1899), escrito por el educador Williams Hughes Mearns y basado en el relato de un fantasma que deambulaba por las escaleras de una casa encantada. Dark winds amplía su reflejo sobre la inevitabilidad y sus protagonistas no tratan de entender todo lo que ocurre a su alrededor, sino que lo aceptan con la sensación de que hay aspectos de la vida que no se pueden explicar. Pero al mismo tiempo mejora en la construcción de una trama sólida de género policial que está entre lo mejor de esta temporada. La serie ha sido creada y escrita por Timo Varpio, responsable del thriller periodístico Enemiga del pueblo (Filmin, 2022) junto a Olli Haikka y Olli Tola, que trabajaron juntos en Ártico (Cosmo, 2018-), y cuenta por tanto con la veteranía de tres de los guionistas finlandeses de mayor éxito internacional. Aunque resulta algo decepcionante que alguna trama no termine de resolverse, dejando abierta la posibilidad de una nueva temporada, Puños de hierro consigue mezclar el sentido del humor en la descripción de una comisaría de policía en la que no hay demasiada prisa por resolver los casos, con una cierta ruptura narrativa de los thrillers policiales y al mismo tiempo la introducción de los elementos de superación personal en torno al mundo del deporte. De forma que se consigue construir una propuesta original utilizando elementos tradicionales.
La historia comienza cuando Janet Campbell (Daisy Haggard), una mujer que acaba de tener un accidente en su trabajo que le ha arrancado una mano, y Samuel Wells (Paterson Joseph), que acaba de llegar a la costa del Norte de Inglaterra para tratar de salvar su matrimonio, coinciden en la playa paseando a sus perros. Cuando uno de los animales regresa con la boca ensangrentada, ambos descubren que hay una barca varada con varios cuerpos asesinados de forma violenta y un cargamento de fajos de cocaína. La historia habla de las consecuencias que provocan determinadas decisiones, y desde luego la decisión que toman Janet y Samuel de esconder los fajos para tratar de venderlos traerá consecuencias irreparables. Por supuesto, la droga forma parte de un envío efectuado por un cártel que está liderado por un gángster francés al que llaman The Tailor (Tchéky Karyo), lo que le lleva a enviar a varios hombres para averiguar dónde ha ido a parar ese cargamento valorado en miles de libras. Lo interesante de la serie es la manera en que los hermanos Williams utilizan los principales recursos narrativos de este tipo de thrillers para mezclarlos creando una forma diferente e ingeniosa de contar las tramas. Ya comentamos que el Episodio 2 comienza con una representación de la historia en forma de obra de teatro musical ("y no demasiado buena", como apunta el narrador), mientras que el Episodio 3 se inicia con imágenes en blanco y negro que cuentan, en forma de cine noir, la historia de uno de los personajes, y el Episodio 4 utiliza la clásica estructura de partir de un hecho concreto, para contarlo desde cuatro puntos de vista diferentes. Incluso los guionistas parecen hacer referencia a algunas críticas recibidas con el final de una de sus series, The missing, cuando en el último episodio se discute el propio desenlace de esta historia: "¿Por qué están tan obsesionados con el final?", pregunta uno de los personajes. Y creando una escena postcréditos que desbarata toda la narrativa de la serie y le da otro punto de vista.
Hay un especial interés en la historia por dibujar a los personajes antagonistas de una manera más humana, lo que les hace también mucho más frágiles, incluso en el caso de The Tailor, el jefe mafioso que cuando llega al pueblo se enamora de la panadera Pat Tooth (Joanna Scanlan) gracias a sus empanadas, con el problema adicional de que ella es la madre de Ben (Ethan Lawrence), un joven agente de policía. Tchéky Karyo, que ha trabajado con los hermanos Williams anteriormente, abandona sus habituales personajes dramáticos y se divierte bastante con este malvado romántico. La serie tiene también la virtud de contar con Daisy Haggard, una actriz muy dotada para la comedia que fue la creadora y protagonista de Back to life (Filmin, 2019-2021) y la hemos visto en Bendita paciencia (HBO Max, 2020-2023). Los hermanos Williams han conseguido un juego narrativo muy notable que podría parecer que tiene demasiados elementos en el aire pero que terminan conectando con eficacia, ingenio y buen sentido del humor, aunque para espectadores aprensivos pueda ser demasiado violento ver manos aplastadas y lenguas cortadas. Boat story cuenta con participación en la producción de Amazon Freevee, donde se transmitirá en Estados Unidos y Alemania, una apuesta inusual para el canal AVoD que abre posibilidades para otras colaboraciones.
Tras conseguir a Tim un trabajo en la oficina de Joe McCarthy (Chris Bauer), del que este último es un gran admirador por su lucha contra el comunismo, ambos comienzan una relación que para Tim acabará siendo obsesiva, incapaz de librarse de sus sentimientos por mucho que Hawkins tenga tendencia a hacerle daño emocionalmente. Sus encuentros sexuales, más explícitos y realistas de lo habitual, mantienen los roles de la dominación y la sumisión, un sometimiento por parte de Tim que es paralelo a su entrega a la fe. La sensualidad que desprenden Matt Boomer y Jonathan Bailey, conocido por su participación en Los Bridgerton (Netflix, 2020-), parece natural, y el manejo de las contradicciones de sus personajes a lo largo de una historia de amor en la que nunca se pronuncia la palabra "amor", es sobrecogedora. La representación de una sexualidad violenta y sucia, también en los encuentros de cruising en servicios públicos y parques, consigue expresar la radicalidad de la relación. Pero lo interesante es el retrato de unos personajes imperfectos que a veces toman decisiones a favor de sus propios intereses. En paralelo a los protagonistas, se narra también la relación entre el periodista Marcus Hooks (Jelani Alladin), quien siempre está temeroso de ser detenido y tirar su carrera por la borda, y Frankie (Noah J. Ricketts), sobre el que se añade la transfobia de la propia comunidad homosexual. Mucho más romántica, esta relación también está marcada por los secretos y el dolor, incluso cuando Frankie reprocha a Marcus su falta de compromiso en un entorno más solidario como el San Francisco de los años 70. Aunque también se incluye una relación lésbica, hay poco espacio para las mujeres en esta historia, excepto por el excelente retrato de Lucy (Allison Williams), una esposa que conoce y acepta con dificultad los deseos sexuales de su marido.
La novela de Thomas Mallon llegó a convertirse en una ópera, Fellow travelers (2016), con música de Gregory Spears, lo que subraya una cierta épica en esta descripción de dos amantes en medio de persecuciones (en los 50) y abandonos (en los 80) contra la comunidad homosexual por parte del gobierno. La adaptación de Ron Nyswaner, ganador del Oscar por la rompedora película Philadelphia (Jonathan Demme, 1983) y guionista también de Mi policía (Michael Grandage, 2022) se detiene más que la novela en la epidemia del Sida y la falta de acción del gobierno de Ronald Reagan que provocó la muerte de miles de personas. Hay en esta crónica ambiciosa en torno a las amenazas que ha sufrido durante décadas la homosexualidad, ciertas reminiscencias de la gran Ángeles en América (HBO Max, 2003), aunque sin llegar a ser tan relevante en su construcción de una atmósfera de auténtico terror. A veces puede ser algo densa en los episodios dedicados al macartismo, prácticamente la primera mitad de la temporada, mientras que el retrato de los años sesenta con la guerra de Vietnam como trasfondo en el episodio Beyond measure (T1E6) consolida una historia de amor imposible, para desembocar en un espléndido reflejo de las consecuencias del asesinato de Harvey Milk en White nights (T1E7). Quizás con un final demasiado sentimental, aunque al menos hay que otorgarle a estos personajes algún toque de romanticismo, Fellow travelers (SkyShowtime, 2023) es un excelente drama que traza una mirada política a los momentos históricos más importantes de la comunidad gay en Estados Unidos.
Ambientada en esta ocasión en 1987, The newsreader sabe cómo desembarazarse del peligro de ser un drama sentimental, con alguna otra pareja formada dentro de la redacción y la aparición de un nuevo personaje, el cómico Gerry Carroll (Rory Fleck Byrne), que parece desestabilizar la fachada externa de la pareja principal. Pero el enfoque de la historia central se amplía hacia acontecimientos relevantes sucedidos en Australia a finales de los ochenta. Algunos pueden resultarnos algo distantes o poco conocidos, pero son utilizados hábilmente para plantear reflexiones más universales, como la masacre de Hoddle Street, un suburbio de Melbourne, ocurrida el 9 de agosto de 1987 en la que el cadete de 19 años Julian Knight mató a siete personas e hirió gravemente a otras diecinueve, en lo que se consideró la más sangrienta de la historia de Australia, y que en Personas como tú y como yo (T2E2) plantea un debate sobre la ética periodística. O la celebración del bicentenario de la llegada del capitán Arthur Phillip al Puerto de Sidney en 1788, que en La verdad hambrienta (T2E4) desarrolla cuestiones relacionadas con los derechos de los aborígenes y la innecesaria conmemoración de una invasión. Alrededor de las tramas principales de cada episodio, regresan temas como la homofobia de las instituciones durante la pandemia del SIDA, la estigmatización de las enfermedades mentales, el control de la información o la misoginia en salas de redacción, junto a cuestiones nuevas como la crisis de la heroína. En este sentido, uno de los personajes más interesantes sigue siendo el jefe de redacción Lindsay Cunningham (William McInnes), que resulta tan maleducado y conspirador que incluso provoca ternura, y que en esta ocasión tiene que lidiar con un nuevo propietario, Charlie Tate (Daniel Gillies), con una perspectiva de las noticias más comercial que realmente informativa.
Hay un gran trabajo de actores en The newsreader, y precisamente la relevancia internacional que han adquirido en los últimos meses sus dos protagonistas principales hacían albergar dudas al creador de la serie Michael Lucas de poder llevar a cabo una tercera temporada. Anna Torv ya es una actriz reconocida por series como Fringe (Prime Video, 2008-2013) y Mindhunter (Netflix, 2017-2019), pero este año participó en el espectacular éxito de The last of us (HBO Max, 2023-), mientras que Sam Reid fue el vampiro Lestat en Entrevista con el vampiro (AMC+, 2022-). Sin embargo, la cadena australiana ABC confirmó a principios de octubre pasado que se había dado luz verde a una tercera temporada, por lo que será necesario ajustar las agendas de los actores. Posiblemente una de las mejores series sobre el mundo de la televisión, The newsreader regresa con una segunda temporada que brilla al mismo nivel que la primera, que también está disponible bajo demanda en Cosmo On.
La ambiciosa adaptación que traslada a la pantalla los orígenes de Kazajistán a partir de la escisión de diversas tribus túrquicas descendientes de Gengis Khan se estrenó inicialmente como el largometraje Diamond sword (Rustem Abdrashev, 2016), pero se rodó con la clara vocación de ofrecer una versión ampliada en formato de serie de diez episodios. La historia está basada en el libro Khan Ken (1969), primer volumen de la trilogía Nómadas (1969-1973), escrita por Ilʹjas Esenberlin (1915-1983, Kazajistán), considerada una de las aproximaciones históricas más certeras en torno al nacimiento del país. Con la intención de ofrecer una visión épica, el Ministerio de Cultura aportó unos 3 millones de dólares para la producción, aunque fueron insuficientes para una serie que necesitaba el doble de presupuesto y los responsables iniciaron una campaña de crowdfunding para implicar a los ciudadanos de Kazajistán, consiguiendo casi un millón de dólares más. De forma que esta versión de casi seis horas se centra en la formación del denominado Kanato Kazajo (reino kazajo), que comenzó en 1459 cuando varias tribus uzbekas, insatisfechas con el gobierno central, fueron lideradas por los sultanes Janibek (Yerkebulan Dayirov) y Kerey (Kairat Kemalov), a los que se considera los fundadores de la actual Kazajistán. Enfrentados con el Gran Kan Shaybanshah (Doskhan Zholzhaksynov), quien intenta tenderles una trampa en La cacería del Kan (T1E2), ambos lideran a un amplio grupo de nómadas en lo que se ha denominado El gran Éxodo (T1E6), llegando hasta Mogolistán, donde se asentaron y establecieron un Estado independiente. En los últimos años otros directores se han especializado en una línea de películas históricas que tratan la formación de Kazajistán a través de sus grandes protagonistas heroicos, como Tomiris (Akan Satayev, 2019), en torno a la que es considerada reina de la estepa, o Dawn of the Great Steppe (Akan Satayev, 2022), centrada en el sultán Kasym Khan.La serie ofrece una puesta en escena suntuosa que se beneficia de los amplios paisajes de la estepa kazaja y de algunos palacios que permanecen en pie, pero sobre todo de un vestuario colorista de Sabit Kurmanbekov y Umirzak Shmanov que representa los tradicionales ornamentos de los soldados y los elaborados vestidos de las mujeres. Con la participación de varios centenares de extras, el director Rustem Abdrashev (1970, Kazajistán), conocido internacionalmente por su película El regalo de Stalin (2008), trata de ofrecer una visión épica en los enfrentamientos entre las diversas tribus nómadas, pero sobre todo en los primeros episodios se nota demasiado el presupuesto ajustado y es mucho menos espectacular de lo que quiere ser. Funciona mejor cuando se centra en las intrigas internas entre los diferentes reyes o en las maniobras de una de las esposas (Zhanar Sahat) del Kan Shaybanshah dentro del palacio, quien incluso trata de malmeter a su propio hijo contra su nieto para usurparle su futuro trono, en el episodio El gran Éxodo (T1E6). A veces la historia se ralentiza deteniéndose en demasiadas secuencias largas de soldados atravesando la estepa o de los nómadas protagonizando el éxodo que se produjo en 1465, tratando de incorporar un tono de gran espectáculo, y en algunas ocasiones hay sonoros fallos técnicos en los efectos visuales. Da la impresión de que la serie se podría haber beneficiado de una mayor concreción en los diez episodios de los que está compuesta, aunque la larga duración de los créditos iniciales y finales contribuye a que los capítulos no sean excesivamente largos. La espada de diamante (XTRM, 2017) es una serie hermosa en los aspectos artísticos y está adecuadamente interpretada por algunos de los actores más populares de Rusia, Mongolia y Uzbekistán, con una presencia algo más anecdótica de los personajes femeninos, reducidos a mujeres intrigantes en el interior de los palacios. Aunque su presencia también destaca en el campo de batalla, especialmente en los enfrentamientos con los oirates en los episodios La tierra prometida (T1E8) y El duelo (T1E9), que están mucho mejor elaborados a nivel de planificación y de espectacularidad. La serie introduce a un narrador que sirve para aclarar los hechos históricos, lo cual a veces resulta necesario, pero cuyas intervenciones parecen querer impulsar el sentimiento patriótico. La espada de diamante es una producción interesante que recupera un tono de serie histórica que últimamente no se suele encontrar de forma habitual, se beneficia de sus elementos artísticos y aprovecha en buena medida su bajo presupuesto con cierta mirada ambiciosa. Esta temporada solamente adapta la historia que se contaba en la película Diamond sword (Rustem Abdrashev, 2016), de la que posteriormente se realizó una secuela titulada Golden Throne (Rustem Abdrashev, 2019), presentada por Kazajistán como su candidata a los Oscar en 2020, que a su vez se convirtió en la segunda temporada de la serie.
Esto no es Suecia★★★★☆RTVE Play, 28 de noviembreEspaña, 2023 - 8x35'Creada por Aina Clotet, Sergi CameronEscrita por Aina Clotet, Valentina Viso, Daniel GonzálezDirigida por Aina Clotet, Mar Coll, Celia Giraldo, Sara Fantova Las dos parejas más "cringe" del año, las que se acomodan en la provocación de vergüenza ajena, posiblemente sean los personajes que interpretan Nathan Fielder y Emma Stone en The curse (SkyShowtime, 2023) y los dos protagonistas que encarnan Aina Clotet y Marcel Borràs en Esto no es Suecia (RTVE Play, 2023). Ambas parejas encajan perfectamente en la definición de pijoprogres o ecopijos, una generación que tiene una mentalidad que pretende ser solidaria (el personaje de Emma Stone con los indígenas y los hispanos en el barrio de La Española y Aina Clotet con su negocio de alfombras artesanales marroquíes), pero tergiversando los elementos de la solidaridad en su propio beneficio. En el caso de los segundos tiene más mérito porque en cierta manera Marian (Aina Clotet) y Samu (Marcel Borràs) son reflejos irónicos de la propia experiencia como padres de sus intérpretes, pareja en la vida real, que también decidieron mudarse fuera de Barcelona para educar a sus dos hijos en un entorno menos urbano y más cercano a la naturaleza. La pareja protagonista acaba de llegar a Vallvidrera, un barrio en las afueras que vive con la contradicción de estar rodeado de bosque pero al mismo tiempo verse representado por la alta Torre de Collserola, una torre de telecomunicaciones construida en 1992 que parece un monumento a todo aquello de lo que huyen Marian y Samu. Él ha renunciado a su carrera profesional para dedicarse a educar a sus hijos en casa, mientras que ella trata de poner en marcha un negocio de alfombras marroquíes elaboradas en una zona de inmigrantes, mientras se enfrentan a las inseguridades como padres y también como pareja. Marian es una mujer insatisfecha que trata de reemplazar sus decepciones con la construcción de una vida supuestamente idílica en la que quiere convertirse en la madre que nunca ha tenido, marcada por el reproche hacia la educación que le dieron sus propios padres. "¿Tú crees que se puede ser una buena madre si no has sido una buena hija?", pregunta a su amigo Curro (Iván Massagué) cuando hace una escapada en la que intenta recuperar algo de la vida despreocupada que tenía antes de tener hijos en el episodio La familia (T1E5). El título hace referencia a esa mirada de envidia que desde el Sur de Europa solemos tener hacia los países nórdicos en relación con la educación, cuyo alto grado de efectividad se muestra como un objetivo difícil de alcanzar, aunque esté lleno de tópicos y de realidades que no son exactamente como se imaginan. Marian convierte en una especie de referente a su vecina Annika (Liv Mjönes, actriz de series como Händelser vid vatten (Blackwater) (SVT, 2023)), una mujer sueca que vive con sus dos hijos y su madre Frida (Ia Langhammer), pero un acontecimiento importante la lleva a obsesionarse cada vez más con ella, sintiendo la necesidad de conocer mejor su entorno y su vida, en algo que parece cercano a un enamoramiento. Esto no es Suecia se toma a broma la tendencia a las comparaciones a partir de conocimientos parciales de la realidad de determinadas sociedades (países como Finlandia o Suecia tienen tasas de suicidios entre jóvenes muy superiores a las de España). Y en este sentido consigue mantener un equilibrio acertado entre el drama de unos padres que incluso como pareja están rodeados de dudas y la mirada satírica hacia determinados comportamientos que pueden ser discutibles por irreflexivos, aunque a veces pierde pie tratando de hacer demasiado evidentes algunas situaciones cómicas. Cada episodio de la serie está dedicado a temas como el sexo, la familia o la conciliación, y parte de un prólogo que muestra unas sesiones de terapia de padres a las que Aina Clotet y Marcel Borràs asistieron en la vida real. De hecho, la terapeuta de estas sesiones fue una de las terapeutas que tuvieron ambos en realidad, así como las madres que aparecen en estos encuentros son vecinas de los dos actores. Es un interesante planteamiento en el que se revelan determinados miedos y actitudes relacionados con la maternidad y la paternidad, como en Conciliación (T1E6) cuando las madres hablan de la dificultad de armonizar sus vidas con la responsabilidad que tienen hacia sus hijos: "Yo cuando me he divorciado, he pensado que ahora mismo lo que mejor me vendría es irme de fiesta, drogarme, no saber ni cómo me llamo y luego ponerme a llorar cinco días seguidos de la resaca. Pero no es posible, tengo que amamantar", dice una de ellas. Mezclando estas realidades con la ficción de una pareja que está mirada desde la ironía, el guión de Aina Clotet, que también ejerce la dirección creativa junto a Mar Coll, y Sergi Cameron logra que unos personajes que se distancian del espectador al comienzo por su capacidad para cometer errores continuamente, especialmente en las decisiones que toman hacia su hija Lia (Violeta Sanvisens), acaben siendo lo suficientemente cercanos como para solidarizarnos con sus dudas y sus inseguridades. Esto no es Suecia, que cuenta además con colaboraciones en papeles secundarios con un buen plantel de reconocidos actores catalanes como Nora Navas, Iván Massagué, Tomás del Estal, Mabel Ribera, Pol López o Enric Auquer, acaba siendo una comedia que, a través de un humor soterrado, plantea reflexiones profundas sobre la educación de los hijos. La serie está coproducida entre RTVE y 3Cat (donde se emite en episodios semanales a pesar de que está completa en RTVE Play) y por los canales públicos SVT (Suecia) y Yle (Finlandia), así como el canal de difusión privado NDR (Noruega).
Si a lo largo de la serie los personajes principales han sentido la necesidad de marcharse de la pequeña reserva en la que viven, esa juventud que necesita salir de su entorno para desarrollarse, Reservation dogs va situando a cada uno de ellos como una parte esencial de su entorno, con hermosos episodios de amistad como Bocata de Frankfurter (T3E6), en el que los veteranos llevan a Cheese de acampada al bosque, recuperando el espíritu de las antiguas reuniones. La implicación de la joven actriz Devery Jacobs como guionista de la serie ha ido aumentando desde la primera temporada, especialmente aportando el desarrollo de su personaje Elora, y ella es la guionista principal de El padre de Elora (T3E9), que cuenta con un invitado especial, y que supone también el reencuentro con el pasado y la confrontación de ciertas ideas preconcebidas, en un episodio que es nuevamente una reivindicación de la familia en su sentido más amplio. La huella que ha dejado Reservation dogs, especialmente en la forma que la comunidad indígena está manifestando la necesidad de contar ellos mismos sus propias historias, seguramente será relevante en un Hollywood que tradicionalmente les ha dado la espalda o les ha representado de una forma torticera. El último episodio de la serie se emitió el mismo día que terminaba la huelga de guionistas, a finales de septiembre, en cuyos piquetes se celebró un Día Nativo, lo que expresa en cierta manera el cambio que se ha estado produciendo en los últimos años. Pero sobre todo Reservation dogs se ha manifestado, como otras series recientemente concluidas de FX, en el caso de Atlanta (Disney+, 2016-2022) o Better things (Disney+, 2016-2022), como una propuesta que ha ido desplegando una libertad creativa sorprendente y desinhibida, que incluso le permite concluir el episodio Viernes de encierro (T3E4), el más relajado de toda la temporada, con una divertida toma falsa. Si al comienzo de la serie Okern era un lugar del que los amigos sentían la necesidad de escapar, el arco emocional de los personajes les ha llevado por un viaje personal hacia la madurez, y aunque algunos de ellos siguen sintiendo esa necesidad, todos están definitivamente comprometidos con el sentido de comunidad. Es la perfecta conclusión de una serie sobresaliente.
El trasfondo más interesante de esta temporada, que se coloca en paralelo a esta Casa de la Ciénaga formada por agentes "defectuosos" pero a los que la dirección central prefiere mantener controlados, es la forma en que el mundo de los espías ha cambiado en las últimas décadas. El personaje de Diana Taverner (Kristin Scott Thomas) lo describe de una forma particularmente certera en el libro: "Antes las cosas eran bastante más simples, estaba el servicio secreto y estaban los enemigos de Gran Bretaña. Ahora estamos demasiado ocupados en monitorizar las llamadas telefónicas del país entero". La línea divisoria entre enemigos y amigos se ha difuminado tanto que ni siquiera son capaces de distinguirlos, y la trama de espionaje interno y secretos que describe esta nueva historia abunda en esta idea. La serie tiene una especial habilidad para construirse como un juego divertido que al mismo tiempo deriva hacia temas más serios, como en el episodio Negotiating with tigers (T1E3). Y desemboca en una emboscada en Cleaning up (T1E5) que, junto a la presencia de Ṣọpẹ Dìrísù, nos hace pensar que estamos viendo una nueva entrega de Gangs of London, pero con sentido del humor. Aunque lo más destacado es que todos los componentes de la Casa de la Ciénaga acaban formando parte de la acción: no solo River Cartwright (Jack Lowden, que este año ha estado igualmente espléndido en la serie sobre atracos The gold (BBC, 2023-)), sino incluso con la incorporación de Roddy Ho (Christopher Chung), habitualmente pegado a la pantalla del ordenador.
La contraposición entre los diferentes caracteres de River Cartwright y Jack Lamb (en realidad, el primero es una representación joven de lo que alguna vez fue el segundo) sigue funcionando perfectamente, pero las "intrigas palaciegas" dentro del MI5, con la mayor presencia de la Directora General Ingrid Tierney (Sophie Okonedo), a la que habíamos visto en dos episodios en la primera temporada, permiten una dinámica paralela con Diana Tavernier que demuestra la veteranía de dos grandes actrices. Pero como contrapunto funcionan bien el resto de los componentes de la Casa de la Ciénaga, con Luisa (Rosalind Eleazar), recuperándose del trauma de la segunda temporada, y la pareja de espías formada por una drogadicta y un ludópata, Shirley (Aimee-Ffion Edwards) y Marcus (Kadiff Kirwan), que tienen su propia subtrama. Slow horses siempre se ha beneficiado de la escritura llena de cinismo de Will Smith (1971, Reino Unido), lo que en este sentido la acerca a las comedias paródicas que ha escrito junto a Armando Iannucci como Veep (HBO Max, 2012-2019) o Avenue 5 (HBO Max, 2020-2022), pero en este caso suele enfrentarse a los guiones en solitario. Esto permite una robustez dramatúrgica que hace que incluso cambiando al director principal cada temporada, en esta ocasión en manos de Saul Metzstein (1970, Reino Unido), responsable de algunos episodios de la popular comedia Brassic (Filmin, 2019-), la historia fluya con absoluta eficacia. El planteamiento de producción que consiste en rodar dos temporadas de forma continuada permite al final de ésta se muestren imágenes de la siguiente entrega, basada en el cuarto libro, La calle de los espías (2017, Ed. Salamandra), que comienza nada menos que con una explosión en un centro comercial.
El título original, AIDS: The unheard voices, hace referencia a unos relatos que no se habían escuchado hasta ahora, pero que tienen el interés de hablar desde el momento de la pandemia, desde el presente de una enfermedad que en aquella época estaba considerada una sentencia de muerte. También hay otro tipo de testimonios, el de los supervivientes que hablan desde la actualidad, algunos de ellos parejas sentimentales de quienes murieron, como Terry Higgins, que está considerado como una de las primeras víctimas del SIDA en Gran Bretaña. Algunos de sus amigos le recuerdan como el alma de las fiestas de Heaven, uno de los más populares locales de ambiente gay de los años ochenta en Londres, un espacio de libertad donde el sexo furtivo y las drogas eran habituales, pero recordando que en el exterior existía la posibilidad de ser arrestado, aunque la homosexualidad estuviera despenalizada desde hacía años. Narrado por el actor Russell Tovey, al que hemos visto recientemente en la serie Juice (BBC, 2023), los relatos comienzan en 1982, y muestran cómo las noticias de un extraño cáncer que estaba afectando a la comunidad gay en Estados Unidos se veían desde Inglaterra como algo lejano. A partir de la muerte de Terry Higgins, su pareja Rupert Whitaker, uno de los entrevistados del documental, creó junto a Martyn Butler un fideicomiso en su nombre que se convertiría en la primera organización benéfica para responder a la epidemia del VIH. Estructurada en tres partes bien definidas, el episodio Ignorancia (T1E1) ofrece un contexto certero que acaba con la irrupción de la enfermedad de una forma devastadora, mientras que en La generación del sida (T1E2), que comienza en 1986, se describe la manera en que el desinterés de la administración pública y la homofobia presente en los medios de comunicación contribuyeron a una desinformación que solo era contrarrestada por las organizaciones independientes cuyas centralitas estaban saturadas de llamadas telefónicas. El SIDA tuvo a los dos peores gobernantes que pudo tener en los países más influyentes: Ronald Reagan y Margaret Thatcher, cuyas ideologías conservadoras frenaron la respuesta que hubiera sido necesaria. Cuando el gobierno británico decidió lanzar una campaña de información en los medios de comunicación, lo hizo con un spot que dirigió Nicolas Roeg, quien había sido el responsable de una película de misterio y terror como Amenaza en la sombra (1973). La campaña se basaba en dos spots titulados SIDA: Monolith (1987) y SIDA: Iceberg (1987), y se concibió como una amenaza terrorífica. "Fue menos ofensiva de lo que podría haber sido, pero aún sí seguía estigmatizando. Era una campaña aterradora", comenta la activista Lisa Power.
El último episodio, Lázaro (T1E3) comienza en 1992, cuando el activismo de la comunidad LGTBIQ+ frente a la inacción del gobierno británico había desarrollado una red de información que contrarrestaba las campañas aterradoras oficiales y la homofobia de los titulares de los periódicos. Dos acontecimientos, sin embargo, cambiaron la percepción en torno al VIH: la visita en 1987 de Lady Di al principal hospital especializado en tratar a enfermos de SIDA, donde la fotografía de la princesa dando la mano a un paciente fue un salto cualitativo en la percepción que se tenía sobre una enfermedad que muchos creían que se contagiaba con el simple contacto, y también la muerte de Freddie Mercury en 1991, que mostró asimismo el alcance de la pandemia. Curiosamente, sin embargo, el gobierno de Margaret Thatcher seguía dando pasos para desarrollar leyes anti-homosexualidad, aprobando en 1988 la llamada Section 28, que prohibía la "promoción de la homosexualidad" en las escuelas, impidiendo de camino la información sobre las medidas para evitar la propagación del SIDA. "Yo estaba en mi turno de guardia viendo personas morir, y el gobierno estaba sacando una ley anti-gay en medio de todo eso", recuerda el enfermero Leigh Chislett. La llegada de los primeros tratamientos en 1995 también estuvo rodeada de controversia, especialmente por los efectos devastadores del AZT, que acabó matando a muchos enfermos. Si bien SIDA: Testimonios en primera persona puede abundar en una crónica de la epidemia que hemos visto otras veces, la utilización de las entrevistas originales le da una perspectiva diferente porque cuenta experiencias personales que no solo estaban marcadas por el dolor o el miedo, sino también por la alegría y cierto hedonismo de unas personas que se liberaban en clubes nocturnos. Y tiene momentos auténticamente emocionantes sobre cómo el ser humano pudo construir redes de solidaridad frente al desinterés y la reacción tardía de los gobiernos.
La historia comienza adoptando dos puntos de vista irán convergiendo conforme se desarrolla: por un lado, las actividades de Matthew Collins (Stephen Graham) como activista en una publicación anti-fascista y en sus clases como profesor, y por otro lado, la atracción cada vez mayor que siente el joven Robbie Mullen (Andrew Ellis) por Acción Nacional, una asociación neonazi, en cuyas reuniones comienza a sentir ese grado de camaradería y amistad que le falta en su vida personal. Para poder acceder al grupo debe desconectar todas sus redes sociales y comunicarse solo a través de aplicaciones internas, lo que crea esa burbuja necesaria para que ninguna influencia externa pueda introducir elementos de reflexión sobre los discursos que se promueven dentro del grupo. El problema surge cuando se producen acciones de violencia, como el ataque real que sufrió el dentista Sarandev Bhambra en 2015, cuando el neonazi Zack Davies (condenado a 14 años por intento de asesinato) le produjo heridas con un machete y un martillo cuando se encontraba en un supermercado. Y sobre todo el asesinato en plena calle en 2016 de la parlamentaria Jo Cox a manos de Thomas Mair (sentenciado a cadena perpetua), miembro del Frente Nacional. Estas dos acciones de violencia con clara ideología supremacista son descritas en el primer episodio de The walk-in como un punto de partida muy emocional en torno a la responsabilidad de los discursos de odio. Es precisamente Matthew Collins quien denuncia que no se trata solo de ataques aislados como defiende la policía, sino que hay un caldo de cultivo que los alimenta.
El guionista Jeff Pope (1961, Reino Unido) había abordado anteriormente temas relacionados con la violencia en la serie El crimen de Liverpool (ITV, 2017), que también estaba protagonizada por Stephen Graham, y en este caso plantea algunas ideas interesantes sobre cuál es la forma de actuar sobre este tipo de grupos neonazis. Cuando el gobierno decide ilegalizar las actividades de Acción Nacional, Matthew Collins afirma que "esto no los va a detener", porque la victimización es una de las herramientas que utilizan este tipo de organizaciones para justificar sus discursos de odio en contra del Estado. Mientras en la primera parte de la serie hay un enfoque más directo hacia el activista, constantemente amenazado y habitualmente obligado a cambiar de casa junto a su familia debido a los artículos que escribe a través de la revista que publica su organización Hope Not Hate, la serie se va derivando hacia la figura de Robbie Mullen cuando comienza a sentirse incómodo con la forma en que los miembros de Acción nacional justifican la violencia, sobre todo cuando uno de sus líderes, Jack Renshaw (Dean-Charles Chapman), plantea la posibilidad de atacar a otro parlamentario. Robbie Mullen acude a Matthew Collins y la serie adopta el enfoque del infiltrado, pero al mismo tiempo dibuja un perfil más complejo de un joven que sigue teniendo una ideología racista, en parte para justificar su propia incapacidad para conseguir un trabajo decente, pero que no justifica la necesidad de la violencia. Aunque pierde algo del impacto de los dos primeros episodios, The walk-in se mantiene firme en su denuncia de un rebrote de los pensamientos extremistas que a veces es subestimado por la propia policía. La serie está dirigida por Paul Andrew Williams (1973, Reino Unido), del que Filmin también ha estrenado este mes el drama sobre venganza Bull (2023).