«Nunca podré volver a escribir un libro así.
Es como todos mis libros unidos en uno solo»
Con motivo de su vigésima novela publicada bajo su propio nombre, y no con el seudónimo de Benjamin Black que reserva para su ciclo criminal en las traducciones al español, John Banville ha decidido darse una suerte de auto homenaje en el que mira atrás a su producción literaria. Aunque cabe señalar que Las Singularidades es disfrutable por sí misma, esto es, sin un bagaje previo sobre el trabajo del autor irlandés, los familiarizados con el mismo se darán un festín de referencias y guiños, conminados a ejercer una labor detectivesca con la que sacar a la luz conexiones con su rico universo literario, que van desde las más palmarias a las más sutiles.
La teoría de los multiversos explorada en la trama sirve de mecanismo justificativo para convocar a una amplia representación de personajes de títulos precedentes. No resulta aventurado afirmar que estamos delante de la Comedia Humana del autor, o de su 8½ felliniano, o de sus Fresas salvajes bergmaniano, una oportunidad de celebrar y reflexionar acerca de su trayectoria artística una vez alcanzado el máximo grado de madurez, tanto personal como creativa.
Desde su mismo título, prestado de un concepto de la física cuántica, Las Singularidades juega con la idea de un mundo que nos resulta a un tiempo familiar y ajeno, lo que por un lado entronca con el interés constante de Banville por explorar el extrañamiento y la desubicación que definen la existencia humana y, por el otro, describe las sensaciones que hallará el lector, con un pie en las obsesiones y los tipos humanos que han recorrido la obra del autor y el otro en una propuesta más atrevida y juguetona que nunca.
Para empezar, la ambientación de Las Singularidades es la misma de Los infinitos (2009), la casa solariega Arden, situada en plena campiña irlandesa —el Wexford natal del autor— y propiedad de la familia Godley. Pero si en aquella novela asistíamos a los estertores del patriarca, el reputado matemático Adam Godley, lo que motivaba la visita con aires de despedida de su hijo homónimo y su esposa Helen, ahora, transcurridos los años, es el matrimonio —hastiado e infeliz— quien preside sobre el lugar. En paralelo, la figura del difunto y controvertido científico ocupa sobre todo los pensamientos de su biógrafo, al que se ha buscado acomodo para que escarbe en la documentación de su objeto de estudio.
Asimismo, la novela arranca con la llegada a Arden de un viejo conocido de los seguidores de Banville, nada menos que Freddie Montgomery, el feroz protagonista de la trilogía que componen los títulos El libro de las pruebas, Fantasmas y Atenea —reunidos en 2020 por Alfaguara en un único volumen, Trilogía de Freddie Montgomery—, y un personaje moldeado a partir de un asesino real cuyos vínculos con la clase política irlandesa escandalizaron al país a principios de la década de los 80 del siglo pasado. Individuo tenebroso, atormentado y reflexivo, Freddie Montgomery es un especialista en matemáticas y en arte que transgredió la ley y se vio luego arrastrado por una pasión amorosa que lo dejó emocionalmente desamparado y vulnerable, un hombre de identidad cambiante dentro de una mente en constante ebullición, a la vez sensible y tempestuoso, tan tendente al inspirado arrebato lírico como al brote de genio letal.
En esta ocasión lo encontramos aprovechando un permiso carcelario para visitar el lugar en el que creció y en el que cometió un robo y un secuestro (con posterior asesinato). Convertido en leyenda negra, sus poderes para incomodar y seducir se revelarán incólumes, aunque él mismo también sufrirá el desconcierto, tras nueve mil días entre rejas, de no poder conciliar sus recuerdos del lugar con una realidad inquietante por diversos motivos. Su protagonismo permite que el libro escore por momentos hacia el thriller o lo criminal (por lo que el gemelo oscuro del escritor, Benjamin Black, no pierde la oportunidad de asomar la cabeza), no
solo por su ominoso pasado y lo inquietante de su mera presencia sino porque una mujer le rogará que acabe con su vida…
No acaban aquí los vínculos con la bibliografía del autor pues a lo largo de sus páginas topamos con referencias a todas las grandes mentes presentes en sus novelas Copérnico, Kepler y La carta de Newton —que junto a Mefisto conformaban la Tetralogía científica, publicada por Alfaguara en 2022—; se nos da a entender que la familia Godkin, protagonista de Regreso a Birchwood (Alfaguara, 2017), vive tras una colina próxima a Arden; reaparecen el matemático Gabriel Swan de Mefisto y muy especialmente Class Cleave, amante de Adam Godley, cuyo suicidio fue abordado en las novelas Eclipse, Imposturas y Antigua luz (reunidas por Alfaguara en Trilogía Cleave) y que mantuvo un affaire con el maléfico crítico Alex Vander, quien también asoma por las páginas de Las Singularidades, igual que lo hace Anna Behrens, a quien conocimos en Fantasmas…
Un festín pues de alusiones y claves, bromas y pistas a las que se suman las voces narradoras: una de ellas es el mismo dios del Olimpo que aparecía en Los infinitos —recordatorio de paso del interés del escritor en la mitología— y otra es el académico encargado de la biografía de Godley, en cuyo nombre, Jaybey, se esconde un guiño homófono a las iniciales de su creador (y, rizo dentro del rizo, Banville lo convierte en autor de un estudio biográfico previo, La invención del pasado, que fue el título escogido por su editor italiano para la novela Imposturas).
Freddie Montgomery acaba de salir de prisión y es un hombre nuevo. Bajo el pseudónimo de Felix Mordaunt vuelve al viejo caserón de su infancia, donde ahora vive la familia del fallecido Adam Godley, el gran físico cuya teoría revolucionó la concepción del universo. Mordaunt se une a la constelación formada por el hijo eternamente a la sombra del famoso científico, su irresistible esposa Helen, una terca ama de llaves, un biógrafo enamorado —casi rival— y una mujer del pasado que le pide a Felix un inesperado y peligroso favor.
Con esta novela extraordinaria que es a la vez historia de amor —en cuyo centro está Helen, quizá el más inolvidable personaje femenino del autor—, novela de suspense, biografía apócrifa y teoría científica, Banville lleva su narrativa a nuevos horizontes: «Nunca podré volver a escribir un libro así», ha declarado. «Es como todos mis libros unidos en uno solo».
Lee y disfruta de u fragmento de la novela.
Con John Banville
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John Banville nació en Wexford, Irlanda, en 1945. Con El libro de las pruebas (Alfaguara, 2014) —que compone junto a Fantasmas y Athena la Trilogía de Freddie Montgomery (Alfaguara, 2020)— fue finalista del Premio Man Booker, que ya había obtenido en 2005 con El mar (Alfaguara, 2019), consagrada también por el Irish Book Award como mejor novela del año. Entre su obra destacan Regreso a Birchwood (Alfaguara, 2017), El intocable (Alfaguara, 2015), La señora Osmond (Alfaguara, 2018), la Trilogía Cleave, ciclo de novelas que incluye Eclipse (Alfaguara, 2014), Imposturas (Alfaguara, 2015) y Antigua luz (Alfaguara, 2012, uno de los mejores libros del año según la crítica española), La guitarra azul (Alfaguara, 2016), Tetralogía científica (Alfaguara, 2022) —que reúne en un solo volumen las novelas Copérnico (ganadora del James Tait Black Memorial Prize), Kepler (merecedora del Premio de Ficción de The Guardian), La carta de Newton y Mefisto— y Las singularidades (Alfaguara, 2023). Bajo el seudónimo de Benjamin Black, que continúa utilizando exclusivamente en sus ediciones en español, ha publicado en Alfaguara Negra El Lémur (2009), la serie de novelas negras protagonizada por el doctor Quirke —El secreto de Christine (2007), El otro nombre de Laura (2008), En busca de April (2011), Muerte en verano (2012), Venganza (2013), Órdenes sagradas (2015), Las sombras de Quirke (2017) y Quirke en San Sebastián (2021)—, La rubia de ojos negros (2014), en la que, por invitación de los herederos de Raymond Chandler, resucita al mítico detective Philip Marlowe, Los lobos de Praga (2019) y La alquimia del tiempo(2022). En 2011 recibió el prestigioso Premio Franz Kafka, a menudo considerado como la antesala del Premio Nobel, y en 2013 fue galardonado con el Premio Austriaco de Literatura Europea y, en España, con el Premio Leteo y el Premio Liber. En 2014 le fue otorgado el Premio Príncipe de Asturias de las Letras por «su inteligente, honda y original creación novelesca».
El libro:
Las singularidades (título original: The Singularities, 2022) ha sido publicado por la Editorial Alfaguara en su Colección Literaturas. Traducción de Antonia Martín Martín. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 320 páginas.
Como complemento pongo el vídeo en inglés con subtítulos en español de una entrevista a John Banville en el Instituto Cervantes de Dublín.
Para saber más:
http://www.john-banville.com/