Lo cierto es que 17 años después de mi COU literario, siguen sin casi aparecer. Sin llenar las aulas con sus versos, cuentos, novelas, pinturas, ensayos filosóficos. Siguen silenciadas. Mantenidas en modo avión. La mayoría siguen conociéndose como la mujer de, la amiga de, la amante de, la protegida de… Algunas siguen sonando vagamente para muchos, pero pocos recuerdan o gozan de lo que fue su magia. Magia que se quedó en la sombra, dentro de la chistera.
Tània Balló ha conseguido estirar de esa chistera el conejo blanco, la paloma y hasta los cientos de pañuelos de colores. A través de Las Sinsombrerolas ha hecho revivir. Recordándonos a las que conocíamos y descubriendo nuevos mundos a los que regalar las horas. Recuperando sus vidas, algunas de ellas escondidas hasta para sus familiares. Su inquietud por la luz hizo que naciera el documental, y tras él el libro. Seguir los pasos de Ballò ha hecho que me adentre y me refugie en el mundo chaceliano. Que mi ansia lectora devore todo aquello escrito por la pucelana. Que haya deleitado a mis sentidos con los versos de Ernestina de Champourcín , Concha Méndez o Josefina de la Torre. Tenga en lista los libros de María Teresa León. O haya disfrutado leyendo sobre Marga Gil Röesset, siendo solo Marga como la queremos y respetamos muchos de nosotros. Por eso, por todo eso y más, Tània merecía ser recibida con los brazos abiertos. Descubrirla personalmente ha sido releer el libro en su mirada. En su voracidad por gritar al silencio, por luchar contra la tradición del olvido.
Su lectura generó mi deseo de más. Apasionada que es una para todo. Mi proceso de descubrimiento Sinsombrero fue acompañado de mis fotos lectoras. Fotos que poco a poco fueron bordadas. Acariciadas de nuevo por el hilo. Cada una de ellas una mujer, una luchadora, una voz que se escucha si aguzas el oído. He vuelto a bordar, esta vez para Tània. Ver cómo se abrían sus ojos al sacar del sobre los bordados fue el mejor agradecimiento posible. No podía creerse todo lo que había generado llegar a la última página escrita de su libro. El frenesí con el que una puede continuar esa historia de silencios. Cómo puede hilar de colores esos olvidos para unirlos y unirlas a ellas.
Deseosa ya de la segunda parte. De vivir el documental y de zambullirse entre sus páginas de nuevo. Mientras espero, seguiré leyendo a mis valientes. Si no habéis disfrutado del proyecto os animo a descubrirlo. No os arrepentiréis. Sigamos entre páginas y ¡quitémonos el sombrero!