Revista Asia
Sonó la noticia. Pero tímidamente. Según la Oficina de Inmigración de Rusia, un poco más de un centenar de personas, todos provenientes de la zona este de Siberia trabajando en la talla de árboles bajo la vigilancia del régimen norcoreano. Las solicitudes de asilo provisional acaban de ser registrada en dicha institución y por el momento, hace falta esperar. Quizás unos años hasta que salga una resolución favorable. Hasta la fecha, los que han estado en dichos campos de trabajado habían superado unas veinte mil personas. Todos hombres. Sin contar los que fallecieron por accidentes laborales frecuentes o por agotamiento extremo. Hace algunos años, escapar de la zona de trabajo era una misión casi imposible pero con el tiempo el número que desertaron aumentó en miles. Y siguen vagabundeando por la inmensa tierra rusa.
Un hombre de unos cuarenta años decía que se despertaban por la madrugaban, desayunaban e comenzaban a trabajar desde las seis. Antes de que saliera el sol. A cuarenta bajo cero. Y terminaban a las once de la noche. Con el insuficiente descanso por medio, ellos tenían días de fiesta únicamente en el primer día del año lunar y los cumpleaños de los líderes ya desaparecidos. Vieron como sus salarios eran entregados en su totalidad a los jefes de los campos de trabajo para llegar finalmente al bolsillo de la élite política norcoreana. Confía que les concederán el asilo desde que la noticia de los trabajadores norcoreanos en Rusia se hizo bastante eco hace algún tiempo. La denegación de las solicitudes supondría la deportación inmediata de los peticionarios poniendo en peligro sus vidas una vez que lleguen a su país de origen.
Nota: A continuación, os dejo un extracto de un programa de televisión surcoreana sobre los norcoreanos que trabajan en Rusia.
El diario de Corea del Norte