Los seres que se esconden tras el mundo virtual dan en ocasiones sorpresas de lo más agradable. Uno de estos seres es alguien muy especial, pero mucho, mucho. Se trata del dibujante Ximo Segarra, una persona llena de talento, fino ingenio y buen humor, que diariamente nos saca unas sonrisas a quienes lo queremos (advierto que una vez que se lo conoce, crea adicción). Si ya le tenía un gran cariño sin conocerlo en persona, el mismo creció cuando nos encontramos cara a cara en la presentación de Linaje oscuro en Valencia el año pasado. Es tan generoso, tanto, que se bajó desde Castellón a Valencia para asistir a aquel acto entrañable en el Bibliocafé que aún conservo muy vívido en la memoria. Me encantó conocerlo y sentí circular la empatía entre ambos como una corriente benefactora. Porque Ximo es tal y como se muestra en las redes sociales, pero elevado al infinito, así que desborda simpatía, amabilidad, talento y educación. Pues bien, ayer tarde me llevé una sorpresa que le puso luces a un cielo grisáceo. Nada más y nada menos que la simpática viñeta que podéis observar a la izquierda con esa frase de mi autoría. Cuando me enteré por Facebook que la había sacado en su blog, la emoción me invadió entera, y aún la mantengo, que estoy como una cría con zapatos nuevos con esta preciosidad que me ha regalado. Tan, tan contenta me puse que corrí (ayudada por él, claro, que obvia es mi torpeza y patente su generosidad) a cambiar mi foto en los diversos perfiles de la red. Y ahora luzco en ese cuerpo grácil (quién lo pillara) que huye de los abismos corriendo (eso sí que lo hago casi a diario). Me encanta esta nueva imagen: transmite dinamismo o, dicho más vulgar, carreras continuas, un no parar un segundo. Como le comenté a Ximo, esa actitud, como la frase que él eligió, me definen bastante bien en el instinto para huir de lo malo y transformarlo en algo medianamente potable a través de la palabra. Porque ahí está siempre el lado oscuro chincha que te chincha a ver si me abate, el muy... Pero ya es hora de que os deje el enlace de este dibujante genial, de humor muy fino e inteligente, de ternura manifiesta y espíritu positivo. Junto a él, los días se hacen más llevaderos y se le agradece su compañía y todo lo que nos regala a través de Twitter, Facebook y su blog planetario, Un planeta llamado Acapu, que os aconsejo visitar, Seguro que, una vez allí, en cuanto visitéis un par de entradas, nos queréis salir de él. Y como estamos en días de sorpresas, esta mañana me he llevado otra gratísima, cuando Ana, Anusky en estos mundos virtuales, ha reproducido la viñeta en su blog El mejor momento es ahora. A Anusky también tuve la suerte de conocerla en persona a consecuencia de la presentación de Linaje oscuro en Madrid. Anusky es de las primeras amigas de este blog, si no la primera, así que me emocioné mucho al fundirme con ella en un sentido abrazo. Le tengo un grandísimo cariño y espero y deseo que sea consciente de él. Llevamos años juntas y esto es ya como un hermanamiento a distancia. Quizá por esa confianza que da el no tener que demostrarnos nada la una a la otra es por lo que el vínculo se ha hecho sólido y lo que nos preocupa a ambas es que nos vaya bien y seamos felices, al margen de comentarios y visitas (de ahí lo de hermanamiento). Me siento afortunada con amigos tan entrañables, a pesar de los abismos y amenazas que día a día la vida presenta. Os quiero, chicos.