Las tapas de los cajones

Más la realidad vino primero
y en propósito puso
calavera sobre estas letras
para que desaparezca el espejismo
en la idea de nuestros cuerpos...
y resulten ser un oasis imaginario.
Jeroglífico de runas y letras.

Más la realidad vino primero...
huecos de un cielo en una reunión de palabras
que nada garantizan... más qué.
Que cada vez que no queremos
nos toman en cuenta... llegando de lejos.
Y aquí
estamos como un testamento abierto
preparándose para la síntesis que nos confronta
con todos los destinos conjugados
a regañadientes... alguna forma aceptamos.
Quizás una reducción... y el gigante es
un grito audaz que ahoga a la mitad del pecho.
Quizás en solución la realidad se ha dicho...
se ha escrito sola.
Suelta a bocajarro su estrépito... su escupitajo
como un símbolo de vida
suelta sobre el manojo de metamorfosis...
y así justificaremos su desprecio.
Y en la profundidad de su desnudez
firma la defunción sin remedio
en los caminos tallados con mucho amor por nuestros
armazones de huesos.
El sello está certificado... allí estamos
llegando de lejos para ser los colgados...
en esta ilusión de cuerpos.
La realidad anida en la sombra…
anida en la sombra que no se acepta
cuando degrada con derecho a su cualidad.
De ser realidad instantánea cada momento.
Energético inagotable malabar de dimensiones.
La realidad en la sombra de la sombra... o
la sombra en la realidad de la realidad.
Todos los reservados pretéritos
dando pasitos de bailarina
dispuestos mojigatos
en la tarima de las cosas
donde nosotros seremos. No los parásitos
sino...
puramente autores de lo que ya no somos.