
También existe la que es tan excesivamente inteligente que nunca estudia, o en su defecto nunca tiene que hacer ningún trabajo porque ya aprobó todas las materias en su imaginación. O la que simplemente adora vivir en la biblioteca porque espera que le suceda algo megagenial:
"En otros tiempos jamás me habría atrevido a decirlo abiertamente, pero ya no me importa: soy por lo menos rara. Ninguna persona normal de diecisiete años pasaría las tardes supervisando la vieja biblioteca del instituto, ni estudiaría por voluntad propia en sus horas muertas" (Taibhse de Carolina Lozano)
No son normales, son superdotadas disfrazadas de estudiantes promedio que se infiltran en la escuela con su increíble historia de amor desconcertante. Bueno, no pedimos que nos hablen sobre qué punto algo les dio en su trabajo de química o si el profesor estapó una F en su trabajo de eslovaco, pero, al menos, habrá alguna que mencione en algún lado de su promedio de 350 páginas acerca de sus "estudios".O, para más señas, que en el mundo literario juvenil todo el año son vacaciones. Ya quisieramos nosotros.