Revista Salud y Bienestar

Las técnicas de reproducción asistida amplían el abanico de modelos familiares existentes en la actualidad

Por Fat

  • La definición de “nuevos modelos familiares” es muy amplia. Incluye las familias generadas a través de los procesos de reproducción asistida, como las que forman dos mujeres, las madres solteras o personas que habiéndose divorciado o separado se unen en una nueva pareja y, aparte de los hijos que ya tienen cada uno, quieren tener descendencia en común. El repaso a cada uno de estos tipos de familia y sus particularidades ha sido el tema central de la última jornada del 29º Congreso de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), que reúne en Granada a más de 1.000 especialistas en reproducción humana.

Y es que, si la existencia de estos nuevos tipos de familias va de la mano de la evolución tecnológica de los tratamientos de reproducción asistida, su aceptación va unida a los avances sociales. “La mayor parte de la sociedad española ya acepta estos nuevos modelos de familia. Es una cuestión de tiempo, pero es innegable que la aceptación social va avanzando y cada vez es mayor. Lo que sí es cierto es que los países en los que estos nuevos modelos familiares llevan presentes más tiempo son los que están más avanzados en su aceptación”, explica el Dr. Alfonso de la Fuente, responsable del Grupo de Ética y Buena Práctica Clínica de la SEF.
Lo que está claro es que ya no tenemos un único modelo de familia. “Que un niño tenga dos madres, dos padres o sólo a su madre puede chocar, pero en la sociedad en la que vivimos -en la que también hay muchos segundos matrimonios, padres divorciados, etc.-, al final, cada familia pasa a ser única y lo más importante es el cariño y la confianza que se ofrece a los hijos”, apunta la Dra. Vicenta Giménez, miembro del Grupo de Interés de Psicología de la SEF y moderadora de la ponencia en la que se tratan los temas de psicología y se abordan los nuevos modelos familiares.
Dentro de los nuevos modelos de familia, cobran una especial importancia las mujeres que deciden ser madres en solitario, es decir, las familias monoparentales. ¿Por qué ha emergido con tanta fuerza este nuevo modelo en los últimos años? Los especialistas lo tienen claro: “el acceso cada vez mayor de la mujer a la educación superior y, en consecuencia, a un desarrollo profesional, y el hecho de no haber encontrado entre tanto la pareja con la que poder desarrollar un proyecto familiar”, comenta la Dra. Giménez. Así, estas mujeres llegan a una edad en la que ya están al límite de su edad fértil y tienen una situación económica que les permite sostener una familia y deciden recurrir a los tratamientos de reproducción asistida (TRA), aunque también hay casos –aunque son una minoría- de mujeres jóvenes que están convencidas de ser madres y no esperan a tener una pareja para serlo.  
En lo que se refiere a las TRA más utilizados por estas mujeres y aunque no se puede generalizar, “las mujeres solteras suelen recurrir en la mayoría de los casos a las técnicas de inseminación artificial, pues sólo necesitan el semen de un donante. Sin embargo, puede darse el caso de que esta mujer, además, tenga problemas reproductivos, por lo que tendría que recurrir, pues, a la Fecundación in Vitro (FIV)”, explica el Dr. De la Fuente.  
La principal diferencia de una familia monoparental frente a una familia heterosexual que acude a los TRA es la carga emocional para afrontar el tratamiento. Tal y como explica la Dra. Giménez: “las parejas heterosexuales que acaban recurriendo a la reproducción asistida llegan a la clínica con un nivel de ansiedad, estrés y tristeza importante tras haber estado intentando ser padres de forma natural. Sin embargo, una mujer soltera ya asume, de inicio, que tiene que recurrir a los TRA para ser madre y cuando llega a la clínica lo hace cargada de ilusión, alegría, esperanza… porque de entrada no tiene ningún problema reproductivo”. Eso sí, ante el fracaso del tratamiento los especialistas reconocen que no hay diferencia entre los distintos modelos familiares: todos ellos necesitan ayuda para superarlo y afrontar un nuevo tratamiento, aunque “quizá la ventaja de las parejas, sean del tipo que sean, es que hay dos personas apoyándose mutuamente para aceptar tanto el hecho de que va a venir un hijo como el hecho de que no lo puedan tener o haya fracasado el tratamiento. Las mujeres solteras, no tienen ese apoyo fundamental, aunque tengan el de sus seres queridos”, apunta el Dr. De la Fuente.
Retraso de la maternidad: ¿de quién es el derecho? Un hecho innegable en la actualidad es que, cada vez, se retrasa más la edad para ser madre, bien en las familias monoparentales o bien en las parejas que, tras una relación anterior, tienen hijos comunes a una edad avanzada. Sea cual sea el caso, “estas pacientes no son conscientes de los riesgos físicos que puede tener la maternidad a una edad tardía”, señala el Dr. De la Fuente.  
En el caso de las mujeres de más edad que quieren ser madres, los especialistas quieren llamar la atención sobre una cuestión que, la mayoría de las veces, no se tiene en cuenta. “¿De quién es el derecho? ¿De los padres a tener hijos o de los hijos a tener padres?”, se pregunta la Dra. Giménez. Cuando una mujer tiene un hijo a los 45 o 47 años y su pareja es mayor que ella, cuando ese hijo acceda a los estudios secundarios, sus padres ya ingresarán en la tercera edad y en esas circunstancias pueden darse ya patologías importantes en los progenitores o presentarse dificultades para sustentar económicamente al hijo.
La moderadora de la ponencia sobre nuevos modelos de familia es tajante: “esta es una cuestión sobre la que tenemos que reflexionar, puesto que nos centramos mucho siempre en los riesgos de la madre con el embarazo pero también tenemos que pensar qué estilo de crianza, qué calidad de vida va a poder ofrecerse a ese niño”. Y el Dr. De la Fuente está de acuerdo con ella: “aunque la ley no marca un límite de edad para poder tratar y es difícil establecerlo, gestar a una edad avanzada repercute, no solo en el paciente directo que es la madre, sino en un paciente indirecto muy importante y sobre el que los especialistas tenemos, aun si cabe, mayor responsabilidad, como es el embrión, el futuro niño”.
Quizá, tal y como apunta la Dra. Giménez, “lo que tengamos que plantearnos es otro estilo de sociedad porque cuando una pareja está biológicamente en su mejor momento para tener hijos, socialmente puede que sea el peor momento para tenerlos. Tenemos que replantearnos el hecho de dar soluciones médicas a problemas que, en realidad, son sociales”.
Recurrir a la reproducción asistida, un tabú todavía en las parejas “tradicionales” A pesar de que la ponencia de este último día de congreso está centrada en los nuevos modelos de familia, en sus implicaciones, en la carga psicológica que tienen los TRA en ellos, etc. una de las conclusiones a la que llegan los especialistas es que recurrir a la reproducción asistida sigue siendo un tabú pero, contra pronóstico, lo es en las consideradas parejas tradicionales, es decir,en las heterosexuales.
“En el caso de las parejas homosexuales o de las madres solteras es evidente que van a tener hijos recurriendo a técnicas de reproducción asistida. Además, en su caso, al ser parejas que ya han hecho pública su condición, ellos mismos luchan contra cualquier tabú. Sin embargo, las parejas heterosexuales lo tienen más complicado porque pueden tener un hijo gracias a las técnicas de reproducción asistida y mantener este hecho en total secreto”, explica la Dra. Giménez.
Sin embargo, ese secreto suele ser, precisamente, un generador de conflictos. Muchas parejas heterosexuales tienen dificultades para compartir su dificultad para tener hijos con sus allegados y el hecho de que necesitan recurrir a la medicina reproductiva. “Les preocupa qué van a pensar los demás cuando sepan que no pueden tener hijos de forma natural y, muchas veces, lo ocultan. Pero, en estos casos, dicha actitud puede generar futuros problemas con el hijo, porque se le oculta también aél el secreto y se generan dificultades en el terreno de la comunicación padre-hijo”,concluye la Dra. Giménez.  

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