En cada parte del mundo existen tradiciones, en México, tenemos una muy hermosa que celebramos los días 1 y 2 de Noviembre, y es el Día de Muertos, una celebración prehispánica que coincide con las celebraciones católicas del Día de los fieles difuntos y el de todos los Santos. Y como su nombre lo indica es el día que recordamos a nuestros familiares y amigos que han fallecido.
En toda la República Mexicana estos días son para recordar a nuestros muertos, visitando los cementerios y levantándoles un Altar de Muertos, que es una ofrenda de amor para ellos, que según la creencia popular vienen de visita para compartir con nosotros los alimentos que ahí colocamos.
Altar de Muertos.
Este altar puede ser tan sencillo o tan elaborado como se desee, y representa lo siguiente, citando textualmente la Wikipedia: “La cantidad de niveles en un altar de muertos varía en algunas regiones. Los niveles en el altar de muertos representan la cosmovisión, regularmente representando el mundo material y el inmaterial o los cuatro elementos, en cada uno de ellos se colocan diferentes objetos simbólicos para la cultura, religión o la persona a la que se le dedica el altar.
Altares de dos niveles: son una representación de la división del cielo y la tierra representando los frutos de la tierra y las bondades de los cielos como la lluvia.
Altares de tres niveles: representan el cielo, la tierra y el inframundo. Debido a la introducción de ideologías de las religiones europeas, ha cambiado su significado a dos posibles, pudiendo representar la tierra, el purgatorio y el reino de los cielos, o bien, los elementos de la Santísima Trinidad según la tradición católica.
Altares de siete niveles: son el tipo de altar más convencional, representan los siete niveles que debe atravesar el alma para poder llegar al descanso o paz espiritual.2 Según la práctica otomí, los siete escalones representan los siete pecados capitales.3 Se asocia el número siete con el número de destinos que, según la cultura azteca, existían para los diferentes tipos de muerte.
En diferentes culturas, particularmente en la azteca, se creía que existía un proceso para nacer y otro para morir. Así, cuando el alma abandona el cuerpo físico debe pasar una serie de pruebas o dimensiones para llegar al ansiado descanso. En la cosmovisión azteca el alma de una persona debía pasar ocho niveles en el Mictlán (inframundo de aquellos que mueren naturalmente), cada uno representaba una prueba para llegar al noveno nivel en el que se llegaba ante Mictlantecuhtli y su esposa Mictecacíhuatl, llegando al descanso eterno. El dios azteca Xólotl era el psicopompo de las almas en el camino.”1
Flor de Cempasúchil.
En los altares colocamos flores de cempasúchil, la comida preparada que le gustaba a la persona a quien dedicamos el altar, así como la bebida que acostumbraba disfrutar en vida, sal, agua, si es para un niño juguetes, si es para un adulto vino, cigarros, etc. Además colocamos el tradicional pan de muerto, y calaveritas de dulce, que son cráneos hechos de azúcar o chocolate que comúnmente llevan en la frente el nombre de nuestro muerto, también colocamos su fotografía y decoramos todo con papel picado.
Además de estas tradiciones, tenemos otras dos, muy acordes con la literatura que es la que nos ocupa, y son la redacción de calaveritas y la representación en teatro de “Don Juan Tenorio”.
Calaverita de Azúcar.
Y ¿que son las Calaveritas?, son versos rimados de toque humorístico que nos sirven para “burlarnos”, si burlarnos de la muerte, y para decir lo que en otro contexto no se vería muy bien, estos versos incluso pueden tener tintes políticos, siendo las calaveras políticas las más divertidas.
Y ¿cuáles son sus características? Recurramos de nuevo a la Wikipedia para conocerlas: “Son versos irreverentes, escritos a modo de epitafios, retratando a las personas como si estuvieran muertas. Se utilizan para canalizar sentimientos que en otro contexto sería difícil expresar. Suelen acompañarse de dibujos de calaveras.” 2
Como ejemplo les dejo esta calaverita llamada La Rodilla:
La muerte la sorprendió
jugando en la resbaladilla,
y llorando se marchó
con un golpe en la rodilla.3
Sobre la puesta en escena de Don Juan Tenorio esta comenzó en 1866 cuando el emperador Maximiliano invito a José Zorrilla a formar la primera compañía de teatro del imperio, siendo precisamente esta obra con la que iniciaron el 5 de noviembre presentándola en Palacio Nacional como parte del festejo del santo de la emperatriz Carlota.
Don Juan Tenorio de José Zorrilla.
Desde entonces, cada año entre octubre y noviembre esta obra se presenta en diferentes modalidades, desde la clásica obra apegada fielmente al texto, hasta las parodias, llenas de alegorías sobre personajes públicos de la política y farándula de la época.
Para terminar les dejo el verso que más me gusta de la obra, pertenece a la primera parte, acto cuarto escena 10 y lo dice Don Juan:
Llame al cielo, y no me oyó. Más, si sus puertas me cierra, De mis pasos en la Tierra Responda el cielo, no yo.
Hasta pronto. Beth