El PP es, junto con el PSOE, el gran culpable de la postración de España, de su podredumbre, desprestigio y estado de injusticia. Los españoles han recurrido dos veces al PP para que cambie España y elimine las lacras y vicios sembrados por los gobiernos socialistas, una vez con Aznar y otra con Rajoy, pero en ambas el PP generó decepción y frustración. Rajoy fue el último en recibir una sólida mayoría absoluta para que borrara las terribles huellas del zapaterismo, pero no sólo no lo logró sino que ni siquiera lo intentó y, tras condecorarlo, compitió con el socialista en corrupción y abuso de poder y dejó intactas sus más brutales leyes, entre ellas la de Memoria Histórica, culpable de que el odio y los fantasmas de la Guerra Civil hayan resucitado y formen parte hoy de la vida cotidiana de un país que había decidido reconciliarse y olvidar. ---
Las urnas van a abrirse en Andalucía el 2 de diciembre y en el momento de ejercer el derecho al voto, que es el único poder que los políticos españoles han dejado en manos del ciudadano, es importante conocer el balance de los partidos con más posibilidades de vencer. Hoy analizamos al PP, un partido que tiene contraída con España deudas terribles e impagables por haber sido el mayor causante de decepciones y frustraciones, junto con el PSOE, partido con el que el PP compite en abuso de poder, corrupción y desprecio a los ciudadanos.
El PP es el principal causante de dramas tan brutales como el crecimiento exponencial del independentismo en Cataluña, que cuando llegó Rajoy al poder ni siquiera alcanzaba el 25 por ciento de los ciudadanos y hoy gana las elecciones y es mayoría en el Parlament, además de haber estimulado el auge de Podemos, de Ciudadanos y de la nueva derecha radical de VOX, así como el alejamiento de los ciudadanos españoles de una democracia que desprecian por corrupta y falsa.
Rajoy, el último líder dañino de la derecha española, prometió bajar los impuestos y los subió, prometió adelgazar el Estado y lo engordó, colocando a miles de sus amigos a sueldo del Estado, prometió acabar con la corrupción y se convirtió en el padrino de los corruptos de su partido y en lugar de pasar a la Historia como un gran líder, cometió su mayor fechoría al dejarnos como herencia a Pedro Sánchez y su corte de enemigos de España, totalitarios y traidores, un mal que Rajoy pudo haber evitado pero que, quizás por soberbia, permitió que azotara a España.
Su mayor logro, el de la recuperación económica, es cierto que nos salvó del desastre creado por Zapatero, pero también es cierto que su reconstrucción de la economía la hizo sobre dos pilares bastardos: el trabajo precario y el endeudamiento. Rajoy pidió a los mercados dinero suficiente para levantar la economía, pero a cambio endeudó al país hasta límites demenciales y dejó a España hipotecada por al menos dos generaciones.
En Andalucía, donde el PP compite con el PSOE y al que ha derrotado, incluso, en alguna elección autonómica, aunque no consiguiera gobernar, el PP está hoy debilitado y abandonado por una gran masa de sus votantes, como consecuencia de sus errores, traiciones y engaños. La sombra de Rajoy y la imagen de partido corrupto pesan como una losa de plomo sobre la candidatura del PP en Andalucía, al frente de la cual está un candidato como Juanma Moreno, mediocre, poco atractivo e incapaz de enfrentarse al monstruo socialista.
La derrota es lo que el PP puede esperar en buena lógica, una derrota que va a resultarle muy dolorosa porque muchos de sus votantes van a emigrar hacia otros partidos como Ciudadanos y VOX, este último genuino y fresco representante de una derecha auténtica, liberal, sin contaminaciones socialdemócratas ni los complejos estúpidos frente a la izquierda que tiene el PP, y en sintonía con lo que los ciudadanos demandan y desean.
El PP acumula muchos daños a España, como su constante engorde de un Estado que ya es insostenible, su corrupción brutal, sus injustas subidas de impuestos, su interés por controlar a los jueces y sus cobardes pactos con los nacionalistas catalanes, a los que permitió abusos y agresiones a España intolerables En Andalucía, su principal culpa es no haber apostado nunca por la victoria, como si existiera un pacto para que la gran región del sur permaneciera siempre gobernada por el socialismo. Sus candidatos han sido de segundo nivel, sus programas electorales pobres y sus campañas penosas.
Quizás este año, cuando reciba una derrota humillante, rectifique y se convenza de algo que cualquier político inteligente español debe saber: el poder en Madrid se conquista en Andalucía.
Francisco Rubiales