En realidad la oferta y demanda en el mercado informal cubano (mercado negro hace unos año y ahora no se sabe de qué color es…) está llena de trampas y si no fuera así no existiría, porque no hay ni materias primas ni mercados mayoristas que vendan a los negocios no estatales.
Es cierto que en la Habana hay UN mercado mayorista para los particulares, y que en la Isla de la Juventud hay OTRO, pero ¿y el resto del país? ¿Y los productos que no se venden allí, como el combustible, por ejemplo? ¿De dónde los sacan los particulares?
Toda esta reflexión mía viene a raíz de los precios de los vehículos de transporte particular de las rutas intermunicipales o interprovinciales, que se toman la potestad de poner los precios que quieran basados en que el suyo es un negocio de “oferta y demanda”.
Varios choferes de camiones que cubren la ruta entre Santa Clara y Cienfuegos plantearon que desde que obtuvieron su patente como trabajadores por cuenta propia, debía serviciar en los ServiCupet por lo cual el combustible en este caso era Diesel, pero nunca hicieron esta compra a 1.20 en CUC y lo obtenían de forma ilícita a 5 o 6 pesos cubanos. Ellos seguían pagando sus patentes y ganando abultadas sumas. Pero…
Cuando los inspectores y directivos de los respectivos órganos del Poder Popular, entidad que vela por el cumplimiento de lo estipulado en sus licencias, de conjunto con la dirección de transporte, comenzaron a revisar los comprobantes de compra de combustible en los ServiCupet resulta que ningún transportista particular compra su combustible allí. Entonces, ¿dónde lo compran? ¿Alguno de ellos tiene un pozo de petróleo en el patio?
No, la realidad es más sencilla: le compran el combustible a choferes de entidades estatales que se lo sustraen a sus vehículos. En fin, como negociantes calculadores en vez de comprar 100 litros de diesel a 120 CUC es mucho más fácil comprar 500 o 600 pesos cubanos y así tener mayores ganancias.
Ahora los choferes que no cumplieron con estos comprobantes (todos, o casi todos) deben pagar grandes sumas en multas, que descuentan subiéndole el precio a sus servicios, sin cambiar en nada estos.
Si un especialista en economía analizara estos negocios se daría cuenta de es lo más rentable del mundo, y por tanto impracticable: se utilizan vehículos con más de 50 años de explotación y que por depreciación ya han recuperado la inversión de su costo y mantenimiento; declaran que tienen espacio para 30 pasajeros y luego montan 60; cobran el pasaje como si fuera un Servicio Especial cuando claramente no lo es, en fin, un negocio redondo para los dueños, choferes y cobradores, pero nada recomendable para los viajantes.
En fin, mi reflexión viene por el hecho de que todas las medidas tomadas por el Estado cubano para generar nuevos puestos de trabajo en el mercado informal solo benefician a un pequeño grupo de personas, que ya tenían dinero suficiente para montar sus negocios y en nada o casi nada a la población en general, que lo mismo necesita viajar entre una ciudad y otro que comprar una libra de carne de puerco al precio que se le ocurra al vendedor, que seguirá haciendo trampas para ganar dinero de la mejor forma posible y sin importarle la calidad del servicio que prestan a la población.
Y esta última, es decir, la población general, o sea, Yo, el cubano de a pie, debe seguir pagando los platos rotos y las malas decisiones de quienes organizan la economía nacional, ya que no existen todas las ofertas que precisa la población en la economía estatal y entonces debemos recurrir a la economía informal.