El día en que, hace 20 años, Fidel Castro dijo que el que se quisiera ir que se fuera, se abrió la puerta de la “crisis de los balseros”: cubanos improvisando embarcaciones para lanzarse al mar rumbo a Estados Unidos.
Doce balseros cubanos intentaron llegar a EE.UU. en este camión de 1951 convertido en balsa, en 2003
No era nuevo lanzarse a cubrir los peligrosos 150 kilómetros del brazo de mar que separa Cuba de EE.UU., pero sí el tener carta blanca y poder construirse la balsa a plena luz del día en La Habana.
Ese verano, más de 30.000 cubanos se lanzaron al mar para intentar llegar a EE.UU. Muchos murieron en el intento. En realidad no se sabe bien cuántos.
Según Holly Ackerman, bibliotecaria de la Universidad Duke (EE.UU.), aunque hay estudios que llegan a hablar de que pierde la vida un 75% de los que lo intentan, “un 25% es más realista”.
“Los 16.000 que se citan de algún trabajo mío representan ese 25% de los que partieron entre 1959 y 1994″, le dijo a BBC Mundo Ackerman, autora del libro “Balseros cubanos, un viaje de incertidumbre”.
Pese al riesgo, siguen siendo muchos los que se la juegan: el premio para los que pisen tierra es el derecho a un permiso de trabajo y, tras un año y un día, a la residencia permanente.
Los interceptados serán devueltos: “pies secos, pies mojados”, política muy criticada desde La Habana por considerar que estimula las salidas ilegales.
Para muchos, vale la pena jugársela. Y por eso lo intentan por cualquier medio, no sólo en precarias balsas de factura casera, también rebuscando alternativas, algunas bastante insólitas.
Por mensajería:
Probablemente la historia más llamativa es la de Sandra de los Santos, que se envió a sí misma por mensajería desde Bahamas.
Después de permanecer en custodia casi 15 meses, De los Santos recibió asilo político.
0SIGUE EN LA PRÓXIMA PAGINA