La hostilidad está asociada a una actitud: la desconfianza cínica. Consiste en la creencia en que las demás personas son egoístas y que actúan principalmente para sí mismas. Cuando albergamos esta creencia dejamos de confiar en los demás, pues no los consideramos capaces de que puedan hacer las cosas bien, y nos condenamos a vivir considerando que somos la única persona de la que podemos depender y confiar.
La hostilidad está asociada a una emoción: la ira. Es un estallido de indignación y enfado que se dispara debido a las expectativas que tenemos en torno a los demás, pues consideramos que su comportamiento es inaceptable. Su intensidad puede estar entre el cero y el cien dentro de una escala en la que se encuentran la irritación y el enfado pero también la tolerancia y la aceptación.
La hostilidad está asociada a una acción: la agresión. Las personas hostiles se ven abocadas a expresar toda su ira y toda su irritación hacia el otro física o verbalmente de manera abierta. La agresión es la manifestación de las emociones negativas y molestas asociadas a la ira.
El diccionario asocia la hostilidad con la contrariedad y la enemistad. No piense en ella sólo como una actitud, como una emoción o como una acción. No la subestime, pues el síndrome de la hostilidad puede destruir sus relaciones y provocar serios daños a su salud. Mantengala lejos de su familia, de su trabajo y de su vida.
NOTAS
Puede conocer más sobre el síndrome de hostilidad y sobre el impacto que la hostilidad tiene sobre nuestras vidas en la excelente obra de Redford Williams y Virginia Williams Anger Kills. Está publicada por Harper Collins.