Cuando un libro recibe más que buenas críticas, las expectativas, aún sin quererlo, son altas. En estos casos lo normal es que la obra en cuestión me guste, aunque quizá menos de lo esperado, pero siempre hay excepciones que rompen la regla. Las tres caras de la luna, de Sally Gardner, es una de ellas.
Resulta muy complicado hablar de esta obra sin desvelar demasiado. Su sinopsis y cubierta hacen pensar que se trata de una novela ambientada en plena Luna, que habla de una sociedad futurista reprimida por un régimen dictatorial que quiere acabar con ella. Sin embargo, aunque hay Luna de por medio y gobierno represor, lo cierto es que la historia se aleja de lo que uno puede creer en un primer momento.
Nos cuenta la historia de Standish y su abuelo. El primero es un joven inteligente, nada tonto, como otros piensan, que se sirve de su imaginación para sobrevivir en una tierra oscura. Un día llegan a sus vidas un chico y sus padres, otra familia que ha desobedecido al gobierno. Entre los muchachos se establece pronto una fuerte amistad, pero todo se complicará. En un lugar en el que la libertad no existe, los personajes lucharán por conseguirla.
Es este el principal mensaje, y lo que le da peso a la novela. En sus páginas hay amor de todas clases, también escenas duras, muy crudas, aunque la balanza se equilibra. Sí, tiene un mensaje muy importante y positivos valores, quién lo duda, pero esto no lo es todo en una novela.
La historia da continuos saltos del presente al pasado, especialmente al comienzo. Esas idas y venidas confunden, y mucho. Uno no sabe bien dónde se encuentra, pero ni temporalmente ni espacialmente tampoco. Y es que además, la sociedad no se explica, ni cómo surgió, ni por qué se mantiene. Las pinceladas que se dan me ha hecho pensar que se puede tratar de un país europeo con una férrea dictadura que bebe directamente del nazismo. Pero es sólo una conjetura, porque el telón de fondo no se presenta en ningún momento de forma clara. Son estos los dos grandes puntos negativos de la historia.
Por otro lado, no la veo original, no tanto como podría haber sido. Sí, es una sociedad con tintes distópicos que gira en torno a la Luna pero, ¿qué más? Los personajes son normales, tampoco especiales, no como estos o aquellos. El que sobresale es el protagonista, aunque no de un modo brillante.
La forma de escribir está bien, es correcta, y no sería justa si no destacase que hay un buen puñado de frases bonitas. El libro es muy breve, apenas doscientas páginas, se lee bien, pero la narración es demasiado caótica. No es hasta la mitad cuando la lectura se vuelve más ágil y crece el interés del lector. El desenlace es acertado, aunque a mí no me ha conmovido, casi nada de la historia lo ha hecho.
El libro aprueba con un cinco por ese mensaje que transmite, por sus valores, pero sinceramente no lo recomiendo: no me ha gustado, hay obras con un mensaje similar mucho más interesantes.