Revista Cultura y Ocio

Las tres heridas, de Paloma Sánchez-Garnica

Publicado el 02 mayo 2012 por Goizeder Lamariano Martín
Las tres heridas, de Paloma Sánchez-Garnica Título: Las tres heridas
Autora: Paloma Sánchez-Garnica
Editorial: Planeta
Año de publicación: 2012
Páginas: 638
ISBN: 9788408109013

Después de asistir el pasado 6 de marzo a la presentación en Móstoles de la novela de Paloma Sánchez-Garnica Las tres heridas tenía muchísimas ganas de leer esta obra y por fin he encontrado el momento para hacerlo. Y tengo que confesaros que he disfrutado mucho, que la historia me ha fascinado y me ha atrapado desde el principio y hasta el final, he reído, he llorado, he sufrido, he sentido y he vivido con sus personajes. Casi sin darme cuenta, me han arrastrado al Madrid de la Guerra Civil. Un Madrid en el que había bombas, tiros, secuestros, desapariciones, paseos. Traiciones, mentiras, engaños, denuncias. Miedo, sufrimiento, hambre, soledad, muerte. Pero también había sitio para el amor, la amistad, la solidaridad o la generosidad. Eso es lo que me han enseñado Mercedes y Teresa, las que para mí son las protagonistas de esta historia.
Mercedes Manrique Sánchez es una veinteañera que en julio de 1936 está embarazada y felizmente casada con su marido, Andrés Abad Rodríguez. Ambos viven rodeados de su familia y de sus amigos en Móstoles, donde sus vidas transcurren tranquilas, apacibles, serenas, entre la casa de Nicolasa, la madre de Mercedes, y el campo en el que trabajan Andrés y su hermano Clemente.
Ninguno de los dos es aficionado a la política, no tienen ideología, lo único que les importa y les preocupa es trabajar el campo para alimentar y cuidar a su familia. Nada más. Sin embargo, las traiciones, los odios, las venganzas que afloraron durante la Guerra Civil entre vecinos, entre amigos, entre familiares les empujarán a un destino duro, cruel, injusto.
Mientras, Mercedes y su madre huirán de Móstoles hacia Madrid. Allí conocerán a la familia Cifuentes. Eusebio, el padre, es un médico reputada, de una clase social alta, afín al alzamiento nacional y contrario a la República, los socialistas, los anarquistas, los comunistas y todos los rojos. Su mujer, Brígida, es una mujer religiosa, sumisa, clasista, prepotente, que no tiene inconveniente en tratar mal a sus criadas e incluso a sus propias hijas.
Entre ellas se encuentra Teresa, una joven rebelde, dispuesta a luchar por el amor que siente por su novio, Arturo Erralde, un socialista, un rojo que no gusta a nadie de la familia Cifuentes: ni al padre, ni a la madre, ni a los hijos Mario, Carlos y Juan ni a la otra hija, Charito.
Como la mayoría de los ciudadanos de Madrid, la familia Cifuentes se verá golpeada, humillada, maltratada y herida por la Guerra Civil. Un trato a veces injusto y otras merecido que, sin embargo, no evitará que todos cambien, unos para mejor y otros para peor. La guerra sacará sus peores instintos. Porque lo único importante era sobrevivir, salvarse, seguir adelante. Sin importar a quién se engañase, se traicionase, se denunciase, se acusase o se condenase.
Pero si conocemos la historia de Mercedes y de Andrés y de la familia Cifuentes durante la Guerra Civil es gracias a Ernesto Santamaría, un escritor viudo, solitario, introvertido, atormentado. Él encuentra en el Rastro de Madrid una vieja caja de latón que en su interior guarda una foto de Andrés y Mercedes en la Fuente de los Peces de Móstoles y varias cartas que Andrés envió a su mujer durante la Guerra Civil. Sin poder evitarlo, Ernesto se siente fascinado, atraído por esas dos personas de las que no sabe nada y se propone averiguar qué fue de ellos tras la Guerra Civil. Quiere descubrir su historia, necesita conocerla y contarla.
Así, la novela une el pasado y el presente en una narración histórica pero, por encima de todo, en una historia de personajes. Personajes a los que se les coge muchísimo cariño. Porque resultan no solo creíbles, sino también humanos, cercanos, capaces de lo mejor y, sobre todo, de lo peor. No importa que no compartamos sus ideas políticas, su ideología, su forma de pensar, de actuar, de ver el mundo. A veces les odiaremos, otras les querremos, pero nunca les juzgaremos.
Ernesto, y los lectores con él, va componiendo el puzzle que desvelará la historia de Mercedes y de Andrés, pero también de la familia Cifuentes, de Teresa, de Arturo y de todos sus descendientes. Con una historia fluida, con mucho ritmo, ágil, trepidante, fascinante, las piezas van encajando conforme se van desvelando los misterios, los secretos, los interrogantes que esconde esa foto tomada junto a la Fuente de los Peces la mañana del 19 de julio de 1936.
Sin duda, os recomiendo esta novela. Un libro con el que disfrutaréis todos los lectores aficionados a las tramas ambientadas en la Guerra Civil, las historias de personajes, las obras que unen el pasado y el presente, las novelas corales, de esas que enganchan desde la primera hasta la última página. De esas difíciles de soltar, que invitan a leer sin descanso, con avidez, con pasión.
Pero, como ya sabéis los que seguís Cuéntate la vida, me gusta ser sincera en mis reseñas y contar tanto lo positivo como lo negativo de mis lecturas. En este caso, como en muchos otros, lo negativo es la ortografía. A lo largo de todo el libro me he encontrado muchísimas erratas, faltas de concordancia, por ejemplo determinantes y adjetivos en singular y sustantivos en plural y al revés, o determinantes y adjetivos masculinos y sustantivos femeninos y viceversa. Además, también he encontrado faltas de ortografía más graves, como el verbo abrir con H o, como en la primera línea de la página 464, una “honda expansiva” en lugar de onda expansiva.

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