Revista Coaching

LAS TRES OLAS (y II)

Por Mbbp

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El mar se mueve solo en el exterior, en la superficie! Pero cuando internamente, en el corazón, a veces, hay dolor o sufrimiento, en la superfície, nuestro comportamiento se hace duro, inflexible y, a veces, intolerante con nosotros mismos y con los demás! Eso nos priva de la placidez de la profundidad del mar… y de nuestra Alma, siempre serena! Cuando, en cambio, en nuestro corazón hay amor, nuestro caracter se hace flexible, tolerante y condescendiente con nosotros mismos y con los demás! Lo que hay dentro, hay fuera! Y, ese ciclo repetitivo que es la vida a cada instante, nos hace fluctuar de un estado de ánimo a otro, a cada momento! Así, es fácil pasar del amor al odio, del optimismo al pesimismo, de la ilusión por vivir a la desilusión ante la vida! Algunos le llaman a ese ciclo repetitivo y reincidente la Rueda de la Vida, en la que todo gira y gira sin parar!

Sin duda, esa dualidad cíclica nos sorprende y condiciona nuestro comportamiento, con nosotros mismos y con los demás. Pasamos de sentirnos cálidamente acogidos por el amigable mundo, a sentirnos agredidos por él, convirtiendo a los demás en meros rivales o enemigos. Así, la paz interior o el conflicto, alternativamente se convierten en los causantes de lo que vivimos en cada momento! Nuestro mundo nos es más que el reflejo de lo que sentimos nosotros! Cuando contravenimos al Alma, ésta se revoluciona y eso provoca oleaje en nuestro exterior. Si, en cambio, fluímos con el Alma y su serenidad, proyectamos placidez en los que con nosotros están y en lo que vivimos. Así, adentrarse en el Alma significa situarse en el eje de esa Rueda de la Vida, donde todo es inalterable, equilibrado (corazón/razón) y desde donde podemos ver la rueda girar sin que nos marée!

Como en las profundidades del mar, en nuestra Alma siempre hay paz y amor! Encima, en la superficie de nuestra vida, puede haber olas y más olas, pero no moverán ni un ápice de nuestro fondo! Si concetramos nuestra atención en el fondo, en el Alma, siempre habrá paz y dejaremos fluir la vida tal y como llega y es, con amor. Si en cambio concentramos la atención solo en nuestra supercicie, nos moveremos al compás de las olas a cada instante y nos causará intranquilidad! Es verdad que para lograr adentrarnos en el Alma, deberemos distanciarnos de la mente inquieta y estar dispuestos a bucear en el silencio, donde siempre encontraremos serenidad. Desde el Alma uno ve la vida en lo esencial, desde como somos y sentimos la realidad. Desde fuera de ella, permanecemos al albur de las olas y de lo que suceda en nuestro exterior! La suave voz de la Conciencia es nuestra mejor carta de navegación…

Yo hace tiempo que tengo la facultad de ver y tratar a las personas que me encuentro en mi vida y que realmente me importan, por lo que su Alma transluce sutilmente hacia el exterior! No me preguntes cómo lo logro, quizás es porque he aprendido a interpretar los gestos, los silencios, las miradas… y de que siempre estoy muy atento a lo que veo en su interior! No me entretengo con lo que veo en el exterior, como la gente hace! No tengo en cuenta un momento de mal humor, ni un desaire, ni una mala cara… todos tenemos momentos y días así! Intento tratar a las personas por lo que realmente son y no solo por lo que parecen o como actúan en un momento dado! La verdad es que me interesa más el fondo del ser humano que su superficie cambiante, muchas veces solo fruto de las reacciones puntuales, de lo mal aprendido o del miedo ante lo que se vive en el exterior! Fuera, demasiadas veces hay agresividad, recelo, envidias, confusiones… y muchas veces es un reflejo de nuestro propio interior desoído! Aunque es verdad que cada quien tiene libertad de ser coherente con su Alma y lo que siente en su interior… o ignorarla y dejarse llevar solo por lo que vive y padece en su exterior!

Y, como no podía ser de otra manera, mi manera de ser, sentir y vivir mi vida es igual que trato a los demás, desde mi interior. Siempre intento ser coherente con mi Alma, procuro guiarme por la paz de mi interior, aunque las cosas de fuera me inviten a perturbarme o me incomoden! Eso, tal como está el mundo, es un privilegio -no siempre cómodo- que pocos tenemos! Como todos, también tengo mis momentos de rebelión interior y/o exterior, de ofuscación e incluso de agresividad… todo ello es humano y yo, sin duda, también lo soy! Pero también es verdad que, con el tiempo, he aprendido a responder ante los acontecimientos basándome en cómo los siente mi Alma, evitando reaccionar ante ellos de forma compulsiva! En las situaciones más extremas o de ataques contra mi persona, logro mantener la calma e incluso hacer lo posible para proyectar armonía y equilibrio, lo que solo se logra cuando eres capaz de poner distancia ante los sucesos y responder desde el interior!

Los buenos navegantes sabemos que -al menos, en el Mediterráneo- las olas llegan siempre de tres en tres! Así, ante cualquier maniobra, lo mejor es esperar que pasen las tres olas o, en su defecto, aprovechar el espacio breve que hay entre una y otra! No hacerlo así provoca ir contra corriente, tambalearse… y el mar es, sin duda, más poderoso que cualquier embarcación! Con las personas hago igual. Ante una actitud dura o cruel conmigo, nunca reacciono de la misma manera ni, instantaneamente, con el mismo tono. Dicen los expertos que tenemos unos escasos 25 milisegundos para tomar cualquier decisión y responder según nuestra voluntad y no cegados por la reacción. Eso, la verdad, me permite controlar mis respuestas y actuar, siempre que puedo, evitando el conflicto y, por otro lado, diluyendo la confrontación!

Tras la mencionadas tres olas -propias o ajenas- siempre llega la calma, como después de cada tempestad! Intentar forzar la situación reaccionando de forma intempestiva y atolondrada, no produce más que más crispación, como ese velero que pretende virar en medio de una ola! En el mar, cualquier maniobra a vela se realiza mejor siguiendo la dirección de las olas y su propia dinámica, que es lo mejor para capear cualquier temporal! Los nervios, la excitación del momento o la impulsividad ante una situación llamémosle agresiva, violenta o incómoda, solo provocarán malestar propio o ajeno. En la vida, como en el mar, dejarse mecer por el tempo, bucear en la profundidad de las emociones y flotar por la fluidez de sus aguas es siempre lo mejor! Tras el mal humor o la confusión, siempre llega la calma. Hay que saber esperarla… o buscarla. Espera que pasen las tres olas… y tendrás paz!

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