El ser humano, en este plano, consta de tres partes: la física, la mental y la espiritual. Cierto es que dicen que lo que realmente somos es espíritu, alma, pero, repito, en este plano, también somos cuerpo y mente, y mientras no tengamos a las tres partes "sanas", la que esté enferma va a afectar, inevitablemente, a las otras dos.
Con Freud, abriendo el siglo 20 (la publicación que inauguró el psicoanalisis fue La interpretación de los sueños, publicada en el año 1900), se comienza a tener en cuenta a la mente como elemento crucial tanto en nuestra salud, como en la interpretación del mundo. Dimos un gran avance, conocimos el poder de la mente y el Inconsciente, descubriendo la influencia de estas sobre el cuerpo físico, y la posibilidad tanto de enfermarlo como de sanarlo.
Pero lo mental no era todo. De hecho el psicoanálisis, que ha hecho esa gran contribución a la humanidad, si se queda sólo en la mente es insuficiente para tratar, comprender y aprehender al ser humano, ya que aún falta un aspecto constitutivo del mismo: el espiritual. Porque no basta tener buena salud física y mental, por ejemplo, para estar "bien". Si no está atendido el aspecto espiritual, -al que podríamos resumir como el del "sentido" de la vida-, no vamos a ser seres realizados. Y ahí es cuando aparece don Carl Gustav Jung, para ofrecernos una visión mucho más completa del hombre, la que lo contempla desde sus tres aristas en este plano.Desde Jung, vinieron muchos, como Viktor Frankl, Erich Fromm, Fritz Perls, (todos psicoanalistas en sus inicios), Carl Rogers, Abraham Maslow, y muchos más, que crearon la corriente denominada psicología humanista y luego la transpersonal. Desde ahí se contempla al ser humano de manera mucho más holística, entendiendo que sólo reconociendo e integrando sus tres partes, se puede conseguir el equilibrio, bienestar y realización.ψ DC