Llevo varios días haciéndome preguntas sin respuestas. O, mejor dicho, dándole vueltas a las respuestas que, de sobra conozco, a las preguntas que no sé muy bien por qué me formulo, torturándome con ellas. Intento no pensar, pero es imposible no hacerlo y ver cómo una y otra vez se frustran las esperanzas puestas en las personas. Debo dar gracias por quienes me quieren y están a mi lado: pocos amigos, pero buenos, muy buenos, y ellos saben bien quiénes son y saben también que mi cariño hacia ellos es inmenso. Hace tiempo que me alejé del mundanal ruido y no me arrepiento en absoluto. Me cansé de frivolidades y superficialidades. Sólo se me ve en algún que otro acto religioso contado y ahí se acabó todo. La sociedad vive muy bien sin mí y yo vivo mejor sin ella.
En estos días las personas que quiero han soportado mis cuitas y soy consciente de que a alguno, en especial, lo he preocupado más de lo debido, sin darme cuenta, pensando más en mí que en quienes me rodean, sin caer en la cuenta de que la tristeza es una gran blasfemia y creyendo, lleno de egoísmo, que mis oraciones no se escuchan.
Son tiempos de crisis difíciles, demasiado duros, pero he pasado por peores momentos en mi vida y me doy cuenta de que no tengo derecho a quejarme y la confianza que deposito en ciertos sueños la debo depositar en las realidades, en lo palpable, en lo certero. Sólo eso importa, el resto es demasiado prescindible, y sé, con firme convicción, que nada me faltará.
Decía que he rezado mucho estas semanas pidiendo y pensaba, con soberbia, no haber sido escuchado. Cierto es que no suelo pedir para mí, y mucho menos cosas materiales, pero era mi sustento lo que estaba en juego. Me está costando escribir esto, lo confieso, pero quiero y necesito hacerlo.
La respuesta a mis oraciones la he encontrado esta noche en un correo electrónico, podría decir que por casualidad, pero no creo en las casualidades. Una imagen que reproduzco al final del post y que indica las tres respuestas que Dios tiene ante nuestras peticiones. La primera es "sí", la segunda "todavía no" y la tercera "tengo algo mejor en mente". Si no ha sucedido lo que deseaba es porque Él tiene otros planes para mí, aunque no atine bien a entenderlos, pero es difícil entender la lógica ilógica de Dios y por eso esta noche me abandono en Sus manos, sabiendo que ha dispuesto los medios para que nada me falte y me ha dado todo cuanto se necesita para ser feliz en esta tierra: Pobreza, Alegría y Amor.
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Las tres respuestas de Dios
Publicado el 06 febrero 2012 por Francisco Francisco Acedo Fdez Pereira @FrancisacedoTambién podría interesarte :