La Edad Media siempre ha tenido fama de oscura y sucia que se perpetúa en los estereotipos de guerreros sanguinarios, oscuros castillos y fanatismo religioso. Sin embargo, expertos medievalistas como Jacques Le Goff, han afirmado que en los casi diez siglos que se dan entre la caída del Imperio Romano y las primeras ciudades estado italianas sucedieron muchas cosas y no todas fueron en un escenario tan negativo como se ha venido describiendo…
Miniatura de Na Castelloza, trobairitz.De hecho, la tradición cultural medieval contribuyó de manera manifiesta a las tendencias artísticas de los períodos históricos posteriores. Concretamente, en el ámbito literario, la lírica trovadoresca de los siglos XII y XIII influenció a las primeras grandes figuras del Renacimiento italiano, como fueron Dante y Petrarca.
El género trovadoresco tuvo su espacio geográfico en Occitània, una región que incluiría hoy a la actual Francia mediterránea hasta el sur del Loira y Lyon. Precisamente, ya puestos a desmontar tópicos, no es ajustado hablar de los trovadores “provenzales”, como a menudo se les ha descrito, pues Occitània ocupa un mayor territorio que la zona de la Provenza. Asimismo, tampoco es apropiado hablar de “los trovadores” ya que entre aquellos artistas también hubo mujeres: las llamadas trobairitz.
La figura de los trovadores es suficientemente conocida, pero las trobairitz han caído en el olvido de la historia. Estas trovadoras escribieron poesías de alta calidad, en las que dejan entrever una personalidad literaria marcada y diferenciada de la de los poetas hombres. A pesar de su obra, han sido despreciadas hasta fechas recientes por los historiadores y estudiosos, que las han considerado poetas menores, cortesanas o promiscuas. Otros han negado su existencia, aduciendo que su obra fue escrita por hombres con nombre de pluma femenino.
Los expertos en historia de la literatura coinciden en señalar que el fenómeno de las trobairitz duró muy poco, apenas un siglo. Fueron un pequeño grupo de deslumbrantes poetisas que componían y cantaban sus poemas, todo entre el amor, el deseo y el anhelo.
Las trobairitz cantan al ideal masculino
En la Edad Media, las mujeres tenían grandes barreras para acceder a la cultura, y las que tuvieron el privilegio de poder hacerlo, solo podían expresarse utilizando como pseudónimo del nombre de su marido. Por eso mientras que se conocen más de cuatrocientos nombres de trovadores, cantantes y poetas, se conocen apenas veinte nombres de mujeres que desempeñaran estas profesiones.
El concepto “trobairitz” se utilizó por primera vez en siglo XIII, y su significado era “componer”. Hasta ese momento, las pocas mujeres compositoras solo escribían música sacra, siendo las trobairitz las primeras compositoras de música secular occidental.
Las trobairitz eran de origen noble y eran mujeres casadas con nobles del ámbito provenzal. Hubo en el sur de Francia, norte de Italia, pero también en zonas de España como Cataluña o Navarra. La principal novedad que aportan es que por primera vez la mujer reclamaría el afecto del amado, se declaraba al hombre, algo que era muy transgresor para la época.
Su obra solo se representaba en el ámbito privado, y su temática rompía con la tradición poética del trovador. Estas nobles mujeres, a través de sus versos, hablan de la felicidad, la desazón, el deseo, la ansiedad; sentimientos provocados por un amor ferviente. Con su versos buscaban perfección y belleza, describiendo los ideales que esperaban encontrar en un hombre para amarlo. Este amor era dirigido a caballeros, trovadores y, también, a otras mujeres. Nunca a sus esposos.
La obra de las trobairitz está marcada por su desconocimiento, tanto que ni los expertos se ponen de acuerdo en decir qué obras se les pueden atribuir. Según las fuentes, se conservan entre 23 y 46 canciones. La mayoría de ellas forman parte de intercambios epistolares que posteriormente pasaron a manuscritos por lo que no se sabe con exactitud cuales correspondían al trovador y cuales a las trobairitz.
Las protagonistas
El gran valor de las trobairitz es un valioso tesoro de nuestra literatura. El rey Alfonso X El Sabio admiraba a las trobairitz, y en su corte ocupaban un lugar de privilegio. De entre todas ellas sobresale María la Balteira, musa e inspiración de muchos trovadores de la corte del rey.
Otros nombres destacados fueron Beatriz de Día; Alamanda de Castelnau; Maria de Ventardorn, que plasma el deseo de igualdad entre hombres y mujeres en las relaciones amorosas; María de Francia; Clara d’Anduza, Azalais de Porcairages, Tibors de Sarenom o Garsenda de Provença.
La Condesa de Dia o Beatriz de Dia es de identidad es confusa, pero se sabe que era hija del conde Isoard II de Dia, nacida en 1140. Habría sido esposa del conde de Viennois, Guillermo de Poitiers, aunque amó al trovador Rimbaud de Orange, al que le dedicó varios poemas. En cambio, hay otras teorías que la llaman Isoarda y se casó con Raimon d’Agoud. Se conservan cuatro composiciones en occitano, entre ellas ‘A chantar m’er de so q’ieu non volria’, única canción trovadoresca cuya música se conserva intacta compuesta por una mujer. En la época, los poemas se solían acompañar por música de flauta.
María de Francia ha pasado a la historia por sus Lais, doce narraciones breves escritas en verso que se consideran claves de la tradición bretona. Tratan temas amorosos en un contexto de magia y fantasía. Además, en ellas la mujer aparece como un ser dotada de igual libertad que el sexo opuesto, y son las que dan el primer paso para que una relación cobre esencia. También incluyó en los escritos la denuncia abierta contra los matrimonios concertados.
Bieris de Romans (s. XIII), dirigió sus versos a otra mujer, por lo que se ha especulado sobre su posible homosexualidad. El hecho de dirigir una canción de amor a otra mujer (‘Na Maria’, que no ha sido identificada con certeza) ha llamado la atención y los estudiosos han aludido a un posible lesbianismo entre Bieris y María. La profesora de fifologóa románica Angélica Rieger cree que es, efectivamente, un poema de una mujer a otra mujer como manifestación de ternura, pero que hay que entenderlo dentro del código cortés, sin que implique lesbianismo.
Azalaís de Porcairagues fue una trobairitz de habla occitana de finales del siglo XII. Se sabe poco de su vida, hay una única fuente que dice que era originaria de los alrededores de Montpellier y que amó al monje Gui Guerrejat, hermano de Guillermo VII de Montpellier. El filólogo Aimo Sakari argumenta que fue probablemente la juglaresa que aparece en varios poemas de Raimbaut de Orange, y solo se conoce un poema suyo que hace referencia a la muerte de Raimbaut de Orange en 1173.
Favorecidas por el catarismo
La libertad de creación y difusión de la obra de estas mujeres estuvo claramente favorecida por la religión cátara que imperaba en el país occitano. El catarismo equiparaba a hombres y mujeres en su posición jerárquica dentro de su iglesia. Pese a que no todas las trobairitz fueron seguidoras de esta doctrina, la influencia de sus valores emancipadores impregnó la cultura occitana y facilitó que las mujeres pudieran desempeñar roles de poder en el ámbito público. Así, las nobles occitanas no sólo eran aristócratas formadas, receptoras de la lírica de los trovadores, sino que también fueron mecenas y creadoras.
La destrucción de la religión cátara, con la caída del castillo de Montsegur, en 1244, marcó el fin de la cultura occitana, y el declive de una tradición de mujeres poderosas y cultivadas cuyo legado, aunque escasamente conservado, resuena por encima de los tópicos de la época.
En el ámbito de las clases bajas también había poetisas compositoras. Se llamaban joblaresses, (juglaresas, contaderas, danzadoras; cuya misión era divertir en espectáculos con la música y el canto, a menudo con sus maridos).
No es hasta bien entrado el siglo XX, cuando se realizan análisis en profundidad de las trobairitz, dejando de lado la óptica misógina precedente. Estos estudios presentan a las trobairitz como mujeres que, por el hecho de pertenecer a un rango social alto, tuvieron acceso a la cultura. Desde su inteligencia y sensibilidad, compusieron poemas siguiendo los parámetros en auge del momento, pero lo hicieron desde su propia visión de la vida.
Las trobairitz son un eslabón más en la cadena silenciosa de mujeres que forman parte de nuestro pasado común, literario e histórico. Son mujeres de carne y hueso que nos dejaron escritas unas preciadas y escasas palabras, poetisas que se movían a placer de corte en corte, y cuyos versos han llegado hasta nosotros.Tal vez fueran pocas, pero su papel fue muy importante. Estas mujeres trataron de hacerse oír en un mundo en el que debían estar calladas.
Antes de las trobairitz hay catalogado el caso de otra mujer que en al-Ándalus cantó su pasión en forma de versos, la princesa Wallada, hija de uno de los últimos califas que vivió en el siglo X. Escribió sobre su romance con el poeta Ibn Zaydún y a sus palabras no les faltó la fuerza.
Fuentes: Lemiaunoir // MúsicaAntigua