Revista Asia
La primera etapa de mi viaje de Marzo por el Sudeste Asiático me llevó de vuelta a Vietnam. El primer destino era Phú Quốc, una isla situada en el Golfo de Tailandia al sur de Camboya.
Debo decir que tenía muchas ganas de volver a la isla (parezco Jack Shephard...). Estuve por primera vez en Febrero de 2008 con mis padres y aunque disfruté mucho de la estancia, se me hizo un poco corta. Por entonces pude sentir que aquel sitio tenía algo mágico y que merecería la pena regresar para explorar sus playas escondidas, en opinión de algunos las últimas playas salvajes que aún quedan por Asia.
A menudo se compara Phú Quốc con Phuket, la meca del turismo de playa en Tailandia, antes de que esta fuese explotada de forma masiva. Un diamante en bruto. Representa la viva imagen de lo que a uno le viene a la cabeza cuando piensa en una isla tropical, con casi todo el interior de la misma cubierto por una densa jungla y orillas formadas por playas de arenas blancas repletas de palmeras y aguas cristalinas.
El único núcleo urbano es la pequeña localidad de Dương Đông.
El resto es casi jungla y pequeñas aldeas de agricultores y pescadores.
La pesca es la principal economía de los habitantes de la isla. Todas las tardes se ven algunos barcos regresando a puerto...
mientras otros parten a la caza del calamar, que sólo puede hacerse de noche bajo la luz de las lámparas.
La gastronomía goza por tanto de una exquisita variedad de marisco y pescado, a unos precios tan bajos que es difícil resistirse. Uno de los mejores lugares para disfrutar de una suculenta cena con productos del mar es el mercado nocturno de Dinh Cậu, junto al puerto.
Entre algunas especialidades locales destaca el erizo de mar, ¿quién se atreve a probarlo?
La otra economía de Phú Quốc es la del turismo incipiente. Hasta hace bien poco la existencia de esta isla era un preciado secreto compartido entre la comunidad de expatriados residentes en Vietnam y eran pocos los turistas que venían a recorrer el país e incluían este punto en su itinerario. Pero eso es algo que el gobierno vietnamita se ha propuesto cambiar, se ha dado cuenta del inmenso potencial que tiene esta región de Vietnam para atraer el turismo y está dispuesto a predicar sus bondades a los cuatro vientos. Phú Quốc está destinado a convertirse en uno de los próximos destinos de moda de Asia. Sino, al tiempo...
Por el momento la isla se encuentra desarrollada únicamente en su costa oeste a lo largo de Bãi Trường (Long Beach). Es en esta playa, hacia el norte y sobre todo hacia el sur de Dương Đông, donde han ido floreciendo los resorts en los últimos años. Por ahora son pocos en número, tan pocos que en temporada alta cuesta encontrar alojamiento si no se hace con la suficiente antelación.
El resto de las playas de la isla son vírgenes; pero esto es algo que tampoco durará mucho. Les recomiendo señores viajeros que hagan rápidamente sus maletas y escapen a esta isla paradisíaca antes de que se convierta en el próximo Phuket. Por lo pronto, ya hay planes en marcha para reemplazar el pequeño aeropuerto que sirve apenas una docena de vuelos diarios desde Ho Chi Minh City (Vietnam Airlines, AirMekong) por un aeropuerto internacional más grande.
Como la mayor parte de la isla está aún sin explotar, los turistas generalmente se alojan en los resorts de Bãi Trường (Long Beach).
Hay resorts para todos los gustos y adaptados a todos los bolsillos, desde los más lujosos y exclusivos hasta aquellos construídos meramente con materiales naturales como el bambú.
Phú Quốc lo tiene todo. Por un lado, es un destino ideal para las escapadas románticas. Los resorts disponen de todo lo necesario, no hace falta siquiera salir de Long Beach. Yo me fui hasta allí con Thoai, de ella hablaré en mi próximo post.
La otra cara de Phú Quốc es la de la aventura. Aquellos viajeros que lleguen con ganas de perderse en bici o en moto por caminos de tierra que transcurren por la jungla y que terminan en una playa desierta verán cumplidas sus expectativas.
En este mapa podéis ver las dos rutas que hicimos para explorar algunas de las playas más remotas de la isla. El primer día nos fuimos hasta el extremo sur en moto, para el segundo día en cambio decidimos alquilar un taxi y ver las playas del norte.
Las playas del sur
Para visitar las playas del sur pensamos que lo mejor era alquilar una moto por 150.000 VND. Debo admitir que si hubiera sabido el estado de las carreteras me lo hubiera pensado dos veces, ya que a mitad de camino a punto estuve de arrepentirme. Empezamos la travesía dirigiéndonos hacia el sur por la carretera que recorre la costa.
El paisaje es precioso pero la carretera es un infierno, un maldito camino de tierra sin asfaltar con algunos tramos peligrosos por los baches, por la arena de playa que se acumula y por los puentes que apenas se sostienen en pie.
Lo de los puentes es muy fuerte, de película, este está que se cae, lo peor es que recuerdo que ya estaba así la vez que fui en 2008.
Llegamos hasta el final pero tuvimos claro que el camino de regreso lo hacíamos por la carretera que discurre por el interior de la isla.
Esta carretera está asfaltada y se encuentra en mejores condiciones, por decir algo, así que recomiendo hacer uso de esta misma para bajar hacia el sur.
En el extremo sur de la isla (se tarda en llegar cerca de una hora) se juntan las dos carreteras. A partir de ese punto, la única forma de encontrar las playas es preguntar a los locales y seguir sus indicaciones para atravesar la jungla por caminos más estrechos. Yo como iba con Thoai fue bastante fácil.
Bãi Sao (Star Beach) es la playa salvaje más famosa de Phú Quốc. La arena es blanca y el agua de un color azul cristalino, además tiene escasa profundidad así que puedes caminar varios metros antes de mojarte la cintura. Sería perfecta de no ser porque se trata de una playa virgen, es decir, nadie se encarga de limpiarla y por tanto todo lo que llega del mar allí se queda. Pero claro, se supone que así tiene que ser una playa virgen...
A pesar de ser la playa más famosa de la isla apenas tiene visitantes, la privacidad está garantizada. En 2008 que yo recuerde vimos únicamente dos parejas más de turistas rondando por allí, en esta ocasión había algunas más pero sigue estando bastante desierta en comparación con Long Beach.
A uno y otro lado de la playa hay dos restaurantes familiares que permiten hacer el día a los pocos que se dignan a aparecer.
El menú incluye todo tipo de pescados y mariscos que hayan podido capturar ese día en la playa. Como punto a favor, te permiten apartar la mesa unos metros más allá y colocarte bajo las palmeras.
Entonces la estampa sí que es un verdadero paraíso. Yo a solas con Thoai y un almuerzo delicioso a base de marisco acompañado con una cerveza Tiger. En esos momentos yo era el hombre más feliz sobre la faz de la Tierra.
Después de pasar el día en Bãi Sao (Star Beach), antes de regresar nos propusimos visitar la playa de al lado, Bãi Khem (Cream Beach).
Las guías locales decían que era la playa más bonita de la isla pero había un pequeño problema que yo desconocía, se encuentra dentro de una zona militar y el acceso está prohibido para los extranjeros, sólo los vietnamitas pueden pasar.
Antes de irnos de Bãi Sao le dije a Thoai que pidiera instrucciones a los locales para llegar a Bãi Khem. En ese momento se me quedaron mirando y nos dijeron que la playa estaba cerca pero que yendo yo no podríamos entrar por ser extranjero.
Me quedé sorprendido, aunque en cierta forma me esperaba que pudiera ocurrir algo así. Sabía que Bãi Trường (Long Beach) era la única playa de Phú Quốc que había sido desarrollada para el turismo porque prácticamente el resto de playas habían estado bajo control del ejército, hasta hace poco... La razón de mantener una fuerte presencia militar era porque Vietnam se disputaba la soberanía de la isla con Camboya. Ya en 1975 una incursión de los Jemeres Rojos propició el inicio de la guerra entre Vietnam y Camboya y culminó con la caída del régimen de Pol Pot.
A pesar de todo, tenía cierta esperanza ya que había leído en algunas guías que en los últimos años el ejército había levantado muchas de las bases militares en la isla y había abierto el acceso a las playas a los extranjeros siempre que fueran debidamente documentados con el pasaporte. Pensé que algunos locales podrían no haberse enterado de aquello... Había llegado hasta allí, así que no perdía nada por intentarlo y comprobar hasta donde podía pasar. Si lo conseguía, sería uno de los primeros occidentales en pisar aquella playa, estamos hablando nada más y nada menos de la mejor playa de Vietnam posiblemente. El corazón me latía a cien. Le dije a Thoai que estaba decidido a intentarlo y tras preguntar a varias personas más encontramos el punto exacto de acceso a la playa (por supuesto todas ellas coincidieron en señalar que no se permitía el acceso a los extranjeros, una advertencia que decidí seguir ignorando).
El camino que lleva a Bãi Khem...
Llegó el momento de atravesar la puerta con la moto y justo en ese momento apareció una señora que intentó detenerme al grito de Cấm người nước ngoài. Lo entendí perfectamente, prohibido extranjeros. Thoai se puso algo nerviosa y me dijo que era mejor marcharnos cuanto antes ya que podríamos meternos en problemas. El gesto de la señora era serio, aquello no era ninguna broma. Me di media vuelta y me alejé en dirección norte.
En aquel momento sentía una inmensa rabia por haber tenido que renunciar estando tan cerca y por el camino de vuelta le explicaba a Thoai que aquello no tenía sentido pues había leído que la restricción de acceso a los extranjeros se había levantado hace unos años. Al llegar al hotel nos informamos y resultó que aquel no era el caso de Bãi Khem. Es la única playa de Phú Quốc que aún mantiene el acceso restringido.
Lo de la izquierda puede ser un soldado o un muñeco, pero a mí me parece suficiente para disuadir a cualquiera que intente entrar por la puerta de la derecha...
Más tarde leí que resulta imposible llegar a Bãi Khem por carretera ya que hay puestos de control en el camino. Existe la posibilidad de llegar escalando las rocas desde Bãi Sao pero si te atrapan seguramente termines metiéndote en un problema; no creo que nadie desee tener que enfrentarse en su vida a un tribunal militar en una república socialista (comunista). Así que yo casi que agradezco que la que me detuviese en la puerta fuese una señora que pasaba por allí y no un oficial del ejército.
Las playas del norte
Al día siguiente llamamos un taxi y antes de dirigirnos al aeropuerto le pedimos que nos llevara a ver las playas del norte de la isla. Esta vez sí que me informé bien y supe que en la actualidad estas playas están abiertas al turismo, aunque hasta hace bien poco había una importante base militar en la zona por su cercanía a Camboya, territorio enemigo. Al noroeste de la isla se encuentra Bãi Dài, desde donde es posible divisar Camboya a tan sólo 10 km de distancia.
Bãi Dài es otra playa salvaje de arena blanca y aguas increiblemente tranparentes. Es una playa bastante extensa por lo que es comprensible que de un tiempo a esta parte empiecen a construirse resorts.
Siguiendo la carretera bordearmos un pico y llegamos a la cara norte, donde se encuentra Bãi Gành Dầu. Esta playa no figura en algunas guías porque antes formaba parte de la base militar, pero como pude demostrar hoy en día es accesible.
Desde este playa también es posible divisar Camboya a lo lejos. Destacan también unas casetas de pescadores en el horizonte.
Aquí pasé los últimos minutos de estancia en la isla antes de dirigirme al aeropuerto y volver a la civilización. Así que me metí en el agua, miré a mi alrededor y me pregunté ¿cuándo sería la próxima vez que vendría aquí, nunca quizás?
De nuevo, la isla volvió a dejarme con ganas de más. La experiencia fue satisfactoria aunque me marché con la espinita clavada por no haber visto Bãi Khem con mis propios ojos, eso sí orgulloso de por lo menos haberlo intentado.
Ya en el avión lo pensaba más detenidamente, ¿volveré algún día a Phú Quốc? Probablemente no, y no porque no pueda sino porque no quiera. Tengo miedo de volver al cabo de los años y que no me guste en lo que se ha convertido. No quiero ver como la magia de la isla desaparece, como ya no quedan playas vírgenes ni caminos de tierra que recorrer en moto. Me quedo con mis fotos y con el recuerdo de lo que viví plasmado en este post.
A los demás, ya estáis tardando en ir.
Debo decir que tenía muchas ganas de volver a la isla (parezco Jack Shephard...). Estuve por primera vez en Febrero de 2008 con mis padres y aunque disfruté mucho de la estancia, se me hizo un poco corta. Por entonces pude sentir que aquel sitio tenía algo mágico y que merecería la pena regresar para explorar sus playas escondidas, en opinión de algunos las últimas playas salvajes que aún quedan por Asia.
A menudo se compara Phú Quốc con Phuket, la meca del turismo de playa en Tailandia, antes de que esta fuese explotada de forma masiva. Un diamante en bruto. Representa la viva imagen de lo que a uno le viene a la cabeza cuando piensa en una isla tropical, con casi todo el interior de la misma cubierto por una densa jungla y orillas formadas por playas de arenas blancas repletas de palmeras y aguas cristalinas.
El único núcleo urbano es la pequeña localidad de Dương Đông.
El resto es casi jungla y pequeñas aldeas de agricultores y pescadores.
La pesca es la principal economía de los habitantes de la isla. Todas las tardes se ven algunos barcos regresando a puerto...
mientras otros parten a la caza del calamar, que sólo puede hacerse de noche bajo la luz de las lámparas.
La gastronomía goza por tanto de una exquisita variedad de marisco y pescado, a unos precios tan bajos que es difícil resistirse. Uno de los mejores lugares para disfrutar de una suculenta cena con productos del mar es el mercado nocturno de Dinh Cậu, junto al puerto.
Entre algunas especialidades locales destaca el erizo de mar, ¿quién se atreve a probarlo?
La otra economía de Phú Quốc es la del turismo incipiente. Hasta hace bien poco la existencia de esta isla era un preciado secreto compartido entre la comunidad de expatriados residentes en Vietnam y eran pocos los turistas que venían a recorrer el país e incluían este punto en su itinerario. Pero eso es algo que el gobierno vietnamita se ha propuesto cambiar, se ha dado cuenta del inmenso potencial que tiene esta región de Vietnam para atraer el turismo y está dispuesto a predicar sus bondades a los cuatro vientos. Phú Quốc está destinado a convertirse en uno de los próximos destinos de moda de Asia. Sino, al tiempo...
Por el momento la isla se encuentra desarrollada únicamente en su costa oeste a lo largo de Bãi Trường (Long Beach). Es en esta playa, hacia el norte y sobre todo hacia el sur de Dương Đông, donde han ido floreciendo los resorts en los últimos años. Por ahora son pocos en número, tan pocos que en temporada alta cuesta encontrar alojamiento si no se hace con la suficiente antelación.
El resto de las playas de la isla son vírgenes; pero esto es algo que tampoco durará mucho. Les recomiendo señores viajeros que hagan rápidamente sus maletas y escapen a esta isla paradisíaca antes de que se convierta en el próximo Phuket. Por lo pronto, ya hay planes en marcha para reemplazar el pequeño aeropuerto que sirve apenas una docena de vuelos diarios desde Ho Chi Minh City (Vietnam Airlines, AirMekong) por un aeropuerto internacional más grande.
Como la mayor parte de la isla está aún sin explotar, los turistas generalmente se alojan en los resorts de Bãi Trường (Long Beach).
Hay resorts para todos los gustos y adaptados a todos los bolsillos, desde los más lujosos y exclusivos hasta aquellos construídos meramente con materiales naturales como el bambú.
Phú Quốc lo tiene todo. Por un lado, es un destino ideal para las escapadas románticas. Los resorts disponen de todo lo necesario, no hace falta siquiera salir de Long Beach. Yo me fui hasta allí con Thoai, de ella hablaré en mi próximo post.
La otra cara de Phú Quốc es la de la aventura. Aquellos viajeros que lleguen con ganas de perderse en bici o en moto por caminos de tierra que transcurren por la jungla y que terminan en una playa desierta verán cumplidas sus expectativas.
En este mapa podéis ver las dos rutas que hicimos para explorar algunas de las playas más remotas de la isla. El primer día nos fuimos hasta el extremo sur en moto, para el segundo día en cambio decidimos alquilar un taxi y ver las playas del norte.
Las playas del sur
Para visitar las playas del sur pensamos que lo mejor era alquilar una moto por 150.000 VND. Debo admitir que si hubiera sabido el estado de las carreteras me lo hubiera pensado dos veces, ya que a mitad de camino a punto estuve de arrepentirme. Empezamos la travesía dirigiéndonos hacia el sur por la carretera que recorre la costa.
El paisaje es precioso pero la carretera es un infierno, un maldito camino de tierra sin asfaltar con algunos tramos peligrosos por los baches, por la arena de playa que se acumula y por los puentes que apenas se sostienen en pie.
Lo de los puentes es muy fuerte, de película, este está que se cae, lo peor es que recuerdo que ya estaba así la vez que fui en 2008.
Llegamos hasta el final pero tuvimos claro que el camino de regreso lo hacíamos por la carretera que discurre por el interior de la isla.
Esta carretera está asfaltada y se encuentra en mejores condiciones, por decir algo, así que recomiendo hacer uso de esta misma para bajar hacia el sur.
En el extremo sur de la isla (se tarda en llegar cerca de una hora) se juntan las dos carreteras. A partir de ese punto, la única forma de encontrar las playas es preguntar a los locales y seguir sus indicaciones para atravesar la jungla por caminos más estrechos. Yo como iba con Thoai fue bastante fácil.
Bãi Sao (Star Beach) es la playa salvaje más famosa de Phú Quốc. La arena es blanca y el agua de un color azul cristalino, además tiene escasa profundidad así que puedes caminar varios metros antes de mojarte la cintura. Sería perfecta de no ser porque se trata de una playa virgen, es decir, nadie se encarga de limpiarla y por tanto todo lo que llega del mar allí se queda. Pero claro, se supone que así tiene que ser una playa virgen...
A pesar de ser la playa más famosa de la isla apenas tiene visitantes, la privacidad está garantizada. En 2008 que yo recuerde vimos únicamente dos parejas más de turistas rondando por allí, en esta ocasión había algunas más pero sigue estando bastante desierta en comparación con Long Beach.
A uno y otro lado de la playa hay dos restaurantes familiares que permiten hacer el día a los pocos que se dignan a aparecer.
El menú incluye todo tipo de pescados y mariscos que hayan podido capturar ese día en la playa. Como punto a favor, te permiten apartar la mesa unos metros más allá y colocarte bajo las palmeras.
Entonces la estampa sí que es un verdadero paraíso. Yo a solas con Thoai y un almuerzo delicioso a base de marisco acompañado con una cerveza Tiger. En esos momentos yo era el hombre más feliz sobre la faz de la Tierra.
Después de pasar el día en Bãi Sao (Star Beach), antes de regresar nos propusimos visitar la playa de al lado, Bãi Khem (Cream Beach).
Las guías locales decían que era la playa más bonita de la isla pero había un pequeño problema que yo desconocía, se encuentra dentro de una zona militar y el acceso está prohibido para los extranjeros, sólo los vietnamitas pueden pasar.
Antes de irnos de Bãi Sao le dije a Thoai que pidiera instrucciones a los locales para llegar a Bãi Khem. En ese momento se me quedaron mirando y nos dijeron que la playa estaba cerca pero que yendo yo no podríamos entrar por ser extranjero.
Me quedé sorprendido, aunque en cierta forma me esperaba que pudiera ocurrir algo así. Sabía que Bãi Trường (Long Beach) era la única playa de Phú Quốc que había sido desarrollada para el turismo porque prácticamente el resto de playas habían estado bajo control del ejército, hasta hace poco... La razón de mantener una fuerte presencia militar era porque Vietnam se disputaba la soberanía de la isla con Camboya. Ya en 1975 una incursión de los Jemeres Rojos propició el inicio de la guerra entre Vietnam y Camboya y culminó con la caída del régimen de Pol Pot.
A pesar de todo, tenía cierta esperanza ya que había leído en algunas guías que en los últimos años el ejército había levantado muchas de las bases militares en la isla y había abierto el acceso a las playas a los extranjeros siempre que fueran debidamente documentados con el pasaporte. Pensé que algunos locales podrían no haberse enterado de aquello... Había llegado hasta allí, así que no perdía nada por intentarlo y comprobar hasta donde podía pasar. Si lo conseguía, sería uno de los primeros occidentales en pisar aquella playa, estamos hablando nada más y nada menos de la mejor playa de Vietnam posiblemente. El corazón me latía a cien. Le dije a Thoai que estaba decidido a intentarlo y tras preguntar a varias personas más encontramos el punto exacto de acceso a la playa (por supuesto todas ellas coincidieron en señalar que no se permitía el acceso a los extranjeros, una advertencia que decidí seguir ignorando).
El camino que lleva a Bãi Khem...
Llegó el momento de atravesar la puerta con la moto y justo en ese momento apareció una señora que intentó detenerme al grito de Cấm người nước ngoài. Lo entendí perfectamente, prohibido extranjeros. Thoai se puso algo nerviosa y me dijo que era mejor marcharnos cuanto antes ya que podríamos meternos en problemas. El gesto de la señora era serio, aquello no era ninguna broma. Me di media vuelta y me alejé en dirección norte.
En aquel momento sentía una inmensa rabia por haber tenido que renunciar estando tan cerca y por el camino de vuelta le explicaba a Thoai que aquello no tenía sentido pues había leído que la restricción de acceso a los extranjeros se había levantado hace unos años. Al llegar al hotel nos informamos y resultó que aquel no era el caso de Bãi Khem. Es la única playa de Phú Quốc que aún mantiene el acceso restringido.
Lo de la izquierda puede ser un soldado o un muñeco, pero a mí me parece suficiente para disuadir a cualquiera que intente entrar por la puerta de la derecha...
Más tarde leí que resulta imposible llegar a Bãi Khem por carretera ya que hay puestos de control en el camino. Existe la posibilidad de llegar escalando las rocas desde Bãi Sao pero si te atrapan seguramente termines metiéndote en un problema; no creo que nadie desee tener que enfrentarse en su vida a un tribunal militar en una república socialista (comunista). Así que yo casi que agradezco que la que me detuviese en la puerta fuese una señora que pasaba por allí y no un oficial del ejército.
Las playas del norte
Al día siguiente llamamos un taxi y antes de dirigirnos al aeropuerto le pedimos que nos llevara a ver las playas del norte de la isla. Esta vez sí que me informé bien y supe que en la actualidad estas playas están abiertas al turismo, aunque hasta hace bien poco había una importante base militar en la zona por su cercanía a Camboya, territorio enemigo. Al noroeste de la isla se encuentra Bãi Dài, desde donde es posible divisar Camboya a tan sólo 10 km de distancia.
Bãi Dài es otra playa salvaje de arena blanca y aguas increiblemente tranparentes. Es una playa bastante extensa por lo que es comprensible que de un tiempo a esta parte empiecen a construirse resorts.
Siguiendo la carretera bordearmos un pico y llegamos a la cara norte, donde se encuentra Bãi Gành Dầu. Esta playa no figura en algunas guías porque antes formaba parte de la base militar, pero como pude demostrar hoy en día es accesible.
Desde este playa también es posible divisar Camboya a lo lejos. Destacan también unas casetas de pescadores en el horizonte.
Aquí pasé los últimos minutos de estancia en la isla antes de dirigirme al aeropuerto y volver a la civilización. Así que me metí en el agua, miré a mi alrededor y me pregunté ¿cuándo sería la próxima vez que vendría aquí, nunca quizás?
De nuevo, la isla volvió a dejarme con ganas de más. La experiencia fue satisfactoria aunque me marché con la espinita clavada por no haber visto Bãi Khem con mis propios ojos, eso sí orgulloso de por lo menos haberlo intentado.
Ya en el avión lo pensaba más detenidamente, ¿volveré algún día a Phú Quốc? Probablemente no, y no porque no pueda sino porque no quiera. Tengo miedo de volver al cabo de los años y que no me guste en lo que se ha convertido. No quiero ver como la magia de la isla desaparece, como ya no quedan playas vírgenes ni caminos de tierra que recorrer en moto. Me quedo con mis fotos y con el recuerdo de lo que viví plasmado en este post.
A los demás, ya estáis tardando en ir.