Lasvacacionesson el momento más esperado del año. Su simple mención desata una avalancha de planes, ilusiones y expectativas, dado que prometenocio, descanso y diversión. Actúan como un bálsamo que hace desaparecer las reuniones, los colegios, los “jefes” y eldespertador. Son un oasis en medio deldesiertode la monotonía. Sin embargo, también tienen un lado oscuro: no siempre resultan ser lo quedeseamos. Y en muchas ocasiones, eso las convierte en una fuente de problemas y conflictos.No en vano, al desenchufarnos de nuestrarutinalaboral nos conectamos con nuestra realidadpersonal. Y el resultado no siempre es tan satisfactorio como nos gustaría. Lo cierto es que vivimos tan inmersos en lainerciaque solemos olvidarnos de lo más importante: atender nuestras verdaderas inquietudes y necesidades. El ritmo imparable del día a día, repleto de asuntosurgentes, deja poco espacio para lareflexión. De ahí que, consciente o inconscientemente, solamos centrar nuestras ansias delibertady bienestar en unas pocas semanas de vacaciones.Así, esperamos que la suma de tiempo libre y actividadeslúdicasdiluya el malestar que hemos ido acumulando a lo largo del año y nos “cargue las pilas”. Pero demasiado a menudo, nuestrasexpectativasse hacen añicos al chocar contra la realidad. Basta con que el hotel no sea como creíamos, que lameteorologíano acompañe o que la convivencia genere disputas para que brote a chorro lafrustración.
Huída vacacional“Las vacaciones se esperan con ansia, se viven con contradicciones y se recuerdan con melancolía”, AnónimoEsta reacciónnegativa ante los inevitables contratiempos suele multiplicarse cuando utilizamos las vacaciones como unahuída de todo aquello que no nos gusta de nuestra vida. En estas circunstancias, solemos confundir descanso condistracción. De ahí que llenemos nuestros días libres con un sinfín de actividades que prometen evasión a discreción.El objetivo principal suele ser evitar el “aburrimiento” a toda costa. No en vano, nos han enseñado que se trata del mayorenemigode las vacaciones. Una sensación que no nos permitimos, probablemente, porque nos lleva a conectar con nuestromiedo, tristeza y dolor acumulados. Paradójicamente, la sensación devacíoque nos invade cuando nos atrevemos a “parar” no es más queinformación, un aviso de que no nos estamos dando lo que verdaderamente necesitamos.Estemalestares el que nos ayuda a hacernosconscientesde lo que falta en nuestra vida, de lascarenciasque solemos obviar en nuestra búsqueda deplacerinstantáneo. Y es que al no dedicarnos tiempo a nosotros mismos, no nos damos la oportunidad de asumir y asentar la gran cantidad deexperienciasque acumulamos en nuestro intenso día a día. De ahí que las vacaciones se conviertan en una válvula deescape de una realidad cotidiana que, en demasiadas ocasiones, no nos satisface.
TIEMPO DE CALIDAD“He decidido hacer lo que me gusta porque es bueno para mi salud”, VoltaireAunque cambiemos depaisaje, siempre arrastramos nuestro malestar en lamaleta. Pero las vacaciones no tienen laculpa. Depende de nosotros soltar lastre. Podemos optar por seguir frustrándonos cada vez que los acontecimientos no se adaptan a nuestras expectativas, convertirnos en víctimas de nuestras experiencias y creer que nuestrobienestardepende de algo externo a nosotros mismos. O, por el contrario, podemos atrevernos a descubrir el porqué de nuestro malestar, enfrentándonos a nuestro vacío existencial. Esta valiente decisión nos llevará irremediablemente a cuestionar si elestilode vida que llevamos es el que más bienestar nos genera.Lo cierto es que lafelicidadno está relacionada con lo que poseemos, sino con lo que somos, y con nuestra capacidad para vivir encoherenciacon nosotros mismos durante todo el año.Conciliarnuestra vida personal, familiar y profesional no es una tarea sencilla, sobretodo porque vivimos inmersos en una sociedad marcada por el estrés, elcansancioy la hipervelocidad. Para lograrlo, necesitamos armarnos de valor y mirar dentro de nosotros mismos. Sólo así podremos enfrentarnos a nuestros miedos ydemonios, tomando las riendas de nuestraexistencia.Convertirnos envíctimas, o por el contrario, en protagonistas de nuestra vida –y de nuestras vacaciones– es una decisión que tomamos cada día. Y es que si aspiramos aliberarnosde las expectativasfrustradas, de la huída y del malestar, tendremos que comprometernos con vivir nuestro día a día de manera másequilibrada, eficiente y sostenible. La clave está en invertir tiempo y energía en aquello que nos genera verdadero bienestar. Al fin y al cabo,disfrutarde las vacaciones pasa por poner en orden los restantes 11 meses del año. Quienes lo han conseguido sostienen que, en última instancia, las vacaciones son un estadomental.
EN CLAVE DE COACHING
- ¿Qué esperas de tus vacaciones?.
- ¿En qué medida estás satisfecho con tu existencia?.
- ¿Qué estás haciendo para seguir tu propio camino en la vida?.
Libro recomendado’Reinventarse’, del Dr. Mario Alonso (Plataforma)©Extracto editado del artículo publicado por Irene Orce en el suplemento de La Vanguardia ‘Estilos de Vida’ (ES) el 19 de Julio de 2010