El líder de Podemos, Pablo Manuel Iglesias, se ha tomado tres meses de vacaciones parentales que se unen a los seis maternales de su compañera en la vida y portavoz parlamentario de su partido, Irene Montero, que el 3 de julio dio a luz a Leo y Manuel, los mellizos de ambos.
Estos nueve meses de vacaciones pagadas por el Estado a la pareja muestran que las leyes laborales españolas son avanzadas, aunque menos que las que se obtienen en los ricos países nórdicos, donde los políticos varones suelen reducirlas o no tomarlas.
Al abandonar tres meses sus responsabilidades para cuidar a sus hijos – superados ahora tras los problemas provocados por su nacimiento prematuro -- Iglesias muestra ser un amoroso padre, pero también un político irresponsable.
En el ayuntamiento y urbanización de alto nivel donde tiene su pablacio hay centros públicos y privados que cuidan de los niños una vez que viven sin ayuda médica. O pueden contratar ayuda dados sus altos ingresos.
Es lo hacen miles de parejas con sueldos inferiores a los suyos o los directivos que desean mantener sus puestos clave en cualquier empresa.
La ley permite esas vacaciones, pero no obliga a tomarlas. En el caso de Irene Montero estaban justificadas, incluso con más tiempo por el vínculo físico y psicológico entre quien alumbra y sus hijos con dificultades.
Pero las de Iglesias Turrión muestran su desinterés como diputado y como presidente de Podemos.
Con líderes así no prosperaría ninguna empresa, que es la que genera directa, e indirectamente con sus trabajadores, los impuestos que sostienen a un político que, como en este caso, todavía aspira a ser presidente del Gobierno español.
Mejor que se quede para siempre en su chalé-pablacio cuidando a sus niños.
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SALAS