Revista Opinión

Las varas de medir de la Justicia en la libertad de expresión

Publicado el 23 marzo 2017 por Rgalmazan @RGAlmazan
Ayer han juzgado a Cassandra Vera por varios tuits donde hacía chistes sobre Carrero Blanco. Y no es la única que ha sido acusada por enaltecimiento del terrorismo al escribir tuits. Parece que a este país, con fama de tener sentido del humor, hay cuestiones que no se pueden tratar ni tan siquiera en coña.
Es un absoluto exceso pedir cárcel, como se ha hecho y como parece que se sigue haciendo, cuando alguien relaciona de forma chistosa a alguien o algo con el terrorismo. Habría que recordar que las palabras no matan y que la ofensa en broma siempre ha existido y se castiga en sitios donde impera la dictadura.
Porque además, esta Justicia que tantas dudas nos ofrece en tantas cosas, lo diga Agamenón o su porquero, no es igual para todos. Han entrado en la cárcel dos titiriteros por –dijo el juez—hacer apología del terrorismo, cuando estaban escenificando una escena con marionetas. Y muchas otras personas han sido y siguen siendo juzgadas por algunos tuits que dicen ofender a víctimas del terrorismo, mientras vemos pasar ante nuestros ojos personajes variopintos que se permiten vejar a mujeres, homosexuales o inmigrantes sin que la fiscalía mueva un dedo.Las varas de medir de la Justicia en la libertad de expresión
Es un error. Sólo en el caso de que esos escritos lleven a la acción y puedan producir situaciones delictivas es cuando deben ser juzgados. Y es que en este país, a la derecha le produce gozo recortar también la libertad de expresión. La ley mordaza, hoy ya se ha aprobado su cambio en el Congreso, es un ejemplo de ataque a la libertad de expresión de forma exacerbada.
Pero hay más. No todos los casos se juzgan igual. Y para ver un ejemplo claro, podemos comparar dos casos. Cassandra Vera ha sido juzgada por decir que “ETA ha pagado el viaje a la luna a Carrero Blanco”, que era un dictador cruel, porque dice el fiscal que enaltece el terrorismo y ofende a las víctimas. Sin embargo, Rafael Hernando –portavoz del PP en el congreso, y por tanto con mucha más repercusión pública--, fue denunciado por su desprecio a las víctimas franquistas, a las que humilló con sus comentarios y   resulta que ha sido declarado inocente. Por cierto, la misma nieta de Carrero Blanco --al igual que hizo Irene Villa en el caso del tuit del concejal Zapata--, se ha mostrado sorprendida y en contra de que un tuit sobre su abuelo, pueda acabar dando con los huesos de su autora en prisión.
Aquí, ya lo he comentado en varias ocasiones, el problema es que hay víctimas de primera y de segunda. Y la Justicia no actúa igual para todas. Las del terrorismo de ETA son de primera y los jueces y fiscales están dispuestos a castigar cualquier cuestión que pueda, bajo su punto, significar oprobio, humillación o ridículo, aunque lo que se diga sea en chanza.
Las víctimas del franquismo, o del 11-M (que se lo digan a Pilar Manjón), o las víctimas del terrorismo doméstico, son víctimas de última categoría, y no merecen, según nuestras instituciones, el apoyo, el cariño y la veneración que sí tienen las víctimas de ETA. Es por eso, por lo que, el Sr. Hernando, y unos cuantos peperos pueden humillarlas, sin ningún pudor. Y ahora imagínense qué hubiera pasado si alguien hubiera dicho:
Las víctimas de ETA están todos los días con los muertos para arriba y para abajo y son el entretenimiento de algunos. Bueno, pues eso es lo que dijo Hernando referido a las víctimas franquistas y la Fiscalía dice no encontrar delito en ello. Dos varas de medir.
La chanza no debe ser delito, los chistes no pueden llevar a nadie ante un juez, no volvamos a los tiempos de Franco (todavía recuerdo un amigo que pasó dos años en la cárcel por contar un chiste de Franco a principio de los años setenta).
Ninguna declaración escrita o hablada puede ser delito si no lleva a cometer un acto delictivo.
Por lo tanto no debemos olvidar dos axiomas democráticos:
TODAS LAS VÍCTIMAS DEL TERROR MERECEN TODO EL RESPETOyLAS PALABRAS NO MATANSalud y República

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