María José Pérez González
La profesora Amelina Correa Ramón, catedrática de Literatura Española en la Universidad de Granada, acaba de añadir un nuevo libro a su extensa lista de publicaciones. Su título: “Las venas de los lirios”. De místicas, visionarias y santas vivas en la literatura de Granada (ss. XVI-XX), a cargo de la editorial Spanish, Portuguese and Latin American Studies in the Humanities (SPLASH), Londres 2022. Esta última obra de la estudiosa granadina se enmarca en el Proyecto I+D: «Catálogo de Santas Vivas (1400-1550): Hacia un corpus completo de un modelo hagiográfico femenino», que financia el Ministerio de Ciencia e Innovación del gobierno español.
De este libro queremos hoy hacernos eco en nuestro blog. Sobran razones para ello, aunque solo sea porque una tercera parte de las escritoras que se estudian en esta obra pertenecen al Carmen descalzo. Si Teresa de Jesús aparece representada iconográficamente, desde muy pronto, con una pluma en la mano, como santa escritora, muchas de sus hijas seguirán su estela y nos legarán sus escritos. Además, la mística abulense será inspiradora no solo dentro de la familia por ella fundada, sino que, como sabemos, su influencia es patente más allá de su Orden, incluso, más allá del ámbito religioso.
Como nos informa Amelina Correa al inicio del libro, se trata de una reedición parcial, aunque actualizada y muy ampliada de otra obra suya publicada por la Universidad de Granada en 2002 y agotada desde hace años: Plumas femeninas en la literatura de Granada (ss. VIII-XX). Diccionario-antología. En ella se ponía en valor la escritura femenina, por desgracia, ignorada por el canon literario hasta ahora.
La obra actual se centra únicamente en las escritoras religiosas de aquel elenco, al que se han añadido bastantes más que la profesora ha ido “descubriendo” a lo largo de sus años de investigación, hasta completar el número de treinta. Estamos ante un grupo de autoras, en su mayoría, auténticas desconocidas que, sin embargo, poseen una fecunda obra escrita que no se debe ignorar.
El libro se estructura en dos partes. La primera es un estudio introductorio, y la segunda, está organizada a modo de diccionario-antología de autoras, pues contiene, además de la semblanza biográfica, una selección de textos de cada una. Todo ello hace que este libro sea, no solo hermoso, sino sumamente útil.
«“Escondidas con Cristo en Dios”, Cinco siglos de literatura espiritual en Granada con voz de mujer» (pp. 11-128) es el título de la primera parte, que constituye un auténtico ensayo sobre las características singulares de las vidas y los escritos de estas autoras. Si bien de algunas de ellas es muy poco lo que se conoce, detrás de cada dato, hay una intensa tarea investigadora (algo habitual en el riguroso quehacer de la profesora Correa) que le ha permitido obtener datos biográficos novedosos, y acceder a textos hasta ahora ignorados. Hemos de poner de relieve el acertado manejo de la bibliografía, incluso de la más reciente en este campo, por parte de Amelina Correa.
A estas mujeres, el estudio introductorio nos las presenta no solo como monjas dedicadas a la pluma y a la oración, sino, en muchos casos, como personas implicadas en la ayuda y el compromiso por el bien de sus semejantes, como es el caso de María Angustias Giménez Vera, fundadora de las hospitalarias, orden dedicada a la atención a enfermos mentales, por poner uno de los casos más notorios.
Entre sus avatares vitales, muchas de ellas —como bien documenta la profesora granadina— sufrieron graves dolencias físicas, que supieron contrarrestar con una inquebrantable fortaleza de espíritu. Junto a ello, las mortificaciones llevadas a cabo por algunas de estas mujeres, fruto de una espiritualidad de su tiempo, hoy pueden parecernos atroces, tal como ellas mismas muchas veces relatan. Y es que, con frecuencia, estas mujeres se inician en la escritura por mandato de sus confesores, que les piden que pongan por escrito sus experiencias sobrenaturales: éxtasis, visiones, audiciones, estigmas, milagros, dones proféticos… y poder así examinarlas con detalle. La autoridad eclesiástica, a lo largo de la historia, se ha mostrado recelosa de las singularidades en la mujer, como ya dejó dicho Teresa de Jesús de manera contundente. Lo hizo en un párrafo tachado tan a conciencia por el censor que hasta el siglo XX no pudo ser descifrado por completo. Así, con una hábil técnica que transforma en oración lo que es crítica, dice dirigiéndose a Cristo: “sois justo juez, y no como los jueces del mundo, que como son hijos de Adán, y en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa» (CE 4, 1).
Con todo, durante siglos, el convento sería un lugar privilegiado para la mujer. A pesar de lo paradójico que esto resulta, la clausura proporcionaba un mayor ámbito de libertad y otorgaba a las mujeres mayores oportunidades que el matrimonio para desarrollar sus aspiraciones vitales y sus dotes artísticas: la pintura, la música, la poesía… Así podemos apreciarlo en el recorrido que, de la mano de Amelina Correa, llevamos a cabo por la vida y obra de estas increíbles mujeres.
En cuanto a los géneros literarios que manejan, tres son los principales: el epistolar, el relato hagiográfico o místico y la creación literaria, sobre todo, poética.
Cabe destacar que la profesora Correa posee una habilidad especial para poner en conexión la literatura y el arte, algo que podemos constatar a lo largo de toda esta primera parte del libro, con abundantes ejemplos de representaciones artísticas que aclaran, profundizan o ejemplifican lo que las autoras de esta antología expresarán en sus escritos. Ello es un dato que otorga riqueza y calidad a este libro.
La segunda parte de la obra es, como ya mencionábamos arriba, un diccionario-antología de estas treinta autoras, ordenadas alfabéticamente. Las escritoras granadinas o vinculadas de algún modo a Granada que aquí se recogen son todas religiosas de diversas órdenes, con excepción de una de ellas, a la que la muerte le impidió entrar en el Carmelo, como parece que era su deseo (Concepción Barrecheguren). Algunas son, a su vez, fundadoras de nuevas familias religiosas. Las hay conocidas como Cristina de Arteaga, y otras muchas, prácticamente descocidas. De una, incluso, se duda si existió o se trata de un personaje ficticio (Juana Maldonado).
En este amplio abanico de escritoras, como ya hemos señalado, la orden más representada es la de las carmelitas descalzas. No en vano —aparte del mencionado influjo teresiano en la escritura de sus hijas espirituales— el convento de San José de Granada fue fundado por Ana de Jesús (Lobera) y Juan de la Cruz. El místico abulense, uno de los más grandes poetas en lengua castellana, ejercería una impronta literaria indudable por su costumbre de escribir y comentar sus versos en diálogo con las monjas, como vehículo de la experiencia mística. Desgraciadamente, mucho de lo escrito por estas religiosas se ha perdido, por diversas razones: la intransigencia de los superiores, que llevó a que se destruyeran sus obras, los avatares históricos (guerras, expulsiones, traslados…), incluso —¿por qué no decirlo? — la falta de interés, en muchos casos, por conservar una obra que no se valoraba en su justa medida. Entre todas, nos duele especialmente la pérdida de gran parte de lo escrito por María de la Cruz (Machuca), ocd., a quien Silverio de Santa Teresa calificó, tal como se recoge en este libro, como “la pluma femenina más fecunda que ha tenido la descalcez en España».
El hecho de que Amelina Correa ponga en nuestras manos este libro es motivo de gratitud por parte de los lectores, por muchos motivos, que vamos a resumir en tres. Primero, por dirigir su atención a un grupo tan poco conocido como fecundo, como es el de estas místicas, visionarias y mujeres con fama de santidad ya en su tiempo (“santas vivas”). En segundo lugar, por todo el trabajo que hay detrás de este rescate del olvido, indagando en los archivos conventuales. En tercer lugar, porque además de espigar las figuras de estas autoras, nos las presenta acompañadas de una selecta bibliografía individualizada y de unos textos que iluminan el universo literario de cada escritora, algo que sería sumamente difícil de obtener, pues son textos, en no pocas ocasiones, inéditos o inaccesibles.
Nos agrada especialmente, por tratarse de alguien ajeno al mundo conventual, que junto al rigor académico, encontremos un exquisito respeto y valoración por estas escritoras que, como lirios, muestran sus venas ante quien abra las páginas de este libro.