Revista En Femenino

Las ventajas del colecho

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

Antes de dar a luz a Bichito, no tenía muy claro si quería practicar el colecho. La verdad es que nunca me había llamado la atención eso de dormir con un bebé y pensaba que no había nada mejor que estar cada uno en su cama.

No os voy a hablar de si es mejor o peor dormir con el bebé o sin él. Que cada uno investigue lo que crea oportuno y decida lo que mejor le parezca para su familia. Yo quiero contaros mi experiencia con el colecho y cómo he cambiado de parecer a raíz de practicarlo.

colecho

Durante las últimas semanas de embarazo empezó a preocuparme la lactancia durante la noche, ya que no tenía ni idea de si tendría problemas para dar el pecho o para dormir a Bichito. Era todo una incógnita.

Desde un primer momento tenía descartado el colecho por el peligro de muerte súbita. No dejaba de leer en todas partes que sí, se recomienda tener al bebé en la misma habitación pero no en la misma cama que los padres. Pero entonces, ¿cómo había tanta gente que practicaba colecho?

Cuando nació Bichito hicimos el piel con piel. Fue precioso, ¿qué voy a decir yo? Tener a mi bebé tan cerquita de mí me dio mucha tranquilidad, y ver lo fácil que fue que mamase, más aún. Ver que se quejaba y encontraba consuelo en mi teta fue una gozada.

Esos dos días y medio en el hospital, Bichito no tocó la cuna. Estuvo siempre en la cama conmigo.

En el lado de la cama que quedaba libre, a pesar de que había barandilla, poníamos una almohada para que no quedase hueco. Y aunque un bebé recién nacido no vaya a hacer la croqueta hasta el final de la cama y caerse al suelo (y si ocurriese pensaría que es un poltergeist), ver que el final de la cama está protegido da mucha calma, en serio.

Así, cuando llegamos a casa, no sabíamos cómo lo haríamos con nuestra cama, pero yo quería seguir durmiendo con Bichito cerca de mí.

Durante los primeros días, juntamos nuestra cama a una de las paredes de la habitación y para el lado que quedaba libre, utilicé el cojín de lactancia. Y hablo en singular, porque maridín esos primeros días, durmió en la cama de invitados.

En el curso de preparación al parto, la matrona nos contó que nosotras dormimos en alerta y que seguramente no aplastaríamos al bebé, pero que no pasaba lo mismo con los hombres. Ellos duermen más profundamente y sí que pueden aplastar al bebé. Y de ahí nuestro miedo a que maridín aplastase a Bichito.

Después de la primera semana de haber desterrado a maridín de nuestra habitación, compramos una barandilla. La cama volvió a estar donde estaba y pasamos a utilizar el cojín de lactancia como separador entre maridín y yo para que él pudiera volver a dormir con nosotros.

Y así es como lo hacemos:

Para empezar, tenemos puesto un protector de colchón impermeable. Esto es vital. Los bebés regurgitan un montón y cala muchísimo las sábanas. Por no hablar de que se salga alguna caca del pañal o la propia leche del pecho que puede salir a propulsión. Desde luego, si no hubiésemos tenido el protector de colchón puesto, ya se habría manchado de muchas cosas.

Aunque tengamos puesto este protector, arriba de las sábanas y bajo la cabeza de Bichito, me gusta poner, o bien una toalla pequeña (de esas de tocador), o una gasa. Lo dicho, con la cantidad que regurgita, tendríamos que cambiar las sábanas a diario y la verdad, no estamos para tanta tarea doméstica.

El nórdico lo remetemos por los pies para que quede a una altura adecuada a Bichito. Pensad que él no duerme sobre la almohada, por lo que a mí me queda el pecho descubierto. Esto lo arreglo usando una pequeña mantita de las suyas, que me tape las tetas (que se me quedan al aire más de una vez) y los hombros. Teniendo cuidado, claro está, de que no le tape la cara.

Tengo un pequeño cojín cilíndrico que utilizo para ponérselo a él en la espalda cuando le pongo de medio lado para mamar. Es lo que vendría siendo un cojín antivuelco. A veces se lo dejo puesto porque me duermo, otras se lo quito y se recoloca para dormir boca arriba.

Y así colechamos.

A mí me parece una maravilla, porque gracias al colecho, aunque estoy cansada, no tengo la sensación de pasar noches en vela. Y eso que Bichito se queja cada hora u hora y media, pero yo le dejo la teta cerca para que él tenga barra libre y volvemos a dormirnos los dos como si no hubiese pasado nada.

Lo único que fastidia es el cambio de teta. Ahí me incorporo de rodillas en la cama y le cambio de lado, que esto, las primeras semanas con los puntos, era bastante complicado. Además, resulta bastante incómodo dormir en la misma postura toda la noche (de lado con el brazo que queda abajo por encima de la cabeza del peque). A no ser que tengáis una cama “king size”, el espacio que nos queda para mí y para Bichito no es demasiado (y eso que cogemos hueco de maridín).

Con un bebé que pide con tanta frecuencia, el colecho es un gran aliado. Y no os voy a engañar, me encanta dormir con el peque y no me asusta en absoluto la hora en la que lo tengamos que pasar a la cuna o a su cama directamente, porque llegará un momento en el que, automáticamente, él reclame su propio espacio, y entonces dejará de ser mi bebé.

Eso sí, os confesaré que sin querer le he dado algún manotazo, pero no deja de ser un accidente minúsculo sin importancia si él ni se ha enterado, ¿verdad?

😉

Y vosotros, ¿pensáis hacer colecho cuando llegue el momento? ¿lo practicáis ya? ¿cómo lo hacéis?. Si el colecho no va con vosotros, ¿cuál es el motivo?

¡Contádmelo todo!


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