Raoult Dufy (1877-1953) es un artista complejo al que la historia le ha negado, el sitio que realmente merece en el mundo del arte.
Sus populares escenas de regatas y carreras de caballos, propiciaron que de críticos e historiadores se refirieran a él como el pintor de los placeres burgueses. Pero debajo de esa apariencia hedonista, se escondía un lento proceso artístico en busca de un estilo personal y de nuevas soluciones plásticas.
Por ello aunque comenzó de la mano de los impresionistas, pronto migró hacia el fauvismo para después lanzarse a un estilo constructivista de la mano de Paul Cézanne.A Dufy no le valía sólo experimentar con el óleo y el lienzo, así que busco expresarse sobre otros materiales. Por ello a comienzos del siglo XX, situó las artes decorativas en el centro de sus intereses artísticos. Y gracias al apoyo del modista Paul Poiret y al contrato con la firma textil Bianchini-Férier, consiguió comenzar a diseñar tejidos. Un campo fértil para la experimentación del color. También se introdujo en la cerámica, decorando jarrones y azulejos.
Dufy alcanza su madurez artística en 1920, sus cuadros adquieren una luminosidad abstracta que le permite llevar a los colores hasta su máxima saturación. Y comienza a relacionar como un TODO los interiores y los exteriores a través de sus ventanas efectistas. A mi me recuerdan a los espejos de “Alicia en el País de las Maravillas”. Donde la realidad y su reflejo se tocan convirtiéndose en uno. Quizá sea una percepción muy personal, pero es exactamente lo que me transmite la idea Raoul Dufy. Otro dato que me parece muy personal y que aporta a su obra un toque de originalidad, es el uso del color negro al final de su vida. La teoría es: cuando miras hacia el sol, tiene tanta fuerza su luz que te deslumbra. Por tanto se convierte en su opuesto, el negro. Así que cuando vemos un cuadro del artista, donde una zona es negra quiere decir que era donde el sol incidía con más fuerza. Para mí es como un positivo-negativo en fotografía. Yo lo entiendo así. Si os apetece juzgar la obra de Raoul Dufy por vosotros mismos, estará en el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 17 de mayo.
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